viernes, 25 de mayo de 2012

Aromatizando

haideé iglesias

El paseo se convierte en esencia de la frescura con que la naturaleza nos riega su aromática presencia.

En el paseo
de aromas tenues,
un tamarindo.

jueves, 24 de mayo de 2012

El arte de curar

Imagen de autor desconocido para mi

En una ocasión, Nasrudín decidió aprender el arte de curar. Fue a visitar a un importante médico, que aceptó ser su maestro. Cuando llegó el primer paciente, tras examinarlo cuidadosamente, el médico le dijo a Nasrudín que podía curarse comiendo granadas.
Nasrudín se fue a ver al paciente y le dijo:
–Lo que usted necesita para curarse es comer granadas.
El paciente se enfadó mucho al verse atendido por un aprendiz y no tomó en serio su consejo. Francamente disgustado se fue sin ni siquiera pagar por la consulta. Nasrudín se lo explicó a su maestro, que le dijo que esa vez sería él quien lo visitara. Llamaron a paciente y el médico lo atendió; tras examinarlo de nuevo dijo: 
–Para curarte, necesitas consumir un fruto de cáscara dura, de color anaranjado con muchas pepitas en su interior.
Al paciente se le iluminaron los ojos y exclamó:
–¡Estás hablando de granadas! Es lo que necesito para curarme. 
Al cabo de unos días, el paciente se había curado. Con esto, Nasrudín aprendió que el remedio es la mitad de la curación, pero que la otra mitad es la respuesta de aquel a quien se quiere curar. 

