martes, 31 de julio de 2012

Karma: el corazón es nuestro jardín (IV)


A medida que aparece cada acción (o nacimiento), existen fuerzas que la sostienen y fuerzas que finalmente, la conducen a un fin. Estas fuerzas kármicas se describen mediante la imagen de un jardinero. La semilla plantada es el karma causativo. Fertilizar y regar la semilla, cuidarse de las plantas, se denomina karma  de sostenimiento. Cuando se presentan problemas, se trata del karma a la contra ilustrado por una sequía: incluso si plantamos una semilla viable y la fertilizamos, si no hay agua, se secará. Por último, el karma destructivo es como el fuego o las ardillas en el jardín, que lo quema todo o se lo comen todo. 
Esta es la naturaleza de la vida en todo ámbito, en cada circunstancia creativa. Una condición sigue a la otra, pero todo está sujeto a cambios.  El karma de nuestras circunstancias externas puede variar con el vuelo de una mosca. Cualquier día, una suerte maravillosa o la muerte pueden llegar a cada uno de nosotros. 
Lo que aporta los resultados kármicos de los patrones de nuestros actos, no son únicamente nuestros actos. Puesto que primero existe la intención y luego actuamos, creamos karma: por lo que, otra clave para comprender la creación de karma es ser consciente de la intención. El corazón es nuestro jardín, y junto a cada acto existe una intención que se planta como una semilla. El resultado de los patrones de nuestro karma es el fruto de estas semillas. 
Por ejemplo, podemos utilizar una navaja afilada para cortar a alguien, y si nuestra intención es la de hacer daño, podemos convertirnos en asesinos. Lo que conduce a ciertos resultados kármicos. Podemos llevar a cabo una acción prácticamente idéntica, utilizando una afilada navaja para cortar a alguien, pero si somos unos cirujanos, la intención es la de curar y salvar una vida. La acción es la misma, pero según sea el propósito o la intención, puede ser un acto terrible o un acto compasivo.
Podemos estudiar el poder de la intención para crear karma en nuestra vida cotidiana. Podemos empezar prestando atención a las numerosas acciones que se producen a lo largo del día en respuesta a los problemas. De forma automática, podemos ignorar las circunstancias difíciles o responder de un modo crítico o duro. Podemos intentar proteger o defender nuestro propio estilo. En todos estos casos, la intención de nuestro corazón estará atada con el apego, la aversión o la ilusión, creando karma o sufrimiento en el futuro, que tendrá como respuestas algo equivalente.
Cuando estas circunstancias problemáticas se presentan si, por el contrario, les apartamos el deseo de comprender, aprender, soltar o envolverlas con armonía y crear paz, hablaremos y actuaremos con una intención distinta. Nuestros actos pueden ser muy semejantes, nuestras palabras pueden ser similares, pero si nuestra intención es crear paz y aportar armonía, puede crear una clase muy distinta de resultado kármico. Esto es fácil de ver en los negocios o en las relaciones personales. Podemos decir la misma frase a nuestra pareja o amigo y si el espíritu no manifestado al decirlo es:"Te amo y quiero que entendamos lo que pasa", obtenemos un tipo distinto de respuesta. Si decimos lo mismo con una actitud de crítica o defensa por debajo, con el ligero tono de: "¿Qué pasa contigo?", creará una dirección totalmente distinta en la conversación y puede conducir fácilmente a una pelea. 
Dos breves diálogos de Do I Have to Give Up Me To Be Loved by You de los psicólogos Jordan y Margaret Paul lo ilustran:

DIALOGO Nº 1:
JIM: (distante, tono ligeramente enfadado) "¿Qué hay de malo...?"
MARY: "Nada."
Jim se apoltrona frente a la tele y no se hablan más. La distancia entre ambos prosigue, incluso aumenta.

DIALOGO Nº 2:
JIM: (realmente dulce y cariñoso) "Pareces molesta. ¿Pasa algo malo?"
MARY: (todavía cerrada y enfadada) "Nada."
JIM: "Escucha, cariño, odio esta distancia. Hace que me sienta mal. ¿He hecho algo que ta ha molestado?
MARY: (enfadada y acusadora) "Si, ¿Por qué le has dicho a Sam y Annie que saldremos con ellos el sábado si nunca me has preguntado o me has dicho nada?..."
JIM: "Mary, quería hablar contigo, pero es difícil entender cual es el problema cuando me gritas. ¿No crees que podemos hablar un rato?"
MARY: Si, creo que deberíamos hablar."
La intención o actitud que demos a cada situación de la vida, determina el tipo de karma que creamos. Día a día, momento a momento, podemos empezar a ver la creación de patrones de karma basados en las intenciones de nuestro corazón. Cuando estamos atentos, es posible ser más conscientes de nuestras intenciones y del estado de nuestro corazón a medida que se presentan, junto a nuestros actos y palabras que conforman nuestras respuestas. Normalmente no somos conscientes de ellos. 


