viernes, 30 de septiembre de 2011

El Pandit

Creada originalmente por haideé iglesias

76. Si encuentras a un hombre inteligente que te descubre tus faltas y te reprende, asóciate con ese sabio: es un descubridor de tesoros. A quien se asocia a una persona así le va mejor y no peor.

77. Si reprende, si aconseja, si aleja de lo malo, tiene el aprecio de los buenos y la antipatía de los malos.

"La enseñanza de Buda" Dhammapada

jueves, 29 de septiembre de 2011

Tao Te Ching LXXIX

Creada originalmente por haideé iglesias

Después de una gran herida,

siempre queda una cicatriz.

¿Cómo puede esto ser deseable?

El sabio cumple con su deber,

el que no lo es, trata de imponer cargas a los demás.


Quien sigue la vía del Tao,

cumple con su deber,

quien no la sigue,

exige sólo sus derechos.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

Pasos matutinos

Creada originalmente por haideé iglesias

Silenciosa ciudad en una mañana mojada sin lluvia. Percibo unos pasos tranquilos, recogidos en si mismos. Eco repetido por las luces de reflejos embebidos con brillante vestido... Escucho, tan sólo escucho...

El camino torcido no malogra la Verdad alimentada por la Vía...

martes, 27 de septiembre de 2011

El secreto de la felicidad

Creada originalmente por haideé iglesias

Uno de sus fieles discípulos, que había estado buscándole durante muchos años, le encontró finalmente encima de un montón de piles de plátano, y nadie sabía por qué estaba allí.

¡Oh, gran sabio Nasrudín! –dijo el entusiasta estudiante–, tengo que hacerle una importante pregunta, cuya respuesta todos buscamos: ¿Cuál es el secreto para alcanzar la felicidad?

Nasrudín sonrió, pensó un momento, y luego respondió:

–El secreto de la felicidad consiste en no equivocarse.

–¡Ah! dijo el estudiante–, pero, ¿cómo hay que hacer para no equivocarse?

–Con la experiencia –contestó Nasrudín.

–Sí –dijo el estudiante–, pero, ¿cómo se obtiene la experiencia?

–Equivocándose.

lunes, 26 de septiembre de 2011

Agresión y narcisismo


Aparte de los factores ya examinados, una de las causas más importantes de agresión defensiva es el narcisismo lastimado.


Freud formuló el concepto de narcisismo en función de su propia teoría de la libido. Como el paciente esquizofrénico no parece tener ninguna relación "libidinosa": con los objetos (en la realidad ni en la fantasía), Freud hubo de plantearse la cuestión de qué había sido la libido retirada de los objetos externos en la esquizofrenia. Y su explicación fue que "la libido retirada del mundo externo se ha dirigido hacia el ego y da origen a una actitud que podríamos denominar narcisismo". Suponía además Freud que el estado original del hombre en la primera infancia era el narcisismo ("narcisismo primario"), en que todavía no había ninguna relación con el resto del mundo; en el curso del desarrollo normal, el niño iba aumentando la amplitud e intensidad de sus relaciones libidinales con el mundo exterior, pero en circunstancias especiales (la más radical de todas la insania) la libido se retira de los objetos y se dirige nuevamente al ego ("narcisismo secundario"); no obstante, aún en el caso de un desarrollo normal, un ser humano sigue siendo narcisista en cierto grado toda su vida. (S.Freud, 1914).


A pesar de este pronunciamiento, el concepto de narcisismo no ha desempeñado en las investigaciones clínicas de los psicoanalistas el papel que merecía. Se ha aplicado principalmente a la primera infancia y las psicosis, pero su gran importancia está precisamente en su papel para la personalidad normal o la llamada neurótica. Este papel sólo puede entenderse cabalmente si se libera el narcisismo de la restrictiva armazón de la teoría de la libido. Entonces puede describirse el narcisismo como un estado de experiencia en que sólo la persona, su cuerpo, sus necesidades, sus sentimientos, sus pensamientos, su propiedad, todo cuanto y quienquiera le pertenezca son sentidos como plenamente reales, mientras que todas las cosas y personas que no forman parte de la persona o no son objeto de sus necesidades no son interesantes, no son plenamente reales, se perciben sólo por el reconocimiento intelectual, y afectivamente no tienen peso ni color. Una persona, en el grado en que es narcisista, tiene una doble norma de percepción Sólo ella y lo que le pertenece tiene importancia y el resto del mundo está más o menos desprovisto de peso y color, y a causa de esta doble norma, la persona narcisista deja ver graves defectos de juicio y le falla capacidad para ser objetiva.

1.Nota: En años recientes, muchos analistas, han puesto en duda el valor del concepto de narcisismo primario infantil y suponen la existencia de relaciones objetivas en un periodo mucho más temprano que Freud. La idea freudiana de la índole enteramente narcisista de la psicosis también ha sido abandonada por la mayoría de los psicoanalistas.

2.Nota: En adelante trataré sólo el narcisismo que se manifiesta en el sentido de grandiosidad. Hay otra forma de narcisismo que, si bien parece ser lo contrario, es sólo otra manifestación de lo mismo; me refiero al narcisismo negativo, en que una persona está constante y ansiosamente preocupada por su salud hasta la hipocondría. Esa manifestación no tiene importancia en nuestro contexto. Pero debería anotarse que las dos manifestaciones suele fundirse: recordemos tan sólo las preocupaciones de Himmler por su salud.


A menudo la persona narcisista logra una sensación de seguridad en la convicción enteramente subjetiva de su perfección, su superioridad sobre los demás, sus extraordinarias cualidades, y no por su relación con los demás ni por sus trabajos o creaciones reales. Necesita aferrarse a su imagen narcisista de sí misma, ya que en ella se basan sus sentidos de valor y de identidad. Si este narcisismo se ve amenazado, la amenaza es contra una región de importancia vital. Cuando los demás lesionan ese narcisismo con el desdén, las críticas, la revelación de los errores cometidos de palabra, la victoria en el juego o de otros muchos modos, la persona narcisista suele reaccionar con ira o rabia intensas, sea que las manifieste o no, o tal vez ni siquiera se dé cuenta de ello. La intensidad de esta reacción agresiva puede verse con frecuencia en el hecho de que esa persona nunca perdonará a quien hirió su narcisismo y a menudo siente un deseo de venganza que sería menos intenso si hubieran sido su cuerpo o su propiedad los atacados.


Muchas personas no se dan cuenta de su narcisismo, y sólo de aquellas de sus manifestaciones que no le revelan francamente. Así, por ejemplo, sentirán una excesiva admiración por sus padres o sus hijos y no tienen dificultad en manifestar esos sentimientos porque tal comportamiento suele juzgarse positivamente como piedad filial, afecto a los padres o fidelidad; pero si hubieran de expresar lo que sienten de su propia persona, como "yo soy la persona más maravillosa del mundo", "soy mejor que nadie" o cosas por el estilo, no sólo se sospecharía que son terriblemente vanos, sino incluso tal vez que no están en su sano juicio. Por otra parte, si la persona ha logrado algo apreciado en el arte, la ciencia, el deporte, los negocios o la política, su actitud narcisista no sólo parece realista y razonable sino que continuamente la están alimentando los demás. En estos casos tal vez de rienda suelta a su narcisismo por haber sido sancionado y confirmado socialmente. En la actual sociedad de occidente hay una interconexión peculiar entre el narcisismo de la celebridad y las necesidades del público. Este requiere estar en contacto con gente famosa porque la vida de la persona común y corriente es vacía y aburrida. Los medios de comunicación masiva viven de vender fama, y así todo el mundo queda satisfecho: el ejecutante narcisista, el publico y los mercaderes de fama.