miércoles, 23 de mayo de 2012

Zen y depresión. Escapes

Aquello que no podemos enfrentar acaba encontrándonos.
John Trudell

Un monje zen debe incluso perder el tiempo con total atención.
Dicho zen

Uno de los sellos característicos de la depresión es una falta de interés en cosas que solían reportarnos placer. Entre ellas no sólo están la música, películas, aficiones y amigos, sino actividades más fundamentales, como comer, dormir y el sexo. El mundo se ha tornado de color gris y el sol ya no calienta.
El budismo considera que existen tres tipos de sensaciones: placenteras, desagradables y neutras. En la depresión parece que todas las sensaciones caen el os campos de desagradable y neutral.
En una situación así tratamos de encontrar algo que nos reporte placer. O, si no podemos hallar placer, al menos tenemos la esperanza de escapar de lo que resulta doloroso para alcanzar el terreno de lo neutro. No obstante, el dolor del que huimos parece estarnos esperando en cada esquina.
En nuestros más desesperados esfuerzos por hallar alivio, nos lanzamos a las drogas, el alcohol y a la indulgencia excesiva respecto a la comida, el sexo o el trabajo. Cuando nada de eso funciona, entonces podemos dedicarnos a algunos de los nuevos juguetes: televisión, ordenadores, videojuegos. O podemos entrar en la religión con la misma desesperación y avaricia mental.
Claro está, la eficacia de la todo ello resulta bastante limitada. Eso es algo que resulta mucho más patente en la desolación de la depresión. Sin embargo, la mayoría de nosotros no hacemos sino intentar la misma solución una y otra vez, con más resolución o bien acabamos rebotando de una a otra. A pesar de ello el dolor sigue ahí, esperándonos.
Al igual que sucede con otras muchas características de la depresión, esta respuesta es una magnificación de nuestra conciencia y vida normales. Se trata de un caso más acusado de nuestra ya existente tendencia a huir de lo que resulta doloroso en nuestras vidas, de evitar el dolor a cualquier precio.
Gran parte de la vida humana –y muchas actividades humanas– está dedicada a esta búsqueda. No obstante,en la esfera de la depresión se nos presenta la oportunidad de examinarla más de cerca. En parte ello se debe a que el dolor es más intenso, pero sobre todo a causa de nuestros repetidos fracasos al tratar de escapar a la depresión de esa manera.
La mayoría de nosotros huimos de todo tipo de dolor. Esta reacción impide que estemos totalmente presentes en nuestras vidas, que sintamos gozo y dolor. Nuestros intentos por escapar mantienen nuestras vidas a distancia, y así nos quedamos con la vaga e incómoda sensación de que hay algo que no está bien, de que hay algo que falla en nuestras vidas.
La depresión liquida ese lujo de dar la espalda a nuestras propias vidas. Ya no podemos escapar de nuestras sensaciones desagradables. Eso nos proporciona la oportunidad de ver cómo lo intentamos, y de observar cómo ese intento reflexivo ha dejado de funcionar. Finalmente, cuando nos sentimos arrinconados, sin salida, contamos con una oportunidad para cambiar. Cuando no hay escapatoria posible, podemos hallar una nueva libertad.
No obstante, antes es necesario prestar atención a los dos malentendidos que nos hacen tratar de salir corriendo. El primero es que sentir dolor hay algo malo. Sentir dolor simplemente significa estar vivo, ser un ser humano sintiente. El Buda señaló que una vez hemos nacido, sufrimos, sentimos dolor, enfermamos y finalmente morimos.
Tratar de evitar el dolor es algo natural, claro está. Evitar el dolor nos mantiene vivos. No apartar la mano del fuego sería una tontería. Pero no es ahí donde cometemos el error. Nos equivocamos cuando creemos que no deberíamos sentir dolor, que el actual momento doloroso, la experiencia dolorosa presente, no debería existir. _Creemos que hay otro momento, el correcto, en el que no existe dolor.
Cuando creemos que este momento en el que sentimos dolor no debería existir, o que hay algo malo que marcha mal porque sentimos, entonces empezamos a creer que hay algo equivocado. O bien lo buscamos fuera de nosotros mismos, buscamos algo que esté mal en el mundo, a lo que poder echar la culpa del dolor. Este pensamiento es nuestro segundo malentendido y muchos de nuestros problemas tienen su origen en él.
Cuando consideramos nuestra situación como seres sufrientes por una parte y el problema que causa el sufrimiento por otro, entonces no parece existir más elección que tratar de actuar sobre el mundo externo para hacernos felices. Llevada al extremo, esta creencia se convierte en adictiva o compulsiva, ya que la persona adicta trata repetidamente, aunque sin éxito, de hallar paz en la única respuesta que ha elegido. Esta creencia tan común y fútil forma parte de la condición humana, que tanto el Buda como otros han descrito.
El intento de solucionar problemas a través de lo que está fuera de nosotros provoca gran parte de la actividad humana. En la práctica espiritual radica una oportunidad de ver la futilidad de este tipo de lógica, sobre la que la mayoría de nosotros ha edificado su vida.
El auténtico obstáculo cuando nos damos la espalda a nosotros mismos en la depresión es que tenemos la sensación de que hay algo equivocado en la raíz de nuestro ser, de que hay algo deficiente. Todo lo que nos hace enfrentarnos a nosotros mismos, que nos fuerza a llegar a la conclusión de que hemos desempeñado un papel a la hora de crear nuestra infelicidad, no hace sino reforzar ese análisis.
La depresión suele ser considerada como una enfermedad de egoísmo. Aunque es cierto que en la depresión podemos estar más centrados e implicados con el yo de lo que es normal, es así porque el yo da la impresión de ser defectuoso y carecer de valor. Al principio, incluso admitir el hecho de la depresión resulta difícil, porque hacerlo parece equivaler a admitir que nuestra visión de nosotros mismos como seres resquebrajados, es cierta. En lugar de ello, podemos pasar años echando la culpa a los demás o al mundo. Para muchos la aceptación inicial de la depresión se convierte en sí misma en el principal obstáculo. Pero si podemos deshacernos de esas ideas acerca de lo correcto o equivocado, de la responsabilidad y de quién tiene la culpa, entonces puede iniciarse una auténtica curación.
Al tratar con el dolor de la depresión –o de estar vivo– en primer lugar es necesario aceptar el dolor y dejar de tratar de huir de él. Sus orígenes, causas y soluciones no son tan importantes como aceptarlo y familiarizarnos con él.
La meditación nos ofrece una gran oportunidad para llevarlo a cabo. Al comprometernos en una práctica de meditación, también nos comprometemos a no tratar de huir del dolor, sino a explorarlo e investigarlo.
Cuando investigamos, empezando a ver cómo juzgamos nuestro dolor y cómo reaccionamos frente a él. No pasa mucho tiempo antes de que nos demos cuenta de que todos esos intentos por evitar el dolor no funcionan. Si perseveramos, descubriremos que podemos sobrevivir a nuestro dolor para finalmente llegar a un lugar de paz y alegría, aunque el dolor siga estando ahí. De hecho, el dolor pasa a formar parte de esa paz.
Si aceptamos el dolor de nuestra depresión y lo investigamos, acabamos viendo lo que significan nuestros intentos por escapar de él. Entonces, cuando empezamos a experimentar el dolor de manera más completa, también aparece la alegría.
Al cabo de poco empezamos a entender la diferencia entre dolor y sufrimiento: el dolor no puede evitarse, pero el sufrimiento que proviene de nuestro intento por evitar el dolor, no es necesario. Como solía decirnos mi maestro zen, Katagiri Roshi: "Todo lo que tenéis que hacer es manteneros en medio de vuestro sufrimiento".

Exploración suplementaria

Identifique uno de los métodos que utiliza para evadirse cuando las cosas no marchan como usted quisiera:comida, televisión, sexo, trabajo. Durante una hora, un día o una semana, elija no utilizar su medio de escape personal cuando la vida se le ponga cuesta arriba, no a fin de sentirse virtuoso, sino como un experimento, observando el proceso. Y si inicia el movimiento, deténgase y observe. Fíjese en cómo se siente cuando echa mano de esas válvula de escape. ¿Que´tipo de sensación dolorosa es? ¿Es física, emociona o mental? ¿Cómo se siente cuando no puede utilizar ese método de escape? ¿Trata de hallar otra cosa en su lugar? ¿Cuánto dura esa sensación? ¿Cómo se siente cuando ya ha pasado el deseo de escapar?

----------

Ahora siga adelante y permítase escapar cuando quiera hacerlo. Pero de nuevo, fíjese en cómo se siente en el momento en que quiere escapar. Ponga atención a cómo se siente mientras lo hace. ¿Qué es lo que dispara su deseo de esa diversión? ¿Durante cuánto tiempo permanece realizando esa actividad? ¿Por qué decide parar? ¿Cómo se siente después de haber escapado durante un rato? ¿Todavía siente esa sensación dolorosa? ¿Es menos intensa?



Realizar la exploración sólo si te sientes cómodo haciéndola. Recomendación del propio autor.