(Texto extraído del libro "Camino con corazón". Autor Jack Kornfield)


lunes, 30 de julio de 2012

Karma: el corazón es nuestro jardín (III)


Nuestra tarea es aprender sobre el cuerpo y la mente y despertarnos en su seno. Comprender el juego del karma, es un aspecto del despertar. Si no somos conscientes, nuestra vida simplemente sigue una y otra vez el patrón de nuestros hábitos pasados. Pero si podemos despertar, podemos hacer elecciones conscientes a la hora de responder a las circunstancias de nuestras vidas. Nuestra respuesta consciente creará, entonces, nuestro karma futuro. Seremos capaces o no de cambiar nuestras circunstancias exteriores pero, con consciencia, siempre podemos cambiar nuestra actitud interior, y ello es suficiente para transformar nuestra vida. Incluso en las peores circunstancias externas, podemos elegir afrontar la vida desde el miedo o el odio o con compasión y comprensión. 
El transformar los patrones de nuestras vidas, es algo que atañe siempre al corazón. Para comprender como trabajar con los patrones kármicos de nuestras vidas, hemos de ver que el karma tiene dos aspectos distintos: el que es fruto de nuestro pasado y el karma que nuestras respuestas presentes están creando para nuestro futuro. Recogemos los resultados de los actos pasados; esto no puede cambiarse. Pero, a medida que respondemos en el presente, también creamos nuevo karma. Sembramos las semillas kármicas para nuevos resultados. En sánscrito, la palabra karma normalmente va acompañada con otra palabra: vipaka-karma vipaka. Karma significa "acción" y vipaka significa "resultado".
Relacionándonos con cada momento de nuestra experiencia, utilizamos ya sea medios hábiles (despiertos) o no-hábiles (inconscientes). Las respuestas no-hábiles, como el apego o la aversión y la confusión, inevitablemente producen más sufrimiento y karma doloroso; las respuestas hábiles, basadas en la consciencias, el amor y la apertura, conducen inevitablemente al bienestar y a la felicidad. Mediante medios hábiles podemos crear nuevos patrones que transforman nuestras vidas. Incluso los patrones poderosos basados en el apego, la aversión y la ilusión, contienen en su seno, las semillas de las respuestas hábiles. El deseo de placer puede transformarse en una acción natural y compasiva que aporta belleza a la sociedad y al mundo que nos rodea. El temperamento de crítica y aversión puede, mediante la consciencia, transformarse en lo que se denomina sabiduría discriminativa: una claridad asociada con la compasión, una sabiduría que ve con claridad a través de las ilusiones del mundo y utiliza la claridad de la verdad para ayudar y para sanar. Incluso la confusión y la tendencia a estar desconectado de la vida, puede transformarse en una ecuanimidad sabía y espaciosa, un equilibrio sabio y compasivo que abraza las cosas con paz y comprensión. 
Tradicionalmente, el karma se ha discutido a menudo en las enseñanzas budistas en términos de muerte y renacimiento. Buda habló de una visión de la noche de su iluminación, en la que contempló miles de sus propias vidas pasadas, así como las de otros muchos seres, todos ellos muriendo y renaciendo según los resultados de las leyes kármicas de sus actos pasado. Pero no necesitamos tener la visión de Buda para comprender el karma. Las mismas leyes kármicas que describió, actúan momento a momento en nuestras vidas. Podemos comprobar como la muerte y el nacimiento tienen lugar a diario. Cada día nacemos a nuevas circunstancias y experiencias, como si se tratara de una nueva vida. De hecho, esto sucede en cada instante. Morimos en cada momento y nacemos al siguiente. 
Se enseña que hay cuatro tipos de karma en el momento de la muerte, o en cualquier momento de transición: karma pesado, karma próximo, karma habitual, y karma azaroso. Cada uno de ellos representa una tendencia kármica más fuerte que el siguiente. La imagen tradicional utilizada para explicarlo es la de una vacas en el campo cuando se abre la puerta. El karma pesado es parecido a un toro. Representa la fuerza de la acción más poderosa, buena o mala, que hemos realizado. Si el toro está allí y abres la puerta, siempre pasará el primero. El karma próximo es la vaca más cercana a la puerta. Se refiere al estado mental que está presente en el momento de la transición. Si la puerta está abierta y no hay toro, la vaca más cercana sale. Si no hay ninguna vaca cercana a la puerta, surge el karma habitual. Se trata de la fuerza de nuestros hábitos corrientes. Si no hay un fuerte hábito mental presente, la vaca que va normalmente la primera, es la primera en salir. Por último, aparece el karma azaroso si no hay un fuerte hábito en juego. Si no surgen potentes fuerzas, nuestro karma será el resultado azaroso de cualquier número de condiciones pasadas. 

viernes, 27 de julio de 2012

Karma: el corazón es nuestro jardín (II)


