miércoles, 30 de enero de 2013

Confía en ti mismo

haideé iglesias

El rey había convocado un concurso para reunir a los mejores nadadores de diferentes reinos. El día del concurso amaneció tempestuoso y ventoso, pero ya no hubo lugar para suspender el concurso, las aguas del río fluían violentes y arrolladoras. Los mejores nadadores dieron comienzo a la carrera. Nadaban con habilidad, pero las condiciones eran muy difíciles. Uno de ellos estuvo a punto de morir en un remolino y abandonó la competición; otro se golpeó con una roca y dejó la prueba; otro se enganchó en unas ramas y desistió de seguir en el concurso, y así sucesivamente todos iban abandonando... pero había uno que proseguía nadando hacia la meta. Su capacidad era prodigiosa. Nadaba con extraordinaria soltura, sabiendo cuándo dejarse llevar por la arrolladora corriente, cuándo decantarse a uno u otro lado, cuándo bucear o dejarse ir por la superficie de las tumultuosas aguas. Todas estaban sorprendidos por su magnífica manera de nadar, por su fantástica proeza. Y por fin llegó a la meta, sólo él, consagrándose como campeón indiscutible. Entonces el monarca le hizo llamar, le felicitó y luego le preguntó:
–¡Quién te ha enseñado a nadar así, apuesto joven?
–¡Oh, señor! –exclamó el muchacho–. Yo no sé nadar.
–Pero, ¿no eres uno de los nadadores del concurso?
–Ah, no, señor! Soy pastor e iba llevando el rebaño junto al río, di un traspiés y me vi sumergido en las aguas. Entonces sentí que ellas no tenían por que vencerme y me comporté como lo hago con mis ovejas: a veces soy suave, otras firme; a veces las dejo hacer y otras las controlo. Así fui dejándome llevar por las aguas y confiando en mí. Realmente es muy fácil eso de nadar; así que no sé por qué, señor, me dais este saquito de monedas de oro. 

"Cuando hay confianza en uno mismo, surgen aliados y recursos internos muy positivos." 

Ramiro Calle.


lunes, 28 de enero de 2013

Sobrevivir al peligro

haideé iglesias

Sobrevivir al peligro y sofocar el desorden no puede hacerse sin sabiduría. Cuando se trata de seguir los precedentes, ello es algo que incluso los locos pueden hacer. Por ello, los dirigentes iluminados no hacen respetar leyes inútiles o escuchar palabras sin sentido. 

Tao de la política. Sobre el estado y la sociedad

viernes, 25 de enero de 2013

No hay que tirar el dinero

(Imagen de autor desconocido para mi)

Nasrudín llegó a la ciudad y se dispuso a pasear por una de sus enmarañadas calles cuando vio a un hombre que estaba en cuclillas vendiendo lo que Nasrudín creyó que eran dulces, pero se trataba de chiles picantes. 
Nasrudín era muy goloso y compró una gran cantidad de dulces, dispuesto a darse el atracón. Se sentó en un banco y comenzó a comer chiles. Cuando mordió el primero, sintió un verdadero incendio en su garganta. Aquellos dulces eran tan picantes que Nasrudín enrojeció hasta la punta de la nariz y comenzó a soltar lágrimas hasta los pies. Sin embargo, continuó comiendo.
Estornudaba, lloraba, chillaba, pero seguía devorando los chiles. Sorprendido, un transeúnte se aproximó a él y le dijo:
–¿No sabes que los chiles se comen en pequeñas cantidades?
Casi sin poder hablar, Nasrudín le contestó:
–Me han engañado, yo pensaba que estaba comprando dulces. 
Y Nasrudín seguía comiendo chiles. El transeúnte le dijo:
Bueno, está bien, pero ahora ya sabes que no son dulces. ¿Por qué sigues comiéndolos?
Tosiendo y sollozando, Nasrudín le contestó:
–Ya que he gastado en ellos mi dinero, no los voy a tirar.

miércoles, 23 de enero de 2013

No es lo mismo la fantasía que la realidad

(Imagen o dibujo de autor desconocido para mi. Encontrada en www.mitos.com.es)

Cuentan que había un rey a quien le gustaban mucho los dragones. Se hizo un gran experto en esta materia y su palacio estaba decorado con obras de arte que recreaban todo tipo de dragones, gran parte de sus joyas representaban dragones y su ropa estaba decorada con motivos de dragones. En sus jardines manaban fuentes con dragones de piedra e instauró una gran fiesta llamada el Festival del Dragón. Incluso afirmaba que sería capaz de dar cualquier cosa con tal de tener la oportunidad de ver a un dragón si es que éstos hubiesen existido. Una noche, un fuerte ruido lo despertó. Un enorme animal estaba introduciendo su cabeza por la ventana y, al abrir sus fauces, lanzó una llamarada que casi alcanzó al rey. Ere un dragón. El aterrorizado monarca llamó a gritos a su guardia, que acudió en tropel armada hasta los dientes.
–¡Matad a esa bestia! ordenaba el rey fuera de control. Al cabo de una cruenta pelea, el extraordinario animal yacía muerto a las puertas del palacio. Desde ese momento, al rey dejaron de gustarle los dragones. 

