viernes, 29 de noviembre de 2013

Deslizándose

haideé iglesias

Deslizándose,
en acrobacia sencilla.
Plena de libertad,
por no saberlo.

miércoles, 27 de noviembre de 2013

Las imitaciones

haideé iglesias

Aunque los grandes maestros no se dedicaron a crear modelos ni consignas, los discípulos olvidan fácilmente este punto y terminan convirtiendo al Zen en un modelo y una consigna. Sin embargo, de este modo no hacen más que transformar el original en una copia y lo auténtico en una imitación. No hay que confundir el fin con los medios. 

Maestro Yuanwu

*** *** ***

Hoy mirando un diario vi un objeto que se anunciaba. Este objeto es una imitación de un original. No sé si el que yo llamo original es a su vez también una copia. Bien, como de momento esta información no está disponible, usaré este ejemplo para ilustrar lo que sucede en cuanto al mundo espiritual y quienes sin entenderlo usan-abusan de él. 
Ese objeto busca hacerse con un mercado que no puede abarcar el otro. Uno de sus objetivos es el precio. Busca aquellos que no pueden permitirse pagar el precio del original Bien, en cuanto a la espiritualidad (no uso este nombre como etiqueta, tan sólo para no perderme al hablar), no hay posible comparación. No es posible quedarse con un sector del mercado :))) ¿Me estoy explicando? No hay mercado (no en la espiritualidad), con lo que no hay posibilidad de quitar cuota de mercado. Esto mismo (el mercado) ya forma parte de la vida, expresado de un modo u otro, todo es vida, con lo que ¿qué cuota de mercado se puede quitar? Ninguna. Ahora bien. Si que se puede confundir, y esto causa daño y más sufrimiento. Esto es lo que no puede ser imitado ni cambiado ni pervertido. Quien ha nacido de la muerte del ego es quien sabe que es el sufrimiento. Quien vive en el ego, sufre, pero no sabe como dejar de sufrir. Busca miles de artes, ardides, modos, engaños, tentativas, delirios... una de todas ellas es el usar la espiritualidad como baluarte para situarse en el mercado (otro anuncio que vi de una colectividad religiosa me ha llevado a la misma conclusión)...  mas... sigue sufriendo y causando sufrimiento a los demás, cercanos y lejanos, no hay distancias ni separación. Así pues. ¿Cómo se puede pretender quitar cuota de mercado? 
Quien no comprenda que el espíritu no necesita publicidad no ha comprendido nada. Y si, aún formando la publicidad parte de la vida como la forma, no hay posible comparación. La libertad vuela -.- 
¡Gracias!

lunes, 25 de noviembre de 2013

¿Dónde está el sabor?

haideé iglesias

Un maestro ofreció un trozo de melón a su discípulo.
¿Tiene buen sabor el melón? –le preguntó.
Si, tiene un sabor excelente –contestó.
–Pero, ¿quién tiene buen sabor, el melón o la lengua? –volvió a preguntar el maestro.
Bueno, el sabor nace de la interdependencia del sabor del melón con la lengua, es un efecto que se produce… –decía el discípulo, cuando el maestro interrumpió:
–Idiota, no te compliques más. El melón está bueno. La sensación es buena, Eso basta. 

En ausencia de melón :)))


viernes, 22 de noviembre de 2013

Belleza, si, por doquier

haideé iglesias

Es triste añadir más amalgama de confusión en las mentes de quienes ya están ahítamente saturadas por la constante contaminación provocada, inconscientemente por parte de la mayoría, no tan interesada como pudiera parecer. Que no es así por parte de algunos pocos, que pecan también de ignorancia mas, asume otro aspecto; les llamo ignorantes ilustrados, ya que en cuanto a información están bien saturados, pero la usan de modo pervertido confundidos ellos, confunden más que ayudan a quienes no tienen en gran estima, por carecer ellos mismos de una sana comprensión de si mismos. Analizan tanto a todos los demás que se pierden el espejo que les está reflejando en todo lo que miran. 

Belleza, si, por doquier. En cada instante, en ti mismo. Sólo obsérvate. Siéntete. Y... Conocerás la libertad. Alimentate de ella. Comprenderás y todo cambiará.
-.- ¡Gracias! 

miércoles, 20 de noviembre de 2013

Incierto afán y preguntas sinceras

haideé iglesias

Las preguntas se responden.
Las preguntas sinceras.
Las preguntas son esteras
del alma, recogen lo que siembran.

