martes, 28 de abril de 2009

La práctica

Creada originalmente por Haideé Iglesias

Sosiega tus pensamientos. Hazlo en medio de las perturbaciones. Cuando lo consigas podrás ascender a lo más elevado y abismarte en lo más profundo.

Maestro Yuangw

jueves, 23 de abril de 2009

El falso gigante


Había una vez un señor que vivía como lo que era: una persona común y corriente. Un buen día, misteriosamente, la gente empezó a halagarle diciéndole lo alto que era: "¡Qué alto estás!", "¡Cómo has crecido!", "¡Envidio tu altura!"...

Al principio trató de restarle importancia, pero cuando empezó a notar que tres de cada cuatro personas lo miraban desde abajo, empezó a interesarse por el fenómeno. Compró un metro y después de varias mediciones y comprobaciones, confirmó que su estatura era la de siempre. Pero los demás seguían admirándolo. : "¡Qué alto estás!", "¡Cómo has crecido!", "¡Envidio tu altura!". El hombre no entendía nada: él se veía normal. 

Totalmente desconcertado, decidió marcar el punto más alto de su cabeza en la pared, pero su marca siempre estaba a la misma altura. El hombre empezó a creer que se estaban burlando de él. Así que, cada vez que alguien le hablaba de su altura, cambiaba de tema, lo insultaba o se iba.

De nada sirvió. La cosa seguía: "¡Qué alto estás!", "¡Cómo has crecido!", "¡Envidio tu altura!". El hombre era muy racional y pensó que aquello debía tener una explicación. Se le ocurrió que quizá, sus ojos le engañaban. El podía haber crecido hasta ser un gigante y, por algún conjuro o hechizo, ser el único que no lo podía ver. "¡Eso era lo que debía de estar pasando!", pensó.

Asentado en esta idea, empezó a vivir una época gloriosa: disfrutaba de las frases y las miradas de los demás. Y un día sucedió el milagro, se puso frente al espejo y le pareció que realmente había crecido. 

Se acostumbró a caminar más erguido. Usaba ropa que lo estilizaba y se compró varios zapatos con plataformas. El hombre empezó a mirar a los demás desde arriba. Pasó del placer a la vanidad y de ésta a la soberbia. 

Así pasó el tiempo, hasta que un día se cruzó con un enano. El señor vanidoso se apresuró a ponerse a su lado, imaginando anticipadamente sus comentarios. Se sentía más alto que nunca. Pero, para su sorpresa el enano no pareció darse cuenta. Y aunque se estiró hasta casi desarticularse el cuello, el enano se mantuvo impasible. Cuando ya no pudo más, le susurró: "¿No te sorprende mi altura?".

El enano lo miró de arriba a abajo y con escepticismo de contestó: "Desde mi altura todos son gigantes y desde aquí, la verdad, usted no me parece más alto que los demás":

El señor vanidoso le miró despectivamente y como único comentario, le gritó: "¡Enano!".

Volvió a su casa, corrió hacia el espejo y se puso delante de él. No se vio tan alto como aquella mañana. Cogió el metro y tembloroso se midió, confirmando lo que ya sabía. No había crecido ni un centímetro.

Se metió en la cama y creyó que no iba a salir nunca más de su casa. Estaba muy avergonzado de sus verdadera altura. Miró por la ventana y vio a la gente... ¡Todos  le parecían tan altos! Asustado, volvió a ponerse frente al espejo de la sala, esta vez para comprobar si no se había achicado. No. Su altura parecía la de siempre. Y entonces comprendió...

Cada uno ve a los demás desde arriba o desde abajo. Ve a los demás altos o bajos según su propia posición en el mundo, según sus limitaciones y costumbres, según sus deseos y necesidades. 

El hombre sonrió y salió a la calle. Se sentía tan liviano que casi lloraba. Se encontró con personas que lo vieron gigante y otras que lo vieron insignificante, pero nadie consiguió inquietarle. Ahora, él sabía que era uno más. Uno más... Como todos.

lunes, 20 de abril de 2009

Horizonte

Creada originalmente por Haideé Iglesias

De aquella belleza inquieta,

de aquella serenidad tranquila,

emergen del horizonte nubes como imanes,

sin poder despegarse del agua que las alimenta...

belleza, horizonte, arena, agua...

ante mi vista se despliega vida.