Pobre dragón que fue a visitar a alguien que no le apreciaba sinceramente, encontrando la muerte por ello. 
El miedo escondido nos perjudica y perjudica a otros. 
Bella imagen.

lunes, 21 de enero de 2013

Zen y depresión. Fin del sufrimiento


¿Cuál es la Noble Verdad sobre la extinción del sufrimiento? Es la completa desaparición y extinción de este deseo, su abandono y abstención. la liberación y el desapego de él.
Buda

Cuando estamos deprimidos podemos llegar a sentirnos como si siempre lo hubiéramos estado y como si ése fuese a ser nuestro estado para siempre. Estamos atascados en el dolor y el sufrimiento y no vislumbramos ningún fin a esa situación. Ni siquiera parece servirnos de mucho alivio observar las maneras en las que tratamos de huir de nuestro sufrimiento para correr en busca de placer con el que tapar nuestro dolor.
Pero la posibilidad de que exista un final de nuestro sufrimiento es algo real. La pesadez que sentimos durante la depresión puede aligerarse. El calor opresivo puede dar paso a una brisa refrescante, al igual que un caluroso día de verano da paso al suave anochecer. Este calor puede ser aliviado mediante la brisa fresca de la comprensión. 
La tercera verdad fundamental que enseño el Buda es que es posible poner fin al sufrimiento. Comprendiendo los mecanismos por los que surge el sufrimiento podemos dejar de crear más sufrimiento. 
El fin del sufrimiento viene a través del cese de nuestra avidez, de nuestro apego, de dejar de aferrarnos, al igual que un adicto a las drogas deja de consumirlas. Dejamos ese apego y extinguimos nuestra sed no mediante un elixir mágico, sino observando cómo surge esa sed. 
El camino para acabar con nuestro sufrimiento es soltar el apego que tenemos a la vida, abandonar nuestra desesperada búsqueda del placer. Dejar de ir en pos de experiencias más nuevas, más grandes y más intensas. En lugar de ello, dejamos que nuestra vida sea lo que es, y al hacerlo podemos, por fin, experimentarla en lo que es. Al soltar presa, empezamos a ver el fin del sufrimiento.
Puede que dar este nuevo paso conlleve mucho miedo, porque es exactamente lo contrario de lo que estamos acostumbrados a hacer. Queremos reafirmar nuestro control y volver a agarrarnos con fuerza. Pero a fin de acabar con nuestro sufrimiento debemos permitir el dolor en nuestra vida. Sorprendentemente, cuando así lo hacemos, empezamos a reducir el sufrimiento que creamos en respuesta a nuestro dolor. 
Esta solución no es complicada, aunque de ninguna manera eso signifique que vaya a resultar fácil. Pero cuando sabemos que existe la posibilidad de poner fin a nuestro sufrimiento, entonces podemos llegar a sentir esa brisa refrescante, y podemos iniciar el sendero que conduce a una nueva manera de ser y vivir. Para la mayoría de nosotros será un proceso lento, pero también será un proceso que puede ayudarnos a curar nuestra depresión. Podemos salir del sufrimiento y del miedo que pesa sobre nosotros. El proceso nos ofrece la posibilidad de una vida satisfactoria y gozosa, hasta si estamos deprimidos como si no, una vida en la que las circunstancias no son lo que importa.
Ya no seguimos sintiendo que no somos suficientemente capaces, y que nada nos colma. Tal vez por primera vez en nuestra vida, sentimos que hacemos todo lo que nos hace falta.
Mi maestro zen decía que este proceso no es nada extraordinario. Es como encontrar una habitación cómoda para pasar la noche al final de un largo viaje.
Ese lugar está esperándonos a todos nosotros. Siempre ha estado ahí. Todo lo que tenemos que hacer es dejar nuestro apego y nuestra búsqueda de respuestas. 

Exploración suplementaria

Examine sus creencias sobre el sufrimiento. ¿Piensa que es algo inevitable? ¿O que ayuda en la formación de un carácter fuerte? ¿Está para usted el sufrimiento relacionado con luchar? ¿Considera que no habría vida sin sufrimiento?
¿Distingue entre dolor y sufrimiento? ¿Es posible sentir dolor sin sufrir? ¿Puede imaginarse la vida sin sufrimiento? 
 ¿Distingue entre dolor y sufrimiento? ¿Es posible sentir dolor sin sufrir? ¿Puede imaginarse la vida sin sufrimiento? 

