viernes, 24 de diciembre de 2010

¡Felices Fiestas!

Creada originalmente por Haideé Iglesias

¡Qué el amor y la paz iluminen nuestro entendimiento y abran nuestro corazón!

miércoles, 22 de diciembre de 2010

El zorro mutilado

(Imagen de autor desconocido para mi)

Fábula del místico árabe Sa'di:


Un hombre que paseaba por el bosque vio un

zorro que había perdido sus patas, por 

lo que el hombre se preguntaba cómo podría

sobrevivir. Entonces vio llegar a un tigre

que llevaba una presa en su boca. El tigre

ya se había hartado y dejó el resto 

de la carne para el zorro.


Al día siguiente Dios volvió a alimentar

al zorro por medio del mismo tigre. El

comenzó a maravillarse de la inmensa 

bondad de Dios y se dijo a si mismo:

"Voy también yo a quedarme en un rincón,

confiando plenamente en el Señor, y éste

me dará cuanto necesito".


Así lo hico durante muchos días; pero no

sucedía nada y el pobre hombre estaba casi

a las puertas de la muerte cuando oyó una 

Voz que le decía: "¡Oh tú, que te hallas

en la senda del error, abre tus ojos a la

Verdad!. Sigue el ejemplo del tigre y deja 

ya de imitar al pobre zorro mutilado".



Por la calle ví a una niña aterida y tiritando de frío dentro de su ligero vestidito y con pocas perspectivas de conseguir una comida decente. Me encolericé y le dije a Dios: "¿Por qué permites estas cosas?. ¿Por qué no haces nada para solucionarlo?".


Durante un rato, Dios guardó silencio. Pero aquella noche, de improviso, me respondió: "Ciertamente que he hecho algo. Te he hecho a ti". 



Anthony de Mello

lunes, 20 de diciembre de 2010

Agua de azul energía

Creada originalmente por Haideé Iglesias

Agua que alientas y mantienes mi vida
escucha los silencios que bullen en mi alma
aporta flujo a mi vida y 
retorna en cualquier forma que te transforme...
Agua, de ti me alimento, 
en ti me integro con total entrega y desprendimiento.

Azul belleza, azul energía en movimiento.
Los verdes tallos te encuentran y te embellecen sin saberlo...
Verde y azul, encuentro de vida y entendimiento en tu acogedor seno.
Agua, energía bullendo.

viernes, 17 de diciembre de 2010

El estado natural

Creada originalmente por Haideé Iglesias

Para alcanzar la vacuidad de todas las cosas debes comenzar purificando tu propia mente. Sólo cuando tu mente se torne limpia y transparente se disipará la confusión. 
Entonces descubrirás le esencia y la función naturales de la mente. La "Esencia" de la mente es el origen claro, puro y limpio de tu propia mente. Su "función" es la extraordinaria capacidad de cambio y adaptación que le permite adentrarse en la pureza y en la corrupción sin sentirse afectada ni identificada con la pureza ni con la corrupción. 

Maestro Dahui

jueves, 16 de diciembre de 2010

Espectro de amor (VI) y último


Exactamente lo mismo sucede con las personas que no se tienen confianza para dormir. Toman toda clase de píldoras. Y lo mismo ocurre con las que no se sienten capaces de amar, viéndose obligadas a todo tipo de recursos artificiales y quirúrgicos para producir el efecto exterior del amor. Progresivamente, llegan a la incapacidad total de amar, y crean el caos, la tensión y el malestar en sí mismos, en los otros y en la sociedad.

En otras palabras, para vivir y amar es preciso correr riesgos. Existirán desilusiones y embrollos y desastres como resultado de tales riesgos, pero a la larga la cosa funcionará.

Lo que quiero decir es que, si no asumes estos riesgos, los resultados serán mucho perores que cualquier anarquía imaginable.

Cuando amarras el amor haciéndole nudos, cuando te conviertes en un ser incapaz de amar, la energía no desaparece. Si no amas, si no dejas que el amor salga de ti, éste emerge de cualquier modo en forma de autodestrucción. En otras palabras, la única alternativa del autoamor es la autodestrucción. Si no corres el riesgo de amarte debidamente, te verás obligado a destruirte.