1.El problema de narcisismo y capacidad creadora es muy complejo y requiere un examen mucho más amplio de lo que aquí es posible.

Entre los líderes políticos es muy frecuente un alto grado de narcisismo, que puede considerarse una especie de deformación (o ventaja) profesional sobre todo en quienes deben su poder a la influencia que ejercen en el gran público. Si el dirigente está convencido de sus extraordinarias dotes y su misión, será más fácil convencer a grandes multitudes, atraídas por personas que parecen tan categóricamente seguras. Pero el dirigente narcisista no sirve se sirve de su carisma narcisista como de un instrumento de éxito político; necesita el triunfo y los aplausos para su propio equilibrio mental. La idea de su grandeza e infalibilidad se basa esencialmente en su ampulosidad narcisista, no en sus verdaderos hechos en tanto que ser humano. Y no puede pasarse sin la hinchazón narcisista porque su núcleo humano –convicción, conciencia, amor y fe– no está muy desarrollado. Las personas extremadamente narcisistas casi se ven obligadas a hacerse famosas, porque de otro modo estarían deprimidas e insanas. Pero hace falta mucho talento –y oportunidades apropiadas– para influir en los demás a tal grado que su aplauso convalide esos sueños narcisistas. Aún cuando esas personas triunfen, se sienten impulsadas a buscar nuevos éxitos, porque para ellas el fracaso podría acarrear el desplome total. El éxito popular es efectivamente su autoterapia contra la depresión y la locura. Peleando por sus objetivos, pelean en realidad por su equilibrio mental.

Cuando, en el narcisismo colectivo, el objeto no es el individuo sino el grupo al que pertenece, el individuo puede comprenderlo perfectamente y manifestarlo sin restricciones. La afirmación de que "mi país" (mi nación, mi religión) es el más maravilloso, el más culto, el más poderoso, el más pacífico, etc., no parece nada extraña. Parece también un juicio de valor realista y racional, pues lo comparten muchos miembros del mismo grupo. Este consenso logra transformar la fantasía en realidad, ya que para muchas personas, la realidad está constituida por el consenso general y no se basa en la razón ni en el examen crítico.

1. A veces, el consenso de un grupo, siquiera pequeño, basta a crear la realidad: en los casos extremos incluso el consenso de dos (folie á deux)


El narcisismo grupal tiene funciones importantes. En primer lugar, fomenta la solidaridad y cohesión del grupo y hace más fáciles las manipulaciones al apelar a los prejuicios narcisistas. En segundo lugar, es un elemento en extremo importante porque da satisfacción a los miembros del grupo, y en particular a quienes no tienen muchas razones de sentirse orgullosos ni valiosos. Aunque uno sea el último miembro de un grupo, el más lamentable, pobre y desdeñado, halla una compensación a su triste condición al poderse decir: "Soy parte del grupo más maravilloso del mundo. Yo, que en realidad sólo soy un gusano, me convierto en gigante al pertenecer al grupo." Por consiguiente, el grado de narcisismo grupal está en proporción de la falta de satisfacciones verdaderas en la vida. Las clases sociales que más gozan de la vida son menos fanáticas (el fanatismo es una cualidad característica del narcisismo de grupo) que otras, como la clase media, que padecen escaseces en todos los campos materiales y culturales y llevan una vida de hastío absoluto.

Al mismo tiempo, cuesta poco fomentar el narcisismo de grupo para el presupuesto social; en realidad puede decirse que prácticamente nada si se compara con lo que cuesta elevar el nivel de vida. La sociedad sólo tiene que pagar a los ideólogos que formulan las consignas engendradoras de narcisismo social; por cierto que muchos funcionarios sociales, como maestros de escuela, periodistas, ministros del culto y profesores, participan sin paga, por lo menos en dinero. Reciben su recompensa al sentirse orgullosos y satisfechos de servir una causa tan noble... ganando mayor prestigio y promoción.


Erich Fromm

viernes, 23 de septiembre de 2011

El narcisismo ¿qué es? (X y último) Luces. Pistas y alternativas para romper el espejo


"Doble trabajo el de Narciso: disolver su ego y el apego de su ego, o al revés. De todas maneras doble tarea"

M. Luque


El trastorno narcisista ha sido interpretado de diversas maneras. Unos lo presentan como un mecanismo de defensa, que refleja la inseguridad que el sujeto tiene. Al mismo tiempo, desde otra perspectiva se plantea como una vuelta o bien una fijación a etapas inmaduras en el desarrollo humano.

Por tanto, antes de comenzar a describir lo que hay que potenciar como alternativa al modo de vida narcisista, es conveniente describir dos premisas sobre lo que debe entenderse por persona madura:


a) La persona madura es la que es capaz de disponer de todos sus recursos personales, de toda su energía vital, y es capaz de usar ese potencial personal del modo que le hace más libre.


b) La madurez es un proceso, no una meta, que pasa por la sucesiva integración de experiencias. Un proceso de encuentros y experiencias en los que el sujeto aprende a ser persona integrando la realidad. Nadie puede decir que ha llegado al culmen de la madurez, todos somos "fincas manifiestamente mejorables" y por tanto, estamos en vías de actualización de nuestras potencialidades hasta el mismo día de nuestra confrontación plena con el Otro.


¿Qué habría que potenciar? La respuesta sería muy fácil: desarrollar una buena autoestima. Sin embargo, ¿en qué consiste la autoestima? Exponemos a continuación las características de un quererse a sí mismo sanamente, o lo que es lo mismo, una sana autoestima.


1. La aceptación gozosa de uno mismo


"Conozco una sola definición de la felicidad: ser un buen amigo de sí mismo"

P. Solignac)


Se suele acusar a la cultura cristiana, aunque más bien habría que decir a una mala interpretación del mensaje cristiano, como la responsable de una mentalidad que anula al sujeto. A lo largo de los siglos se ha mantenido la idea de que amar a los demás era una virtud y amarse a sí mismo un vicio. Para E. Fromm (1966) tal punto de vista se remonta a los comienzos del pensamiento occidental, siendo Calvino y Freud dos buenos representantes de dicha postura. Calvino calificará de "peste" el amor a ´si mismo y Freud planteará el quererse a sí mismo como narcisismo y, por tanto, será una vuelta a etapas tempranas del desarrollo.

Por ser fieles a esta idea, no es extraño que muchos se hayan lanzado compulsivamente a amar a otros olvidándose de sí mismos. Nos comentaba un paciente que su madre se murió en el momento en que no "pudo servir a nadie". Es decir, de tal manera había configurado su vida desviviéndose por los demás, que cuando no tuvo a nadie directamente que servir, no tenía sentido su existencia ya que no era capaz de gozar siendo servida. A lo largo de las sesiones, él cayó en la cuenta de que estaba repitiendo el mismo esquema: participaba en todas las organizaciones sociales existentes y por crear; se desvivía por los otros, y sin embargo, ¿por qué no estaba bien? Ya la edad no le permitía el activismo atroz que había mantenido anteriormente, por tanto, ya carecía de sentido su vida, si no podía realizar diversas actividades.

