miércoles, 31 de agosto de 2011

El narcisismo ¿qué es? (III) Formulación explícita del término "trastorno narcisista de la personalidad"


Dos autores son claves en la evolución del concepto de narcisismo y en especial en la introducción en el campo psicológico del término "trastorno narcisista" de la personalidad.: Kohut y Kernberg


Kernberg (1967) ofrece una coherente descripción clínica de la "estructura de la personalidad narcisista". Kohut en 1968 introducirá el término "trastorno narcisista de la personalidad". Los sujetos con trasfondo narcisista de la personalidad destacarían por una serié de rasgos: fantasías perversas o falta de límites en el sexo, experiencia de inhibición en el trabajo, dificultad en formar y mantener relaciones, falta de humor, nula empatía hacia los otros, preocupaciones hipocondríacas, exagerada absorción en sí mismo, demanda de atención, inapropiada idealización de los demás. La diferencia principal con Kernberg respecto al criterio de diagnóstico del trastorno narcisista es que Kohut no se basa en la presentación de síntomas sino en la naturaleza y desarrollo de la transferencia.

A continuación desarrollamos los planteamientos de ambos autores.


H.Kohut


Kohut es un psicoanalista clínico interesado en comprender fenómenos que se le presentan en la consulta clínica y en adquirir instrumentos más eficaces para resolver esos trastornos (Maguire, 1991). Tal presupuesto da lugar a un "proceso dialéctico" en la construcción de su enfoque: parte de la clínica para realizar sus elaboraciones teóricas, de ahí regresa enriquecido al campo de la observación, con nuevos instrumentos que le permiten postular pistas nuevas, desde las cuales vuelve a la teoría. Se habla por ello de actitud "circularista" en contraposición a la división entre "prácticos" y "teóricos". Sus ideas originales modificarán muchos de los principios básicos del psicoanálisis tanto en la teoría como en la práctica clínica.

A lo largo de su obra, "Formas y transformaciones del narcisismo" (1966), se da un paso de la concepción clásica del narcisismo a sus propios desarrollos posteriores. Kohut recupera la contribución del narcisismo a la salud, a la adaptación y al enriquecimiento propio, cuestiones que no habían sido tratadas convenientemente (Kohut, 1966, 1972). [...]

En definitiva, el objetivo de la obra de Kohut es aportar un enfoque que permita la comprensión y resolución de un tipo determinado de paciente que no ha podido resolver sus problemas con las técnicas clásicas. Para Kohut los trastornos narcisistas de la personalidad son considerados como alteraciones de la personalidad de menor severidad, el tratamiento de las causas constituye una considerable parte de la actual práctica psicoanalítica.


Evolución de su teoría


En un principio Kohut parte de la doctrina psicoanalítica clásica, pero poco a poco se siente enredado en una maraña de especulaciones teóricas contradictorios, erróneamente fundamentadas y vagas. Ante ello, decide que sólo hay una manera de salir de esa situación: regresar a la observación directa de los fenómenos clínicos y a través de ellos constituir nuevas formulaciones de acuerdo con esas observaciones.

El trabajo que comienza a postular su nuevo enfoque data de 1959, "Introspección, empatía y psicoanálisis". Kohyt pretende rescatar dos instrumentos fundamentales en la práctica del psicoanálisis: la empatía y la introspección. Ambos delimitarán su campo de observación. Es decir, lo que no es susceptible de ser observado a través de la empatía y la introspección no es psicológico y, a su vez, todo lo que se conoce a través de estos elementos pertenece al mundo de los fenómenos psíquicos. La introspección y la empatía son los requisitos para captar lo que les pasa a otros y a nosotros mismos. Desde este presupuesto, estar inmersos en una situación emocional es la clave para entender y dar significado a la experiencia. La vida interior no es aprehensible a través de la extrospección (no descarta que algún día pueda establecerse a través de registros electoencefálicos, etc.). Sin embargo, actualmente, este enfoque psicológico, con todas las limitaciones, es el único útil para investigar la vida interior del hombre, incluida su psicopatología (Kohut, 1984)

De la observación empática de sus pacientes, Kohut intuye la existencia de una perturbación hasta entonces no descrita, a la que llamó "trastorno narcisista de la personalidad". Al principio creyó que este síndrome estaba relacionado con la neurosis. Se caracterizaban estos pacientes por una vulnerabilidad especifica, siendo su autoestima lábil, y muy sensible a los fracasos, las desilusiones y los desastres (Kohut y Wolf, 1978).

Posteriormente, observó que éste síndrome se distingue clínicamente de las neurosis clásicas, siendo una de sus características el tipo de transferencia que establecen estos pacientes. Es decir, lo que permitirá el esclarecimiento de este trastorno no será el examen de la sintomatología sino el proceso terapéutico (Kohut, 1978,; 1984). Estos pacientes tendían a percibir al analista como una parte de su propio cuerpo o como una imagen especular de sí mismos. Por tanto, el descubrimiento de que éstos reactivaban ciertas necesidades narcisistas específicas en la situación psicoanalítica, el que establecieran "transferencias narcisistas", haría posible un tratamiento psicoanalítico eficaz (Kohut y Wolf, 1978). En un principio Kohut empleaba el término de "transferencia con el objeto de self" (objeto de sí-mismo). Estas transferencias se subdividen en dos tipos:


1. Transferencia de espejo

Lacan (1949) fue el primero que utilizó la metáfora del espejo en la literatura del narcisismo. Según Kohut, se revive en la situación terapéutica la necesidad infantil de una fuente especular de aceptación-confirmación a la que se responde de manera insuficiente o deficiente. Se vivencia etapas tempranas del desarrollo en las que el niño tiene fantasías omnipotentes con las que alimenta un yo grandioso. Los pacientes expresaban su necesidad de alguien que pudiera servir como un eco, una afirmación, aprobación, admiración y refuerzo de su autoestima. El analista importaba sólo en la medida en que el paciente podía o no experimentar su disponibilidad para cumplir esa funciones. Una vez establecida esta transferencia, permitía un mejor funcionamiento del paciente como sí el analista sirviera como el "pegamento psíquico" necesario. La transferencia de espejo constituye una expresión del hecho de que otros son experimentados y necesitados en el sentido de ser "agentes de autoconfirmación" o"autoaprobación".