Realizar la exploración sólo si te sientes cómodo haciéndola. Recomendación del propio autor.



(Extraído del libro "El camino del Zen para vencer la depresión". Autor Philip Martin)

viernes, 18 de enero de 2013

El mal y la unidad

haideé iglesias

¿No has aceptado ni una sola vez en la vida ni siquiera has bendecido con todo tu corazón a una persona, un instante, una cosa, un solo fragmento del destino, una única gota del tiempo, una flor ebria de rocío, la gloria de un sol poniente, la dulzura de un rostro amado? Entonces tienes que aceptar y bendecir todo lo que existe, la mediocridad y el mal, porque aquella hora elegida está atada a todas las demás horas del tiempo, y esta criatura única, al conjunto de la creación. No se pueden esquivar las espinas cuando se quiere la flor, ni la lluvia cuando se quiere el sol, ni la humanidad cuando se quiere a un solo individuo, porque todas estas cosas se gritan unas a las otras en una circulación y un intercambio eternos. No es posible decir que no a nada cuando le hemos dicho que sí a una sola realidad.

Gustave Thibon

La ternura está en quién la percibe porque la siente, por esto la ve en todo y la puede compartir  -.-

miércoles, 16 de enero de 2013

Los intelectuales egoístas

haideé iglesias

Muchos intelectuales mundanos estudian Zen para tener un tema de conversación que aumente su reputación. Para ellos se trata de una actividad interesante que tratan de utilizar para afirmar su superioridad sobre los demás. Esa actitud, sin embargo, no hace más que acrecentar su egoísmo.

Maestro Yuanwu

Suelta la identidad y podrás dejar de pensar que esto va dirigido a ti.
Si te perturba, suelta el ego y el cielo se volverá luminoso.

lunes, 14 de enero de 2013

Estructura agradecida

haideé iglesias

Pilares insólidos que pretenden acorazar el entendimiento del corazón. Daño que causa dolor por la cerrazón del ego, pervirtiendo la esencia de la vida, que se muestra con todo su esplendor, en cuanto uno se aleja de toda conceptualización; es así que no se desvirtúan las metáforas aliadas que sirven de liberación. El mar, en azul, se vierte en mi, como bálsamo de curación, sin más ruego, que la comprensión de un alma que no ve más que desde la confusión. 
Qué la libertad te sea concedida para que las lagrimas que se viertan, salgan siempre del corazón. Un corazón abierto y puro que todo lo aglutina sin confusión.

Estructura agradecida, desde la armonía que la sombra y la luz, muestran en indivisible unión. 
Amar Siempre Gana :)

viernes, 11 de enero de 2013

Zen y depresión. Tiempo


Como las señales del ir y venir del tiempo son obvios, la gente no duda de ello. Aunque no dudan no lo comprenden. Observa cada cosa de todo este mundo como un momento de tiempo. Las cosas no se obstaculizan unas a otras, al igual que los momentos no se obstaculizan entre si. 

Dogen, Uji

En medio de la depresión, el tiempo tiene una cualidad diferente. El movimiento, el habla y el pensamiento van más despacio (de hecho, esta "desaceleración psicomotriz" es uno de los criterios psicológicos para diagnosticar la depresión). Se hace difícil realizar tareas físicas, debido a la lentitud y pesadez que llena el cuerpo. Eso puede convertirse en un auténtico problema a la hora de conducir, cuidar a un niño o tratar de darse prisa para llegar a una cita. 

Durante la depresión se empieza a ver que el mundo "normal" está basado en la velocidad y la agresividad. También podemos ver que ésa es únicamente una de las muchas posibilidades de considerar el tiempo.

Al trabajar con personas que padecen enfermedades mentales, he observado que muchos atraviesan un episodio psicótico. Cuando una persona se encuentra en un estado psicótico, se siente llena de una gran energía, en ocasiones eufórica. Hablan rápidamente, sueñan grandes sueños, necesitan dormir poco y cuentas con enormes cantidades de energía física. Pueden resultar bastante cautivadoras (algunos psicóticos son gente dedicada a los negocios o políticos de éxito). La dificultad en ayudarlos estriba en el hecho de que no ven que exista algún problema. Y a menudo tampoco lo ven quienes los rodean. Una mujer con la que tal trabajé solía decir: "Si pudiera embotellar esta energía psicótica y venderla, sería millonaria". 