Habría que preguntarse si muchos de esos activismos se realizan como servicio al prójimo, o como huida de sí mismo. Actualmente en la investigación psicológica se describe una nueva patología o trastorno, se ha acuñado el término workaholic para describir la realidad de aquellos sujetos "adictos al trabajo". Tales sujetos de tal manera se sienten dependientes de su actividad que son incapaces de dejar de trabajar y poder vivir momentos de ocio. El trabajo se convierte en una droga que les ayuda a no pararse. Con ello, entre otras evasiones, evitan el encuentro consigo mismo, ya que temen las consecuencias de dicho encuentro. ¿Qué hacer cuando no tienen nada que hacer?

En definitiva, nadie puede dar lo que no tiene y difícilmente podrá dar amor aquel que no lo conoce o experimenta hacia si mismo. No está lejos de esta idea el mensaje evangélico que afirma: "ama al prójimo como a tí mismo". Fromm (1966) insistirá en esta idea, al expresar que, quien sólo puede amar a otro es, sencillamente, incapaz de amar.

Aceptarse es aprender a responsabilizarse de lo que uno es, desde su verdad. Hemos descrito al narcisismo como aquello persona que presenta una imagen distorsionada, "infla su imagen", porque necesita parecer y que se le reconozca de una manera especial. Al mismo tiempo, el individuo narcisista no sólo siente excesivo amor por sí mismo sino que ese amor suele ser bastante pobre y a menudo autodegradante, es decir, no se trata a sí mismo mejor de lo que trata a las demás personas con las que tiene relaciones. Su convicción de que carece de autenticidad, su escepticismo frente a la posibilidad de que de una honesta autoimagen puede surgir algo bueno o valioso, etc., son maneras muy pobres de amarse.

¿Cuáles serían las características de una buena aceptación? La persona con una sana aceptación propia:


a) Se conoce sin máscaras con sus miserias y sus grandezas.


"Es imposible la salud psicológica a no ser que lo esencial de la persona sea fundamentalmente aceptado, amado y respetado por otros y por ella misma".

A. Maslow


Aquel, que se conoce sin máscaras, presenta una aceptación gozosa de sí, ya que , de lo contrario, el infierno no son los otros, sino uno mismo. De los años vividos compartiendo experiencias con alcohólicos, hemos podido ver cómo muchas personas han pasado de tutear a la muerte, a volver a recuperar la ilusión por la vida. Sin embargo,. tal cambio sólo es posible a través de un reconocimiento de la propia realidad y de una aceptación de la misma.: "Admitimos que éramos impotentes ante el alcohol, por lo que nuestras vidas se habían vuelto ingobernables".

Sólo desde la aceptación propia sin autoengaños, se puede pasar por la experiencia que manifiestan muchos alcohólicos, de "tocar fondo", sin quedarse atrapados en ella. Sólo desde la sinceridad personal se puede asumir, por ejemplo, el paso diez de los "Alcohólicos Anónimos", que consiste en realizar un intervalo personal, sin vivirlo como culpa y castigo. En consecuencia, sólo el que es capaz de aceptarse, será capaz de amar y aceptar a otro.


b) Vive el "darse cuenta".


"El loco dice: "Yo soy Abraham Lincoln, y el neurótico: me gustaría ser Abraham Lincoln, y la persona sana: "Yo soy yo y tú eres tú"

F. Perls


El enfoque psicológico denominado Psicología Gestalt hace de este concepto, traducción del término inglés awareness, el centro de su teoría. Darse cuenta es ser "consciente de su propia realidad. El objetivo es que el sujeto aprenda a "enfocar el darse cuenta", y descubra lo que él es y no lo que el debería ser, o lo que podría haber sido. A su vez, tome conciencia de lo que fue y evite caer únicamente en el ideal de lo que pueda llegar a ser. Así, aprenderá a confiar en sí mismo y obtendrá un desarrollo óptimo de su personalidad.


Desmenucemos tal objetivo:


"Ser consciente" no es lo mismo que ser "conciente". El que racionalmente conozcamos algo no quiere decir que auténticamente lo hayamos asimilado. De hecho vivimos una separación radical entre mente y cuerpo. Normalmente funcionamos con un esquema :; por un lado va lo racional (pensamientos, ideas, proyectos teóricos, etc.) por otro lado lo vivencial (sentimientos, afectos, etc.).

Sin embargo, el hombre es una unidad psicosomática. Si nos duele una pierna, es normal que nos sintamos mal y estemos tristes y molestos. A su vez, si tenemos problemas laborales o familiares podemos desarrollar un buen insomnio o tener alteraciones gastrointestinales. Por ello, ser "consciente" es integrar cuerpo y mente. Hay que intentar no quedarse sólo en lo racional. La idea moviliza el sentimiento y éste a su vez, transforma el pensamiento. De lo contrario "se sabe" pero no se "conoce" auténticamente. A veces, se suele experimentar el "darse cuenta" cuando uno tiene que volver a recuperar la movilidad de un miembro tras un accidente. Cuando alguien comienza una rehabilitación, por ejemplo una pierna que ha estado inmovilizada algún tiempo, tras su accidente de circulación, se hace "consciente" del proceso neurofisiológico del caminar. Normalmente se camina sin sentir los propios pies, sin embargo, al tener que recuperar la movilidad nos hacemos "conscientes" de aquello que anteriormente realizábamos sin ser "conscientes" de ello.


(Texto extraído del libro "¿Qué es el narcisismo?" Autor José Luis Trechera)

jueves, 22 de septiembre de 2011

El narcisismo ¿qué es? (IX) ¿Qué hacer? Luces y sombras. Desde el análisis psicológico. Desde el análisis social

"Mas siempre sirven las sombras para distinguir la luz"

J. Hernández


En "La vuelta de Martín Fierro" escribió José Hernández los versos citados más arriba. Dado que nos vamos acercando al final de nuestro trabajo, puede ser interesante ofrecer pistas y alternativas para poder cuestionar la situación reflejada en estas páginas. Ser consciente de la realidad, es el primer paso para poder afrontarla y transformarla. Para ello, utilizaremos el símil de la luz y de la sombra. Creemos que el ser humano es complejo, no desde el sentido negativo, sino por la riqueza y pluralidad que encierra: unidad psicosomática, potencial de desarrollo, dimensión trascendente, y especialmente por ser luz y sombra, con sus fortalezas y debilidades. Allí donde tenemos la mayor luz (fortaleza), aparece asociada la mayor sombra (debilidad), por ejemplo, una persona muy audaz y lanzada necesariamente será en muchos momentos imprudente, etc.

A través de la experiencia psicoterapéutica, tenemos la convicción de que las personalidades narcisistas poseen un enorme potencial, pero no encuentran la forma correcta de actualizarlo. Al quedarse en la actitud de puer aeternus, se entregan a una fantasía de eterna juventud, que niega la experiencia de relación con su entorno desde un nivel de adulto. No es raro por tanto, que en el fondo se viva el "síndrome de Peter Pan", que se traduce en la negativa a crecer y a no confiar en los demás; lo cual les aísla del entorno, les refuerza su ensimismamiento y les lleva a vivir a la deriva, refugiados en sus fantasías megalomaníacas y negando la realidad plena de sus vidas.


¿Qué podemos hacer? Desde esta perspectiva plantearemos las consecuencias del modo de vida que denominamos narcisista, sus posibles peligros (sombras) y cómo reforzar sus puntos fuertes (luces).