2. Transferencia idealizadora

Así mismo en la terapia se revive de manera similar la necesidad de fusión con una fuente de fortaleza y serenidad "idealizadas". Por ella el sujeto salva una parte de la experiencia de la perfección narcisista global, atribuyéndola a un objeto sí-mismo rudimentario: "La imago parental idealizada". Al resistir toda la felicidad y poder en este objeto idealizado, el niño estará vació e impotente si se aleja de él. por lo que procurará no separarse del mismo. De ahí la necesidad que tienen algunos pacientes de pegarse al analista, de colocarlo en un pedestal y verlo como un ser omnipotente, omnipotente y perfecto, como modo de participar de esa grandeza y perfección.

Para Kohut, la "especularización", la imagen especular depende la madre que otorga al niño una imagen grandiosa de sí mismo, posibilitando el despliegue de sus tendencias exhibicionistas. Por contra, la "imago parental idealizada depende del padre que acepta la idealización que le profesa el niño y le permite fusionarse consigo mismo.


Teoría del Yo

El trastorno de estos pacientes no podía explicarse con la teoría psicoanalítica clásica. Era necesario establecer una nueva teoría del yo. Dado que el núcleo del trastorno es un yo debilitado, las explicaciones tradicionales, centradas en los conflictos concernientes a los impulsos libidinales o los agresivos, no podían esclarecer ni la psicopatología ni el proceso terapéutico. El yo se convierte en el centro del universo psicológico del individuo (Kohut,1977). A medida que avanza en sus investigaciones, el yo va a adquirir una gran importancia, hasta constituirse en el "núcleo de nuestra personalidad". (Kohut,1978).

¿Cómo se origina el yo? Hay que partir de la idea de que el recién nacido carece de un yo. Existen dos elementos estructurantes del futuro yo:


a) Una cierta "carga" hereditaria que determinará la mayor o menor propensión a la fragmentación del yo constituido, que puede dar lugar a una psicosis o a un trastorno narcisista de la personalidad. En un trabajo posterior emplearé el término "equipamiento innato", relativo a los elementos que determinan la configuración última del yo (Kohut y Wolf, 1978).


b) Hay que tener en cuenta también las expectativas, ilusiones y fantasías específicas de los progenitores, especialmente de la madre. Para Kohut, incluso las privaciones reales serias no resultarán psicológicamente dañinas si el medio psicológico responde al niño con respuestas empáticas no distorsionadas.


El niño al nacer requiere un medio físico idóneo; alimentos, oxigeno, temperatura adecuada, etc. A su vez, es necesaria para su supervivencia la presencia de un medio humano capaz de proporcionar "respuesta empática" (Kohut, 1977). Es decir, un medio empático capaz de responder a sus deseos-necesidades-psicológicas con la misma certeza con la que el aparato respiratorio del recién nacido espera que la atmósfera contenga oxigeno. Ya algunos autores habían hablado de "experiencia emocional correcta". (Alexander et al, 1946). La atención de esas necesidades es tan importante para la supervivencia como la satisfacción de las necesidades calóricas o alimentarias.

De aquí surgen dos conceptos claves para su enfoque: el objeto del self (u "objeto sí-mismo") y la empatía:


a) Los objetos sí-mismos

Son objetos que experimentamos como partes de nuestro yo, es decir, que vivimos como partes de nosotros mismos (Kohut, 1971). En la obra de Kohut los objetos sí-mismos son los objetos externos: el padre, la madre, etc. Hay dos tipos de objetos sí-mismos: un objeto sí-mismo grandioso que confirma el sentido innato del vigor, grandeza y perfección del niño es el "objeto sí-mismo especular (grandioso)"; y aquel que el niño puede admirar y con el que puede fusionarse como una imagen de serenidad, infalibilidad y omnipotencia, es la "imagen parental idealizada" de cuya internalización surgen los ideales del yo. Relaciones de reciprocidad deficitarias entre el niño y sus "objetos sí-mismos" conducen a un yo dañado.

Por tanto, un yo firme estará constituido por tres elementos:

a) Un polo del que emanan las tendencias básicas del poder y del éxito.

b) Otro polo constituido por las metas idealizadas básicas.

c) Una zona intermedia de talentos y habilidades básicas que se ve activada por el arco de tensión que se establece entre las ambiciones y los ideales.

Se crea un "arco de tensión", una corriente constante de actividad psicológica que se establece entre dos polos del yo, es decir, las actividades básicas de una persona a las que se ve "impulsada" por sus ambiciones y "guiada" por sus ideales (Kohut, 1977)

Una interacción deficiente entre el niño y sus objetos sí-mismos dará lugar a un yo dañado. Así, la incapacidad para lograr cohesión, vigor o armonía, o una pérdida significativa de esas cualidades una vez tentativamente establecidas constituye un estado de "trastorno del yo". La relación terapéutica creará condiciones para que el yo dañado establezca un estado de cohesión, vigor o armonía interna.


El niño no podrá vivir toda la vida apoyado en esos objetos. Kohut elabora una hipótesis explicativa de ese distanciamiento de los objetos "internalización transmutadora", que se desarrolla en tres pasos sucesivos e indispensables:


1. El aparato psíquico debe estar preparado para poder lograr una receptividad adecuada; haber tenido la experiencia de satisfacción de la necesidad correspondiente a la fase del desarrollo (así, la experiencia especular con el objeto omnipotente; la experiencia idealizadora con el objeto parental idealizado).


