miércoles, 14 de noviembre de 2012

En busca del ego (III)


Por lo tanto, vale la pena que dediquemos un poco de tiempo a dejar que nuestro espíritu repose en la calma interior a fin de conseguir comprender mejor –por medio del análisis y de la experiencia directa– qué lugar ocupa el ego en nuestra vida. Mientras el sentimiento de la importancia del yo sea el que controle las riendas de nuestro ser, nunca llegaremos a disfrutar de una paz duradera. La propia causa del dolor continuará permaneciendo intacta en lo más profundo de nosotros y seguirá impidiéndonos disfrutar de la más esencial de las libertades. 
Abandonar la fijación en el ego y dejar de identificarnos con él nos permitirá adquirir una inmensa libertad interior. Una libertad que hará posible que nos acerquemos a todos los seres con los que nos encontremos, y abordar cualquier situación con naturalidad, benevolencia, coraje y serenidad. Al no tener nada que ganar ni que perder, somos libres de dar y recibir todo. 
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Meditación sobre la naturaleza del espíritu

Cuando el propio espíritu es el que se examina, ¿qué puede aprender sobre su propia naturaleza? La primera cosa de la que se da cuenta es la de las innumerables cadenas de pensamiento que atraviesan nuestro espíritu, querámoslo o no, y que alimentan nuestras sensaciones, nuestra imaginación, nuestros recuerdos y nuestras proyecciones de futuro.
Sin embargo, ¿no hay también una cualidad "luminosa" del espíritu que ilumina nuestra experiencia, sea cual sea su contenido? Esta cualidad es la facultad cognitiva fundamental que sirve de base a todo pensamiento. Lo que la cólera ve en si mismo sin ser la cólera ni dejarse llevar por ella. A esta presencia simple y despierta la podemos denominar "conciencia pura", porque se puede aprehender incluso en ausencia de conceptos y en ausencia de construcciones mentales. 
La práctica de la meditación muestra que, si dejamos que nuestros pensamientos se calmen, podemos mantenernos durante unos momentos en la experiencia no conceptual de la conciencia pura. Precisamente, el budismo llama "naturaleza del espíritu" a este aspecto fundamental de la conciencia, libre de los velos de la confusión. 
Como es lógico, esta noción no es evidente. Admitimos que los psicólogos, los especialistas en neurociencias y los filósofos se interroguen acerca de la naturaleza de la conciencia, pero ¿hasta qué punto su comprensión puede afectar a nuestra experiencia personal? No obstante, la relación que mantenemos con nuestro espíritu no se interrumpe nunca, y, en resumidas cuantas, él es el que determina el hecho de que conocer mejor su verdadera naturaleza y comprender sus mecanismos influye de manera crucial en esa calidad, ello querrá decir que captamos mejor la importancia de que nos interroguemos, acerca de nuestro espíritu. De otro modo, por culpa de no comprenderlo, seguiremos siendo unos extraños para nosotros mismos. 
Los pensamientos surgen de la conciencia pura y se disuelve de nuevo en ella, como sucede con las olas del océano, que se elevan y se reabsorben en él, sin convertirse jamas en otra cosa que no sea el propio océano. Es esencial que hagamos eso si deseamos vernos libres de los automatismos habituales de pensamientos que generan sufrimiento. Identificar la naturaleza fundamental de la conciencia y saber descansar en ella, en un estado no dual y no conceptual, es una de las condiciones esenciales para conseguir la paz mental y la liberación del sufrimiento.

Matthieu Ricard 

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