No había explicación científica,
así pues, ¿sigue acaso Neptuno desperdigando
generosidad ante la asombrada mirada del que tan sólo mira?

lunes, 18 de noviembre de 2013

El conocimiento de uno mismo. […] para provocar una revolución fundamental en uno mismo...


[…] 
Así pues, la transformación del mundo se produce con la transformación de uno mismo; porque el "yo" es producto y parte del proceso total de la existencia humana. Para transformarse, el conocimiento de uno mismo es esencial; porque sin conocer lo que sois no hay base para el verdadero pensar, y sin conoceros a vosotros mismo no puede haber transformación. Uno debe conocerse tal cual es, no tal como desea ser, lo cual es un mero ideal y por lo tanto ficticio, irreal; y sólo lo que es puede ser transformado, no aquello que deseas ser. El conocerse a sí mismo como uno es requiere un extraordinario estado de alerta en la mente; porque lo que es sufre constante transformación, cambio, y para seguirlo velozmente, la mente no debe estar atada a ningún dogma ni creencia en particular, a ninguna norma de acción. Si queréis segur algo, de nada sirve estar atado. Para conoceros a vosotros mismos tenéis que tener una mente perceptiva y alerta, libre de toda creencia y de toda idealización, porque las creencias o ideales no hacen más que ofreceros una apariencias pervirtiendo la verdadera percepción. Si queréis saber lo que sois, no podéis imaginar o creer en algo que no sois. Si soy codicioso, envidioso, violento, el mero hecho de tener un ideal de "no violencia", de "no codicia", es de escaso valor. Pero el saber que uno es codicioso o violento, el saberlo y comprenderlo requiere extraordinaria percepción, ¿no es así? Exige sinceridad, claridad de pensamiento, mientras que perseguir un ideal alejado de lo que es, resulta una escapatoria, os impide descubrir y obrar directamente sobre lo que sois. 
La comprensión de lo que sois: feos o hermosos, perversos o malos, o lo que sea; el comprender sin deformación lo que sois, es el comienzo de la virtud. La virtud es esencial porque brinda libertad y sólo en la virtud podéis descubrir, podéis vivir; no en el cultivo de la virtud, que sólo produce respetabilidad, no comprensión ni libertad. Hay una diferencia entre ser virtuosos y hacerse virtuoso. El ser virtuoso proviene de la comprensión de lo que es, mientras que el hacerse virtuoso es aplazamiento, encubrimiento de lo que es con lo que desearíais ser. Por lo tanto, al haceros virtuosos evitáis obrar directamente sobre lo que es. Este proceso de eludir lo que es mediante el cultivo del ideal se considera virtuosos, pero si lo observáis de cerca y directamente, veréis que no es nada de eso. Consiste simplemente en dejar para después el enfrentarse con lo que es. La virtud no es llegar a ser lo que uno no es; la virtud es la comprensión de lo que es y por lo tanto el estar libre de lo que es. Y la virtud resulta indispensable en una sociedad que se desintegra rápidamente. Para crear un mundo nuevo, una nueva estructura alejada de la antigua, tiene que haber libertad para descubrir; y para ser libre tiene que haber virtud, pues sin virtud no hay libertad. El hombre inmoral que lucha por llegar a ser virtuoso, ¿podrá conocer la virtud? El hombre que no es moral no podrá nunca ser libre, y por lo tanto no podrá nunca descubrir lo que es la realidad. La realidad sólo puede encontrarse comprendiendo lo que es; y para comprender lo que es, tiene que haber libertad, tenemos que estar libres del miedo a lo que es. 
Para comprender ese proceso es preciso que haya intención de conocer lo que es, de seguir todo pensamiento, sentimiento y acción; y el comprender lo que es, es en extremo difícil porque lo que es jamás está inmóvil, estático, siempre está en movimiento. Lo que es es lo que vosotros sois, no lo que os gustaría ser. No es el ideal, porque el ideal es ficticio; pero es en realidad lo que vosotros hacéis, pensáis y sentís a cada momento. Lo que es es lo real; y para comprender lo real hace falta percepción, una mente alerta y veloz. Pero si empezamos por condenar lo que es, si empezamos por censurarlo o resistirle, no comprenderemos su funcionamiento. Si quiero comprender a alguien, no puedo condenarlo; tengo que observarlo, que examinarlo. Tengo que amar la cosa misma que observo. Si queréis comprender a un niño, debéis amarle, no condenarle. Debéis jugar con e´l, observar sus movimiento, su idiosincrasia, sus modos de comportares; pero si no hacéis más que condenarle, resistirle o censuarle, no hay comprensión del niño. De modo análogo, para comprender lo que es, hay que observar lo que uno piensa, siente y hace a cada momento. Ésa es la realidad. Cualquier otra acción, ideal o ideológica, no es la realidad; es un mero anhelo, un deseo ficticio de ser otra cosa que lo que uno es. 
Para comprender lo que es se requiere un estado de la mente en la que no haya intensificación ni condenación. lo cual significa una mente que está alerta y, sin embargo, pasiva. En este estado nos encontramos cuando deseamos realmente comprender algo; cuando hay un intenso interés se produce este estado mental. Cuando uno está interesado en comprender lo que es, no necesita forzar, disciplinar ni controlar el estado real de la mente; al contrario, entonces hay una alerta pasiva. Este estado de percepción surge cuando hay interés, intención de comprender. 
La comprensión fundamental de uno mismo no llega mediante el conocimiento o la acumulación de experiencias, lo cual es mero cultivo de la memoria. La comprensión de uno mismo ha de ser de instante en instante; y s sólo acumulamos conocimiento del "yo", ese conocimiento es lo que impide una comprensión ulterior. En efecto, el conocimiento y la experiencia acumulados llegan a ser el centro con el que el pensamiento enfoca y desarrolla su existencia. El mundo no es diferente nosotros y nuestras actividades, porque lo que nosotros somos es lo que crea los problemas del mundo; y la dificultad, en lo que atañe a la mayoría de nosotros, está en que, en vez de conocernos directamente, buscamos un sistema, un método, un medio eficaz para resolver los múltiples problemas humanos. 