Dichos patrones y tendencias, a menudo son más fuertes que nuestras intenciones conscientes. Sean cuales sean nuestras circunstancias, son los antiguos hábitos los que crean el modo en que vivimos. Recuerdo haber visitado a mi abuela en una residencia de ancianos. La vida era tranquila y sedentaria para la mayoría de los residentes. El lugar en que sucedía todo era el pasillo, y los residentes interesados acudían a él para ver quien iba y venía. En el pasillo había dos tipos de personas. Un grupo se sentaba ahí con regularidad, disfrutando. Jugaban a cartas y saludaban a todo el que venía. Tenían una relación agradable y amistosa los unos con los otros, así como con las circunstancias que les rodeaban. En otra zona del pasillo había gente a la que le gustaba quejarse. Para ello había algo malo en todo aquel que entraba por la puerta. Se quejaban a las visitas: "¿Ha probado la terrible comida que nos han servido hoy?" ¿Ha visto lo que dice el boletín de la pizarra?" ¿Ha oído lo que están haciendo con nuestro alquiler?" "¿Sabe lo que dijo mi hijo la última vez que vino?" Existía un grupo cuya relación principal con la vida era quejarse. Cada grupo aportaba al edificio un patrón con el que había vivido durante muchos años.
Las circunstancias que se repiten a lo largo de mucho tiempo y las actitudes mentales, se convierten en la condición para la que denominamos "personalidad". Cuando Le preguntaron al Lama Trungpa Rinpoche qué renacía en nuestra próxima vida, bromeó: "Nuestros malos hábitos". Nuestras personalidades se ven condicionadas según las causas pasadas. A veces es algo evidente pero, muy a menudo, los hábitos que tienen su raíz en un pasado lejano que no recordamos, pasan desapercibidos. 
En la psicología budista, el condicionamiento kármico de nuestra personalidad se clasifica según tres inconscientes básicas y tendencias automáticas de nuestra mente. Existen tipos deseo, cuyos estados mentales más frecuentes están asociados con el apego, el deseo y el no tener bastante. Existen tipos aversión, cuyo estado mental más corriente es alejar el mundo mediante la crítica, el disgusto, la aversión o el odio. Luego están los tipos confusos, cuyos estados más fundamentales son el letargo, la ilusión y la desconexión, no sabiendo que hacer respecto a las cosas. 
Podemos examinar qué tipo predomina en nosotros observando como solemos entrar en una habitación. Si vuestro condicionamiento más fuerte es el del deseo y el quiere, tendréis la tendencia a mirar alrededor de la habitación para ver lo que os gusta, encontraréis alguien sexualmente interesante u os imaginareis que otros son personas estimulantes para conocer. Si eres del tipo aversión, tendrás la tendencia a entrar en una habitación y, en lugar de ver primero lo que deseas, verás lo que está mal:"Es ruidosa, o me gusta el papel de las paredes. La gente no viste correctamente, No me gusta como están organizadas las cosas". Si perteneces a la personalidad confusa, tal vez entres en la habitación, mires a tu alrededor y no sepas como relacionarte, preguntándote:"¿Qué pasa aquí? ¿Cómo encajo? ¿Qué se supone debo hacer?"
Este condicionamiento primario constituye en realidad, un proceso muy poderoso. Crece en las fuerzas qeu llevan a sociedades enteras a la guerra, crean el racismo y guían la vida de muchos de nosotros. Cuando nos encontramos por primera vez con las fuerzas del deseo y la aversión, de la ambición y del odio, podemos creer que no son dañinas, uno poco de deseo, un poco de confusión. Sin embargo, a medida que observamos nuestro condicionamiento, vemos que el temor, el apego y la fuga son, de hecho, tan determinantes, que gobiernan muchos aspectos de nuestra personalidad. Mediante la observación de dichas fuerzas, podemos comprobar como operan los patrones del karma. 
Cuando empezamos a observar estrechamente nuestras personalidades en meditación, a menudo nuestro primer impulso es intentar abandonar nuestras viejas costumbres y defensas. De entrada, la mayoría de las personas encuentran su propia personalidad difícil, desagradable e incluso insípida. Puede suceder lo mismo cuando contemplamos el cuerpo humano. Es bello a la distancia adecuada, a la edad adecuada y a la luz adecuada pero, más de cerca lo contemplamos, más feo lo vemos. Al comprobarlo, probamos a ponernos a dieta, hacemos jogging, cuidamos la piel, hacemos ejercicio y nos tomamos unas vacaciones para mejorar nuestro cuerpo. Pero, aunque todo ello nos pueda beneficiar, seguimos básicamente atrapados en el cuerpo en que hemos nacido. Las personalidades son incluso más difíciles de modificar que nuestros cuerpos, pero el propósito de la vida espiritual no es abandonar nuestra personalidad. Parte de ella estaba ahí al nacer, parte ha sido condicionada por nuestra vida y nuestra cultura y, hagamos lo que hagamos, hemos de contar con ella. En esta tierra todos tenemos un cuerpo y una personalidad. 