2. El aparato psíquico debe lograr que se produzca una frustración óptima o tolerable con ese objeto. Según Kohut, ya Freud en su obra "La aflicción y la melancolía" (1917) describiendo la elaboración del duelo, expresó lo esencial de este proceso de retiro fraccionado. Estas frustraciones tolerables permitirán establecer estructuras internas que proporcionan la capacidad de autoapaciguarse y adquirir una tolerancia básica a las tensiones en el terreno del narcisismo.


3. Se debe procurar que esa frustración ocurra en el momento apropiado de la fase del desarrollo por la que pasa el sujeto.


b) La respuesta empática


La respuesta empática no será posible si los padres están atrapados por sus fijaciones narcisistas. Así, el ensimismamiento de la madre puede llevarla a proyectar sus propias tensiones y estados de ánimo sobre el hijo, llegando así a una "empatía defectuosa". Quizás responda selectivamente (hipocondriacamente) a ciertos estados de ánimo y tensiones del niño que corresponden a sus propios estados de tensión y preocupación narcisistas ("sobreempatía "). Tal vez no responda al humor y las tensiones expresados por el hijo cuando sus propias preocupaciones no concuerdan con los requerimientos de éste ("falta total de empatía"). Estas alteraciones impiden el retiro gradual y la construcción de estructuras psíquicas reguladoras de la tensión, por lo que el niño permanecerá fijado a su ambiente narcisista primario en su conjunto (Kohut, 1977).

Para Kohut, la labor de los padres es fundamental, ya que deben saber distanciarse. Si su personalidad está firmemente definida, puede permitirse ser idealizado por el niño y posteriormente, sin apartarse de él, que éste detecte gradualmente sus limitaciones reales. Freud ya había resaltado la importancia de los padres en el desarrollo del niño. Destacaba que las aspiraciones de los padres son normalmente grandiosas: la enfermedad, la muerte, la renuncia y las leyes de la naturaleza y la sociedad no han de afectar al niño, convirtiéndolo de nuevo en el "centro y el nódulo de la creación" (Freud, 1914b). Es decir, el atribuirle todas las perfecciones posibles y disimular u olvidar los defectos, en el fondo no es más que una resurrección del narcisismo de los padres (Freud, 1914b).

Si se produce un incumplimiento de cualquiera de las tres condiciones de la internalización transmutadora, se impedirá la formación correcta del yo. Habrá que tener en cuenta también el número de veces que ese incumplimiento se produce y el tipo de objeto sí-mismo que más falla. A ello se agregaría el momento de la evolución en que se produce el fracaso. Ante un yo dañado el aparato psíquico intentará plantear medidas que lo atenúen, dando lugar a estructuras defensivas y compensadoras. He aquí que surge el trastorno narcisista de la personalidad.


Características clínicas del trastorno narcisista de la personalidad


Se caracterizan estos sujetos por su vulnerabilidad narcisista. Son pacientes de "mucho amor propio". Toleran mal ciertas situaciones de orden social, los fracasos, las postergaciones, las dificultades. Ante las contrariedades ocasionadas por circunstancias externas, reaccionan como a una afrenta personal. Por ello, son especialmente susceptibles. La causa se encuentra en la mala regulación de la autoestima. En la obra "Análisis del yo" (Kohut, 1971) describe varias esferas en las que se manifiesta dicha vulnerabilidad:


-En la esfera sexual: falta de interés sexual, fantasías perversas, fantasías más que hechos, actuaciones eróticas, actos perversos.


-En la esfera social: inhibiciones laborales, incapacidad de formar o mantener relaciones significativas, actividades delictivas, dramatizaciones, conductas llamativas.


-En la esfera psicosomática: preocupaciones hipocondríacas sobre la salud física y psíquica, trastornos neurovegetativos.


-En la esfera personal: pérdida de humor, nula empatía, falta de sentido de proporción, ataques de ira incontrolada, mentiras patológicas.


lunes, 29 de agosto de 2011

El narcisismo ¿qué es? (II)Desarrollos psicoanalíticos postfreudianos: De Freud a Kohut y Kernber


"Mi impresión es que las vidas más productivas y creativas son las de aquellos que, a despecho de los cuantiosos traumas de su niñez, pudieron adquirir nuevas estructuras en su búsqueda de nuevos caminos hacia la completud interior".

H. Kohut


Con posterioridad a la obra de Freud se va a seguir profundizando en la patología narcisista. A continuación describimos, agrupándolos por temas, las aportaciones de diversos autores relacionadas con el narcisismo. Presentamos una especial atenicón a los planteamientos de Kohut y Kernberg.


Desarrollos psicoanalíticos postfreudianos


Agrupamos a los autores en diversos apartados según las características de sus aportaciones teóricas.


a) Se acentúa el componente de la "0mnipotencia"

K. Horney (1939) describe la "inflación del yo", mediante la cual el sujeto se da un valor superior a su valor real. Se ama y se admira por unos valores que no tienen fundamento adecuado, y espera amor y admiración de los demás para tales valores. Horney plantea la idea de la perdida del "yo real" debida a la coerción parental, a través de la cual el niño sufre una disminución de su autosuficiencia, de su confianza e iniciativa. De modo que la inflación propia es un intento por luchar contra esas tendencias.

En la misma línea, Olden (1941) expresa que el "carácter narcisista" se manifiesta en una conducta omnipotente e independiente y con cualidades de liderazgo. Por ello, las personalidades narcisistas frecuentemente ejercen una gran fascinación sobre los demás.

A su vez Nemiah (1961) se centra en individuos con "alteración de carácter narcisista" que destacan por una gran ambición, por aspirar a metas altas y poco realistas, por la intolerancia a las críticas y por una casi insaciable necesidad de admiración. Se convierten en personas "prisioneras" de sus aspiraciones y necesidades, e hipersensibles a la críticas.

