haideé iglesias
Un hombre decidió visitar a un maestro para pedirle que le aceptara como discípulo. Cuando llegó a la casa, fue recibido por una persona que le interrogó sobre los motivos de su visita.
–Deseo que el maestro me acepte como discípulo –solicitó el recién llegado.
–Muy bien –contestó aquel hombre–, yo soy su asistente y le haré llegar esta demanda.
Transcurrió un tiempo, el hombre de la puerta regresó con un papel.
–El maestro me ha dicho que contestes a las preguntas que hay en esta lista de acuerdo a tus conocimientos.
Como el visitante era un hombre instruido, respondió a las preguntas con cierta facilidad sin que ninguna de ellas le resultara especialmente complicada. Terminado el examen, el asistente recogió las respuestas y retornó al interior de la casa para entregárselas al maestro.
Una hora después, regresó junto al ya impaciente visitante.
–El maestro me ha pedido que te comunique que en las contestaciones a las preguntas planteadas has demostrado una gran erudición, por este motivo te aceptará como discípulo dentro de un año.
Aquel hombre se sintió halagado a la vez que un poco triste por el largo plazo marcado por el maestro. Antes de marcharse preguntó:
–Si he contestado acertadamente a las preguntas y he de regresar dentro de un año, ¿cuál sería el plazo señalado si no hubiese respondido correctamente al examen?
–Ah, en ese caso – contestó el asistente– el maestro te habría aceptado como discípulo hoy mismo. Tú, en cambio, necesitas todavía un año para liberarte de toda esa carga de conocimiento inútil que llevas encima.
Amor
igual a
no-ego
-.-
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