Toda nuestra cultura es psicótica, un remedo de todas las características de la persona psicótica. En realidad, esas cualidades son muy admiradas y deseadas. Como cultura en la que se mide el tiempo en nanosegundos, la distancia entre lugares distintos no significa nada, mientras que los logros son de suma importancia. No es de extrañar que durante la depresión nos sintamos avergonzados e inútiles, y creamos que debemos hacer algo rápidamente para remediar nuestro manifiesto estado de desincronización. 

No obstante, la caída de la velocidad de reacción durante la depresión nos concede una oportunidad para explorar el mundo. Puede ser como la experiencia de un retiro de meditación donde contamos con tiempo para sólo ser, sin referencias temporales. 

En la depresión nos damos cuenta de que la velocidad del tiempo no es constante, como estamos acostumbrados a creer. A menudo pasa lentamente a causa de las emociones incómodas que experimentamos. Cuando sentimos dolor, o estamos aburridos o no nos sentimos felices, tratamos de proyectarnos hacia el futuro, con la esperanza de poder acelerar las cosas para llegar antes a un momento más feliz (esa es la respuesta humana básica al sufrimiento o la incomodidad). Pienso en mi hijo de seis años. cuando sentía que el día de su cumpleaños no acababa de llegar. Empezó a tachar días en el calendario antes de que llegasen, como si pudiese hacer que el tiempo se moviese más deprisa. Nosotros hacemos algo parecido, pero nos parece menos obvio.

Tratar de proyectarse en el futuro no hace sino aumentar la incomodidad y el dolor que sentimos en el momento presente. Añade una capa de sufrimiento suplementario al dolor. Sólo puede ser así, porque no podemos deshacernos del dolor emocional que estamos sintiendo en el ahora. No obstante, podemos añadir más dolor con sólo desear o esperar que las cosas fuesen de otro modo. Dogen dijo: "A pesar de nuestro amor, las flores mueren; a pesar de nuestro odio, la maleza florece".

De todas las cosas que experimentamos no hay otra sobre la que tengamos menor control que el tiempo. Tanto si se mueve lenta o rápidamente, no podemos forzarlo a ser diferente de lo que es en el ahora. No podemos deshacernos de él no invertir su dirección. Y podemos estar seguros de que el tiempo, así como nuestras circunstancias, cambiará. De hecho es la única cosa de la que podemos estar seguros. El dolor que sentimos ahora se abrirá al próximo momento... a un nuevo dolor, tal vez, o a la alegría.

El tiempo es como las olas de un lago. Las olas surgen una y otra vez. Cada una de ellas es distinta, y la manera en la que aparecen a un metro de la orilla puede ser completamente distinta de como son justo aquí. Su aparición depende de innumerables factores. A veces llegan lentamente, a veces con rapidez. Pueden ser enormes o pueden ser meras ondas. Pero mi deseo de que sean de una manera determinada se pierde en el inmenso sonido que crean al romper contra la orilla. Lo mismo sucede con los instantes que surgen a nuestro alrededor. 

Esta observación le resultará familiar a cualquiera que haya tenido la experiencia de regresar de un largo retiro de meditación para volver a integrarse en el frenético mundo urbano. Enseguida salta a la vista que el ritmo de la vida no es algo absoluto y que la velocidad a la que la mayoría de nosotros pasamos los días esa algo totalmente ¿premeditado?. No tenemos por qué movernos a ese ritmo de manera constante. 

La depresión nos fuerza a movernos con lentitud, y eso tiene un valor. Podemos abrirnos a los momentos que se van desplegando a nuestro alrededor. Si permanecemos atentos, nos daremos cuenta de que hay tiempo para todo lo que requiere casa instante. 

En el arte marcial del aikido existe una práctica llamada randori, en la que una persona lidia con un gran número de atacantes a la vez. Pero los estudiantes aprenden con rapidez que en realidad no está enfrentándose a muchos a la vez y que la única manera de solucionar el ejercicio es esperar un ataque o atacante cada vez. Sepárese de usted mismo siquiera un segundo preocupándose acerca de lo que le sobrevendrá a continuación y estará perdido, lejos del momento presente. De la misma manera, debemos tratar con cada momento tal como éste se presenta, como si fuese una única perla que forma parte de una larga sarta de perlas. Entonces podremos descubrir la belleza que radica en cada momento.

Exploración complementaria

Guarde durante unos días el reloj de pulsera y el resto de relojes que utilice. Ponga atención al flujo del tiempo en su interior. ¿Cuándo parece que el tiempo se mueve más rápido? ¿Cuándo más despacio? ¿Cuáles son sus pensamientos y emociones en esas ocasiones? Aunque no ponga atención al "tiempo real" existente en el exterior, ¿sigue sintiendo una conciencia del paso del tiempo? Si se hace consciente de la velocidad con la que pasa el tiempo real, ¿cómo es esa velocidad comparada con su propia experiencia del tiempo? ¿Cuáles le parece que son sus propios ritmos naturales?
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Conduzca hoy quince kilómetros por hora más despacio. ¿Cómo se siente cuando no se ve impelido a acelerar el momento presente? ¿Cómo le responden los demás? ¿Cómo siente la diferencia? 