Tartakoff (1966) describe individuos con "complejo de premio Nobel", caracterizados por su ambición vehemente por ganar algún premio o conseguir riquezas, ganar un Oscar o ser presidentes. Destacan por sus fantasías activas de poder y omnipotencia y fantasías pasivas de ser especial, que requiere un reconocimiento exclusivo ya que poseen talento, habilidades y virtudes extraordinarias. Sus fantasías de poder y ser especial les hacen actuar en su relación con los demás a través del mecanismo de "todo o nada". Muchos sujetos han sido "el hijo único" o más admirado en su familia, lo que ha creado en ellos fantasías de ser especiales, únicos y por ello necesitados de aplauso, poder y prestigio social.


b) Se destaca el aspecto "defensivo"


Fenichel (1945) describe "el don Juan del éxito":se trata de sujetos que pagan su tributo al superyo, no en forma de sufrimiento sino de éxitos. Para ellos, el éxito tiene la virtud de eliminar culpas y fracasos anteriores. Como ninguna hazaña puede anulas realmente la culpa inconsciente, estas personas sienten la compulsión de correr tras los éxitos, sin sentirse nunca satisfechos de sí mismos. Manifiestan poco interés por la personalidad de sus objetos. No han sobrepasado los estados previos, arcaicos, del amor. Su actividad sexual se dirige a contradecir el sentimiento interior de inferioridad mediante la prueba de sus "éxitos" eróticos. Una vez que han poseído a una mujer pierden interés por ella. Por tanto, su necesidad "narcisista" les exige verificar constantemente la capacidad de excitar a las mujeres.

Posteriormente, W. Reich (1949) profundiza en el estudio de la estructura del carácter, al que concibe como un mecanismo de protección narcisístico, una "barrera narcisista". Describe el carácter "fálico-narcisista", el cual daría lugar a sujetos ambiciosos, impulsivos, agresivos y arrogantes. Estos individuos mostrarían rasgos de dominación, atención a la belleza física, superioridad y exhibicionismo. Dicho carácter aparece como compensación de un profundo sentimiento de inferioridad. Reich observa que esta patología es más común entre mujeres.

Insiste en la misma idea A. Reich !969) quien se refiere a la "inflación compensatoria narcisista del yo" y los individuos con esta "patología narcisista" destacarán por tener exageraciones, poco sentido de la realidad y por buscar constantemente ser objeto de atención y admiración, todo ello unido a sentimientos de inferioridad. El narcisismo sería una forma patológica de regular la autoestima. El sujeto exhibe una imagen distorsionada de sí mismo: quiere ser admirado, manifiesta exageraciones no realistas, etc., como recurso para esconder su sentimiento de inferioridad.

Freeman (1964) afirmará que el narcisismo patológico surge como respuesta defensiva a las frustraciones tempranas. El sujeto se ama a sí mismo porque los objetos en su infancia no han sido placenteros.


c) Se plantea la dimensión "destructiva"


Rosenfeld (1971) elabora la teoría del "narcisismo destructivo". Se centra en las relaciones de objeto narcisista caracterizadas por la omnipotencia, preponderancia de la identificación y defensa contra el reconocimiento de la separación entre el yo y el objeto. La omnipotencia se manifiesta en la utilización de los otros, la negación de cualquier dependencia, la vulnerabilidad en las relaciones afectivas y la envidia de lo que los demás puedan tener. A su vez, para Rosenfeld el narcisismo es una defensa del sujeto impulsado por el instintdo de muerte y la envidia.


d) La escuela de las "relaciones objetales"


M. Klein se aparta explícitamente de la noción freudiana de una etapa autoerótica y narcisista que precede a las relaciones objetales (interacción con otros o con uno mismo). Según Klein no existe ningún proceso mental que no involucre objetos, externos o internos. Para ella el amor, el odio, las fantasías, las ansiedades y las defensas están vinculadas a ls relaciones objetales. A partir de sus planteamientos se desarrolla una nueva línea de pensamiento psicoanalítico, la "Escuela Británica de las relaciones objetales" en la que destacan autores como Balint, Winnicott, Fraibairn, Guntrip, etc.

Para la autora, desde el comienzo existe un yo rudimentario que alterna entre estados de cohesión relativa y estados de no integración y desintegración. Este yo rudimentario establece relaciones con los objetos y utiliza mecanismos de defensa. Al comienzo tales objetos son objetos "parciales" primitivos, pero con el desarrollo ulterior alcanzan una mayor integración. Según M.Klein hay suficiente yo al nacer como para sentir ansiedad, utilizar mecanismos de defensa y establecer primitivas relaciones objetales en la fantasía y en la realidad. Tal situación indica que el yo aunque al principio está muy desorganizado, sin embargo, con la orientación general del crecimiento fisiológico y psicológico tiene desde el principio la tendencia a la integración.

Klein aporta el concepto de "posiciones" frente al de etapas de desarrollo. Para ella, no son meros estadios por los que se pasa, sino dos maneras diferentes de relacionarse con la realidad interna y externa. Describe dos posiciones, la esquizo-paranoide y la depresiva.

Las relaciones objetales narcisistas son típicas de la posición esquizo-paranoide. en ésta el mundo se divide en objetos buenos y malos. Tal división es interna y también se proyecta al exterior. Al darse cuenta el bebé de que los objetos "buenos" y "malos" no están realmente separados, necesita fortaleza interior para tolerar la separación, el temor a la pérdida y la culpa resultante del reconocimiento del daño que cree haber infringido al objeto bueno. La capacidad de tolerar esa culpa fortalece en gran medida al yo. La preocupación por los objetos internamente dañados lleva al deseo de repararlos y no a negar sus existencia, y así el niño ingresa en el mundo ético.

En la posición esquizo-paranoide, la capacidad y percepción adecuada a la realidad interna y externa se ve menoscabada por los mecanismos de negación, escisión y proyección. Las realidades externas e internas corren peligro de confundirse la una con la otra, su resultado final sería la psicosis. Por tanto, se produce el mecanismo de "identificación proyectiva": determinados aspectos del yo se niegan omnipotentemente y se proyectan en el objeto, al que luego se identifica con esos aspectos proyectados del yo. Cuando se proyectan aspectos del yo que se experimentan como buenos, se produce una idealización del objeto, mientas que los impulsos destructivos hostiles son escindidos y proyectados fuera. Así los objetos externos se experimentan como malos y amenazadores para el yo, dando origen a un sentimiento de persecución. La identificación del objeto con aspectos del yo, quedando sus propiedades reales oscurecidas, constituye el mecanismos básico de las relaciones objetales narcisistas. Por ello los pacientes narcisistas son propensos tanto a idealizar como a denigrar a sus objetos.