(Extraído del libro "El camino del Zen para vencer la depresión". Autor Philip Martin)

martes, 22 de mayo de 2012

Sencillamente

haideé iglesias

Sencillamente en la orilla,
conversando,
acariciando la piel el suelo,
por la brisa marina acariciado.
Sencillamente,
sin tiempo que medir... 

lunes, 21 de mayo de 2012

Revisarse uno mismo


Para alcanzar el Zen debes conocerte a ti mismo. No permitas que la ignorancia te haga obsesionarte con la Vía. No deambules por bosques y montañas en busca de maestros creyendo erróneamente, en la existencia de un camino que garantice la paz y el sosiego. Es preferible que trates de averiguar la causa de tu ignorancia.

Maestro Foyan

viernes, 18 de mayo de 2012

Al derechas y/o al revés. Acerca del la evolución

haideé iglesias

[…] Aquí en Oriente, siempre ha estado presente la idea de la evolución, y de una forma mucha más sutil que la idea que Darwin introdujo a la ciencia occidental. La idea de Darwin es muy cruda; según él, los monos se han convertido en hombres, cosa que los darwinianos todavía no han podido demostrar, todavía siguen buscando el nexo entre el mono y el hombre. Y, además, nos podríamos preguntar: ¿Por qué sólo se convirtieron en hombres algunos monos? ¿Por qué los otros monos no se transformaron? Los monos son básicamente imitadores; si algunos monos se hubieran convertido en hombres, todos los demás monos les habrían imitado. ¿Qué les pasó a los otros monos? Son muy buenos imitadores, ¿por qué sólo unos pocos se convirtieron en hombres? 
¡Y todavía hay monos! Han pasado miles y miles de años, y los monos todavía son monos. Nunca se ha visto a un mono que, de repente, se empiece a convertir en un hombre... un buen día se despierta siendo hombre. Nadie ha presenciado dicho milagro jamás. 
La cuestión es: ¿dónde están los nexos entre el mono y el hombre?; y estamos hablando de una gran diferencia, no es una cuestión baladí. 
Precisamente el otro día, en una carta, leí el siguiente comentario: "John Lilly ha declarado que el hombre no es el único ser con conciencia en la Tierra; que existen otro seres con más conciencia que el hombre". Y el lego preguntaba: "¿Es eso cierto? ¿Es cierto lo que dice John Lilly?"- Pero esos animales todavía no han descubierto al hombre, ha sido John Lilly quien ha descubierto a esos animales. El hombre es quien descubre. Y, sin lugar a dudas, el descubridor tiene más conciencia que lo descubierto. Y aunque un día descubramos algún animal con un cerebro grande, evolucionado, los descubridores seremos nosotros. No sería ese gran cerebro quien nos habría descubierto a nosotros. 
Hay animales muy evolucionados, pero ninguno tanto como el hombre. ¡Hay una gran diferencia! John Lilly ha estado estudiando a los delfines y ha llegado a la conclusión de que la conciencia de los delfines está mucho más evolucionada. Si alguna vez te encontraras con John Lilly, le podrías decir que no han sido los delfines quienes lo han descubierto a él,. que ha sido él quien ha descubierto a los delfines.  Y está claro que el descubridor tiene más conciencia. No son los delfines quienes están contantdo cosas de ellos mismos, es un hombre quien está hablando de los delfines. Ni siquiera pueden domotrar algo acerca de ellos mismos. Los delfines son gente maravillosa, y Lilly está en la pista correcta, pero no es cierto que su conciencia sea más elevada que la del hombre. Ellos no han producido un Buda, un Patajali, un Pitágoras, ¡ni tan siquiera un John Lilly!
El concepto occidental de la evolución, el concepto darwiniano de la evolución, es muy burdo. La idea oriental de la evolución es mucho más sutil. No se trata de que el cuerpo de un mono se transforme en el cuerpo de un hombre; de que el cuerpo de un pez se convierta en el cuerpo de un hombre; eso es algo que nunca ha ocurrido. Sino que el interior del pez va creciendo; según va pasando de un cuerpo a otro va cambiando.
El crecimiento, la evolución, no ha ocurrido de cuerpo a cuerpo, el crecimiento ha ido ocurriendo en la conciencia. Cuando un mono alcanza cierta conciencia, la siguiente vez que nazca lo hará como hombre, no como mono. Morirá como mono y nacerá como hombre. La evolución no ocurre en el propio cuerpo del mono. Ese cuerpo ha sido utilizado por el alma –o como lo quieras llamar, el continuo–, el alma ha utilizado el cuerpo del mono, ahora está preparada para tomar un cuerpo mejor, un cuerpo donde haya mayores posibilidades de crecimiento. 
El alma va pasando de una forma animal a otra. Lo que evoluciona no son los cuerpos sino las almas. No son las lámparas las que evolucionan, son las llamas las que van saltando de una lámpara a otra. La llama se va elevando cada vez más y más. La evolución es cosa de la conciencia, no del cuerpo material, psicológico. Ahí es donde Darwin se equivoca por completo. 