¿Qué prefieres, entonces? ¿Queremos una raza humana no siempre bien controlada, a veces un poco ebria, pero en general capaz de existir con cierto grado de honestidad y de orden, dentro de lo que cabe? ¿O preferimos una especie humana hecha pedazos y exterminada de la superficie del planeta, que quedaría así convertido en una bonita y estéril roca sin más rastros de la sucia enfermedad llamada vida?

La idea esencial consiste en considerar al amor como un espectro. No existe amor bueno o amor feo, amor espiritual y amor material, afecto maduro por un lado y pasión desmedida por el otro. Se trata de formas distintas de una misma energía y, allí donde la encuentres, has de cogerlas y dejarla crecer. Allí donde encuentres una sola de estas formas de amor, con sólo regarla verás que el resto también florece. Pero el prerrequisito efectivo, desde un principio, consiste en dejar que las cosas sigan su camino. 

(Idem y último

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Espectro de amor (V)


Una de las más interesantes consiste en ser "directa y honradamente egoísta". Dejas de engañar a la gente. En las relaciones humanas cotidianas, se hace mucho daño afirmando que se ama a la gente, cuando lo que se quiere decir es que uno debería hacerlo pero no lo logra. Creas la impresión de que vas a dar cosas, y la gente comienza a esperarlas de ´ti, pero nunca las recibe.

Seguramente, conocerás personas que merecen este tipo de juicios: "me gusta fulano. o fulana, porque con él, o con ella, siempre sabes a qué atenerte". Es imposible imponerse a personas de ese estilo. Por otra parte, si tú preguntas: "¿Puedo pasar la noche contigo?" y ellos no quieren, te responderán que lo sienten, que están fatigados, que  mejor no te quedes. O bien te dirán: "Otra vez será." Esto es muy refrescante. Cuando acepto la hospitalidad de una persona sin sentir que ha sido del todo sincera, estoy todo el rato preguntándome si en realidad no preferiría que yo no estuviera allí. Pero uno no siempre escucha a su propia voz interior: con frecuencia hacemos como si no existiera. Es una lástima, porque cuando no escuchas tu voz interior no prestas atención a tu propia sabiduría y a tu propio amor. Te tornas insensible a ello, así como tus anfitriones procuran suprimir el hecho de que, por el momento, no desean tu presencia. Supongamos que están casado y tienes un bebé que no has deseado. Para cualquier criatura, el amor ficticio es profundamente perturbador. En principio, la leche tiene mal sabor y huele mal. Los ademanes exteriores dicen:"querido, te adoro", pero, el olor proclama "eres un pequeño bastardo y una lata". 

Muy pocos somos capaces de aceptar la idea de que no amamos a nuestros hijos, porque nos parece antinatural. Aseguramos que el amor maternal es la cosa más hermosa del mundo, pero no lo es. En verdad, resulta relativamente raro, y cuando no amas a tu hijo lo confundes. La criatura te respetaría mucho más si dijeras: "querido, eres una horrible lata pero cuidará de ti porque es mi obligación". 

En este tipo de relaciones personales, he descubierto una maravillosa norma: jamás muestres falsas emociones. No es preciso que digas a la gente lo que piensas con "términos inequívocos", como suele decirse, pero fingir emociones resulta destructivo, especialmente en el ámbito familiar, entre marido y mujer o entre amantes. Estas cosas siempre acaban mal. Por ello, cuando realizo ceremonias matrimoniales para amigos personales, en lugar de recitar aquello de "os requiero y exijo que respondáis en el día del juicio, etc.",, digo: "Os requiero y exijo que jamás simuléis amaros contra vuestros propios sentimientos". Es una apuesta. Pero también lo es el confiar en que el amor existirá siempre.

Es verdad, no hay alternativa.

Cuando uno considera que será capaz de amar –en otras palabras, de funcionar en una forma sociable y creativa– asume ciertos riesgos, formula una apuesta. Es posible que no lo consiga. Del mismo modo, cuando te enamoras de alguien, cuando estableces una asociación puede no satisfacer tus expectativas, pero es preciso corres el riesgo. La alternativa de correr el riesgo es mucho peor que la desilusión.