Ahora bien: ¿existe un medio, un sistema, para conocerse a sí mismo?
Cualquier persona sagaz, cualquier filósofo, puede inventar un sistema, un método; pero, a buen seguro, el seguir un sistema sólo producirá un resultado creado por este sistema, un sistema ¿no es así? Si yo sigo determinando método para conocerme a mi mismo, tendré el resultado que dicho sistema pretenda; mas ess resultado no será evidentemente la comprensión de mí mismo. Es decir, siguiendo un método, un sistema, un medio para conocerme a mí mismo, ajusto mi pensamiento, mis actividades a una norma; pero el seguir una norma no es comprensión de uno mismo. 
No hay pues, método alguno para el conocimiento de uno mismo. Buscar un método implica invariablemente el deseo de alcanzar algún resultado, y eso es lo que todo queremos. Seguimos a la autoridad– si no la de una persona, la de un sistema, o la de una ideología– porque queremos un resultado que sea satisfactorio, que nos dé seguridad. En realidad no queremos comprendernos a nosotros mismos, ni a nuestros impulsos y reacciones, no a todo el proceso de nuestro pensar, tanto consciente como inconsciente; más bien quisiéramos seguir un sistema que nos asegure un resultado. Mas el seguir un sistema es invariablemente el resultado de nuestro deseo de seguridad, de certeza y es evidente que el resultado no es la comprensión de uno mismo. Cuando seguimos un método debemos tener autoridades –el instructor. el gurú, el salvador, el maestro– que nos garanticen lo que deseamos; y verdaderamente ése no es el camino hacia el conocimiento de uno mismo.
La autoridad impide el conocimiento de uno mismo, ¿no es así? Bajo el amparo de una autoridad, de un guía, podréis tener temporalmente una sensación de seguridad, de bienestar; pero ésa no es la comprensión del proceso total de uno mismo. Por su propia naturaleza, la autoridad impide la plena conciencia de uno mismo, y por lo tanto destruye finalmente la libertad; y sólo en la libertad cabe la creatividad. La creatividad sólo puede existir cuando hay conocimiento de uno mismo. La mayoría de nosotros no somos creativos; somos máquinas de repetición, simples discos de fonógrafo que reproducen una y otra vez ciertas canciones de la experiencia, ciertas conclusiones y recuerdos, propios y ajenos. Semejante repetición no es existencia creativa, pero es lo que queremos. Como queremos estar seguros internamente, buscamos sin descanso métodos y medios para esa seguridad, con lo que cual creamos autoridad, el culto a otro ser, lo que a su vez destruye la comprensión, esa espontánea serenidad de la mente en la cual tan sólo puede existir un estado de creatividad. 
Nuestra dificultad, ciertamente, estriba en que la mayoría de nosotros hemos perdido este sentido de creatividad. Ser creativos nos significa que hayamos de pintar cuadros o escribir poemas y hacernos famosos. Esto no es creatividad; es simplemente capacidad para expresar una idea que el público aplaude o desdeña. No debe confundirse la capacidad con la creatividad. La capacidad no es la creatividad, es un estado del ser enteramente diferente. Es un estado en el que el "yo" está ausente, en el que la mente ya no es le foco de nuestras experiencias, ambiciones, búsquedas y deseos. La creatividad no es un estado continuo; es nuevo de instante en instante; es un movimiento en el que no existe el "yo" y lo "mío", en el que el pensamiento no está enfocado sobre cualquier experiencias, ambición, realización, propósito o móvil determinados. Sólo cuando no hay "yo" puede haber creatividad, ese estado del ser que es el único en que puede manifestarse la realidad, el creador de todas las cosas. Mas este estado no puede ser concebido ni imaginado, no puede ser formulado ni copiado, no pude alcanzarse por ningún sistema, por ningún método, por ninguna filosofía, por ninguna disciplina; al contrario, surge tan sólo por la comprensión del proceso total de uno mismo.
La comprensión de uno mismo no es un resultado, una culminación; consiste en verse de instante en instante en el espejo de la convivencia, en ver nuestra relación con los bines, las cosas, las personas y las ideas. Pero encontramos difícil estar alerta, ser sensibles, y preferimos embotar nuestra mente siguiendo un método, aceptando autoridades, supersticiones y gratas teorías; y de este modo nuestra mente se hastía, se agota y se insensibiliza. Una mente así no puede encontrase en estado de creatividad. Ese estado de creatividad adviene tan sólo cuando el "yo" –que es el proceso de reconocimiento y acumulación– deja de ser; porque, después de todo, la conciencia como "yo" es el centro de reconocimiento, y el reconocimiento es simplemente el proceso de acumulación de experiencias. Pero a todos nos asusta no ser nada, porque todos queremos ser algo. El hombre pequeño quiere ser hombre grande, el hombre sin virtud quieres ser virtuosos, el débil y oscuro ansía poder, posición y autoridad. Ésa es la incesante actividad de la mente. Una mente así no puede estar serena, y por ello jamás podrá comprender el estado de creatividad. 
Para transformar el mundo que nos rodea, con su sufrimiento, guerras, desempleo, hambre, divisiones de clase y confusión total, tiene que haber una transformación en nosotros mismos. La revolución debe empezar dentro de uno mismo, pero no según cualquier creencia o ideología, porque la revolución basada en una idea, o en la adaptación de un modelo determinado, no es verdaderamente una revolución en absoluto. Para  provocar una revolución fundamental en uno mismo, hay que comprender todo el proceso del propio pensar y sentir en la vida de relación. Ésa es la única solución de todos nuestros problemas, no el tener más disciplinas, más crecías, más ideologías y más instrucciones. Si podemos comprendernos a nosotros mismos tal como somos de instante en instante, sin el proceso de la acumulación, veremos cómo sobreviene una tranquilidad que no es producto de la mente, una tranquilidad que no es imaginada ni cultivada; y solo en ese estado de serenidad puede haber creatividad. 