Sombras: Consecuencias de quedarse atrapado en el espejo


Desde el análisis psicológico


"Dime de qué presumes y te diré de qué careces"

(Refrán popular)


A pesar de lo omnipotencia, la grandiosidad y la hiperestima, el narcisismo puede considerarse como un espejo mágico, que falsifica la realidad del desamparo y de la impotencia del ser humano, reflejando una omnipotencia que no tiene. El narcisismo se presenta como una formación reactiva, un mecanismo de defensa, mediante el cual el sujeto actúa de manera totalmente distinta a como se siente o auténticamente es. Al igual que en la obra de O. Wilde, "El retrato de Dorian Gray", Narciso presenta una "fachada", que protege y esconde su verdadera identidad: inseguridad, vulnerabilidad, etc, La imagen se destruye y desmorona al confrontarla con la realidad y provoca la destrucción del sujeto. En otra obra, "El cumpleaños de la infanta", O.Wilde describe un enano, cuyas ilusiones acerca de la magnificencia de su yo se colapsan, cuando súbitamente ve su imagen en el espejo de la verdad.

El individuo narcisista aparece externamente como un sujeto con gran seguridad. Sin embargo, como afirma Fromm (1991b), se trata de un mecanismo de defensa. El narcisista necesita su narcisismo y vive para alimentarlo. Es enormemente inseguro, porque ninguno de sus sentimientos, ninguna de sus ideas, nada suyo, se funda en la realidad. El narcisista está tan seguro porque no le interesa cómo son las cosas. Su seguridad se debe a que cree cierto lo que piensa, sólo porque es él quien lo piensa. A su vez, tiene una gran necesidad de ver confirmado su narcisismo, porque de lo contrario empieza a dudar de todo.

Diversos autores insisten en este aspecto. Según Svrakic (1990), más que "inflación del yo", se da una "frágil autoestima". Contrariamente a la creencia común, el narcisismo patológico no debe ser equiparado al "extremo amor propio" y, por ello, el narcisista realiza esfuerzos insaciables por sustituir el amor, por la admiración externa. Para Lasch (1979) el narcisista no se identifica con la autoafirmación, sino con la pérdida de identidad. Es decir, hace referencia a un yo amenazado por la desintegración y por una sensación de vacío interior. El narcisista no se quiere, quiere quererse, pero siempre está insatisfecho consigo mismo, siempre se ve "manifiestamente mejorable", y, por ello, siente la necesidad compulsiva y esclavizante de maquillarse y embellecerse continuamente. (Martín Holgado, 1989).

Sobre la misma idea ya había trabajado K. Horney (1939) distinguiendo la "auténtica estima del yo", de la "inflación del yo". La verdadera estima del yo se apoya en las cualidades que una persona posee realmente, mientras que la "inflación del yo" le hace atribuirse, ante sí mismo y ante los otros, unas cualidades y hazañas sin fundamento real. Por tanto, estima del yo e "inflación del yo" se excluyen. Así mismo, para Fromm (1991b), el narcisismo es completamente diferente del amor a sí mismo. El narcisista no se ama, no está satisfecho de sí y por eso es codicioso. Para Fromm (1991b), la codicia siempre es consecuencia de una grave frustración, ya sea codicia de poder, de la comida, o de cualquier cosa, la codicia se debe siempre a un vacío interior.

He aquí la gran paradoja de la personalidad narcisista; por un lado es incapaz de captar nada externo a sí mismo y, por otro, necesita constantemente el apoyo, la confirmación del suministro exterior narcisista para el mantenimiento de su autoestima (Kernberg, 1980). Romano (1984) utiliza el término "baluarte narcisista" para referirse a un sistema defensivo que utiliza el yo, con el objetivo de mantener, de modo rígido y estereotipado, una estructura que evita la realidad y tiene a conservar incólumes los sistemas ideales, ya anacrónicos.

Cuando, por diferentes razones, la conexión con los objetos narcisistas se rompe, la persona narcisista cae en el extremo opuesto y muestra una apariencia totalmente distinta: negatividad, dificultades, etc, Lo que Giovacchini (1978) ha denominado "la desgracia (o fracaso) narcisista", comienza cuando el paciente deja de obtener suficientes suministros narcisistas de su entorno. Tal situación va acompañada de rabia narcisista, devaluación y reacción agresiva contra el objeto o ambiente externo (kohut, 1972). El paciente entra en la "soledad grandiosa" (Kernberg, 1975) y comienza a incrementar sus fantasías megalómanas acerca de sus cualidades y talentos (Volkan, 1973; Model 1975).

Svrakic )1987a) establece como propio de las personas narcisistas el concepto del "estado de ánimo pesimista", que destaca por los siguientes rasgos: actitud pesimista de futilidad, confusión ética, superioridad y arrogancia, por lo que impone su visión pesimista a los demás e intenta controlarlo todo, disforia (intervalos de reposo y alivio) y sentimientos de vacío y tristeza.

Por tanto, el coste del narcisismo es la soledad, la renuncia a la relación con los demás, ya que ésta implicaría una temible relación de dependencia. riesgo de abandono y herida narcisista por el sometimiento humillante. La actitud narcisista aprendida en la infancia facilita la vulnerabilidad del sujeto ante la pérdida del amor y la valoración de los otros, lo que origina la búsqueda permanente de vinculaciones afectivas autorreferenciales, solipsistas y solitarias. Esa atención permanente a su propio yo, la "soledad narcisista", es una soledad precaria, atesoradora, explotadora y, a veces, chantajista (Rodriguez, 1989), Miller (1979) resume esta idea en la expresión "inner prision", el sujeto narcisista vive como en una "prisión interna", que, poco a poco, le aísla del entorno. Por ello, la curación del narcisismo no puede ser otro que la interacción y la aceptación de la dependencia.

J.M. Toro (1993) expresa magníficamente esta idea en el texto siguiente:

"El egocentrismo no pretende sino rellenar inútilmente

el propio vacío

haciéndolo más vasto y profundo.

El egocentrismo

es un auténtico aguijón para el ser humano:

cuando actúa, no sólo envenena lo que toca,

sino que deja sin vida a quien hace uso de él".


Desde el análisis social


"Somos lo que somos a partir de nuestra relación con otros"

(G. Mead)


Potenciar el individualismo tenía sentido frente a un pasado que uniformizaba. Charles Taylor (1994) utilizaba el término la "gran cadena del Ser" para referirse a esa "jaula" que envolvía al ser humano. El orden social ha sido fijo e inmutable durante siglos. Todo estaba ya pre-defienido, así aquel que nacía noble se desarrollaba como noble y quien nacía plebeyo moriría plebeyo. Esta !jaula" era apoyada por una falsa concepción de Dios en cuanto legitimador de ese orden fijo.

Por el contrario, actualmente, se corre el peligro de absolutizar lo individual. Los principios rectores de la acción del individuo son el auto-desarrollo y la felicidad personal. El sujeto se ha convertido en el objetivo predominante y en la vara de medir del proceso de formación de los valores y actitudes. El ideal de autonomía individual es el gran ganador de la condición postmoderna, en parte, a costa de obligaciones y compromisos relacionados con la vida familiar y con la vida comunitaria en general. Para González Faus (1988) si la Modernidad puso la utopía humana en lugar de Dios, la postmodernidad ha puesto al pequeño burgués en lugar de la utopía.