Si dices que no confiarás en los demás, que no confiarás ni siquiera en ti mismo, ¿qué alternativa te queda? Debes recurrir a la fuerza. Debes emplear cuadrillas policiales para protegerte, y llevar contigo una estaca diciendo: "no, no, mi naturaleza es retrógrada, animal perversa, pecaminosa". ¿Y qué ocurre entonces? Cuando te niegas a correr el riesgo de creer en ti mismo, cuando te niegas a creerte capaz de amar, te ocurre algo que intentaré representar con una analogía extremadamente gráfica pero bastante clara. Me refiero a las personas que no se tienen confianza para evacuar oportunamente sus intestinos. Muchos niños aprenden esto de sus padres, que no confían en ellos y que les enseñan a evacuar sus intestinos al compás del reloj, un ritmo que no corresponde al organismo. Las personas que carecen de la autoconfianza necesaria para realizar siquiera estos simples actos se atiborran de laxantes, estropeando un sistema digestivo.

(Idem)

lunes, 13 de diciembre de 2010

Espectro de amor (IV)


Pero el amor no es un bien raro o inalcanzable: todo el mundo lo posee. La existencia es amor. Todo el mundo lleva la fuerza en su interior. Tal vez la forma en que descubras la fuerza del amor, tal como opera en tu seno, sea una inclinación por el vio, los helados, los coches o los  miembros atractivos del sexo opuesto, o incluso de tu propio sexo. Lo cierto es que el amor está allí. Desde luego, la gente tiende a distinguir entre distintos tipos "buenos", como la caridad divina, y otros esencialmente "malos" como la pasión animal. Pero se trata de distintas formas de una misma cosa.Están relacionadas, igual que el espectro producido por la luz que atraviesa el prisma. Podríamos decir que la banda roja del espectro de amor es la libido del Dr. Freud y que la banda violeta es el amor divino o la caridad. Entre medio, los distintos amarillos, azules y verdes son la amistad, la consideración, el calor humano.

Ahora bien, suele decirse que las personas egoístas "se aman a sí mismas". A mi juicio, esto revela un mal entendido sobre todo este concepto: "uno mismo" es, en verdad,  algo imposible de amar. Veamos una razón evidente: tu propio ser, cuando tratas de enfocarlo, amarlo o conocerlo, se te escurre entre los demos.

Quisiera ilustrar este problema. Érase una vez un pez que vivía en el gran océano, y puesto que el agua era transparente y se apartaba siempre convenientemente de su nariz cuando él se desplazaba, ignoraba el hecho de que habitaba en el océano. Bien: un día, el pez hizo una cosa muy peligrosa, a saber: comenzó a pensar. "Sin duda, soy una entidad notable, pues puedo desplazarme por el espacio vació." El pez acabó por confundirse con tanto pensar sobre el moverse y el nadar, y  de pronto cayó en un ansioso paroxismo: había olvidado el arte de nadar. En aquel momento, miró hacia abajo y contempló el abismo oceánico, reparando en la terrorífica posibilidad de precipitarse. Luego reflexiono: "Si pudiera morderme la cola, lograría mantenerme." Así fue como el pez se mordió la cola, doblando la espina dorsal. Lamentablemente, esta última no era demasiado flexible, por lo que no pudo mantenerse en posición. Mientras el pez pugnaba por cogerse la cola, el negro abismo se tornaba más y más horrible, hasta que el pobre animal cayó en una profunda crisis nerviosa.

El pez de nuestra historia estaba a punto de abandonar cuando el océano, que le había estado observando con una mezcla de piedad y diversión, le dijo: "¿Qué estás haciendo?"

–Oh –dijo el pez– tengo miedo e caer en el profundo y negro abismo y procuro morderme la cola para sostenerme.

–Bien –replicó el océano– pues ya llevas un bien rato intentándolo y sin embargo no has caído. ¿Cómo es eso?

–Oh, ¡es verdad!, todavía no he caído –repuso el pez– porque estoy nadando.

–oye –replicó el océano– yo soy el Gran Océano, donde vives y te mueves y puedes ser un pez, y he puesto todo de mi parte para que nadaras, y te sostengo mientras lo haces. Pero tú, en lugar de explorar la profundidad, la altura y las vastedades de mi seno, malgastas tu tiempo persiguiéndote la cola.

Desde entonces el pez dejó la cola en su lugar (es decir, atrás) y se dedicó a explorar el océano.

Creo que esto revela una de las razones por la que resulta difícil amarse a sí mismo: la espina dorsal no es lo bastante flexible.