El peligro es que una relación puede transformarse de pronto en la otra. En ambas situaciones, hay una profunda incapacidad para ver los objetos tal como "realmente son". Por ello, desde el punto de vista subjetivo, los objetos con los que se identifica el yo no se experimentan como parte de éste. Así, cuando Narciso contempla su reflejo en el agua no sabe que se está viendo a sí mismo.

Para Klein la envidia es una actitud fundamental y forma parte de la posición esquizo-paranoide. Lo opuesto de tal actitud es la gratitud. Quien puede sentir gratitud hacia sus objetos reconoce que es distinto de ellos y puede desarrollar la capacidad para una auténtica creatividad. Por ello, la rabia y agresividad narcisista constituye una expresión de la envidia. Es decir, con la envidia el objetivo es ser uno mismo tan bueno como el objeto (la otra parte de la relación), si esta situación parece imposible, el objetivo se transforma y lo que se pretende es arruinar lo bueno que posee el objeto para suprimir la fuente de envidia.


(Texto extraído del libro ¿Qué es el narcisismo? Autor José Luis Trechera)

viernes, 26 de agosto de 2011

El narcisismo ¿qué es? (I) Implicaciones patológicas de las diversas descripciones del mito


[...]En general el mito de Narciso es descrito como la "gran negación o rechazo". Por ello, el narcisismo se revelará como negatividad y falta.

Por un lado, Narciso no es consciente de su propia realidad (etimológicamente significa "el atontado"). Nace de una violación. Nunca ha conocido a su padre y, según el oráculo, "vivirá si no conoce quién es". Es el proceso opuesto al "conócete a ti mismo" socrático. Por tanto, sobrevivirá sólo si mantiene una "imagen distorsionada de si". Su actuación recuerda el estilo histérico descrito por Shapiro (1986). Narciso es incapaz de mantener una atención focalizada en sí mismo. Sólo vive de impresiones y por ello no sabe quién es ni cómo se siente.

Por un lado Narciso niega la realidad de su entorno. El mito de Narciso no es un simple relato de autoerotismo excesivo, sino de ausencia de interacción social, que se refleja en las siguientes manifestaciones:


a) Narciso rechaza las relaciones de amor. Marcuse (1959) lo describe como el antagonista de Eros, ya que desdeña el amor que posibilita la unión con otros seres humanos y lo asociará a Orfeo en esa negación de Eros. Ante una cultura que pide refuerzo y solidaridad (cuyo representante sería Prometeo) se cierra en sí mismo y se aísla del entorno. Sin embargo, vive con gran pasión para un eros propio, ya que, en principio, no sabe que la imagen que admira es la suya. En la Edad Media se desarrollará esta idea desde la perspectiva del "alma encerrada en sí misma".


b) A su vez, presenta una nula empatía o capacidad de captar los sentimientos y la realidad externa. En la narración, la ninfa Eco simbolizaría la ausencia de empatía. Siempre responde, pero distorsiona todo. No puede ofrecerle una respuesta empática efectiva a Narciso. Posteriormente se resaltará la falta de empatía como una característica básica del trastorno narcisista de la personalidad.


c) Al mismo tiempo, se describe como un sujeto orgulloso y soberbio que desprecia a los demás. Según Ovidio, "no hubo jóvenes, no hubo muchachas que tocaran su corazón" (Ovidio, 355). Tal actitud refleja agresividad y destrucción en su relación con los otros. No sólo no acepta su amor sino que los rechaza despectivamente y provoca la eliminación de sus amantes (por ejemplo. el envío de la espada para Aminias se provoque la muerte).


d) Ese desprecio le impedirá aceptar nada de su entorno (lo que conlleva rechazar también lo útil y positivo que los otros le puedan aportar). Narciso está atrapado contemplando algo que subjetivamente cree externo a sí, pero que es en términos objetivos el aspecto idealizado de su propio yo. Cree que está enamorado; sin embargo, muere porque no puede apartarse y dirigirse a un ser rala del que podría obtener lo que en verdad necesita.


e) No se trata por tanto, de una cuestión de autoamor sino del amor por una imagen especular que se confunde trágicamente con un sujeto real. El castigo consiste en la incapacidad para amar a seres reales. Narciso desea ardientemente a la ninfa Eco. Ella le ayuda a salir del bosque. A Narciso le complace oírla y verla, pero cuando la ninfa quiere abrazarlo retrocede horrorizado.

Tras una fachada de rigidez e indiferencia se esconde la auténtica realidad de Narciso: la incapacidad para poder expresar afecto y sentimientos. Narciso se presenta como una máscara caracterizada por su falta de vida en la mirada. No hay luz en sus ojos, son opacos. Su expresión recuerda la de ciertos pacientes esquizofrénicos que presentan una mirada perdida o vacía. Narciso es incapaz de pronunciar la frase "te veo", no puede contemplar nada que no sea el mismo.


f) Ese temor a la relación directa con los demás, a manifestar y recibir afecto, el miedo al abrazo y al contacto físico aparece relacionado con la vida temprana de Narciso. Excepto en la descripción de Pausanías, Narciso es presentado como hijo único, fruto de una violación. Por tanto, no cuenta con padres o hermanos para su desarrollo psíquico. Todo lo que sabemos de su madre es que le preocupa el destino futuro de su hijo y por ello busca al videntes Tiresias. Se resaltará posteriormente la importancia de las expectativas familiares para la formación del trastorno narcisista (Kohut, 1971, 1977; Kernberg,1975, 1984; Chessick, 1985; Guimón, 1993)".