Es difícil aceptar la interpretación de Marcuse (1953), según la cual, Narciso rehusa mirar fuera porque no quiere colaborar con la sociedad represiva, y lo presenta como un luchador frente a la represión social. Si se da ese rechazo a la sociedad por su represión, los efectos del mismo no repercuten de manera positiva en el propio sujeto, no le liberan, sino que más bien provocan su destrucción y aislamiento. Es decir, el propio individualismo de Narciso no aporta ningún bien positivo ni para sí mismo ni para la sociedad, en contraposición del individualismo, concebido según el esquema de Adan Smith, el cual beneficiaría a la sociedad a largo plazo. El individualismo actual sumerge al individuo en una alienación persona y en una conducta antisocial.

en oposición a los que defienden los efectos beneficiosos del individualismo, otros describen consecuencias bien distintas de tales planteamientos. El resultando es un hombre "unidimensioinal" (Marcuse, 1954), narciso (De Miguel, 1979), light (Rojas, 1992), fragmentado (Muguerza, 1977), que se aísla del entorno y en su "privacidad" de dedica al goce de sí mismo (Mardones, 1988). El profesor López-Yato (1991) ha descrito a estos nuevos tipos como "hombres con mentalidad de diosecillos". Tales sujetos encuentran su correlato sociológico y un caldo de cultivo idóneo en el narcisismo de la cultura actual.

Ante la carencia de un proyecto universal, el hombre occidental se refugia en la subjetividad, en la esfera privada y en l culto la individualidad, cada sujeto es el centro del mundo y del universo (Bejar, 1988, 1993; Pérez Álvarez, 1992, Camps, 1993). Nuestra civilización occidental se caracteriza por perder de vista las necesidades del otro. A pesar de tener miles de ventanas –televisión, radio, prensa– para observar el entorno, no se capta la realidad externa. Por tener una "anestesia social", no en vano, vemos los hechos sin que nos afecten o interpelen, y por buscar compulsivamente utensilios o experiencias, que satisfagan la necesidad de gratificaciones inmediatas. Estamos en una cultura del "yo en primer lugar" (Cooper, 1986)

El culto al individuo puede dar lugar a la "egocracia". Una cultura de este tipo es una "cultura anoréxica", la de la desgana, la expulsión, el rechazo, que es el resultado evidente de una fase obesa, saturada y pletórica (Braudillard, 1987). El pensamiento postmoderno sería expresión de la cultura cansada del "balneario del Primer Mundo" (Mardones, 2990). En consecuencia, hoy en día se potencia el sumergirse en el presente y vivir la vida, entendido únicamente como ´su" presente, y "su" vida. -Es decir, este narcisismo individualista se manifiesta en una propensión hacia la seguridad y la ausencia de compromiso. Por ello, muchos sujetos se resguardan en el individualismo y en las experiencias inmediatas (la sexualidad, el baile, los deportes, la droga, etc.). Como afirma Gonzalez Faus (1988), la vida es tan dura y tan insoportable, que vale más morirse viviendo "bien" que conservarla privándose de vivir "bien".


(Texto extraído del libro "¿Qué es el narcisismo? Autor José Luis Trechera)

miércoles, 21 de septiembre de 2011

El narcisismo ¿qué es? (VIII e) Definición del trastorno narcisista de la personalidad. Falta de empatía


"Hitler mostraba la seguridad de sonámbulo que sólo tiene una persona extremadamente narcisista..., Hitler no se interesaba por nadie, de manera que estaba libre de todo cálido sentimiento. Podía mostrar una agresividad sin límites aún contra sus colaboradores principales, alternándola con gestos y sonrisas benévolas y amables. Con otras palabras, mediante esta conducta les hacía sentirse como niños pequeños, ofreciéndose como el ídolo que todo lo sabe, todo lo puede y todo lo castiga!.

E. Fromm


Se entiende por empatía la capacidad de "sentir con" otro. Es decir, la empatía implica compartir la emoción percibida en otro. La empatía es una respuesta emocional que brota del estado emocional de otro y que es congruente con dicho estado. (Eisenberg y Strayer, 1987). Sin embargo, no conviene pasar por alto la distinción del aspecto "como si", diferenciación mínima entre uno mismo y otro que postulaban varios autores (Feshbach, 1978; Kohut, 1978). En definitiva, la empatía supone la capacidad de participar generosamente y con afecto de la realidad ajena. Según Rogers (1959) se puede describir tal situación con la expresión "mirada positiva incondicional", la cual posibilitará que el sujeto se sienta aceptado y reconocido.

Por tanto, la nula empatía expresa la incapacidad para reconocer y experimentar lo que los otros sienten. La ausencia de empatía es típica de la patología narcisista y por ello el trastorno narcisista de la personalidad se caracteriza por la negación de los sentimientos. La inhibición de la expresión de los afectos y emociones tiene jugar porque el narcisista piensa que al expresarlos se vuelve vulnerable. Las personas narcisistas se defienden ante el posible daño no necesitando o no expresando deseos.

Los sujetos narcisistas presentan dificultades para captar las características propias de las personas con las que tienen conexiones íntimas (pareja, amigos, familiares, etc). El narcisista vive en el mundo como si perteneciera a otra realidad y difícilmente consigue percibir lo que sucede a su alrededor. De ese modo, no se compromete profundamente con nadie y, al mismo tiempo, se alejan del conocimiento de sí que le podría procurar esa relación. En consecuencia, si no hacemos un esfuerzo para ponernos en la piel de los demás, si no procuramos comprender la realidad externa, las distancias físicas y psíquicas entre los hombres serán cada vez mayores. La empatía exige el abandono del "yoísmo" en beneficio de la colectividad.

El narcisista simulando a Luis XIV afirma "Yo lo soy todo", lo que le hace vivir en el mundo como si fuera un habitante de otro planeta: no capta nada externo a sí mismo; no se compromete con nada ni nadie, etc. La anestesia social que manifiesta le permite aislarse del entorno para seguir viviendo en un mundo aparte. Su reinado sí que podemos decir que no es, ni está, en este mundo.

Por tanto, tales sujetos tienen grandes dificultades para reconocer los deseos, las experiencias subjetivas y los sentimientos de los demás. Pueden llegar a creer que son los otros los que están totalmente interesado en su bienestar, Por ello, tienden a hablar de sus propios intereses con una extensión y detalle inadecuados, en tanto que no consiguen darse cuanta de que los demás tienen sentimientos y necesidades. No es raro que actúen de manera desdeñosa e impacientes con los otros cuando éstos se refieren a sus propios problemas y preocupaciones. (DMS-IV).

El narcisismo se define no tanto por la explosión libre de las emociones como por el repliegue sobre sí mismo: nada de excesos, de desbordamientos, de tensión que lleve a perder los estribos. Los individuos aspiran cada vez más a un desapego emocional, motivado por los riesgos de inestabilidad que sufren en sus relaciones interpersonales. Su objetivo es no depender de nadie, no atarse a nada. El miedo a la decepción, el miedo a las pasiones descontroladas expresan lo que Lasch (1979) denomina the flight from feeling (la huida ante el sentimiento) o Lewis (1985) the denial of feeling (la negación del sentimiento).

No es raro por tanto, que se produzca una potenciación del cool sex, se trata de enfriar el sexo, de eliminar cualquier tensión emocional, con el objetivo de llegar a un estado de indiferencia y desapego. Para Lasch (1979) y Lipovetsky (1983) nuestra época es el fin de la cultura sentimental, el fin del happy end, el fin del melodrama y el nacimiento de una cultura cool, en las que cada cual vive en un búnker de indiferencia, bien defendido de sus pasiones y de la de los demás.

En nuestra cultura del no sentir se ha pasado a la comercialización de los sentimientos. Es curioso que en una sociedad en la que se anulan los sentimientos tengan gran éxito programas de radio y televisión en los que diversas personas desnudan su alma frente a un auditorio anhelante por escuchar sus miserias y penalidades. Podríamos preguntarnos si el objetivo de tales programas es comunicar, provocar una comprensión empática o realizar un puro exhibicionismo.