Osho

jueves, 17 de mayo de 2012

Figura y fondo

haideé iglesias

Si lloro, lloro.
Si río, río.
Más en el lloro está contenida la risa.
Y en la risa el lloro.
Hoja que asemeja lágrima,
¿ves el dolor del alma?
En el manto negro que recoge el verde
anidan las alas que me levantan.

martes, 15 de mayo de 2012

Ondas

haideé iglesias


Las vibraciones reciben también el nombre de radiaciones, y sus ondas miden con la radiastesia, o por lo menos las de los productos alimenticios, clasificados en la categoría de las ondas cortas: 
"Por debajo de 1,50 u comienzan las ondas cortas. En parte se desconoce todavía su origen y su existencia. Algunos científicos han producido en el laboratorio ondas de entre 1,50 y 1 micrón; es decir, 1 milésima de milímetro.
"Prácticamente ondas decimétricas, centrimétricas y milimétricas han servido al radar desde 1942-43.
"A partir del micrón, abordamos las ondas del espectro solar, parte de la cual es, para nuestros sentidos, visible y la otra invisible. Comienzan con las invisibles (infrarojas) que son las más largas. Luego vienen los colores del espectro de la luz, visibles para nuestros ojos. A continuación vuelven las invisibles (ultravioleta). A partir de éstas, encontramos los rayos X, más abajo aún los ultrasonidos, las radiaciones de radio, de torio, y de uranio, y luego está lo desconocido. Las ondas se miden entonces en angstroms (la deizmillonésima parte del milimetro). 

1 metro. ............................................................ 1.000 mm.
1 micrón: 1 µ -0,001 mm..................................1/1.000ª mm.
1 angstrom: 1 Aº -0, 000.001 mm. ...........1/10.000.000ª mm.

André Simoneton añade:
"Nuestros sentidos son insensibles a una infinidad de ondas. Percibimos un margen de ondas correspondiente al sonido, a la luz y a los olores. Si nuestros sentidos estuvieran impresionados por todas las ondas, los objetos tendrían formas diferentes. Por ejemplo: de cada extremo de un trozo de hierro se escapan ondas; si viéramos estas ondas, ese trozo de hierro tendría para nosotros una forma prolongada que no nos imaginamos."

Lao Tse afirmaba hace 2.500 años:
"El sabio vigila con respeto lo que no ve ni entiende."

En el siglo pasado Gérard de Nerval escribía estos versos:

¡Hombre! libre pensador, crees ser el único que piensa
En este mundo, en el que la vida estalla en cualquier cosa:
De las fuerzas que posees tu libertad dispone.
Pero de estos tus consejos el universo se ausenta.

Respeta en el animal un espíritu animoso...
Cada flor es un alma en la que la Naturaleza despunta;
Un misterio de amor en el metal reposa: 
Todo es sensible; ¡y todo sobre tu ser es poderoso!

Recela de la mirada que en el muro ciego espía:
A la materia misma un verbo está unido...
No te sirvas de él para cualquier uso impío.

A menudo en el ser oscuro habita un Dios oculto;
Y, como un ojo que nace cubierto por los párpados,
Un espíritu se desarrolla bajo la apariencia de las piedras.

Cuando se trata de llegar a percibir lo que está más allá de las apariencias, es cierto que el emotivo (como subrayaba Tomasi) llega diez veces más deprisa, sobre todo si se refina con sus propias obras: gesto poético o artístico, espiritualidad y profecía, ascesis y oración...
El intelecto, que nos hizo perder toda sensibilidad real, toda percepción supranatural, que nos dejó disminuidos, nos ha proporcionado por medio de la ciencia unas burdas muletas: en la telepatía nunca hay varios abonados a la misma línea. 

Alain Saury

lunes, 14 de mayo de 2012

Visión cerrada entre azul

haideé iglesias

Mentes cada vez más pequeñas no dejan pasar la luz que alimenta la frescura del cambio... Ah, pero...
El "hombre sagrado" desea no tener deseos. Aprende a no aprender. Por ello retorna constantemente a [la Fuente Primigenia] por la que la gente corriente pasa de largo.
Ayuda la espontaneidad de las diez mil cosas, evitando interferir con su propia acción. 

Una construcción antigua en el barrio de Cimadevilla... todo tiene sentido y significado si sabes mirar con los ojos del alma... 

viernes, 11 de mayo de 2012

Perfección amorosa

haideé iglesias

O quizá sólo amor... si... amor... ese sentimiento todo lo acepta y que de nada se avergüenza... 
Camina en busca de lo que la sustenta para poder sustentar a otros... interdependencia... que no esclavitud... 
Vivir, si :) 

jueves, 10 de mayo de 2012

Aprender ahorrando

haideé iglesias

Nasrudín decidió que quería aprender a tocar la flauta y fue a visitar a un famoso profesor de música:
–¿Cuánto cobra usted por enseñarme a tocar la flauta? –le preguntó.
–Tres monedas de plata el primer mes y después una moneda de plata al mes –contestó el profesor.
–¡De acuerdo! –dijo Nasrudín– Comenzaré el segundo mes.