Krishnamurti

jueves, 14 de noviembre de 2013

La historia del espejo

haideé iglesias

No hay nada desechable si uno aprende a no poner limitaciones ante la mayoría de las oportunidades u opciones que la vida nos va presentando. La infelicidad nos la estamos creando nosotros mismos con unas determinadas ideas. Ideas que no se sustentan más que en interpretaciones subjetivas. ¿Por qué nos quejamos? Digo, de que todo es un problema. ¿No será que somos nosotros el problema, y que por estar tan cerca no nos damos cuenta de que el problema existe porque nosotros hacemos que exista? Unas personas que paseaban a la misma altura que yo, así se expresaban, envueltas en dificultades que sólo estaban en su cabeza (digo cabeza porque ahí es que aparecen los pensamientos). O eso nos dicen :) Describían muchos obstáculos para comprar un determinado objeto. Aquí no, por esto. En esto otro lugar tampoco, por esto otro. No fueron sólo dos los lugares mencionados, no, hubo suficientes como para quedar sin opción al respecto. No sé como estaría su economía, pero según aprecié en ese corto intervalo del paseo próximos, no muy bien, ya que la pocas posibilidades que quedaban eran para una economía de abundancia, una abundancia que quedaba corta por las pocas opciones a elegir. Así pues, ¿hay crisis? ¿Qué es eso que algunas personas están llamando crisis? Si nos paramos a sopesar la palabra, veremos que todo es una cuestión de interpretación. Pero ¿cuál es la acertada? Y, si para cada uno tiene un significado, ¿por qué se usa de modo tan generalizado esa palabra sin ponerla jamás en cuestión? 