Otra razón radica en que "uno mismo", en el sentido ordinario del propio ego, no existe. Parece existir en cierto modo, tal como el Ecuador existe en su plano de abstracción. El ego no es un órgano psicológico o psíquico sino una convención social, como el Ecuador, el reloj, el calendario o el billete de un dólar. Estas convenciones sociales son abstracciones que hemos acordado con el mundo externo del mismo modo que un extremo de la estaca existe en relación con el otro extremo. Ciertamente, los dos extremos son distintos, pero pertenecen a la misma estaca. 

Así mismo, hay una relación polar entre lo que llamamos tu "yo" y tu "otro". No podrías experimentar tu "yo" si no experimentaras el "otro"., y viceversa. Podríamos decir que sentimos que el "yo" y el "otro" son dos polos opuestos. Curiosamente, empleamos esta expresión: "polos opuestos", para denotar una aguda diferencia. Pero las cosas que son "polos opuestos" son, precisamente, polos de algo, como un imán o un globo terráqueo, y por lo tanto resultan inseparables. ¿Qué ocurre cuando seccionas el polo sur de un imán con una sierra? El nuevo extremo, opuesto al polo norte original, se convierte en un polo sur, y la pieza que fue separada desarrolla su propio polo norte. Los polos son inseparables y se generan mutuamente. Lo mismo ocurre con la relación entre el "yo" y lo "otro". Ahora bien: si exploras lo que quieres decir cuando dices que "te amas a ti mismo", descubrirás perplejo que todo lo que amas es algo que siempre has juzgado ajeno a ti mismo, aunque se trate de cosas muy ordinarias como el helado o el buen vino. En un sentido convencional el vino no eres tú, y tampoco las cremas heladas. Estos objetos se convierten en "ti", por así decirlo, cuando los consumes, pero entonces ya no los tienes, de modo que buscas más para volver a amarlos. Pero, mientras los amas, no forman parte de ti. Cuando amas a la gente, por egoísta que sea tu afecto (debido a las sensaciones placenteras que te brinda) estás amando a alguien que no eres tú, y si exploras estos sentimientos, obedeciendo honradamente a tu propio egoísmos, muchas transformaciones interesantes comenzarán a ocurrirte. 

(Idem)

viernes, 10 de diciembre de 2010

Espectro de amor (III)


Más de una madre ha dicho a su hijo: "Los niños buenos aman a sus mamás. Y estoy segura de que tú eres un niño bueno. Debes amar a tu madre, no porque yo, tu madre, te lo diga, sino porque tú mismo lo sientes realmente." Una de las dificultades que encierra este planteamiento radica en que ninguno de nosotros, en el fondo de su corazón, respeta el amor que no se brinda libremente. Por ejemplo, supongamos que eres un muchacho que tiene a su padre enfermo y que te consideras obligado a vivir con él como signo de gratitud por todo lo que él ha hecho por ti. Pero, de alguna manera, tu convivencia con tu padre enfermo te priva de un hogar propio, de una vida libre y, naturalmente, te resientes. Él sabe perfectamente que estás resentido, aunque pretenda ignorarlo. Por tanto, se siente culpable por haberte obligado a demostrar tu lealtad. Tú, a tú vez, no puedes admitir que le guardas rencor por haberse puesto malo, dado que todo esto no depende de su voluntad. Como resultado final, nadie disfruta de la relación. Para ambos se ha convertido en un penoso deber.
Lo mismo ocurrirá desde luego, si después de largo años de haber formulado en el altar un solemne y terrible juramento por el que amarás a tu esposa o esposo ocurriera lo que ocurriese y " hasta que la muerte os separara", descubrirás repentinamente que ya no puedes amarlo o amarla. En este caso te sentirás culpable, y consideraras que es tu deber amar a tu cónyuge o a tu familia. 
Ésta es la dificultad: no es posible de ninguna manera enseñar a una persona egoísta a ser generosa. Todo lo que haga el individuo mezquino, aunque se entregue a la hoguera o regale todas sus posesiones a los pobres lo hará con un sentimiento egoísta, con extrema astucia, engañándose a si mismo y a los otros. Pero las consecuencias del amor ficticio son casi invariablemente destructivas, porque despiertan resentimientos en la persona que finge amor y en la persona que recibe el presunto afecto. (Tal vez por esto nuestro programa de ayuda exterior haya resultado un fracaso tan estrepitoso.)
Ahora bien: desde luego, podéis decirme que soy poco práctico y preguntarme: "¿Es que entonces debemos quedarnos sentados hasta que nos convirtamos interiormente, aprendiendo a amar mediante la gracia de Dios o algún otro procedimiento mágico? ¿Entre tanto no hemos de hacer nada, hemos de conducirnos tan egoístamente como nos parezca...?"
El primer problema que aquí se nos plantea es la sinceridad. En principio dice nuestro Señor: "Amarás a Dios tu Señor con todo tu corazón, toda tu alma y con toda la fuerza de tu mente." Lo que parece un mandamiento es en realidad un desafío, o lo que el budismo Zen denomina Koan, un problema espiritual. Si te esfuerzas decididamente, si tratas de amar a Dios o a tu prójimo descubrirás que cada vez estás más confuso. Advertirás que la razón por la que intentas obedecer el mandamiento estriba en que deseas ser una persona correcta. 