miércoles, 9 de mayo de 2012

La importancia de la autoestima (III y última) Autoaceptación


[…]
Cuando aceptamos nuestras experiencias, sin que por ello tengan que gustarnos necesariamente nos convertiremos en aliados de la realidad y, por consiguiente, nos fortalecemos. Cuando no lo hacemos, nos ponemos en contra de la verdad y nos volvemos más débiles.
Desgraciadamente, cuando éramos niños, a muchos de nosotros nos enseñaron, de formas más o menos sutiles, a fingir que no pensábamos lo que pensábamos o que no sentíamos lo que sentíamos, porque lo que pensábamos o que no sentíamos les resultaba molesto a los adultos. (Y cuando hablas de adulto con otros que no lo son, y se comportan aún como niños, también) :) Nos premiaban con "amor" y aprobación por sacrificar partes de nosotros mismos. Negábamos tener miedo, evitábamos dar nuestra opinión, sepultábamos nuestra ira, rechazábamos nuestra sexualidad y renunciábamos a nuestras aspiraciones a fin de "ser buenos". Después de adquirir este hábito de autorrechazo, continuamos llevándolo a cabo a lo largo de nuestra vida para ganar el favor a nuestros propios ojos. Nuestro objetivo es la autoprotección, pero el resultado es la autoalienación.
Éste es el hábito que debemos perder. Debemos dejar de creer que autorrepudiarse es una virtud. La autoestima está íntimamente ligada al respeto impecable de los hechos, incluyendo los hechos que tienen que ver con nosotros mismos. Por este motivo es tan importante la autoaceptación.
He visto a muchas mujeres (y hombres) sufrir por sus problemas personales y progresar de un modo agonizantemente lento, o quedarse bloqueados, porque en el nivel más profundo de su psique se niegan y rechazan profundamente a sí mismos. Si no se enfrentan a este modo de conducta, la autocuración es casi imposible. Son personas que parecen incapaces de aprender, y sus aparentes avances acaban siendo transitorios y temporales.
La autoaceptación es negarse a tener una relación de enfrentamiento con uno mismo. Es uno de los fundamentos indispensables para construir una autoestima saludable.
He aquí un ejercicio básico de completar frases para favorecer la autoaceptación. Cada día, durante una o dos semanas, escriba de seis a diez finales para cada una de las siguientes oraciones:

Si tuviera un cinco por ciento más de autoaceptación...
Si aceptase un cinco por ciento más mis pensamientos...
Si aceptase un cinco por ciento más mis sentimientos y emociones...
Si aceptase un cinco por ciento más mis errores del pasado...
Si me tratase a mí misma-o de una forma más compasiva...
Cuando me trato a mí misma con rechazo...
Me estoy dando cuenta de que...

Comprender nuestro potencial

"Si pudiera ejercer mi inteligencia plenamente", dijo una mujer en uno de mis grupos de terapia, "mi familia me repudiaría." Estábamos analizando algunas de las dificultades de practicar la autoaceptación a pesar de su importancia para la autoestima.
Otra mujer dijo: "Si experimentara y admitiera mi emoción plenamente, debería enfrentarme a la soledad de ver que nadie comparte mis sentimientos."
"Si admitiera plenamente mis capacidades", dijo otra, "acabaría teniendo que asumir todavía más responsabilidades de las que tengo ahora."
"Si tomara plenamente consciencia de mi pasión", dijo otra, "debería admitir que mi matrimonio es aburrido. Y entonces, ¿qué tendría que hacer?"
"Si quisiera disfrutar plenamente de mi sexualidad", dijo otra, "mi marido se asustaría."
"Si aceptase mi espiritualidad", dijo otra, "no sé dónde podría acabar, porque es un territorio desconocido y me sentiría completamente aislada."
"Si admitiera lo mucho que me gusto a mí misma en secreto", dijo otra, "me convertiría automáticamente en una huérfana, porque mi madre no podría soportarlo."
La autoaceptación es esencial para la autoestima. "Aceptar" es experimentar la realidad plenamente en lugar de negarla y rechazarla. Es fácil comprender por qué hay tantas personas a las que les resulta difícil aceptar sus pensamientos, sentimientos y acciones negativos. Pero, como hemos visto en las afirmaciones citadas, el desafío de la autoaceptación es igualemnte aplicable a los aspectos positivos, al potencial y las virtudes que sentimos la tentación de negar o ignorar porque provocan ansiedad y desasosiego. Para algunos de nosotros, aceptar lo mejor de nosotros mismos pude ser un desafío más difícil que aceptar nuestro "lado oscuro".

martes, 8 de mayo de 2012

La importancia de la autoestima (II) Vivir conscientemente


[…] Vivir conscientemente es tanto una causa como un efecto de la autoestima. Cuanto más consciente se vive, más confianza se tiene en la propia mente y más respeto se profesa por el propio valor. […]
Si (de hecho) tenemos relaciones, nos casamos e interactuamos con nuestra pareja de manera inconsciente, es previsible que haya dos víctimas: la primera será nuestra propia autoestima y la segundo nuestra relación.
"Pero, ¿y el romance?", me preguntó una mujer en mi consulta de psicoterapia: "¿Dónde está la emoción si eres tan consciente de todo?" "¿Quiere decir que no es emocionante saber lo que está haciendo?", le respondí, y ella sonrió tímidamente.
La cuestión es que muchas personas actúan como si la conciencia fuese indeseable. No sólo debido a que actuar conscientemente requiere un esfuerzo que no están dispuestas a realizar, sino también porque la claridad de la conciencia puede ponernos en contacto con hechos a los que preferimos no enfrentarnos. Si preferimos ignorar las señales de peligro que emite un hombre que no va a aportarnos nada positivo, podemos sufrir el drama de una nueva aventura sentimental, y a continuación la sorpresa y la desilusión seguidas por la amargura y el pesar, y después la embriagadora emoción de repetir la misma historia una y otra vez con otro hombre equivocado. Mi audiencia suele reír, sorprendida, al darse cuenta de lo que digo cuando describo esta pauta de conducta. Una vez alguien gritó, bromeando: "¿Quién quiere dejar atrás la emoción y el mal de amores?". La respuesta es: las mujeres que saben que el amor y la felicidad llegan mejor a través de la visión que de la ceguera.
A veces, nuestras inseguridades hacen que ejercitar la conciencia sea difícil. "Si estuviera dispuesta a admitir lo que sé y a no mentirme a mi misma nunca podría quedarme con Walter", me dijo una mujer en mi consulta de terapia. "Pero tengo miedo de no ser capaz de hacerlo mejor, así que cierro los ojos y me hago la tonta." Otra paciente, Elsie, que había llegado mucho más allá en su terapia, me dijo, orgullosa: "Conocí a un hombre tremendamente atractivo en la oficina y salimos a tomar un café. Su forma de hablar sobre las relaciones que ha tenido hasta ahora me hizo ver que no le gustan las mujeres. Así que tuve que tomar una decisión: proseguir a pesar de lo que sabía y exponerme a un futuro sufrimiento, o dejarlo justo en ese momento. Decidí que ya había sufrido bastante en mi vida. Le dije muy educadamente que no estaba interesada en él".