Realizar la exploración sólo si te sientes cómodo haciéndola. Recomendación del propio autor.

(Extraído del libro "El camino del Zen para vencer la depresión". Autor Philip Martin)

jueves, 10 de enero de 2013

La enseñanza Zen

haideé iglesias

Si aspiras a convertirte en maestro Zen, debes apartar los bueyes del arado y robar la comida del hambriento.
Cuando separes los bueyes del arado la cosecha prosperará y cuando despojes al hambriento de su comida le liberarás del hambre para siempre.
Para mucha gente lo que acabo de decir carece de sentido. ¿Cómo es posible que la cosecha florezca si dejas de arar? ¿Cómo saciarás el apetito del hambriento si le despojas de su comida?
Para ser un verdadero maestro debes separar los bueyes del arado, robar la comida del hambriento y dar un empujón por sorpresa para que la gente abandone su modo rutinario de pensar. Diles entonces: "La satisfacción jamás es completa. Las calamidades nunca vienen solas" 

Maestro Wuzu

miércoles, 9 de enero de 2013

El sarcasmo y la incongruencia entre mensajes verbales y no verbales: cómo pasar a proponer alternativas válidas

haideé iglesias

El sarcasmo y la incongruencia entre mensajes verbales y no verbales comparten un aspecto común: el mensaje verbal que se comunica no tiene un significado completo por lo que es difícil responder al mismo; existe un mensaje no verbal o contextual que descalifica al verbal. Para dejar de enviar este tipo de mensajes, o para hacerles frente de mejor modo cuando alguien se los envíe a usted, la tarea conveniente es la misma: expresar, comentar, sacar a relucir los mensajes que se están enviando a fin de poder tratarlos directamente. ¿Qué es lo que quiere cada persona? La persona que procura facilitar el diálogo desplaza la conversación en esa dirección, no para derrotar a la otra, sino para que ambos puedan ganar. 

Ejercicio 24: Un ejercicio de imaginación: Sustitución de mensajes de Óscar y Luisa.

Realice el siguiente ejercicio dos veces. Imagínese la primera vez que usted es Luisa y sustituya los mensajes que dificultan el diálogo por otros que lo facilitan. Las alternativas que sugieren vienen entre paréntesis. La segunda vez, haga lo mismo con Óscar. Al final del ejercicio se proporcionan algunas respuestas posibles. 

Situación: Luisa acaba de comprar un vestido muy caro, que Óscar considera superfluo.