miércoles, 25 de julio de 2012

Karma: el corazón es nuestro jardín (I)


"El corazón es nuestro jardín y, acompañando cada acto, 
existe una intención que se planta como una semilla. 
Podemos utilizar una navaja afilada para cortar a alguien,
y si nuestra intención es la de dañar, seremos unos asesinos.
Podemos llevar a cabo un acto casi idéntico pero,
si somos unos cirujanos,
la intención es la de curar y salvar una vida. 
El acto es el mismo, pero dependiendo de nuestro propósito e intención,
puede ser un acto terrible o compasivo."

Estamos impelidos a actuar día y noche, solos o en comunidad, en circunstancias maravillosas o frente a dificultades. ¿Cómo podemos poner en práctica nuestra comprensión interna y cómo podemos saber cuando nuestros actos son sabios?La clave a una acción sabía es la comprensión del karma.
Karma se ha convertido en una palabra común de nuestro lenguaje. Existen muchos ejemplos de ello. Decimos: "Es su karma" o "Ha recibido su karma". He llegado a escuchar un anuncio en la radio de un vendedor de coches, que vendía coches a bajo precio en Berkeley la temporada pasada porque, según él, era su karma y: "Es vuestro karma venir y conseguir una de estas gangas". Un diario local incluso anunciaba un servicio de 15.95$ para asegurar un karma mejor y más dinero en la próxima vida. "La Garantía de Reencarnación en la Próxima Vida" (Fortuna Garantizada o Le Devolvemos el Dinero). Este es el grado en el que la idea y uso de la palabra karma se han deteriorado en nuestra cultura.
El Avatamsaka Sutra es el texto budista que describe las leyes que gobiernan los miles de posibles ámbitos del universo; ámbitos de placer y ámbitos de dolor, ámbitos creados por el fuego, por el agua, por el metal, por las nubes o, incluso, por flores. Cada universo, nos dice el sutra, sigue las mismas leyes básicas: en cada uno de estos ámbitos, si plantas una semilla de mango, obtenemos un árbol de mango; si plantamos una semilla de manzana, obtenemos un manzano. Es así en cada ámbito existente en el mundo de los fenómenos creativos. 
La ley del karma describe el modo en que la causa y el efecto gobiernan los patrones que se repiten a lo largo de toda la vida. El karma significa que surge por si solo. Cada experiencia está condicionada por lo que la precede. Por lo tanto, nuestra vida está constituida por una serie de patrones interrelacionados. Los budistas dicen que comprenderlo es suficiente para vivir en el mundo de un modo sabio.
El karma existe en muchos niveles distintos. Sus patrones gobiernan las grandes formas del universo, como las fuerzas gravitatorias de las galaxias, y lo más pequeño, los modos sutiles en que nuestras elecciones humanas afectan a nuestro estado mental, de instante en instante. A nivel de la vida física, por ejemplo, si uno contempla un roble, podemos ver un "roble" que se manifiesta en distintas fases de patrones vitales. En una fase del patrón de roble, un roble existe como bellota; en una fase posterior, crece como vástago, en otra fase, como árbol grande, y en otra, como bellota verde que crece como árbol grande. Hablando en propiedad, no existe algo como un "roble" definitivo. Existe únicamente el patrón de roble, mediante el que ciertos elementos siguen la ley cíclica del karma: una combinació específica de agua, minerales y energía solar que lo transforma, una y otra vez, de bellota a vástago, hasta árbol grande.
Las tendencias y hábitos de nuestra mente son patrones kármicos semejantes que repetimos una y otra vz, como en el caso de la bellota y el roble. Cuando Buda se refería a esto, preguntaba: "¿Qué creéis que es mayor, la montaña más alta de la tierra o el montón de huesos que representa las vidas que habéis vivido, una y otra vez, en cada ámbito gobernado por los patrones de vuestro propio karma? Mayor es, amigos, el montón de huesos que la montaña más alta de la tierra."
Vivimos en un mar de patrones condicionantes que repetimos una y otra vez, pero muy pocas veces somos conscientes del proceso. Podemos comprender el funcionamiento del karma en nuestras vidas más claramente, observando dicho proceso de causa y efecto en nuestras actividades corrientes y observando como los patrones repetitivos de nuestra propia mente afectan a nuestro comportamiento. Por ejemplo, al haber nacido en cierta cultura en una época dada, aprendemos ciertos patrones hábito. Si nacemos en una taciturna cultura de pescadores, aprendemos a ser silenciosos. Si crecemos en una cultura mediterránea más expresiva, podemos expresar nuestros sentimientos con gestos y hablando alto. Nuestro karma social –condicionamiento paterno, escolar y lingüístico– crea patrones completos de consciencia, que determinan el modo en que experimentamos la realidad y el modo en que nos expresamos. 