Una técnica muy útil para estimular la autoconciencia, el autodesarrollo y la autovaloración es el trabajo de completar frases. […]

Si aportara un cinco por ciento más de conciencia a mis actividades cotidianas...
Si aportara un cinco por ciento más de conciencia a mis decisiones y mis acciones...
Si aportara un cinco por ciento más de conciencia a mis relaciones importantes...
Lo difícil de actuar conscientemente es...
Las compensaciones de actuar conscientemente pueden ser...
Me estoy dando cuenta de que...

Al hacer este ejercicio no hay que detenerse a pensar (ni ensayar ni censurar). Hay que escribir con la mayor rapidez posible. El único requisito es escribir un final gramaticalmente correcto para la frase. Si se queda bloqueada, invente. Escriba lo que sea, pero escriba algo.
Si decide hacer este ejercicio diariamente durante las próximas dos semanas, quizá se sorprenda de lo mucho que puede aprender de las posibilidades que se abren ante usted.

[…] "Aceptar" es experimentar la realidad de manera completa, sin negarla ni evitarla. Es algo diferente de un simple "reconocimiento" o "admisión" en sentido abstracto. No tiene nada que ver con que algo nos guste, con la admiración o la disculpa. Puedo aceptar la realidad de aspectos de mí mismo que no me agrada, que no son dignos de admiración o que no puedo disculpar de ninguna manera. He aquí un ejemplo simple.
Supongamos que siento envidia de mi amiga, que posee un trabajo mejor que el mío y cuya vida amorosa es más satisfactoria. Practicar la autoaceptación no significa que nuestros sentimientos de envidia nos tengan que gustar o nos produzcan placer. Significa ser conscientes del sentimiento y experimentarlo como algo nuestro, sin negarlo ni rechazarlo. También comporta que conserve la conciencia de mis propios valores, aunque no me guste lo que estoy sintiendo en ese momento. Me doy permiso para experimentar ese sentimiento, y después lo examino. No me preocupo de "juzgarme" a mi mismo, sino de estar alerta. Posiblemente, entre otras cosas me daré cuenta de que tengo deseos de conseguir algo de lo que no me había dado cuenta, y tendré que reflexionar acerca de ello.
Con bastante frecuencia, cuando actuo con este nivel de conciencia respecto a los sentimientos no deseados, como la envidia, la rabia, el miedo, la tristeza o cualquier otras emoción que pueda desconcertarme, estos sentimientos suelen desvanecerse y desaparecer. Pero aunque no sea así, el trabajo personal es el mejor punto de partida. No podemos superar los sentimientos indeseables si no aceptamos que los tenemos. No podemos irnos de un lugar en el que nunca hemos estado.
De modo que hay que concentrarse en los sentimientos indeseables, respirar lenta y profundamente, como si nos abriésemos para permitirles la entrada a nuestro interior, sin luchar contra ellos ni resistirnos. Debe darse cuenta de que usted es más importante y más grande que cualquiera de sus sentimientos y, por lo tanto, crear un contexto en el que puedan producirse el cambio y el crecimiento.
[…]

lunes, 7 de mayo de 2012

La importancia de la autoestima (I)


