El bebé sumergido en el mundo acuático del seno materno antes de nacer, escucha a través de un mar acústico de sonido. Esta información proviene de un examen científico que demuestra que los niños no nacidos también producen sonidos mientras flotan en el líquido amniótico. Aí los fetos originan unas vibraciones vocales no muy distintas a las de las ballenas y los delfines, nuestros colegas mamíferos que emplean las ondas sonoras y las frecuencias vibratorias situadas muy por encima –o, mejor dicho muy por debajo– de los límites del oído humano. Los sentidos producidos en este contexto son más específicos, puesto que el agua es un efectivo conductor de energía que asiste a las vibraciones ultrasónicas empleadas por los mamíferos marinos. Cuando se investigó a qué sonidos responden más los bebés antes de nacer, se descubrió, que quizá sin sorpresa, que prefieren las melodías más suaves y líricas, similares al "sonido blanco" comunicado mediante el canto de las ballenas.
El bebé recién nacido está sujeto a un mar de sonidos que, quizá, sea similar a los que escuchaba en el interior del útero; es decir, mezclados sin una particular distinción o significado. Sin embargo, a medida que el niño crece estos sonidos se van diferenciando rápidamente, empezando por las voces de las personas que los atienden, que se convierten en los ruidos más importantes del mundo infantil. Las madres emplean sonidos tranquilizantes para estimular a sus hijos y preparar el camino hacia el "habla". Es lo que los investigadores llaman "motherese" y es común para la mayoría de las culturas del mundo. El desarrollo de las habilidades de oír y escuchar está asociado con este alimento vital y amoroso, como el alimento vital que obtiene el bebé del pecho o del biberón.
Esto no les ocurre a los niños sordos. Cuando la sordera se presenta ya en el momento de nacer, el niño desarrolla otras habilidades sensoriales para comprender al falta de conciencia sonora. Por ejemplo, suelen desarrollar un mayor sentido del olfato, del gusto, de la vista o del tacto y pueden "sentir" el sonido a través de las vibraciones. Mas tarde, se utilizan "sonidos verbalmente percutores" para acompañar el lenguaje del "canto" y apoyar la expresión física, mientras otras sutil comunicación tienen lugar en distintos niveles sensoriales.
(Texto extraído del libro "La alquimia de la voz". Autor Stewart Pearce)
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