(Texto extraído del libro "Camino con corazón". Autor Jack Kornfield)

lunes, 23 de julio de 2012

Mañaneando

haideé iglesias

Sosegante placer contemplar la diversidad y la dinámica cambiante de cada uno de nosotros... Transmitiendo paz al mundo... Mañaneando, si :)... 
Irradiante colorido que envuelve la trayectoria de la luz... Mañaneando, si :)... 
Y girando incansable al ritmo del planeta en el que habito-habitamos... Transmitiendo paz, si :)... 
Gracias :)

viernes, 20 de julio de 2012

Zen y depresión. Fe


No hay nada que pueda convencernos, empujarnos o forzarnos a crear la fe. La fe significa tranquilidad y la tranquilidad completa es la fuente de nuestra naturaleza y nuestra existencia.
Dainin Katagiri Roshi

Resulta difícil tener fe en algo cuando el momento presente resulta tan doloroso. Si la fe sólo estuviese basada en la esperanza no existiría ninguna base para ella cuando la esperanza desapareciese. Pero ¿qué nos queda una vez que estamos más allá de la esperanza?
Nos tenemos a nosotros mismos, a nuestra mente y nuestro cuerpo. Y nos queda la fe de que en nuestra vida, y en nuestra experiencia, podemos hallar las respuestas que buscamos.
En el budismo, la fe debe hallarse en la comprensión de que el Buda halló soluciones al problema del sufrimiento en nuestras vidas. Pero ni siquiera este punto de partida debe ser aceptado a ciegas, sino que debe ser confirmado por nuestra propia experiencia.
En nuestra depresión podemos tener fe en las respuestas que otros han encontrado antes que nosotros. Podemos darnos cuenta de que hay otras personas que se han recuperado de la depresión y tener fe en que nosotros también podemos hacer lo mismo. Y en el interior de nuestra experiencia, de nuestro propio cuerpo y de nuestra mente, podemos descubrir las respuestas necesarias para curarnos de nuestra depresión.
Por extraño que resulte, también podemos tener fe en una de las cosas que originan nuestro dolor Podemos confiar en la impermanencia que tan clara nos resulta durante la depresión. En lugar de ser un motivo de desesperanza, la impermanencia puede ofrecernos cierta esperanza.
Sólo el hecho de que todas las cosas sean impermanentes hace posible cualquier cambio. Las cosas pueden resultar difíciles en el momento presente, pero podemos estar seguros de que cambiarán. Aunque no estamos seguros del giro que darán el siguiente momento, es precisamente en esa incertidumbre donde radica nuestra oportunidad.
En la depresión parece que siempre hemos estado deprimidos y que siempre lo estaremos. Pero es entonces cuando la impermanencia puede ayudarnos. La mayoría de las depresiones acaban al cabo de un cierto tiempo, aunque no hagamos nada al respecto.
Aunque durante la depresión podemos sentirnos bloqueados, como sin nos hallásemos en medio de un mundo que gira con inusitada rapidez, nosotros también formamos parte de ese mundo cambiante. Así que debemos tener fe en la posibilidad de cambiar y en la posibilidad de un fin de nuestro sufrimiento. Esta fe está esencialmente basada en la fe en nosotros mismos.
A veces nos sentimos más allá de toda esperanza. Pero la esperanza implica no hacer nada, no tomar ninguna iniciativa, y aguardar a que suceda un cambio que nos cure. En lugar de ello, podemos tener fe, una fe que nos conduce al esfuerzo. Esta fe y este esfuerzo pueden acercarnos a lo que buscamos, y en el proceso, tanto la fe como el esfuerzo pueden crecer y reforzarse.

(Extraído del libro "El camino del Zen para vencer la depresión". Autor Philip Martin)

jueves, 19 de julio de 2012

Los distintos caminos

haideé iglesias


Un día, uno de sus alumnos le preguntó a Nasrudín:
Tú que eres un gran místico sin duda sabrás por qué los hombres siguen caminos distintos a lo largo de su vida, en vez de seguir todos una única senda.
–Muy sencillo –contestó Nasrudín–. Si todo el mundo siguiera el mismo camino, todos acabaríamos en el mismo lugar. Si todos estuviéramos en el mismo lugar, el mundo perdería el equilibro, se inclinaría y todos nos caeríamos al mar. 

miércoles, 18 de julio de 2012

Nación desorientada

haideé iglesias

La gente se siente a gusto en casas amplias, pero los pájaros se encuentran a disgusto en ellas. Las montañas y las junglas profundas son una delicia para tigres y leopardos, pero los seres humanos se asustan cuando las visitan. Los lagos profundos son apropiados para las tortugas, pero la gente se ahoga en ellos. La música clásica deleita a los humanos, pero alarma a los pájaros. Los árboles que cuelgan de los acantilados son el divertimento para los monos, pero los hombres se quedan petrificados si suben a ellos. Las formas varían y las naturalezas difieren; por lo tanto, lo que puede ser divertido puede ser también aterrador, y lo seguro puede ser peligroso. 

