viernes, 27 de septiembre de 2013

Atrapado en el engaño

haideé iglesias


Un hombre fue al mercado y llegó a una tienda donde vio un pollo colgado.
–¿Cuánto pesa? –preguntó al pollero.
–Dos quilos y medio –contestó.
–¿No tiene uno más grande? –volvió a preguntar el cliente.
–Voy a mirar –respondió el pollero.
El tendero sólo tenía aquel pollo, pero no deseaba perder la venta, así que entró en la trastienda y al minuto volvió con el mismo pollo en las manos. –Señor, éste pollo pesa tres kilos –anunció.
–Muy bien –dijo el cliente, satisfecho–, ¡Póngame los dos! 

2 comentarios:

  1. Qué magnífica fotografía y cuánto me gusta el texto. Nunca se sabe como actuar, ¿habrá que decir siempre la verdad?

    Besicos

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  2. ¡Hola! carmensabes: tú, ¿cómo te sientes mejor?

    Me alegra que disfrutes. Si realmente lo haces, digo, si te has deshecho del condicionamientos "me gusta"/ "no me gusta" antes de mirar, para poder ver siempre de novedosamente. Ya que haces la afirmación: ·nunca se sabe como actuar"...
    ¡Ciao! :)

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