viernes, 15 de marzo de 2013

Zen y depresión. Vivir el voto



Vivir el voto, sentado en silencio
sesenta y tres años,
los ciruelos empiezan a florecer.
El espejo enjoyado refleja la verdad tal cual es.

Dainin Katagiri Roshi

En la depresión puede resultar muy difícil mantener una promesa que hemos hecho pocos minutos antes, por no hablar de mantener un voto. O bien sucede que cuando hacemos un voto, lo volvemos en nuestra contra. Si pensamos en romperlo, lo utilizamos como una prueba de nuestra falta de valía y debilidad. En lugar de permitir que nuestra promesa nos sea de ayuda, la utilizamos para flagelarnos. 
Pero cuando estamos deprimidos es cuando más necesitamos nuestro voto. Podemos utilizarlo para ayudar a curarnos o para que tomar decisiones nos resulta más fácil, y a veces, incluso para mantenernos a salvo y vivos. 
La mayoría de nosotros hemos tomando algún voto en una u otra ocasión. Tomamos unos votos al casarnos, o bien nos hacemos promesas por Año Nuevo, sólo para ver caer esas resoluciones a las pocas semanas. Así que aunque hayamos tomado algún voto, no creemos demasiado en su valor, ni siquiera en su poder. 
No creemos en el poder de los votos para cambiar el mundo o para cambiarnos a nosotros mismos. Tal vez por eso los consideramos, si es que los tomamos en cuenta, como conjuros mágicos. Pronunciamos nuestros votos en una ocasión y luego no volvemos a hacer ningún esfuerzo para practicarlos. Claro está. los votos no logran las cosas en nuestro lugar.
Un amigo mío mantenía una relación con una mujer maravillosa. Quería estar con ella para siempre, pero sólo pensar en tomar un compromiso así le aterrorizaba. En un momento dado, otro amigo le dijo algo muy simple que cambió su miedo. Ese amigo sugirió que se equivocaba al considerar el voto como algo para siempre. Mas bien, debía considerar el voto de amar a esa persona como una elección y una promesa que podía realizar día a día, no como algo que hay que decir una vez para acabar con el asunto. Pocos meses después de llegar a esta nueva comprensión, mi amigo se casó con su amada.
Hacer que una promesa funcione es convertir el voto en algo vivo, alimentado momento a momento mediante la elección y la atención. MI maestro zen, Katagiri Roshi, hablaba de "vivir el voto". Nuestro voto está vivo, y debemos vivirlo en nosotros mismos,momento a momento.
Pero aunque vivamos en nuestro voto podemos perderlo e vista de vez en cuando e incluso llegar a romperlo. Cuando lo rompemos, no debemos utilizar ese hecho como una excusa para abandonarlo. Debemos volver a tomarlo y a comprometernos con la elección que hemos hecho.
Cuando mantenemos nuestro voto activo y vivo, nos desembarazamos de parte de la lucha en la que estamos inmersos mientras tomamos una decisión sobre cómo actuar. En cierto sentido no necesitamos decidir. Dejamos que nuestro voto esté vivo y que tome las decisiones por nosotros. 
La práctica budista utiliza dos tipos de votos: prohibiciones y resoluciones positivas. Los budistas cuentan con diez grandes preceptos prohibicionistas, abstenciones que pueden conducir a una vida más armoniosa. Esos preceptos incluyen no mentir, no tomar intoxicantes, no robar y no hacer daño a los demás. Algunos critican este tipo de prohibiciones, o los diez mandamientos de las enseñanzas cristianas, considerándolo algo negativo. 
[...]

Esta entrada corresponde al final del libro. Alguien ha arrancado las últimas hojas en las que continuaba el escrito. Que a pesar de ello y por ello pueda serte de ayuda. 

(Extraído del libro "El camino del Zen para vencer la depresión". Autor Philip Martin)

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