  1. Óscar dice: "¿Qué has gastado bastante dinero por hoy, o quieres volver a probarte algunos más? (Emplee la expresión de un conjunto de sentimientos en vez del sarcasmo.)
  2. Luisa responde: "Estás enfadado por que no puedes ganar suficiente dinero para ambos y estás celoso de mi trabajo". (Emplee la expresión de una impresión acerca de los sentimientos suscitados, el acuerdo parcial con una crítica y la declaración de deseo en vez de la declaración del tipo "eres malo" y el ataque de un nuevo tema.)
  3. Óscar responde: "Claro, claro que estoy celoso. Me encantaría tener tu empleo. Me encantaría ser el jefe de la servidumbre de alguien rico". ¿Crees que podrías conseguirme un puesto de trabajo? (Emplee el acuerdo parcial con una crítica y una declaración de deseo en lugar de este sarcasmo.)
  4. Luisa no dice nada en respuesta a esto, pero al ordenar los libros que están sobre la mesa, los arroja al suelo con violencia. (Emplee una declaración de deseo en lugar de o como complemento de estos mensajes no verbales.)
  5. Óscar continúa: "Y una cosa más: tú no vas a comprar nada más sin mi permiso hasta que nuestra economía ande mejor. ¡Mañana mismo devuelves ese vestido!" (Óscar podría emplear la presentación de opciones y elección de entre las mismas en vez de estas declaraciones en forma de orden.)
  6. Luisa responde: "¿Sabes lo que me dijo mi madre? Me dijo: "Ningún hombre sabrá jamás hacer feliz a una mujer. Yo permanecería alejada de ellos si tuviera que pasar por lo mismo otra vez". Y ¿sabes qué?, creo que tenía razón". (Emplee una declaración de deseo para responder a la última declaración de Óscar y una declaración de negociación en lugar de la generalización excesiva de Luisa.) 
  7. Óscar responde: "Con una madre que dice cosas como esas, no me extraña que hayan salido tan tiesa e intratable". (En lugar de esta declaración del tipo "eres malo", emplee la expresión de impresión de los sentimientos suscitados.)
  8. Luisa responde: "¡Oh, si, escuchen aquí a Don Perfecto hablando de cómo debe uno llevarse con las personas! ¡Cuénteme más, maestro! ¡Espere un momento, que tomaré apuntes!". (En vez de este sarcasmo, emplee el acuerdo parcial con una crítica o argumento.)
  9. Óscar responde: "supongo que pretendes ser graciosa, ¿no? Pues lo eres, eres muy graciosa. ¿No ves todo lo que me río? Estoy a punto de reventar de risa, me estoy riendo tanto. ¿Has pensado alguna vez en salir en la televisión, Luisa? ( En lugar de este sarcasmo y las preguntas de reproche,, Óscar podría emplear el acuerdo parcial con una crítica o argumento.) 
  10. Luisa responde: "No he pensado en salir en la televisión, no, pero he pensado en salir a secas, en marcharme. Creo que te resultará muy beneficioso ver lo que sucede cuando yo no esté para aguantar tu sarcasmo". (En lugar de esta amenaza, Luisa podría emplear una declaración de sentimiento sobre la conversación en general y una declaración de deseo sobre la cuestión económica con que se inició toda la discusión.)
  11. Óscar responde: "Oh, me vería perdido si el sonido de tu dulce voz no iluminase mi vida". (En lugar de este sarcasmo, emplee el acuerdo parcial con una crítica.)
  12. Luisa responde: "De acuerdo, ¿por qué no te marchas ahora mismo si es lo que tanto deseas?". (En lugar de estas amenaza y pregunta de reproche, emplee el acuerdo parcial con una crítica y la negociación.)
  13. Óscar responde: "Eres la inseguridad misma, como todos los de tu familia". (Esta declaración merece realmente una medalla al combinar la generalización excesiva, la declaración del tipo "eres malo", la generalización sobre maneras de ser y el ataque de nuevo tema. Sustituirla por la expresión de una impresión acerca de los sentimientos suscitados.)
  14. Luisa sale disparada de la habitación, saca ruidosamente la maleta del armario, y comienza a tirar con descuido la ropa dentro de la misma. (En lugar de este acto provocado por la ira y la necesidad de apoyo, Luisa podría buscar el diálogo con una declaración de sentimiento y un aplazamiento de la conversación.)
  15. Óscar entra en la habitación y grita: "¡Vuelve a guardar esa maldita maleta! ¿Es qué no te das cuenta de cuándo hablo en serio y cuándo estoy bromeando?". (En vez de esta orden y pregunta de reproche, Óscar podría utilizar la expresión de una impresión acerca de los sentimientos y ofrecer el aplazamiento de la conversación.)
  16. Luisa no dicen nada pero continúa haciendo la maleta. (En lugar de este acto provocado por la ira y la necesidad de apoyo, Luisa podría expresar su impresión de la última declaración de Óscar.) 
La historia finaliza de este modo por ahora: Óscar pega una patada a la maleta de Luisa haciéndola caer y esparciéndose toda la ropa por el suelo, al tiempo que dice: " ¡Te quiero demasiado para permitirte que me abandones!". Luisa se arroja sobre él estallando en lágrimas y sollozos, y golpeándole en el pecho con los puños. Óscar la sujeta de los hombros, y tras darla unas pocas sacudidas, repitiendo: "Te quiero demasiado para permitirte que me abandones", la atrae hacía si. Ella se resiste, y acaba por ceder, abrazándose durante unos segundos. Él trata de besarla, pero ella se libera del abrazo y corre hacía la puerta de la casa mientras él la sigue gritando: Ella regresa a los diez minutos y Óscar pregunta, "¿Luisa"". Ella responde: "¿Déjame en paz, no quiero hablar ahora". Entra sola en la habitación y la recorre histriónicamente de uno a otro lado mientras cae el telón. 

Posibles respuestas al ejercicio 24: Sustitución de declaraciones de Luisa

2.   "¿Estas preocupado por el precio, ¿verdad? Admito que es bastante caro, pero quiero tenerlo de todos modos y si te sientas conmigo te demostraré cómo podemos permitírnoslo.

4.   "Óscar, me duele que te muestres así de sarcástico con mi trabajo."

6.   "Óscar, cuando me das órdenes de ese modo, me revelo y sólo deseo herirte. Hagamos un trato: yo tendré en cuenta la posibilidad de devolver el vestido si tú consideras el devolver esa pistola que compraste. Sentémonos y repasemos el presupuesto a fin de decidir lo que podemos y no podemos permitirnos y lo que es preciso devolver."

