lunes, 17 de septiembre de 2012

Zen y depresión. Generosidad


–¿Y tú quién eres? –preguntó la oruga.
Alicia respondió, tímidamente:
–Yo... ahora no estoy segura. Pero al menos sé quién era cuando me levanté esta mañana, aunque desde entonces debo haber cambiado varias veces.

Lewis Carroll, Alicia en el país de las maravillas.

Estudiar el camino del Buda es estudiar el yo.
Estudiar el yo es olvidar el yo.
Olvidar el yo es ser iluminado por todas las cosas.

Dogen Genokoan

En la depresión puede parecernos que nuestro yo se desintegra. Nada de lo que hacemos parece importar. No sabemos quiénes somos o dónde encajamos. Eso puede resultar un tanto confuso, por decirlo de una manera suave y bastante aterrador, si lo miramos de frente.
El budismo ha investigado a fondo esta noción de un yo y ha llegado  a la conclusión de que, de hecho, no existe ningún yo separado, concreto y permanente (el budismo denomina a esta carencia de yo permanente una de las "características de la existencia", junto con el sufrimiento y la impermanencia). Eso puede ser un concepto angustioso incluso para un practicante veterano de meditación, un concepto difícil de entender y aceptar. Y como experiencia real, al principio puede resultar aterradora.
Nuestra respuesta inicial frente a esta noción de no-existencia de un yo separado es de incredulidad. La experiencia nos dice que existe un yo independiente y concreto. Cualquier otro enfoque parece inverosímil y absurdo. Pero si profundizamos en ello, podemos empezar a comprender hacia dónde apunta. Incluso podemos empezar a dar sentido a lo que experimentamos durante la depresión.
Nuestra habitual creencia en un yo separado y diferenciado es muy importante para nosotros. En realidad, es una parte esencial de nuestro desarrollo infantil. Todos recordamos la intensa necesidad que sentimos en la adolescencia de demostrar qué éramos diferentes, que éramos un individuo, y que teníamos importancia.
También de adultos todos hemos pasado por la experiencia de crear conscientemente un yo aparente, tal vez durante una entrevista de trabajo, o en una asamblea en el instituto, o cuando nos enamoramos. Creamos un yo –un conjunto de imágenes y acciones– y luego lo presentamos al mundo y lo defendimos frente a cualquier amenaza. 
Y no obstante, el budismo nos dice que ese yo es sólo una creación artificial.
Lo que normalmente consideramos como un yo separado y permanente no es sino un proceso dinámico, en flujo constante. La ciencia nos dice que todas las células de nuestros cuerpos cambian completamente cada siete años. Y nuestros pensamientos y percepciones cambian todavía con mayor rapidez.
La interdependencia está en la base de nuestra existencia. Nos hallamos entrelazados con todos los seres de este mundo. Existimos a causa de una miríada de causas y fuerzas, y vivimos entre una miríada de otros seres, en la red de la que participa toda la vida. Así que en lugar de imaginar un yo que existe en el interior de este cuerpo y que forma el centro del mundo, podríamos afirmar con exactitud que nuestro yo es, de hecho, todo el mundo.
¿Qué tiene que ver eso con la depresión? En la depresión se abre una rendija en la cháchara de nuestras mentes, y en el constante recrear la historia de nuestra memoria. En este espacio podemos empezar a comprobar la verdad de esta carencia de un yo separado. 
También podemos descubrir esta misma verdad a través de la meditación, o durante una tragedia, o en cualquier actividad en la que "nos perdamos a nosotros mismos". Resulta tonificante y liberador,y en ocasiones confuso y aterrador a la vez.
En cierto sentido, la depresión es una dolencia en la que el yo iluminado parece desintegrarse. Sin embargo, y al mismo tiempo, el yo parece ser más sustancial, a causa de la intensidad del sufrimiento que este yo aparente experimenta. Eso hace que la depresión sea un terreno especialmente fértil para investigar y examinar eso a lo que nos referimos cuando decimos "yo" o "mi". 
Si podemos ablandarnos con nuestro dolor en lugar de endurecernos contra él, también podremos empezar a experimentarnos a nosotros mismos como algo más blando y menos sustancial. Podemos sentirnos como algo más espacioso y abierto, como algo que incluya todo el mundo. 
La depresión, que en algunas ocasiones puede atenuar nuestra conciencia y aislarnos, también puede señalarnos una importante verdad. En el interior de esa verdad podemos descubrir que no estamos aislado del mundo, sino que no somos otra cosa que el propio mundo. 

Exploración complementaria

Siéntase y observe la respiración, concentrándose en los pensamientos. ¿Son conscientes? ¿Los está usted "pensando"? ¿Surgen a veces por sí mismos? ¿Conforman los recuerdos una gran parte de sus pensamientos? ¿El futuro? ¿Da eso una continuidad al surgir y desaparecer de los pensamientos?
Observe sus sensaciones. ¿Hay algo que sea constante? ¿Encuentra su yo en sus sensaciones? ¿En su cuerpo? Cuando piensa en su yo, ¿hay algo más que se le escapa?
Observe sus emociones. ¿Al surgir y desaparecer identifica algunas pautas o hábitos en sus reacciones?¿Encuentra su yo en sus emociones, o en esas pautas? ¿Es eso lo que es usted?
Observe al que observa esos pensamientos, emociones y sensaciones. ¿Es ahí donde está su yo? ¿Dónde va ese testigo cuando no está usted poniendo atención?
¿Le parece que todas esas cosas –pensamientos, emociones y sensaciones–cambian constantemente? A veces predominan los pensamientos, a veces, las emociones y a veces las sensaciones. ¿Es usted ese proceso?
Si se sienta tranquilamente, observando la respiración, ¿hay un momento en el que dicho proceso se torna tranquilo y sosegado? ¿Cuando sólo inspira y espira tiene lugar algún momento carente de pensamiento, emociones y sensaciones? ¿Dónde está usted entonces?
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Deténgase de vez en cuando durante el día para observarse. ¿Qué es eso que identifica con ser usted mismo? ¿Son sus emociones? ¿Pensamientos? ¿Sensaciones? ¿Cuerpo? ¿Hay una conciencia que es usted?
¿Hay algo constante que proporciona un hilo conductor de continuidad, algo que pueda ser es yo, ese sí-mismo?
¿Desempeña varios papeles a lo largo del día: padre, amante, amigo, trabajador, jefe, profesor?
¿Cual de ellos es usted? Usted se relaciona con su mundo y con otras personas a lo largo del día. ¿Es usted dicha actividad? Si así lo cree, ¿adonde va usted cuando está parado y en silencio?
Si sus pensamientos, emociones y sensaciones no son usted, si los papeles que desempeña no son usted, si su cuerpo no es usted, ¿puede encontrar ese yo en alguna parte?

Realizar la exploración sólo si te sientes cómodo haciéndola. Recomendación del propio autor.

(Extraído del libro "El camino del Zen para vencer la depresión". Autor Philip Martin)

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