g) Para el psicoanálisis, en la narración del mito se descubre la "fijación maternal del sujeto". Narciso se enamora de su propia imagen reflejada en el agua. El agua es la ninfa Liríope, su madre. A ese amor no se le presenta ninguna respuesta. Posteriormente, se insistirá en la importancia de la respuesta empática materna para el correcto desarrollo humano. En consecuencia, la madre, será uno de los factores predisponentes para la formación del trastorno narcisista de la personalidad.


h)) El desenlace no se deja esperar: la muerte es consecuencia de ese aislamiento. Ovidio subraya que ese reconocimiento le lleva a una fragmentación de sí mismo, en el momento en que sus lágrimas, al caer en el lago, deshacen su imagen. El rechazo de toda la relación de amor provoca la desintegración del sujeto y la imposibilidad de vivir, ya que es incapaz de aceptar la realidad tal cual es. El resultado final de su actuación se expresa simbólicamente como un retroceso de lo humano. Narciso se transforma en flor (deslizamiento hacia atrás de la especie humana a vegetal), sirviéndose para ello del agua o del espejo (símbolos presentes en todas las versiones del mito) que representaría el seno materno hacia el cual se volvería. Narciso niega su verdadero yo y busca fundirse con la imagen que ve, la muerte es la consecuencia lógica de la fijación en un falso yo.

Llama la atención la relación con la muerte del mito de Narciso. Etimológicamente "narcosis", significa el "atontado", el que no está en la realidad. A su vez, Narciso no mantiene relaciones que posibiliten o construyan la vida: rechaza a todos aquéllos que quieren entablar relación con él; les incita incluso a que se destruyan (por ejemplo, la entrega de la espada a uno de sus admiradores); no capta los sentimientos o señales de vida de los que tiene a su alrededor, etc.


La moraleja de las diversas historias aparece clara: no puede el sujeto conocerse y reconocerse verdaderamente a sí mismo, sino a través del conocimiento y reconocimiento del otro. Cuando se cierra en sí mismo y rechaza a los demás pasa a tener como único reflejo su propia figura, y tal situación es destructiva y mortal.


(Extraído del libro ¿Qué es el narcisismo?. Autor José Luis Trechera)

miércoles, 24 de agosto de 2011

No comprendí

Creada originalmente por haideé iglesias

No comprendí hasta hoy
el dolor
que dormía
en el corazón
de una persona
por no entender
la sencilla verdad
del amor...
Como esta flor
era ajena
a la belleza
que él captó
Dolor
que se causó
y causó
alrededor.
No comprendí
por ingenuidad
todo aquello
que
en otro
provocaba
la libertad
que me acompaña
Pero
¿cómo ser culpable de ser libre?
Sólo llanto aflora
a los ojos
en compensación
por el dolor
que no quise causar...
No comprendí
Amor.
No comprendí
el salvaje
anhelo
que me perturbaba
desde tu interior
Paz y sosiego
como la flor
que nace y muere
sin
saber
que alguien
la admiró
No comprendí
Nacer y morir
para comprender
si

martes, 23 de agosto de 2011

Hablar de amor (II y última)


El amor no está asociado al poder. El enamoramiento romántico es un medio para alcanzar el fin de completar lo que nos falta; el amor, en cambio, constituye un fin en sí mismo. O en palabras de Margaret Andersen: "En el amor verdadero, se desea el bien de la otra persona. En el amor romántico, se desea a la otra persona." Cuando amamos a alguien, queremos que esa persona siga siendo fiel a su esencia. En cuyo caso, será imposible poseerla, absorberla o cambiarla. Sólo podemos ayudarla a convertirse en lo que ya es. Por ejemplo, en las discusiones con una persona amada es más importante lograr su comprensión que imponer el propio punto de vista.Tal vez, como ha escrito la ensayista y biógrafa Phyllis Rose, "En esto consiste el amor, en negarse, momentánea o prolongadamente, a pensar en otra persona en términos de poder".


Evidentemente, el viaje dura siempre y nunca se llega a un destino. Pero parece ser cierto que, una vez dejamos atrás las primeras etapas de absorbente amor parental, un núcleo de autoestima constituye una precondición esencial para permitirnos sentir el amor de otra persona.

Consideremos un caso hipotético, como diría una abogada: supongamos que inesperadamente surgiera el amante perfecto o la amante perfecta. Sin un núcleo básico de autoestima, esta perfección pronto se vería enturbiada: "¿Y si descubre cómo soy en realidad debajo de mi máscara? Surgirían los celos: Sin duda acabará encontrando alguien "mejor" que yo. Y también la posesividad: Si pierdo a esta persona, no tendré a nadie que me quiera, puesto que yo misma –o yo mismo– no me aprecio. Si la autoestima es realmente muy baja, podría llegarse incluso a la devaluación directa del o la amante: Algún defecto debe tener si me quiere tanto. Si se ha acostado conmigo, seguramente lo haría con cualquiera. Ya lo dijo Groucho Marx en su máxima inmortal: "Jamás me haría socio de un club que quisiera aceptarme."

Todo esto parecen consideraciones de sentido común, pero lamentablemente no son nada comunes. Hay muchas más personas empeñadas en encontrar a la persona adecuada que en intentar llegar a serlo. La genialidad de Jane Eyre está en habernos sabido mostrar que la valoración de un enamorado o una enamorada depende en parte de nuestra disposición a apreciar o no la singularidad y las cualidades de esa persona. Podemos transformarla de inadecuada en adecuada –y viceversa– dependiendo de nuestra propia autoestima. Pero nuestro mundo está tan poco dispuesto a escuchar este mensaje como en tiempos de Charlotte Brontë.