8.    "Tienes razón. Podría ser mucho más tratable. Seguro que sí."

10.  "Óscar, toda esta conversación me está haciendo sentirme incómoda porque no estamos consiguiendo nada. Me gustaría que buscásemos juntos alguna solución para el tema económico. Podríamos hacer una lista con las opciones de que disponemos y elegir de entre las mismas."

12. "Ya sé que mi sarcasmo te altera los nervios. Hagamos un trato: si yo procuro ser menos sarcástica y más directa contigo, ¿harás tú lo mismo? ¿lo intentamos ambos ya al analizar nuestra situación económica?"

14. "Óscar, me estoy poniendo más y más furiosa, y el que menciones a mi familia, me exaspera. Estoy demasiado enfadada para dialogar contigo ahora. Prefiero dar un paseo; dentro de media hora o así podemos intentarlo de nuevo, ¿de acuerdo?"

16. "Óscar, ¿quieres decir que todo lo que has dicho en los últimos minutos no lo decías en serio?"

Situación de las declaraciones de Óscar

1. "Luisa, ese vestido es bonito, y me gusta, pero al mismo tiempo me preocupa que no podamos pagar las facturas este mes si lo compras. ¿Podríamos hablar de ello?".

3. "Tienes razón en que no gano tanto dinero como me gustaría. Puede ser también que tengo celos de tu trabajo; no lo sé, tendré que pensarlo. Pero, independientemente de ello, quiero que nos sentemos y nos aseguremos de que podemos pagar el recibo del agua antes de que te compres ese vestido tan caro."

5. "Luisa, creo que tenemos un problema: ninguno de nosotros está satisfecho con el modo como el otro administra el dinero. Me gustaría que dedicásemos algo de tiempo al asunto y que veamos cuáles son las posibilidades respecto al modo como decidimos los gastos, y si hay alguna opción que ambos aceptemos poner en práctica. ¿De acuerdo?."

7. "Se diría que no te he estado haciendo feliz, Luisa."

9. "Tienes razón, no soy el más indicado para hablar sobre ello, ¿verdad?. Realmente podría tratar de mejorar el modo como te trato, ¿no es cierto?"

11. "Me resultaría muy duro que te marchases. Tienes razón en eso."

13. "Parece que estás bastante harta y disgustada con el modo como usa mi bocaza."

15. "Luisa, parece que te he molestado realmente, y que yo también me he disgustado. Vamos a tomarnos unos cuantos minutos para calmar los ánimos, y luego creo que ambos seremos capaces de actuar más razonablemente. ¿De acuerdo?"

Autor N. Strayhorn

martes, 8 de enero de 2013

Picudas púas

haideé iglesias

Miro al suelo,
picudas púas,
crujen las hojas secas.

lunes, 7 de enero de 2013

El arte de la paz XVI



El penetrante resplandor de los sables
empuñados por seguidores del Camino
golpea al enemigo maligno
que acecha en el interior
de sus propias almas y cuerpos.

Morihei Ueshiba

viernes, 4 de enero de 2013

Zen y depresión. Una pradera más grande

Ofrecer a vuestra oveja o vaca una pradera más grande y espaciosa en la manera de poder controlarla. 
Shunryu Suzuki Roshi