No olvidemos que ya Freud (1914b) se refería a la imposibilidad de ayudar al psicótico por ser este tan narcisista que era incapaz de crear una mínima relación afectiva o de transferencia con el terapeuta. Tal tipo de paciente no podía capta algo externo a él mismo, pues lo único real era lo que había en su interior, lo que atañía a sus ideas y a su personalidad y no lo que perteneciera al mundo exterior.


(Texto extraído del libro "¿Qué es el narcisismo? Autor José Luis Trechera)

martes, 20 de septiembre de 2011

El narcisismo ¿qué es? (VIII d) Definición del trastorno narcisista de la personalidad. Exhibicionismo


"Al "motorolo" le importa un pimiento, aunque sea del Piquillo, que el resto de la Humanidad se entere de sus gozos y desdichas, es más, le gusta"

Alfonso Ussía



Alfonso Ussía (1994) en su análisis de la sociedad española actual, describe una nueva especie de la fauna humana, el homo sapiens inalambricus, que según él habita especialmente en la región del AVE y se caracteriza por florear todas sus pasiones y sentimientos en público. No sólo no tiene ningún tipo de pudor, sino que le encanta exhibir sus penas y alegrías ante su posible auditorio.

Como afirma Rycrocft (!972), el narcisismo puede ser definido como la conducta motivada por el placer de ser admirado. Según Kohut (1966), el exhibicionismo narcisista es la expresión clínica de la necesidad infantil de admiración que se traduciría en el excesivo deseo o necesidad de atención y admiración, en una tendencia a presentarse como único y exclusivo (Svrakic, 1987b). Las personas narcisistas se caracterizan porque su actividad se dirige primeramente a obtener el máximo de aclamación y aprecio, y sus motivaciones para trabajar son exhibicionistas (Svrakic, 1986b). Por ello , tales sujetos presentan una actitud especial hacia la ocupación social, eligiendo profesiones en la que puedan recibir gratificaciones públicas (Akhtar Y Tompson, 1982).

El exhibicionismo fomenta la competitividad y el destacará llamando la atención sobre los demás. De la “lucha de clases” de generaciones pasadas se ha pasado a la lucha de “todos contra todos”. El éxito ahora pasa a tener un significado psicológico: la búsqueda de la riqueza no tiene más objeto que excitar la admiración o la envidia En el fondo se pretende más ser envidiado que respetado.

La personalidad narcisista para aceptarse a sí misma necesita alimentarse de constantes valoraciones y confirmaciones positivas de su entorno. Por ello, esa devolución positiva del ambiente es buscada o mejor dicho va a ser pretendida de cualquier manera. Muchos artistas o políticos reflejan esta experiencia cuando después de un cierto éxito han pasado al olvido y expresan como necesitan recuperar ese aplauso y aclamación del público. No es extraño que muchos realicen lo que sea con tal de salir en los medios de comunicación social. Como afirmaba un paciente en una sesión terapéutica “lo que quiero es que los demás hablen de mi aunque sea para criticarme”.

Se suele describir como ejemplo de esta dimensión exhibicionista el personaje del “Casanova” de Fellini. Según el profesor H. Bleichmar (1991), hay una secuencia que lo refleja claramente: Casanova es empujado, ante la presencia de los asistentes a una fiesta, a competir con un criado para determinar quién se capaz de tener más relaciones sexuales en un tiempo determinado. Toda la gimnasia sexual del héroe se realiza sin ningún goce erógeno y, al finalizar la competición en la que resulta triunfador, es patético el contraste entre su júbilo narcisista y el dolor del su compañera ocasional, simple medio para probar la superioridad narcisista de Casanova.

Esa necesidad de continua aprobación exige un gran esfuerzo. El yo grandioso es un insaciable “consumidor” de experiencias externas (Svrakic, 1989). De tal manera que ningún detalle puede quedar olvidado: desde preocuparse por la apariencia corporal hasta la lectura del último autor de moda. No olvidemos que su objetivo no es el “ser” sino la “pose”. Tiene miedo a su interior, a profundizar en sí mismo y, por ello, sólo le preocupa la apariencia. Esos esfuerzos conllevan un costo psicológico que aumenta la debilidad y fragilidad de la persona narcisista.


(Texto extraído del libro ¿Qué es el narcisismo? Autor José Luis Trechera)

lunes, 19 de septiembre de 2011

El narcisismo ¿qué es? (VIII c) Definición del trastorno narcisista de la personalidad. Dominancia-Poder


"Soy una persona importante, mejor dicho: importantísima. Soy el centro del Universo y los demás existen para dar vueltas a alrededor mío...

Yo lo soy todo.... El mundo es sólo el escenario en el que obtener –utilizando a los demás– el propio placer"

P. Rocchini


Es sugerente el estudio que realiza el psiquiatra italiano P. Rocchini sobre la clase política en Italia; no es extraño que denomine a su trabajo, "la neurosis del poder". Nuestra realidad española no queda muy lejana de la italiana, si nos acercamos a cualquier librería y hacemos un recorrido por los libros expuestos, destacaríamos títulos como:"Asalto al poder"; "Duelo de titales"; "Banca y poder"; "El último magnate"; "Los hijos del poder"; "Banqueros de rapiña"; ""El césar"; "Los hijos del césar", etc. No podemos negar que todo aquello relacionado con la intriga y el poder están de moda.

Los individuos narcisistas expresan conductas que tienen por objetivo el control del los demás. La omnipotencia del pensamiento implica la posibilidad de ejercer influencia sobre los objetos o el mundo circundante, lo que requiere negar la existencia del "otro" en cuanto que éste supone un principio de limitación de esa omnipotencia. La persona narcisista necesita y busca poder para contrarrestar la deficiencia de su propia realidad. Poder y control son dos caras de una misma moneda que utiliza para compensar y proteger su propia vulnerabilidad (Lowen, 1985).

Para Rosolato (1976) el narcisismo es sinónimo de poder, el cual puede manifestarse o no dependiendo de los otros, o sometiendo a los demás a su voluntad. Sentimiento de tener derecho sobre otros que implica unas expectativas de privilegios especiales respecto a los demás y una especial inmunidad ante las normales demandas sociales. Se traduce en orgullo, engreimiento y conciencia de exigir derechos propios.

No lejos de esta idea estaba Nietzsche cuando resaltaba la "voluntad de poder" como la primitiva forma de afecto de la cual los demás afectos son sólo transformaciones. Para él, la voluntad de poder constituía la esencia íntima del ser humano, opuesta a la voluntad de verdad y de ahí que la sitúe "más allá del bien y del mal".

En general. los narcisistas son sujetos ávidos de veneración y en absoluto soportan el más mínimo cuestionamiento de su posición dominante. Por ello, tales individuos ensayan diferentes métodos de parasitar o invadir el espacio psíquico de otros individuos, a fin de exaltar su propia omnipotencia. Son sujetos que reclaman admiración en todos y cada uno de sus rasgos y, a su vez, que se les considere en el grado máximo de perfección, como seres únicos, sin permitir que el objeto externo pueda dirigir su mirada de reconocimiento a nadie más. Según Bleischmar (1991) establecen una relación tiránica, intentando forzar a los otros a que les brinden su admiración incondicional mediante el control sobre sus actos o pensamientos.

