miércoles, 5 de junio de 2013

La alquimia de la voz (XII) La conexión entre la cabeza y el corazón


El impacto de la naturaleza cerebral del traslado de la voz desde el cuerpo y el corazón hasta la cabeza ha sido enorme y ha tenido un efecto terrible en nuestras vidas físicas. Pocos de nosotros hablamos ya con la convicción de la voz auténtica, ricamente enraizada, que somos capaces de usar. En su lugar, esta cualidad de voz yace reprimida u olvidada en nuestro interior, asfixiada por los condicionamientos, la educación, las creencias y las actitudes con los que nos han restringido. 
Sin embargo, la fisiología del cuerpo humano y el funcionamiento de la voz dentro de él ilustran con claridad la conexión entre la cabeza y el corazón, una conexión que constituye la esencia de una voz verdaderamente saludable. La voz está localizada en la laringe, en el cuello, un punto que simboliza el paso entre la cabeza y el corazón y un conducto entre la mente y el cuerpo. Necesitamos un estimulante para abrir su poder potencial, el aliento, nuestra verdadera fuerza vital. El aliento se vuelve físico en el torso y en el estómago, donde experimentamos de manera absoluta los sentimientos y las sensaciones de la vida y toda su creatividad, con lo que nuestra voz se convierte en un expresivo instrumento que nos conecta con la esencia y el sentimiento de nuestro ser. En esos momentos nos revolucionamos hasta un equilibrio potencial, con lo que la definición de hombre de Descartes se convierte en "pienso y siento, luego soy lo que verdaderamente soy". 
Cuando emitimos un sonido, éste viaja mediante vibraciones que conocemos como ondas sonoras. Estas ondas son recibidas por los que se encuentran a nuestro alrededor. Sin embargo, del mismo modo que escuchamos los sonidos que los demás emiten, también los sentimos. Cuando nosotros sonamos, la nota que producimos posee una vibración simpática que denominamos resonancia. Esta resonancia, la amplificamos de la nota original, se ve afectada por el tamaño y la forma de las cavidades de nuestro cuerpo, en las que el sonido se conforma. Así, cada uno de nosotros posee su propia resonancia totalmente individual. Cuando hablamos o sonamos desde el corazón, las demás personas nos "sienten", además de escuchar nuestra intención. 
Cuando trasladamos nuestra voz exclusivamente a nuestra cabeza, nos resulta difícil expresar y revelar de forma adecuada los sentimiento sutiles; estos se vuelven extremos y reprimidos, con lo que los demás son testigos de nuestros procesos emocionales por lo que no nos revelamos más que por lo que sí pueden observar. La buena noticia es que desde los años sesenta y como consecuencia de la apertura de corrientes de pensamiento oriental hacía Occidente, se ha producido un cambio en la conciencia hacia el mayor equilibrio. Los occidentales debemos mucho a los significativos recordatorios que nos han proporcionado las técnicas de sanación y centrado de energía orientales. ¿Quién no ha oído hablar del yoga, el tai chi, la acupuntura, el shiatsu, el feng sui o la meditación trascendental? Todos ellos son disciplinas cuyo objetivo es entrenar la conciencia individual para que pueda alcanzar un estado de visión espiritual interior perfecta y, con ello, la unión con el espíritu universal; la unión de lo humano con lo divino.

(Texto extraído del libro "La alquimia de la voz". Autor Stewart Pearce)

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