Un rey sabio de la antigüedad advirtió: "Se cuidadoso día a día, siempre atento; nadie choca con las montañas, pero la gente tropieza con los hormigueros." El hecho de que la gente normalmente no preste atención a los pequeños problemas y a las cosas más sutiles, es la razón de que tengan tantos remordimientos. El preocuparse de los problemas cuando ya se han producido es semejante a cuando una persona enferma busca un buen tratamiento, una vez su situación se ha vuelto crítica. 

En una nación desorientada, aquellos a los que todos elogian son recompensados, incluso si no han hecho méritos para ello.

El Tao de la política

martes, 17 de julio de 2012

Las relaciones: el lugar para compartir y cuidar


Su fin: aumente mensurablemente la calidad de sus relaciones personales y profundice su conexión emocional con las personas que más le importen, revisando los seis aspectos fundamentales de unas relaciones con éxito.


El éxito no sirve para nada si no tenemos a alguien con quien compartirlo; de hecho, nuestra emoción humana más deseada es la de la conexión con otras almas. A lo largo de este libro hemos hablado sobre el impacto de las relaciones para la configuración del carácter, los valores, las creencias y la calidad de nuestras vidas. El ejercicio de hoy está diseñado específicamente para recordarnos los seis puntos clave que son valiosos en cualquier relación. Revisémoslos brevemente antes de indicarle la tarea para hoy.


1. Si no conoce los valores y las reglas de la persona con quien comparte una relación, debe prepararse para el dolor. Las personas pueden amarse, pero si por la razón que sea rompen las reglas de alguien que les importe, se va a producir estrés y surgirán altercados en esta relación. Recuerde que todo altercado que haya tenido con otro ser humano ha consistido en un altercado sobre las reglas, y que cuando las personas se relacionan íntimamente es inevitable que algunas de sus reglas choquen. Al conocer las reglas de una persona puede eliminar estos desafíos por adelantado, antes de que se produzcan.


2. Algunos de los mayores desafíos que pueden plantearse en unas relaciones proceden del hecho de que la mayoría de las personas establecen una relación para obtener algo: tratan de encontrar a alguien que vaya a hacerles sentirse bien. En realidad, la única forma de que una relación dure consiste en considerarla como un lugar en el que se entra para dar, y no para recibir.


3. Al igual que cualquier otra cosa en la vida, para alimentar una relación existen ciertas señales de advertencia que le avisan de la necesidad de afrontar un problema inmediatamente antes de que se escape la mano. En su libro Cómo hacer el amor todo el tiempo, mi amiga la doctora Babara Angelis identifica cuatro fases perniciosas capaces de matar una relación. Al identificarlas, podemos intervenir de inmediato y eliminar los problemas antes de que caigan en pautas destructivas capaces de amenazar la propia relación.


Fase uno, resistencia: la primera fase de desafíos en una relación es cuando se empieza a sentir resistencia. Prácticamente todas aquellas personas que se hayan visto involucradas en una relación han experimentado resistencia con respecto a algo que su compañero/a ha dicho o hecho. La resistencia se produce cuando se introduce una excepción o se siente molestia o un poco de separación con respecto a la otra persona. Quizás en una fiesta alguien cuenta un chiste que le molesta y desearía usted que no lo hubieran contado. El desafío, claro está, es que la mayoría de la gente no comunica cuándo experimenta una sensación de resistencia y, como resultado de ello, es emoción continúa creciendo hasta que se transforma en...


Fase dos, resentimiento: si no se maneja la resistencia, crece hasta convertirse en resentimiento. Ahora ya no se está simplemente molestos, sino enojado con la otra persona. Se empieza uno a separar de ella y a erigir una barrera emocional. El resentimiento destruye la emoción de la intimidad, y ésa es una pauta destructiva para una relación, algo que, si no se controla, no hará sino ir adquiriendo velocidad. Si no se transforma o comunica, se convierte en...


Fase tres, rechazo: es el punto en el que se ha acumulado tanto resentimiento, que uno se encuentra buscando formas de meterse con el otro, de atacarle verbal o no verbalmente. En esta fase, se empieza a ver todo lo que hace el otro como irritante o molesto. Es ahora cuando no sólo se producen las separaciones emocionales, sino también las físicas. Si se permite la continuación del rechazo, y para disminuir nuestro dolor, pasamos a...


Fase cuatro, represión: cuando uno se cansa de afrontar el enojo que procede de la fase de rechazo, se trata de reducir el dolor creando una especie de paralización emocional. Se evita sentir el dolor, pero también se evitan la pasión y la excitación. Se trata de la fase más peligrosa de cualquier relación porque es el punto en que los amantes se convierten en simples compañeros de habitación; nadie sabe que la pareja tiene problema alguno, porque nunca se pelean, pero ya no que entre ellos ninguna relación.