Mientras tanto, seguiremos prisioneras y prisioneros de las fantasías de salvación romántica, de ese mágico "otro" u "otra". Sin embargo, una mujer individual, si no vuelve la mirada adentro, puede seguir escogiendo hombres airados porque expresan la ira que ella mantiene reprimida. O un hombre puede seguir casándose con mujeres a quienes no contrataría como empleadas porque es incapaz de imaginarse a una mujer como a un igual (recuérdese la soledad que expresa Rochester al hablar de sus amantes). Pero aunque tengamos la fortuna de haber gozado de una infancia ejemplar, a menudo se castiga a las mujeres que expresan su ira y también a los hombres que se identifican con modelos femeninos. Tenemos que aceptar que aspirar a ser complementos significa ir contra la mayor parte de las tendencias de la cultura actual y, en consecuencia, contribuye a transformarlas. Sin embargo, aunque el esfuerzo sea grande, las recompensas todavía son mayores.


(Texto extraído del libro "Revolución desde dentro". Autora Gloria Steinem)

domingo, 21 de agosto de 2011

Hablar de amor (I)


Lo he leído hace dos días.

Es algo que ya sabía. Llevo mucho tiempo escribiendo y hablando sobre ello. Pero es ahora que alguien lo comienza a entender y a aceptar. Por esto yo estoy sintiendome cada vez mejor de todo este proceso que comenzó hace dos años (y que es también una continuidad de los anteriores) , algo de lo que en su momento dejé constancia. Desde entonces he descubierto mucho más. Intuía pero no había confirmación en los hechos externos. Todo muy extraño. Bien, experiencia y conocimiento. Valioso en cuanto a lo mucho que me ha aportado. Aunque siento que a muchas personas se las haya causado daño. Todo fluirá de nuevo. Saber esto ya es suficiente para mi :)


No he leido las dos novelas que menciona "Cumbres borrasocas" y "Jane Eyre". Si las he visto en el cine. La autora señala que la película basada en la novela titulada Jane Eyre no refleja la verdad de lo que está expresado en ella.

Independiente de esto, pienso: las dos novelas son parte reflejada de esta vida que estoy viviendo.Cuánto he cambiado, si. Y, sobre todo, aprendido.


Lo dividiré en dos para que resulte menos denso.


No es sencillo hacer generalizaciones sobre el amor. Como cada persona que siente sus invisibles filamentos hacia otra persona, también el amor presenta cualidades singulares en cada caso. A diferencia de la atracción romántica, con guiones tan uniformes que hasta una frase para describirlos –"no permitiré que seas de nadie si yo no puedo poseerte", "aventura pasajera", "arrebato de mediana edad", "la otra mujer", "romance de guerra", etc.–, el amor no se ajusta a un argumento y un programa tipo, salvo en cuanto intensifica las alegrías y amortigua las penas en el marco de unas vidas absolutamente individuales. Robin Morgan lo resume así en The Anatomy of Freedom [Anatomía de la libertad]: "El odio generaliza, el amor especifica." Y la atracción romántica también generaliza. Cuando buscamos en otras personas una parte que nos falta, nos olvidamos de su singularidad. Puesto que la mayoría sufrimos carencias asociadas a definiciones de sexo, establecemos generalizaciones sobre el "sexo opuesto" (o sobre cualquier grupo erigido en "otro misterioso") transformándolo en una pantalla en blanco sobre la cual proyectaremos nuestras esperanzas (en forma de enamoramiento romántico) o nuestros miedos (en forma de odio). No es extraño que la atracción romántica se transforme tan fácilmente en odio y viceversa.


[...] los signos distintivos de una alta autoestima:

Cada componente de la pareja se siente amado o amada por su yo auténtico. Jane Eyre descubre la parte independiente de su personalidad a través de la aventura y Rochester entra en contacto con su parte dependiente a través de la desgracia. La atracción romántica, en cambio, gira en trono a la posesión y la transformación, y en estos términos se habla de ella. Por ejemplo, la conducta del hombre que se enamora de una mujer fuerte e independiente y luego intenta dominarla –n argumento romántico habitual desde que se escribió La fierecilla domada–, no es de amor sino de conquista. La mujer obsesionada por encontrar la manera de cambiar a su pareja –un argumento habitual cuando las mujeres se casan con su vida en vez de vivirla–, se distancia de su propia existencia para controlar la del otro.

Cada cual sabe que podría vivir sin el otro o la otra, pero no desea hacerlo. El libre albedrío es esencial para el amor. No podemos decir sí a menos que también podamos decir no. Catherine Y Heathcliff eran incapaces de ambas cosas. Jane sólo puede permanecer al lado de Rochester cuando tiene la seguridad de poder salir adelante sola. Una intimidad forzosa que es imposible abandonar, por el motivo que sea, acaba conduciendo al resentimiento, lo que Camus denominó "una autointoxicación, la malsana secreción de una prolongada impotencia en una vasija sellada". Por eso en palabras de Clare Boothe Luce: "Con la igualdad entre los sexos, habrá mucho más amor en el mundo."

Hay abundante espacio para el juego, la despreocupación y el humor. Cuando dos realidades chocan en la intimidad, el enamoramiento romántico acoge las contradicciones con enfado o desilusión; el amor, en cambio, las acepta con humor. La atracción romántica es inflexible porque intenta predecir y controlar; el amor, en cambio, es tolerante y capaz de improvisar. Tal vez por eso muchas personas utilizan a a menudo frases como: "Me casé con él porque me hacía reir", "Nos reíamos mucho juntos" y "Reírme con ella de mis dificultades siempre me reanima", para intentar explicar el indispensable sentimiento del amor. No es extraño que algunos pasajes de Jane Eyre evoquen la sonrisa, cosa que no ocurre con Cumbres Borrascosas.

