haideé iglesias
El Tao engendra.
La virtud nutre.
El entorno moldea.
Las influencias pulimentan.
Todos los seres veneran al Tao
y aprecian la virtud.
Y no lo hacen por mandato
sino de manera espontánea.
Por eso el Tao engendra los seres,
los nutre y los forma,
los ampara y los acoge,
los cuida y los hace madurar.
Engendra sin adueñarse;
actúa sin buscar reconocimiento;
lidera sin ordenar.
Esta es la virtud primigenia.
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