Esta paloma –ellas, mis pequeñas maestras– me hace comprender lo importante que es no estar mediatizado del quejarse por el quejarse, y si, el vivir con sentido, vivir, en definitiva. 

Voy a compartir una historia que he leído hoy. Y esta no es la primera vez.  Cuán importante es la humildad y saber, y querer, escuchar. 

"Tras su estancia en el bosque de Bambú, Arundathi fue enviada por el maestro a encontrarse con Sabhatta, el narrador. Sabhatta era ya viejo cuando, unos años atrás, el maestro le había llevado al discernimiento final. Durante mucho tiempo su oficio había sido recorrer las aldeas contando cuentos y leyendas populares, pero tras su transformación espiritual comenzó a emplear su habilidad como narrados de otro modo. A cada persona le contaba una fábula persona y privada que le ayudase espiritualmente en su momento particular. Ésa era su manera de enseñar y de guiar a los adeptos por la senda de la verdad. 
Arundathi se presentó ante él con su natural humildad y fervor. Tras hacerle las ofrendas oportunas, se postró en el suelo con la mirada baja y esperó. Al anochecer, cuando tan sólo un hilo de luz anaranjada dibujaba la silueta de las colinas lejanas, el anciano narrador Sabhatta comenzó una historia:
"En el reino de los 33 dioses, vivía un joven dios. Los placeres en que vivía le protegían de todo dolor pero eso no le ayudaba a desarrollar sus cualidades y sabiduría. Observando a los hombres había visto que cambiaban, se transformaban e, incluso, en algunos casos alcanzaban el despertar espiritual. La vida humana le fascinaba, los hombres padecían más que los diosos pero tenían muchas más posibilidades de conciencia. 
"Apasionado por la vida y las costumbres de los hombres, el joven dios decidió bajar al mundo para conocerles mejor. Las había observado mucho y había descubierto la fascinación que sentían hacia los espejos, y la libertad con que se miraban cuando estaban solos. Así que decidió aparecer en el mundo de los hombres como hermoso espejo.
"No había ese tipo de espejos en aquellos tiempos, de modo que era una pieza única. Un mercader, consciente de su valor, lo compró a un muchacho que lo había encontrado en el fondo de una cueva, junto a su aldea. 
"el joven dios observaba cómo el mercader se sentía orgulloso y fascinado ante su nueva adquisición. Era un enorme espejo, limpio, nítido y cristalino. Su calidad digna de un emperador. Lo puso en la puerta de su tienda y todo el mundo iba a admirarlo. La gente empezó a venir desde lejanos lugares a ver aquella pieza única, y a mirarse en ella. El dios aprendía de todos ellos. 
"Pero, con el tiempo, el mercader empezó a sentirse incómodo y molesto. Ya no le gustaba tanto que la gente deforme y sucia se mirara en su espejo. Se sentía contento cuando venían una bella joven o un noble apuesto, pero no tanto con los demás. Creía que le estropearían el espejo y empezó a ser selectivo y arbitrario.
"Mientras, el joven dios disfrutaba de su cercanía de los hombres y aprendía de todos, de los buenos y de los malos, de loa agraciados y de los grotescos. 
"Un día llegó a los oídos de una hermosa princesa la existencia del espejo y fue a verlo una mañana. El mercader se sintió más importante que nunca y su egotismo aumentó. Su vanidad creció, pero su miedo también. Y ahora, sólo deseaba el regreso de la princesa y empezó a expulsar con más ahínco de su tienda a los desgraciados y malformados, a los sucios y los pobres. 
"El joven dios veía cómo el mercader ya no podía dormir. Sólo esperaba el día en que vendría la princesa a ver su preciado espejo. Empezó a volverse más arisco y temeroso, perdió el contacto con la gente y olvidó la alegría. No permitía que nadie viera el espejo y la princesa no regresó; se volvió triste y desconsolado. Con el tiempo se fue haciendo oscuro y obsesivo y, paulatinamente, envuelto en sí mismo, perdió la cabeza. 
"El espejo desapareció un día de la tienda, y el joven dios, lleno de sabiduría que le ayudaría en su progreso espiritual, regresó a su reino, el de los 33 dioses."
El anciano narrador de historias Sabhatta callo mientras miraba a Arundathi con la ternura de quienes conocen verdades profundas. Ella había quedado impresionada, nunca una historia la había removida tanto por dentro. No sabía muy bien por qué ni entendía qué debía aprender, pero se sentía alentada y plena, después de todo, era su fábula privada, un cuento hecho para ella.
El anciano Sabhatta la invitó a que hablara con su mirada y Arundathi se expresó con inocencia:
–Me ha llamado la atención ese espejo. ¿cómo será mirarse en un espejo así? ¿Me vería igual que me veo ahora, o sería distinta? 
–Piensa más bien en que tú eres el espejo …dijo el venerable Sabhatta–. Revive esta historia imaginándote ser el espejo. Arundathi lo hizo y se dio cuenta de algo que no podría expresar en palabras. Era como saber más claramente quién era ella.
–Todos los elementos de tu historia han aparecido para enseñarte algo -dijo el anciano-. El espejo representa tu conciencia más genuina y debes hacer todo lo posible para mirarte en ella, porque así verás tu verdadero ser. El joven dios es tu potencial para la perfecta atención consciente. Las personas que iban a mirarse al espejo son tus experiencias y sucesos cotidianos. Tú crees ser Arundathi y crees que eres la dueña de todos los reflejos de tu conciencia; el mercader de la historia representa esta parte de tí. Medita en esto sin descanso hasta que consigas respetar las cualidades y la pureza de tu conciencia. No la quieras poseer. Entonces serás libre y te elevarás al reino donde la apertura mística es fácil y natural. De lo contrario, vivirás como el mercader, llena de irritación, vanidad y aflicciones, y te hundirás en la oscuridad de la inconsciencia. 
Arundathi, oyendo estas palabras, comprendió inmediatamente. Sin pensamientos ni esfuerzo supo lo que su historia le estaba mostrando y permaneció sobrecogida en silencio. 
Ya era tarde cuando se retiró y, agradecida, se despidió del anciano narrador de fábulas con la promesa de que haría su contemplación. Sumisa, partió deseándole que viviera muchos años, para que así ayudara a todos los seres de la tierra." 