jueves, 9 de diciembre de 2010

Espectro de amor (II)


Las personas que exudan amor son como los ríos, en todo el sentido de la palabra: fluyen. Y cuando consiguen posesiones y cosas le gustan tienden a entregarlas a otros. ("¿Has notado que cuando das cosas, siempre recibes más? ¿Has observado que, cuando crean un vacío, más sustancias fluyen para llenarlo?) 
Habida cuenta de todo esto, los codificadores del comportamiento amoroso escriben que deben efectuar generosas donaciones a las instituciones que le permitan deducir tales sumas de tus impuestos, y ser bueno con la gente; que debes actuar con tus parientes y amigos, aunque no fuera así. Para los cristianos, judíos y creyentes en Dios, existe un deber particularmente dificultoso: se trata de "amar a Dios nuestro Señor " no sólo a través de los movimientos externos de dicho amor, sino con todo tu corazón, con toda el alma y con toda la fuerza de tu mente. Desde luego, es una difícil faena.
Es como si, por ejemplo, admiráramos la música de cierto compositor y, tras estudiar su estilo, formulamos unas reglas de composición musical basadas en el comportamiento de dicho compositor. Es como si enviáramos a nuestras criaturas a las escuelas de música para aprender tales reglas, con la esperanza de que, aplicándolas, se convertirían en músicos eminentísimos, cosa que habitualmente no sucede. Es que aquello que puede denominarse la técnica de la música –como la técnica de la moral , del idioma, del lenguaje– es muy valiosa en tanto instrumento de expresión. Si no tiene nada que expresar, nada que decir, podrás escribir páginas y páginas de perfecta prosa, con el  más eximio dominio del idioma, sin decir nada que merezca la pena.
De modo que aquí está el problema y ésa es la intriga: no puedes imitar esta cosa... no hay forma de "obtenerla" y sin embargo es esencial que lo logres. Obviamente, la raza humana no vivirá armoniosamente hasta que podamos amarnos los unos a los otros. He aquí la pregunta. ¿Cómo lograrlo? ¿Es algo que sencillamente se contrae, como la viruela? ¿O, como dicen los teólogos, es el "don de la gracia divina", que de alguna manera reciben ciertas personas mientras las demás son privadas de ello? ¿Y si no hay forma alguna de obtener la gracia divina mediante algún comportamiento especial, por qué no nos quedamos tranquilos y esperamos a ver qué pasa? 
Ciertamente no podemos resignarnos a esta desesperanzada situación.  Debe haber alguna forma de obtener la "gracia" o la "divina caridad" o "el amor divino", algún procedimiento para, como si dijéramos, convertirnos en conductos adecuados de la corriente universal. 
Los predicadores más sutiles procuran "abrirnos" mediante métodos de meditación y disciplinas espirituales, con el propósito de tomar contacto con aquel poder. Los predicadores menos sutiles dicen, simplemente, que hay que tener fe, coraje y voluntad. "Si pusieras el hombro y apretares serías un santo". En realidad, podrías no ser más que un hipócrita extremadamente listo. Toda la historia de la religión es la relación del fracaso de una prédica. La predicación es violencia moral. Cuando lidias con el mundo práctico, por así llamarlo, y las personas no se comportan como tú quisieras, llamas al ejército o a la policía, o simplemente coges una estaca. Y si esto te perece demasiado crudo optas por dictar conferencias, que consisten en una solemen exhortación a "comportarse mejor la próxima vez".