Esa entrega... dulce entrega y perdida inocencia que se escapa por mis ojos,

ojos abiertos de asombro y presencia,

y tras todo ello sosiego queda;

corazón sosegado e inundado del latido del mundo,

latido que se mece en tu línea quieta:

Horizonte.

sábado, 18 de abril de 2009

Esencia

Creada originalmente por Haideé Iglesias

El árbol florece

lluvia ligera

miro la ocre tierra.

viernes, 17 de abril de 2009

Conciencia de la propia ignorancia


Cuentan que el abad de un templo era considerado por todos como un hombre piadoso, justo y erudito. A él se dirigían todos para buscar su ayuda y consejo en los más variados temas, tanto de índole espiritual, como filosófico o social. A ello dedicaba su vida el abad, atendiendo todo el tiempo a cuestiones de cualquier naturaleza.
Un día, una mujer del lugar que había perdido un hijo se encaminó al templo para cumplir con los ritos funerarios. Cuando encontró al abad, le preguntó:
-Señor, decidme por compasión, ¿A dónde ha ido mi hijo?
En ese momento, el viejo abad se dio cuenta de que no podía responder sinceramente a la mujer sin apelar a cualquier respuesta convencional. Se dijo a si mismo: “Yo creía haber alcanzado el grado de sabiduría y no sé responder a la pregunta esencial, ¿de qué me sirve ser abad de este templo?”.
Dicen que entonces dejó el templo y marchó en busca del verdadero conocimiento.

Es difícil no caer en la falsa seguridad, esta que te lleva a considerar la acumulación de conocimiento y méritos con sabiduría. Uno es sabio cuando se despoja de todo conocimiento, de la necesidad de ser necesitado, de dar consejos, cuando siente que las palabras sobran, que sólo queda el asombro y ya no hace falta más, comenzando a vivir completamente sereno en el presente aceptando aquello que está y no por ello dejando de vivir en sociedad con todo lo que ello conlleva; aparecen entonces las respuestas por si solas, ya que nunca han estado en ningún lugar que no fuera vivir presente. Humildad y honestidad, más, atención, atención, atención.

miércoles, 15 de abril de 2009

Dicen lluvia


(Imagen de autor desconocido para mi)

Dicen que no hablar es perder la mirada.
Dicen que no ver es tener el sentido perdido.
Dicen que no sentir es vivir entumecido.
Dicen que no ganar es tiempo enlatado.
Dicen que no entender es lo mismo que no saber.
Dicen que no vivir es un reloj de pared aterido y sin sonido.
Dicen que no callar es síntoma de libertad.
Dicen que no salir y gritar el dolor es cobardía.
Dicen que no madurar es ser un crío.
Dicen que no perder es tener un enemigo.
Dicen que no beber cultura es ignorancia.
Dicen que no tener dinero te mete en la miseria.
Dicen que no ayudar es ser egoísta.
Dicen que no encontrar el amor de tu vida es fracasar.
Dicen que no rezar es un encuentro frustrado contigo mismo.
Dicen, que será lo que no dicen...
Esta noche sabía que la lluvia caería sin cesar sobre el pobre cuerpo de un can abandonado por su compañero, un compañero que le pesó tanto tenerlo que no pudo sino abandonarlo bajo la imparable e intensa lluvia, dicen, si, dicen; por decir se dicen tantas cosas, que yo ya no se como decir las mías... su llanto quebró el mío...
Dicen lluvia y no deja de caer la mía.

lunes, 13 de abril de 2009

Primavera

Hace tiempo que me apetecía poner este tema, y ya que estamos en primavera, que mejor... Es un tema basado en la obra de Vivaldi de las Cuatro Estaciones. Esta versión es de Ludovico Einuadi, que me parece llena de alegría extendida, plena, como la misma primavera. Y ya que este año nos toca vivir una primavera remolona en cuanto a la temperatura, al menos aquí en el norte, la comparto para dejarnos llevar con tiempo del disfrute de estas imágenes y belleza musical, si, porque escuchar requiere tiempo, una entrega en calma a lo percibido...

domingo, 12 de abril de 2009

Conócete a ti mismo


Yo aconsejo a las personas que traten de conecerse a sí mismas. Hay quienes creen que ésta es una tarea sencilla aplicable tan sólo a los principiantes. Pero reflexiona con cuidado y pregúntate tranquilamente a qué le llamas yo.

Maestro Foyan
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