En consecuencia los individuos narcisistas necesitan aduladores que alimenten constantemente su narcisismo. Es decir, uno de los rasgos más típicos del poder es la necesidad de refuerzo psicológico y afectivo. Desde esta dinámica, tienen sentido las ceremonias públicas de los grandes dictadores. Balandier (1987) recordaba como en las fiestas nazis el pueblo quedaba transformado en una multitud de figurantes fascinados por el drama al que les invitaba a participar el dueño absoluto del poder.

La desmesurada imagen de sí mismo, hará reaccionar al narcisista a las críticas con un sentimiento de rabia (Kohut, 1972), vergüenza o humillación, aunque no siempre lo exprese. Según Fromm (1991b), no hay furia más grande que la de un narcisista a quien se haya herido en su narcisismo. Perdonará cualquier cosa menos que le ofendan en su narcisismo. Aunque no lo demuestre, querrá vengarse porque tal acción es como matarlo. No aceptará la más mínima disidencia de aquellos que pueden estar a sus órdenes.

Como vimos anteriormente, Freud (1930) acuñó la expresión del "narcisismo de la pequeñas diferencias" que se evidenciaría en la tendencia a suprimir al que es diferente de uno mismo, como en las guerras de religión o en muchos otros fenómenos de exasperada intolerancia, lo que lleva paradójicamente a odiar más a quien se aleja de manera mínima de la identidad de uno o del grupo, que a quien se aleja de ella más ampliamente. Freud ponía como ejemplo la milenaria conflictividad entre árabes e israelitas, ambos semitas y ambos pertenecientes a grandes religiones monoteístas, para expresar que una ligera diferencia de identidad es más amenazante para la integridad del sí mismo que una gran diferencia. Tal conducta se observa en determinados grupos cerrados en sí mismos o sectarios (ya sean políticos, religiosos o sociales) que anulan al antiguo discípulo rompiendo todo tipo de relaciones con él. De "la comunidad de vida" anterior se pasa al odio y a la indiferencia más absoluta, por haberse permitido disentir de la norma grupal.

A su vez, una persona envidiosa siempre se siente perseguida, pues cuando ataca envidiosamente a sus objetos, éstos, a través del mecanismo defensiva de la proyección, dejan de ser amorosos y se convierten en objetos persecutorios envidiosos. Por ello, la persona envidiosa manifiesta ansiedad ante sus propias posesiones, ya que cree que los demás le tendrán envidia y se las quitarán (Klein, 1957). Su envidia crónica le hace incapaz de aceptar un apoyo genuino y real de su entorno.

Los sujetos narcisistas viven una gran paradoja: necesitan mucho de los otros, pero son incapaces de aceptar su ayuda (Svrakic, 1990). En expresión de Kernberg (1975), es "la gran tragedia" de las personas narcisistas: son incapaces de mostrar un normal sentimiento de gratitud y devalúan el que les ofrece algo y la propia oferta. Es decir, la existencia de la envidia es incompatible con la de un yo grandioso (Svrakic, 1985, 1986b). La persona narcisista es incapaz de reconocer su envidia y utiliza el mecanismo de la devaluación de las cualidades de los otros para defenderse de su envidia y, de esa manera, aumentar su imagen grandiosa. En definitiva, por un lado, se muestra intolerante ante las críticas ya que éstas implican una demanda de cambio personal, y por otro, aparecen suspicaz, desconfiada, envidiosa y con celos hacia lo que los otros tienen. La envidia le hace sentirse hostil y grosera con su entorno. Por tanto, la lógica que impera es la de la disyunción excluyente: "o yo o el otro". (Bleichmar, 1991).


viernes, 16 de septiembre de 2011

El narcisismo ¿qué es? (VIII b) Definición del trastorno narcisista de la personalidad. Maquiavelismo


"Sus habilidades eran útiles más que brillantes, firmeza para conseguir sus fines; flexibilidad para modificar sus intenciones, y sobre todo, el gran arte de someter sus propias pasiones, igual que las de los otros, al interés de sus ambiciones y colorear sus ambiciones con las m´sa aparentes pretensiones de justicia y utilidad.

Gibbons


"En las acciones de los hombres se atiende al resultado. Trate, pues, un príncipe de vender y conservar su Estado y los medios siempre serán juzgados honrosos y ensalzados por todos.

Maquiavelo


El texto de Gibbons pertenece a su obra "La caída de imperio romano" y se refiere al emperador Diocleciano; sin embargo, podría ser utilizado para describir la actuación de muchos líderes y gobernantes (políticos, sociales o religiosos). Se suele observar que el ser humano con tal de obtener éxito,prestigio y poder es capaz de vender su alma al diablo, actuando de una manera especialmente maquiavélica.

Aunque Maquiavelo nunca utilizó la frase "el fin justifica los medios", desgraciadamente ha pasado a la posteridad como el inspirador de un modo de actuar en el que para conseguir lo que se pretende se pueden emplear todas las estrategias que se crean más idóneas*.

*Sin embargo conviene hacer justicia al autor de "El príncipe" y ser consciente del contexto en el que se escribe la obra y el objetivo que quiere conseguir. El pensamiento de Maquiavelo se realiza en una época determinada, el Renacimiento, en una nación, Italia y en una ciudad concreta, Florencia. Maquiavelo es testigo ocular de las sacudidas e intrigas que padece la dinastía de los Medicis en Florencia. Por tanto, Maquiavelo defiende el poder absoluto en especial. Es decir, el absolutismo vendría requerido por cuestiones de puro pragmatismo: cuando mayor poder tenga el príncipe en sus manos,, más fácil será su conservación y su defensa.

En las historia de la literatura española tenemos un buen escritor que en nada desmerece a Maquiavelo, el jesuita Baltasar Gracián. De su obra "El arte de la prudencia" podemos extraer algún ejemplo de como actuar con el objetivo de encontrar el punto débil de cada uno:

"Este es el arte de mover las voluntades. Es más una destreza que determinación. Es saber por dónde se ha de entrar a cada uno. No hay voluntad que no tenga una afición especial, que varía según los gusto. Todos idolatran o la estimación o el interés, y, la mayoría, el placer. La maña está en conocer estos ídolos que tanto motivan. Conocer el eficaz impulso de cada uno es como tener la llave de la voluntad ajena. Hay que ir al primer móvil, que no siempre es el más importante sino, la mayoría de las veces, el más bajo, pues en el mundo hay más desordenados que disciplinados. Primero hay que conocer el carácter, después tocar el punto débil, insistir en él, pues infaliblemente se quedará sin voluntad".

Tal modo de obrar maquiavélico se traduce en una tendencia a ver a los otros como extensiones de uno mismo. El narcisista se caracteriza por la manipulación y la utilización de las demás personas y situaciones en beneficio propio (Christie y Geis, 1970; Cooper y Peterson, 1980; Mullins y Kopelman, 1988). Los sujetos narcisistas suelen afirmar, "esto es bueno para mi", y presentan una "conciencia corruptible" en contraste con la moral rígida de la personalidad obsesiva (Kernber, 1975; Akhtar y Thomson, 1982; Svrakic, 1986a). Tales personas son fieles reflejo de la "era del plástico", de la era del "usar y tirar". En su relación con los demás, funcionan como si tuvieran un "mando a distancia" y pasan como sobre brasas, rápida y nerviosamente, por todos los canales (personas), según les interese o plazca.

En nuestro contexto se ha acuñado el término de la "cultura del pelotazo", en la cual todo vale con tal de conseguir lo que uno quiere. La profesora Adela Cortina (1991) aplica la expresión la "ética del camaleón" a la situación española actual. La "ética del camaleón" se caracteriza por priorizar la adaptación, es decir, lo importante es situarse en cada momento oportunamente, La clase política suele ser un buen ejemplo. Afirmaba A. Muñoz Molina que "cuando oímos a un político nos damos cuenta de que miente. No es que quiera mentir. Es que no sabe decir la verdad".