viernes, 3 de diciembre de 2010

Espectro de amor (I)


Sabemos que, de vez en cuando, surgen entre los seres humanos unos individuos que parecen exhalar amor tal como el sol emite su calor. Estas personas, habitualmente, dotadas de un enorme poder creativo, son la envidia de todos nosotros y, en términos generales, las religiones constituyen unos intentos de cultivar tales poderes en la gente corriente. Desgraciadamente, suele realizarse esta tarea como si se intentara lograr que la cola moviera al perro. Recuerdo que, cuando niño, me interesaba enormemente cumplir con mis deberes escolares. Todos me decían que yo no trabajaba lo suficiente, que debería hacerlo, pero cuando yo preguntaba: "¿cómo se hace para trabajar?", todos callaban.
Me encontraba perplejo. Algunos sabían, evidentemente, cómo trabajar, y habían alcanzado considerables alturas académicas. Pensé que tal vez podría aprender el "secreto", copiando sus modismos y ademanes. Procuraba imitar su estilo caligráfico. Empleaba el mismo tipo de pluma estilográfica. Copiaba su vocabulario, imitaba sus gestos y, hasta donde me lo permitía el uniforme escolar, también sus formas de vestir. (Yo concurría a una escuela privada inglesa, y no a una escuela pública americana.)
Ninguno de esos recursos me reveló el secreto. Era como si copiara los síntomas externos sin conocer la fuente interior que les permitía trabajar. Exactamente lo mismo ocurre con las personas que aman. Cuando estudiamos el comportamiento de los individuos que llevan dentro el poder de amar, establecemos un catálogo de sus conductas en diversas situaciones, y de este catálogo extraemos ciertas formulaciones o reglas.
Una de las peculiaridades de estos individuos que poseen la asombrosa capacidad del amor universal consiste en que, por lo general, el amor sexual les tiene sin cuidado. La razón radica en que, para ellos, existe una relación erótica con el mundo exterior que opera entre dicho mundo y cada terminación nerviosa de sus organismos. La totalidad de sus cuerpos –psíquica, fisiológica y espiritual–, es una zona erógena. Su corriente de amor no está canalizada exclusivamente en el sistema genital, como en el común de los mortales. Esto resulta especialmente cierto en una cultura como la nuestra donde durante muchos siglos se ha reprimido espectacularmente esta particular expresión de amor, hasta darle la apariencia más deseable que pudiéramos imaginar. Como  resultado de dos mil años de represión tenemos el "sexo en los sesos". No siempre es un lugar adecuado.

(Texto extraído del libro "El futuro del éxtasis". Autor Alan Watts)

miércoles, 1 de diciembre de 2010

El maestro del silencio

(Imagen de autor desconocido para mi)

Había un monje que se llamaba a sí mismo "El Maestro del Silencio". En realidad era un fraude, su comprensión no era genuina.
Para vender su falso Zen tenía dos ayudantes, dos monjes elocuentes, para que respondieran a las preguntas por él, pero, como queriendo mostrar su inescrutable Zen silencioso, él nunca decía ni una palabra.
Un día, durante la ausencia de sus dos ayudantes, vino un peregrino y le preguntó: Maestro, ¿qué es el Buda?
Sin saber qué hacer, o qué responder, miró a todas partes con desesperación buscando a sus portavoces.
El peregrino, aparentemente contento y satisfecho, le dio las gracias al maestro y continuó su viaje.
Por el camino el peregrino se encontró con los dos monjes ayudantes que volvían a casa. Él empezó a hablarles entusiastamente de este ser iluminado, de este Maestro del Silencio.
Les dijo: Le he preguntado qué es un Buda, y él inmediatamente ha girado la cabeza al este y al oeste indicando que los seres humanos siempre están buscando  a Buda aquí y allá, pero, en realidad, a Buda no se le encuentra en ninguno de esas direcciones. ¡Oh qué maestro tan iluminado, qué profundas son sus enseñanzas!
Cuando los monjes ayudantes regresaron, el Maestro del Silencio les regañó, diciendo: ¿Dónde habéis estado todo este tiempo? Hace im rato vino un inquisitivo peregrino que me ha hecho sentir terriblemente incómodo, he estado a punto de hundirme.

¿Por qué buscar fuera lo que está dentro?
¿Por qué culpar a otros de lo que nosotros sentimos?
 
¡Cómo somos! :)
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