[…] La alta autoestima busca el desafío y el estímulo de los objetivos difíciles y que merecen la pena. Alcanzar dichos objetivos nutre la buena autoestima. La baja autoestima busca la seguridad de lo conocido y lo fácil. Confinarse a lo conocido y lo fácil sirve para debilitar la autoestima.
[…] Cuánto más alta sea nuestra autoestima, mayor será el deseo de expresarnos, reflejando nuestra riqueza interior. Cuanto más baja sea nuestra autoestima, más urgente será la necesidad de "probarnos " a nosotros mismos o de olvidarnos de nuestras necesidades viviendo de manera mecánica e inconsciente.
Cuando más alta sea nuestra autoestima, nuestras comunicaciones tendrán la posibilidad de ser más abiertas, sinceras y adecuadas, porque creeremos que nuestros pensamientos son valiosos y por lo tanto, aceptamos la claridad en lugar de temerla. Cuanto más baja sea nuestra autoestima, nuestras necesidades tenderán a ser más turbias, evasivas e inadecuadas debido a la desconfianza en nuestros propios pensamientos y sentimientos, así como a la ansiedad ante la respuestas de nuestros interlocutores.
Cuanto más alta sea nuestra autoestima, tendremos más disposición a establecer relaciones positivas, en lugar de tóxicas. […] Los hombres y mujeres que confían en ellos mismos se sienten atraídos unos por otros de una forma natural. A la inversa, las mujeres y los hombres inseguros también se sienten atraídos y establecen relaciones destructivas. Curiosa variación de mujer a hombre en relaciones positivas y destructivas... Vaya, vaya...
Si usted desea establecer una relación feliz con un hombre, no hay ningún factor más importante que la autoestima: la suya y la de usted. No existe una barrera mayor para el éxito romántico que el sentimiento profundo de que no se es digno de amor. La primera aventura amorosa que debemos consumar con éxito en esta vida es con nosotros mismos. Sólo entonces estaremos preparados para una relación. Sólo entonces seremos completamente capaces de amar, y sólo entonces estaremos preparados para dejar paso al amor, para aceptar que otra persona nos ame. Sin esa confianza, el amor de otra persona nunca nos parecerá lo bastante real ni convincente, y en nuestra ansiedad buscaremos maneras de socavarlo.
Cuando una mujer tiene un buen nivel de autoestima, tiende a tratar bien a los demás y a exigir que la traten bien a ella. Tiene claras las limitaciones y cuándo es aceptable o no la conducta del hombre elegido. No acepta los malos tratos simplemente por estar enamorada. Identifica el amor con la alegría, no con el sufrimiento. Se siente merecedora de amor, al igual que se siente merecedora de éxito en su profesión.
Las mujeres que luchan por construir un autoconcepto más positivo suelen preguntar: "¿Quieren los hombres que las mujeres tengamos autoestima?". Yo les respondo: "Los hombres que tienen un nivel aceptable de autoestima lo valoran en las mujeres: no desean tener a una niña asustada por compañera. ¿Querría una mujer con buena autoestima a un hombre inseguro al que le asustara la mutua confianza?".
Deseo insistir en que la autoesmima es una experiencia íntima: reside en el centro de nuestro ser. Es lo que pienso y lo que siento sobre mí mismo,no lo que piensa y siente alguna otra persona acerca de mí. Mi familia, mi pareja y mis amigos pueden amarme, y aún así puede que yo no me ame. Mis compañeros de trabajo pueden admirarme y aún así yo me veo como alguien insignificante. Puedo proyectar una imagen de seguridad y aplomo que engañe a todo el mundo y aún así temblar por mis sentimientos de insuficiencia. Puedo satisfacer las expectativas de otros y aún así fracasar en mi propia vida. Puedo ganar todos los honores y aún así sentir que no he conseguido nada. Millones de personas pueden admirarme y aún así me levanto cada mañana con un doloroso sentimiento de fraude y un vacío por dentro. Piense en la estrella de rock que, mundialmente aclamada, no puede pasar el día sin drogas. Conseguir el éxito sin conseguir primero una autoestima positiva es condenarse a sentirse como un impostor y a sufrir esperando que la verdad salga a la luz.
La admiración de los demás no crea nuestra autoestima, ni tampoco la erudicción, el matrimonio o la maternidad, ni las posesiones materiales, los actos de filantropía, las conquistas sexuales o la cirugía estética. A veces, estas cosas pueden ayudarnos a sentirnos mejor con nosotros mismos de forma temporal, o a sentirnos más cómodos en situaciones concretas. Pero la comodidad no es autoestima.
[…] Vivir con integridad es tener principios de conducta a los que nos mantengamos fieles en nuestras acciones; ser congruentes entre lo que sabemos, lo que profesamos y lo que hacemos; mantener nuestras promesas y respetar nuestros compromisos, es decir, ser coherentes con lo que manifestamos verbalmente.
[…] ... su nivel de autoestima es algo de lo que únicamente usted es responsable.

(Texto extraído el libro "La autoestima de la mujer" Autor Nathaniel Branden)

viernes, 4 de mayo de 2012

Zen y depresión. Impermanencia



Piensa en esta vida fugaz... como una burbuja que aparece en un arroyo, una estrella fugaz, un fantasma, un sueño.
Sutra del diamante

Renunciar a las cosas no es abandonarlas. Es reconocer que todo pasa. 
Shunryu Suzuki Roshi