¿Cuál es la clave para impedir que se produzcan estas "cuatro R"? La respuesta es muy sencilla: comunicarse claramente con el otro. Asegurarse de que las propias reglas son conocidas por el otro y puedan ser satisfechas. Evitar sacar las cosas de quicio y utilizar el vocabulario transformacional. Hablar en términos de preferencias; en lugar de decir: "¡No puedo soportar cuando haces eso!", decir: "Preferiría que en lugar de eso hicieras esto otro". Desarrollar interrupciones de pauta para impedir la clase de discusión en la que ni siquiera se puede recordar cuál es el verdadero motivo de la pelea, y sólo se tiene la impresión de que uno tiene que ganar.


4. Convierta sus relaciones en una de las prioridades principales en su vida, ya que de otro modo ocuparán un lugar secundario respecto a todas las demás cosas que son más urgentes y que le hayan ocurrido durante el día. Gradualmente, el nivel de intensidad y pasión emocional irá alejándose. Y no queremos perder el poder de nuestras relaciones simplemente porque nos hemos visto atrapados por la ley de la familiaridad, o hemos descuidado habituarnos a la intensa excitación y pasión que sentimos por una persona.


5. Una de las pautas más importantes que Becky y yo descubrimos desde el principio, y que es crítica para hacer duraderas nuestras relaciones, consiste en enfocar cada día la atención en hacerlo mejor, en lugar de enfocarla en lo que podría suceder si terminara. Debemos recordar que aquello en lo que enfoquemos la atención será aquello que experimentemos. Si nos fijamos constantemente en nuestro temor de que una relación pueda terminar, empezaremos a hacer inconscientemente cosas para sabotearla, para alejarnos antes de que nos vemos demasiado involucrados y experimentemos resultados verdaderamente dolorosos.

Un corolario de este principio es que, si quiere hacer durar su relación, no amenace nunca, nunca, nunca, nunca la propia relación. En otras palabras, no diga jamás: "Si haces eso, me marcho". El simple hecho de hacer esa afirmación crea la posibilidad, y también induce un temor desestabilizador en los dos miembros de la pareja. Todas las parejas a las que he entrevistado, y que han tenido una larga relación, han convertido en una de sus reglas el no cuestionarse si la relación duraría o no, ni amenazar con dejarla, independientemente de lo enfadados o dolidos que se sintieran. Recuerde la metáfora de la escuela de conducción, el coche patinando y la pared. Hay que enfocar la atención hacia donde se quiere ir en una relación, no hacia donde se teme llegar.


6. Vuelva a asociarse cada día a aquello que ama de esa persona con la que se halla relacionado. Recuerde sus sentimientos de conexión y renueve sus sentimientos de intimidad y atracción, haciéndose la pregunta: "¿Cómo he podido tener la suerte de encontrarte en mi vida?" Asóciese por completo al privilegio de compartir su vida con esa persona; sienta el placer intensamente y vincúlelo de forma continua a su sistema nervioso. Comprométase en una búsqueda continua de nuevas formas de sorprenderse mutuamente. Si no lo hace así, aparecerá la habituación y terminará por pensar que la presencia del otro está garantizada. Así, encuentre y cree esos momentos especiales capaces de convertir su relación en su modelo a imitar, en algo que sea legendario.


Anthony Robbins

lunes, 16 de julio de 2012

En la guardería

haideé iglesias

Todo lo que realmente necesito saber sobre cómo debo vivir, qué debo hacer y cómo debo ser lo aprendí en el jardín de infancia. La sabiduría no estaba en la cima de la montaña universitaria, sino en el montoncito de arena de la guardería. Ésas son las cosas que aprendí:

A compartirlo todo.
A jugar limpio.
A no pegar a la gente.
A guardar las cosas donde las encontramos.
A no coger lo que no es mío.
A pedir perdón cuando hago daño a alguien.
A levarme las manos antes de comer.
A tirar de la cadena después de usar el inodoro.
Que las galletas y la leche fría son buenísimas.
A llevar una vida equilibrada: aprender algo, pensar algo y dibujar, pintar, cantar, bailar, jugar y trabajar cada día.
A hacer la siesta después del almuerzo.
A vigilar el tráfico, a cogerme de la mano de los demás y a solidarizarme con ellos cuando salgo al mundo.
A estar atento a los prodigios. Pensemos en la pequeña semilla en el vaso de porexpán: las raíces van hacia abajo y la planta hacia arriba, y nadie sabe a ciencia cierta cómo o por qué, pero en realidad todos somos así.
Los pececitos de colores, los hámsters, los ratoncitos blancos e incluso la pequeña semilla en el vaso de porexpán mueren. Nosotros también.
Tampoco hay que olvidar los libros de Teo Y Calabaza y la primera palabra que aprendimos, la mejor de todas:
MIRAR

¿Qué ha aprendido hoy usted y su niño divertido?