A menudo, en la depresión, nuestra vida parece estar fuera de control. Sentimos impotencia, como si no tuviésemos margen de maniobra para mejorar las cosas. Pero al mismo tiempo, la mayoría de nosotros creemos que podemos cambiar lo que nos sucede. 
Al profundizar en el estado depresivo, tratamos más y más de hallar maneras de superarlo. Siendo incapaces de efectuar cambios, aumenta en nosotros la percepción de que algo no funciona en nuestro interior. Sentimos que deberíamos ser capaces de superar la depresión, si no por la fuerza de voluntad, o afirmaciones, o pensamiento positivo, entonces al menos obteniendo ayuda de los demás. 
Pero a pesar de todos nuestros esfuerzos, hay ocasiones en que la depresión simplemente no mejora, o si lo hace es sólo ligeramente. Y cuando las mejoras que esperábamos no suceden, acabamos sintiéndolos más desesperados e inútiles.
La depresión nos enfrenta cara a cara con el hecho de que hay muchas cosas sobre las que no tenemos control, por mucho que lo intentemos. Es cierto que existen muchas cosas externas que no podemos controlar, pero también lo es que tampoco tenemos mucho control sobre nosotros mismos. No podemos conseguir crecer más, o no enfermar nunca, o dejar de perder cabello. Y moriremos por muy saludables que sean nuestras dietas o por mucho ejercicio que hagamos.
Vivimos en unos tiempos en los que se persigue el control por encima de todo. Nuestros héroes son personas que han logrado el éxito, riquezas y poder, todas ellas formas de control. Incluso el pensamiento New Age, que afirma beber de fuentes de sabiduría  muy antiguas, trata, en gran parte, sobre el poder y el control. El axioma es "nos construimos nuestra propia realidad", y la creencia de que podemos obtener todo lo que queramos con sólo imaginarlo, provienen del mismo deseo básico de control.
Por, el contrario, las grandes tradiciones espirituales hablan de la sabiduría de realizar nuestro auténtico lugar en el mundo. Profundizar en la espiritualidad no es resultado de más control, sino de una mayor aceptación de nuestra impotencia inherente.
En la depresión empezamos el proceso de curación al aceptar que una gran parte de nuestro estar deprimidos, así como el superarlo, esta fuera de nuestro control. Al reconocerlo, podemos soltar presa y dejar de echarnos la culpa.
Entonces podemos ver que siendo más realistas en relación con nuestro verdadero poder y lugar en este mundo, y dándonos cuenta de lo poco que realmente podemos controlar, empezamos a profundizar en sabiduría. Podemos llegar incluso a descubrir que pasamos por épocas de mayor felicidad y motivación cuando nos relajamos y abrimos al instante presente. En dichas ocasiones podemos aceptar todo lo que se nos da y considerarlo un regalo.

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A nivel más básico, nuestro deseo de controlar nuestro mundo proviene de nuestro apego al placer y rechazo del dolor. Se trata de otra forma de duhkha, o sufrimiento, de nuestra tendencia a complicar, a resistirse a la manera en que suceden las cosas, o creer que podrían ser diferentes. Entonces decidimos que somos quienes las vamos a cambiar.
Cuando disminuye nuestro apego a tener cosas, al soltar nuestra creencia de que nuestra vida debería ir en una cierta dirección, también podemos soltar nuestro deseo de control. Podemos convertirnos  en participantes de nuestra propia vida, en lugar de un frustrado director en ciernes.
Cuando dejamos de tratar de controlar las cosas que no podemos controlar, también nos ahorramos un montón de esfuerzo y energía, dos cosas que resultan criticas a la hora de mantener la cordura y el equilibrio cuando se atraviesa una depresión. En lugar de tratar de tener un efecto en cosas en las que realmente marcarían una diferencia, para nosotros y para los demás.
Al tratar de controlarlo todo estamos empequeñeciendo nuestro mundo. En lugar de seguir haciéndolo, podemos abrirnos a un mundo mucho más ancho y fecundo donde no estamos al mando, pero donde formamos parte de algo mucho más grande, algo profundamente maravilloso.

(Extraído del libro "El camino del Zen para vencer la depresión". Autor Philip Martin)

miércoles, 2 de enero de 2013

Intimidad y paciencia

haideé iglesias

El Zen habla de intimidad. En el Zazen del estar-con, intimamos con nosotros mismos, con el propio corazón y mente, con las emociones y la imaginación, particularmente con nuestra mente-corazón interior. Nos ponemos en contacto con nuestros propios sentimientos y despertamos a nuestro verdadero corazón. En este sentido, es algo terapéutico y sanador. Sin embargo, la terapia no es el propósito fundamental del Zazen, sólo su resultado. Además, estar con uno mismo también supone atravesar la oscuridad, el Vacío, la soledad, el miedo y cuanto podamos imaginar. Mas eso también es el nacimiento de la compasión. No sólo tenemos que acoger y estar con nuestra propia locura, temor, tinieblas y dolor, sino que , de una forma misteriosa, todo el mundo entra en tu corazón y emerge de él. Cuando aceptamos y estamos con las pasiones y miedos propios, nos volvemos compasivos. Al atravesar el dolor de la propia condición solitaria, se puede entrar en esa soledad, en la que ya no se vuelve a estar aislado. La paciencia y la espera pertenecen a la dimensión interior del Zazen. Paciencia, ante todo, con uno mismo. Ser paciente es sufrir: sufrirse. A menudo nos impacientamos con nosotros mismos y con el mundo, tenemos prisa por cambiarlo, por manipularlo, por ordenarlo según nuestras aspiraciones y deseos. "La naturaleza", tanto la de nuestro ser como la de los semejantes y la del mundo, se resiste y representa un obstáculo insuperable para nuestra propia voluntad y egoísmo. En el Zazen tenemos que aprender a sufrirnos, a estar con nosotros y a soltar nuestro propio empeño, tenemos que aprender a entregar el querer propio. 

Arul M. Arokiasamy
(Gen-Un-Ken)
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