La historia la compartió Juan Manzanera. 
Gracias :)

miércoles, 13 de noviembre de 2013

Nasrudín y el ladrón

(Autor de la fotografía desconocido para mí)

Una noche, Nasrudín regresó a su casa con su asno cargado de valiosos libros. Como la habían dicho que por la noche los ladrones asaltaban a la gente, iba armado con una espada en cada mano. Cuando estaba a punto de llegar a casa, un ladrón le robó su asno y sus libros.
Al día siguiente, Nasrudín les contó a sus amigos cómo había sido saqueado, cuando uno de ellos le preguntó cómo había permitido que le robaran estando armado con dos espadas- Nasrudín contestó que si no hubiera tenido las manos ocupadas se habría enfrentado a él.

martes, 12 de noviembre de 2013

Adormecida luz

haideé iglesias

Adormecida luz
en la puesta de sol.
Sol que en la sombra sume
un lugar en la tarde que se duerme.
Un dormir natural
que no todos encuentran...

Felices gallinas.
Ellas si saben cuando es el momento.



viernes, 8 de noviembre de 2013

Disfrutando

haideé iglesias

Entre las olas...
Mirando...

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Está en tus manos

haideé iglesias

Hay un cuento tradicional que trata sobre un anciano sabio que, al parecer, era capaz de responder a cualquier pregunta que le formulaban y dos chicos que intentaron cogerle en falta. Los dos chicos decidieron capturar un pájaro, llevárselo al anciano y preguntarle: "El pájaro que tenemos en las manos, ¿está vivo o muerto?" Si el anciano contestaba que estaba vivo, lo estrujarían hasta matarlo para demostrarle que estaba equivocado; si decía que estaba muerto aflojarían las manos y dejarían que se escapara volando. De modo que atraparon un pájaro, fueron a ver al anciano y le preguntaron:
–¿El pájaro que tenemos en las manos está vivo o muerto?
–El sabio les miró y les dijo: 
–Efectivamente, está en vuestras manos. 

lunes, 4 de noviembre de 2013

Asoma

haideé iglesias

Asoma entre nubes
la luz recogida.
Quedo asombro.

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