Lo fundamental es obtener éxito y éste casi exclusivamente lo manifiesta una supermillonaría cuenta financiera. El dinero se ha convertido en la medida de todas las cosas, y el ideal de vida es convertirse en un rey Midas que todo lo convierta en dinero. Por tanto el objetivo será hacer ganancias económicas y el estilo de vida se reduce a una cuestión aritmética: "el bien es el ingreso, el triunfo; el mal es perder, el fracaso". A. Gala en una entrevista por la televisión, se refería a esa fiebre monetaria afirmando que uno de los problemas del ser humano actual no es que adore becerros de oro, sino el "oro" del becerro. Una película de hace diez años, "Una proposición indecente", es buen ejemplo de esta situación. ¿Todo vale? ¿El dinero es la medida de todas las cosas? ¿Quién utiliza a quién? ¿Es más maquiavélico el que propone o el que acepta?


(Texto extraído del libro "¿Qué es el narcisismo? Autor José Luis Trechera)

miércoles, 14 de septiembre de 2011

El narcisismo ¿qué es? (VIII a) Definición del trastorno narcisista de la personalidad. Imagen distorsionada de uno mismo


"De los infinitos deseos del hombre, los principales son los deseos de poder y gloria".

B. Russell


La descripción del trastorno narcisista realizada […] se refiere casi en su totalidad a otros contextos sociales (americano, anglosajón, etc.); por ello, podemos preguntarnos si existe alguna peculiaridad en la vivencia del trastorno narcisista en la realidad española. Teniendo presente las diversas definiciones [...] anteriores, nos planteamos investigas cuáles de tales rasgos caracterizarían el narcisismo en el contexto español de hoy (Trechera, 1995). Para ello hemos realizado una investigación y a través de diversas pruebas estadísticas (análisis de ítems, análisis factorial, etc.), destacamos una serie de rasgos como típicos del trastorno narcisista de la personalidad en el contexto español.

Serían las siguientes:


1. Imagen distorsionada de uno mismo.

2. Maquiavelismo.

3. Dominancia-poder.

4. Exhibicionismo.

5. Falta de empatía.


A continuación describimos los elementos en que se manifiestan dichos rasgos.


Imagen distorsionada de uno mismo


"Vosotros miráis hacia lo alto cuando queréis elevaros. Yo miro hacia abajo; porque no estoy en las alturas"

(Nietzsche)


Los sujetos narcisistas se caracterizan por la "inflación de la autoestima" o, en palabras de Freud (1923), la "megalomanía" o la "grandeza del yo", que se traduce en egocentrismo, en sentimientos de omnipotencia y poder especial. De hecho, ya Freud (1914b) entendía la "hiperestimación" como un "estigma narcisista". A través de este "sistema megalomaníaco" se fortalece la omnipotencia, se presenta una valoración de si desmedida y un sentimiento de infinitud, ilimitación y de eternidad.

Por tanto, las personalidades narcisistas presentan una pauta generalizada de "grandiosidad" que conlleva un sentimiento de "categoría especial". Es decir, un sentimiento "grandioso de la propia importancia" que les lleva a creer que tienen especiales talentos y habilidades. La casi totalidad de los autores, por ejemplo, Kohut y Kernberg, inciden en esta idea, describiendo a la persona narcisista como un sujeto con una extrema grandiosidad o yo grandioso.

Al mismo tiempo, los narcisistas suponen que sus problemas son "únicos" y que sólo podrán ser entendidos por otros individuos especiales. No es que, por ejemplo, digan mentiras conscientemente, sino que están convencidos de su posición superior y de la veracidad de su "falsa" realidad (Svrakic, 1986a). Dichos individuos piensan que sólo les podrán comprender o sólo pueden relacionarse con otras personas que son también especiales o de alto status. Al mismo tiempo, atribuyen a aquellos con quienes tienen relación las cualidades de ser "únicos", "perfectos", o de tener "talento". Según la descripción del DSM-IV es probable que insistan en que sólo quieren a la persona "más importante" (médico, abogado,peluquero, profesor) o pertenecer a las "mejores" instituciones.

Para J. Masterson (1981) la imagen distorsionada se reflejaría especialmente en que tales sujetos tienen necesidad de ser perfectos y que los otros los vean a ellos como perfectos. El sujeto narcisista no se contenta con decir "yo soy el primero o el mejor" sino que necesita sentir que es el único, only me.

Un rasgo típico de la personalidad narcisista será la percepción egocéntrica de la realidad (Akhtar y Thomson, 1982; Akhtar, 1989), a través de la cual, sólo acepta aquella realidad que refuerza su propia grandiosidad. La realidad es aceptada sólo si se tiene la función de espejo que devuelve una imagen positiva. Consecuentemente, negarán aquellos aspectos de la realidad que cuestionen su importancia o perfección. Así, his majesty the baby se convierte en el centro del mundo y del universo, ejerciendo desde esa posición su reinado sobre los demás. A su vez, tales sujetos están preocupados por la comparación con los otros, (la megalomanía conlleva la comparación, el tener que sentirse más grande que los demás) y por sentimientos de envidia.

El individuo narcisista está preocupado por fantasías de éxito, poder, brillo, belleza o amor ideal ilimitados. Presentan una gran ambición y altas expectativas no realistas. Para algunos autores, esta situación les hace vivir una "exaltación hipermaníaca", caracterizada por una excesiva omnipotencia y omnisciencia, sentimientos de placer por la existencia y un pronunciado optimismo (Grunberger, 1971; Svrakic, 1985). El sujeto siente todas las cualidades de perfección, gloria y triunfo. Por ello Grunberger )1971) llama a este estado "la alegría de vivir". Un paciente expresaba lo siguiente: "Cuando ando por la calle, tengo la sensación de que la gente se para a mi alrededor, como si las aguas del Mar Rojo se abrieran para que la atravesaran los judíos" (Lowen, 1985). La descripción que realiza el DSM-IV expresa esta característica afirmando que tales sujetos pueden entregarse a rumiaciones sobre la admiración y los privilegios que "hace tiempo que les deben" y compararse favorablemente con gente famosa o privilegiada.

Según Svrakic (1987b), esto individuos presentan una deformación "narcisista" del lenguaje. Una manifestación de la imagen distorsionada es el uso egocéntrico del lenguaje, que denota una desviación en la comunicación verbal, en la que el principal objetivo es impresionar y aumentar su autoestima más que comunicar. Vangelisti et al. (1990) se refieren al "narcisismo conversacional", que se caracteriza por un centramiento extremo en sí mismo en la conversación, con la exclusión de todo aquello que concierna a otro. Para Raskin (1988), tal actitud se manifiesta en un uso excesivo persona en plural "nosotros" y en una tendencia al monólogo, lo que indica que tales individuos son incapaces de participar en un diálogo.

Otras consecuencias de su deformada imagen se pueden observar en comportamientos de la vida ordinaria: prepotencia ("usted no sabe quién soy yo"); exigencias de trato especial (¿cómo van a esperar su turno en una cola? ¿cómo le hacen perder segundos de su tiempo?); sus prioridades son tan importantes que los demás deberían ser condescendientes con ellos; en ningún momento se les podrá contradecir o cuestionar, por lo que se irritan si los otros no les ayudan en su trabajo "qué es tan importante", etc.


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