Robert Holden

*** *** ***

Yo propongo también éstas otras palabras:
OLER
TOCAR
ESCUCHAR
AMAR

Tan importantes estos sentidos para comprender la vida... y para no dejarnos arrastrar por las invasión visual con la que constantemente nos bombardean... Y si, yo misma también uso de lo visual... mas, qué diferencia... qué gran diferencia...

*** *** ***

Saltarina... tan deliciosamente alegre... Si :)))

viernes, 13 de julio de 2012

El arte de la paz XIV


La vida está en el interior de la muerte, la muerte está en el interior de la vida; ¡debes existir aquí y ahora mismo!

Morihei Ueshiba

miércoles, 11 de julio de 2012

Somos lo que pensamos


Existe una conocida historia hindú de dos reinos: ambos estaban empezando a ser gobernados en nombre de Krishna. Observando desde el cielo, Krishna decidió visitarlos y comprobar lo que se estaba haciendo en su nombre. Así que apareció en la corte de uno de los reyes. Este rey era conocido por perverso, cruel, miserable y celoso. Krishna apareció en su corte rodeado de luz celestial. El rey se postró ante él y dijo: "Señor Krishna, has venido a visitarme". Krishna dijo:"si, quería darte una tarea. Me gustaría que viajaras por las provincias de tu reino y comprobaras si puedes encontrar una persona buena." Este rey viajó por todas sus provincias. Habló con las castas superiores y las castas inferiores, con sacerdotes y campesinos, con artistas y sanadores. Finalmente, regresó a su trono y esperó a que reapareciera Krishna. Cuando llegó Krishna, el rey se postró y dijo: "Mi Señor, he hecho lo que me pedías, he ido de arriba abajo por todo el reino, pero no he encontrado realmente a ninguna persona buena. Aunque algunas de ellas habían hecho muchas buenas obras, cuando he conocido a cada persona en particular, incluso sus mejores actos eran egoístas, interesados, de conveniencia, fruto del engaño. No pude encontrar a una sola buena persona."
Entonces Krishna fue a la otra corte gobernada por una famosa reina, llamada Dhammajara. Esta reina era conocida por su bondad, amabilidad, amor y generosidad. De nuevo Krishna le puso una tarea: "Desearía que viajaras por tu reino y me encontraras alguien malo." Así que la reina Dhammajara viajó por las provincias, hablando con las castas superiores y las castas inferiores, campesinos, carpinteros, enfermeras y sacerdotes. Tras una larga búsqueda, regresó a la corte, donde se volvió a aparecer Krishna. Se postró y dijo: "Mi Señor, he hecho lo que me has pedido, pero he fracasado en mi tarea. He recorrido el país y he hallado a muchas personas que actuaban inadecuadamente, que estaban mal dirigidos y actuaban de modo que producían sufrimiento. Pero, cuando realmente les he escuchado, no he podido encontrar a ninguna persona mala, sólo personas mal aconsejadas. Sus actos siempre eran fruto del temor, la ilusión y la incomprensión."

haideé iglesias

En ambos países, las circunstancias de la vida eran regulas por el espíritu de los gobernantes y lo que encontraron era el reflejo de su propio corazón. Si prestamos atención y comprendemos nuestro corazón y crecemos en las respuestas adecuadas de sabiduría y compasión, participamos en que la tierra goce de paz. Mediante nuestra creatividad y nuestro trabajo, podemos crear exteriormente circunstancias benéficas para nuestras vidas. Sin embargo, la mayoría de las grandes cosas que nos suceden, dónde nacemos, dónde morimos, los grandes cambios que cruzan nuestras vidas y el mundo que nos rodea, son el fruto de antiguos poderosos patrones kármicos. No podemos cambiarlos. Caen sobre nosotros como el viento y el tiempo. Lo único que podemos garantizar, es que las condiciones seguirán cambiando. 
Para comprender el karma, hemos de responder a una sencilla pregunta: ¿Cómo nos relacionamos con estas condiciones cambiantes? El tipo de universo que creamos, lo que elegimos plantar, lo que llevemos en adelante en el jardín de nuestro corazón, creará nuestro futuro. Buda inició sus enseñanzas en el gran Dhammapada diciendo: 

Somos lo que pensamos.
Todo lo que somos es fruto de nuestros pensamiento. 
Con nuestros pensamientos creamos el mundo.
Si hablas o actúas con una mente impura
tendrás problemas.
Como la rueda sigue al buey que conduce el carro.
Somos lo que pensamos.
Todo lo que somos es fruto de nuestro pensamiento.
Con nuestros pensamientos creamos el mundo.
Si hablas o actúas con una mente pura
le seguirá la felicidad
como si fuera tu inamovible sombra.

Texto: Jack Kornfield
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