A menudo, en la depresión, nos hacemos muy conscientes del hecho de que todo es impermanente. La muerte y los pensamientos sobre ella se aposentan en nuestras mentes. Pensamos en nuestra propia muerte, y en las muertes de todos aquellos que nos importan y de todas las cosas que tienen importancia para nosotros. Eso, saber que todo acaba desapareciendo, puede causarnos mucho dolor. 
Aunque esta conciencia de la impermanencia resulta extremadamente doloroso, también es una entrada a la verdad que el Buda consideró crucial explorar: todo es impermanente. O, dicho con menos elegancia, todo lo que está compuesto se descompone. Es una verdad que muchos de nosotros tratamos de ignorar u olvidar a lo largo de toda la vida. 
Me hice dolorosamente consciente de esa verdad durante mi depresión. Es como si la descomposición fuese una flor, y la viese florecer a borbotones de impermanencia a mi alrededor. Parecía convertir en inútiles y desesperadas todas mis acciones, como si no tuviesen sentido, ya que todas las personas que conocía y las que experimentaban iban a desaparecer. 
Pero el mundo entero continúa después de nosotros y tratamos de convertirlo en un lugar mejor al haber estado ahí. No obstante, resulta difícil dejar atrás la sensación de que en este mundo de impermanencia nada importa, y esa sensación puede adquirir mucha fuerza en la depresión.
Trata de dar sentido a todo eso – puede parecer, tal como decía Katagiri Roshi, "como tratar de lavar un montón de suciedad con agua fangosa". pero también añadía: "No obstante, nuestra práctica es seguir adelante, justo en medio de esta desesperanza". Es la impermanencia, dijo el Buda, la que causa gran parte de nuestro sufrimiento. O, para ser más exactos, no es la propia impermanencia, sino nuestra rechazo a verla o aceptarla. Nuestro sufrimiento proviene de nuestro apego a las personas y las cosas, de nuestros repetidos intentos por hallar algo duradero, cuando no hay nada permanente que hallar.
Queremos conservar las cosas que nos proporcionan placer. En realidad queremos que nuestros propios seres sean constantes. Pero esta verdad en relación con la impermanencia nos dice no sólo que no hay nada que permanezca para siempre, sino que no  hay nada que siga siendo lo mismo. El mundo que nos rodea, y nosotros mismos, cambia momento a momento. La muerte no es más que un cambio, más drástico en un mundo donde todo cambia constantemente. 
Nos gustaría sentir que estamos pisando terreno firme, que existe algo constante, verdadero y permanente que puede sostenernos. Pero si elegimos tratar de depender de dicha constancia, nos vamos a quedar colgados en el aire. Somos como el coyote, de los viejos dibujos animados del correcaminos, que corría más allá del borde del precipicio y que repentinamente se daba cuenta de que no tenía nada bajo los pies. 
Un koan zen recomienda:"en lo alto de un poste de cien pies, da un paso adelante". La impermanencia es ese poste de cien pies de altura. O mejor aún, nuestro apego y deseo de permanencia es el poste de cien pies al que permanecemos sujetos, incapaces de movernos. Es lo que convierte nuestras vidas en algo pequeño y restringido, no mayor que la parte superior de nuestro poste. 
Hay otro camino. Podemos dar un paso adelante en el mundo de la impermanencia. ¿Quién sabe? En lugar de caer puede que hallemos una nueva libertad. Podemos caer en la belleza de la impermanencia. 
Todos los jardineros saben que es la impermanencia de las flores lo que las convierte en algo precioso. La belleza del jardín radica en su naturaleza en constante cambio, en las oleadas de colores y formas que se manifiestan en él. 
La belleza del mundo está en ese mismo movimiento constante. Podemos dar un paso hacia la belleza, en medio de todo lo que mueve y nace a nuestro alrededor.

Exploración suplementaria
Sentado tranquilamente, concéntrese en la respiración. Sea consciente de cómo se levanta su vientre al principio de cada inspiración, y fíjese en cómo cae al finalizar la espiración, disolviéndose en nada. Sea consciente de ese ciclo: del inicio, del final y de que una nueva respiración se inicia al final. 
A continuación, dirija su atención a los pensamientos. Permita que entren en la mente y que desaparezcan por sí mismos, sin implicarse en ellos o tratar de rechazarlos. Hágase consciente de cómo aparecen y se disuelven, para dar paso a otros nuevos en su lugar. Fíjese en este ciclo de principio, fin y aparición de nuevos pensamientos. 
Ahora tome conciencia de las sensaciones corporales. Fíjese en cómo aparece y se disuelve el dolor, o la inquietud o la comezón, igual que lo hace su respiración. El dolor que siente en las rodillas –si no se implica en él trata de deshacerse de él–, aparecerá y se disolverá por sí mismo. Cuando éste desaparezca, nuevas sensaciones –dolor en los hombros o picazón en la nariz– tomarán su lugar y emergerán. Hágase consciente de este ciclo de principio , final y aparición de nuevas sensaciones corporales. 
----
Pase algo de tiempo reflexionando sobre la impermanencia aparente en su propia vida. Piense en las cosas o personas que creía  que estarían con usted para siempre y que han desaparecido. 
¿Qué otras personas o cosas en su vida quisiera que permaneciesen? ¿Se da cuenta de que también ellas, en un futuro más o menos cercano o lejano, dejarán de estar con usted?
Considere el ciclo de principio, final y aparición de nuevo de personas, circunstancias y cosas en su vida. ¿Cómo se siente al pensar en ello? ¿Se siente triste, furioso, desesperado? ¿Se le ocurre pensar que es mejor no estar apegado a nada ni a nadie porque todo desaparece?
Piense en los documentales de tiempo acelerado, en los que aparece la floración de las flores, en explosiones de color, para a continuación marchitarse y morir y para, enseguida, ser reemplazadas por nuevos brotes. ¿Puede imaginarse su vida de la misma manera? ¿Se da cuenta de cómo usted también forma parte de este ciclo de principio, final y vuelta a aparecer?

Realizar la exploración sólo si te sientes cómodo haciéndola. Recomendación del propio autor.

(Extraído del libro "El camino del Zen para vencer la depresión". Autor Philip Martin)

miércoles, 2 de mayo de 2012

Una vital diferencia

haideé iglesias

Le preguntaron cierta vez a Uwais, el Sufí:
"¿Qué es lo que la Gracia te ha dado?"


Y les respondió:
"Cuando me despierto por las mañanas,
me siento como un hombre que no está seguro
de vivir hasta la noche".


Y volvieron a preguntar:
"Pero esto ¿no lo saben todos los hombres?".


Y replicó Uwais:
"Si, lo saben;
Pero no todos lo sienten.


Jamás se ha emborrachado nadie a base de comprender intelectualmente la palabra Vino.

Anthony de Mello

A ver si insistiendo :)))

Related Posts with Thumbnails