Cada componente de la pareja siente empatía hacia el otro o la otra. Entre el extremo "masculina" de exclusiva atención a los propios intereses (por ejemplo, Heathcliff cuando satisface su necesidad de venganza casándose con la cuñada de Catherine) y el extremo "femenino" de exclusiva preocupación por los demás (por ejemplo, Catherine, inmovilizada entre Heathcliff y su marido), existe un término medio de empatía y equilibrio. Cada persona conserva un firme "centro" interno, pero a la vez también es capaz de contemplar la vida a través de los ojos de su pareja. Charlotte Brontë plasma literalmente esta imagen cuando Jane se convierte en "los ojos del ciego Rochester. A ella le gusta leerle en voz alta, describirle el paisaje, el tiempo que hace, y él, que antes era incapaz de aceptar ayuda ni siquiera del servicio, ahora acepta la que Jane le ofrece porque advierte que también es un placer para ella dársela. Sabemos que Jane no es simplemente otra de tantas mujeres dedicadas al cuidado de otra persona porque podemos imaginar que él se convertiría con el mismo placer en sus "ojos" en la situación inversa, una enorme diferencia con todos los relatos románticos, demasiado marcados por distinciones de sexo para ser reversibles. En palabras de Simone de Beauvoir: "El amor auténtico debería basarse en el mutuo reconocimiento de dos libertades; los amantes se identificarían entonces a la vez con consigo mismos y con el otro".


(Testo extraido del libro "Revolución desde dentro". Autora Gloria Steinem)

viernes, 19 de agosto de 2011

Murmullo sin fin




Creadas originalmente por haideé iglesias

Sonido apaciguador
del agua danzando.
Convierte el rumor
de su canto
en paz sin dolor.

Murmullo marino
murmullo sereno.
Sin entorpecer
la sosegada y rítmica
cadencia que entregada
al vaivén, no
rompe la armonía
de su magia...

Equilibrio de luz
agua y arena
lavada, mecida y
entrechocada
por ondas marinas
en murmullo sin fin...

miércoles, 17 de agosto de 2011

El miedo al fracaso


Una mañana, Nasrudín envolvió un huevo en un pañuelo, se fue al centro de la plaza de su ciudad y comenzó a gritar:

–¡hoy tendremos un concurso, quien descubra lo que está envuelto en este pañuelo recibirá de regalo el huevo que está dentro!

–¡Lo que está dentro de este pañuelo tiene el centro amarillo como una yema, rodeado de un líquido del color de la clara, que a su vez está dentro de una cáscara que se rompe fácilmente!

La gente seguía mirándole con sorpresa y él no paraba de gritar:

–¡Lo que está dentro de este pañuelo es un símbolo de la fertilidad y nos recuerda a los pájaros que vuelan hacia sus nidos! ¿Quien es capaz de decirme de qué se trata?

Evidentemente, todos pensaban que Nasrudín tenía en sus manos un huevo, pero la respuesta era tan obvia que nadie quiso pasar vergüenza equivocándose delante de los demás.

Nasrudín preguntó dos veces más y nadie se arriesgó a decir algo equivocado. Entonces, abrió el pañuelo y mostró a todos el huevo.

–Todos conocíais la respuesta –afirmó– y nadie se atrevió a decirla.

Así es la vida de los cobardes, que no tienen el valor de arriesgarse.

Sólo una cosa convierte en imposible un sueño: el miedo al fracaso.

lunes, 15 de agosto de 2011

Nada falta

Creada originalmente por haideé iglesias

Calla el dolor
Y grita la dicha.
Un terremoto rompió veredas,
Ideas y casas... mas,
La calma siempre regresa
A renovar el cobijo del alma.

Nada perdura,
Y sin embargo,
Nada falta...

viernes, 12 de agosto de 2011

El arte de la paz X

Creada originalmente por haideé iglesias

En cuanto te preocupas acerca de lo "bueno" o lo "malo" de tus compañeros, creas una rendija en tu corazón para que penetre la maldad. Poner a prueba, competir y criticar a los demás te debilita y derrota.

Morihei Ueshiba

miércoles, 10 de agosto de 2011

Autenticidad, imitación y vestigios del Zen

Creada originalmente por haideé iglesias

Se dice que hay un Budismos verdadero, un Budismo falso y también que existen vestigios del Budismo. Yo digo que el Budismo siempre se halla presente en el mundo y que no existe el Budismo verdadero, el Budismo falso ni tampoco vestigios del Budismo. Es tu comprensión la que lo transforma en Budismo auténtico, en Budismo falso o en un simple vestigio del Budismo.

Maestro Foyan

martes, 9 de agosto de 2011

Zen y depresión. Duda

Tenga en cuenta que no se trata de una simple duda, sino de una "masa de dudas". Es una duda sobre por qué nosotros y el mundo debemos aparecer tan imperfectos, tan llenos de ansiedad, lucha y sufrimiento. Es una duda que no nos da tregua.


Hakuun Yasutani



En la depresión somos intensamente conscientes de la pesada duda con la que cargamos. Dudamos de que las cosas puedan llegar a mejorar. Dudamos de nosotros mismos porque no podemos tomar decisiones con facilidad. Y cuando las tomamos dudamos de que sean las adecuadas.

Siempre nos juzgamos a posteriori. Dudamos de que valga la pena realizar ningún esfuerzo. Dudamos de que podamos llegar a conocernos realmente. Dudamos de que haya alguien que se preocupe realmente por nosotros. En el fondo, dudamos de Dios o de todo el universo.

Obviamente, esta es una situación muy incómoda. Nos gustaría poder morar en la certidumbre. Tratamos de hallar esa certidumbre en nosotros mismos. Como es no es posible, tratamos de hallarla en cualquier persona o cosa externa a nosotros que tengamos a mano. Esperamos que un trabajo, una relación, una creencia o una filosofía nos ofrezca esa certidumbre. Queremos que nuestra vida sea predecible y correcta.

Son muchas las personas que acuden a la religión, incluidos el zen y el budismo,, en busca de esa certidumbre. Esperan que a través de la religión puedan aliviar sus dudas. Algunas religiones y maestros ofrecen seguridad. Prometen un lugar cierto y seguro en un mundo incierto y en ocasiones peligroso.

Pero en la depresión desaparecen todas las tranquilizadoras y cómodas piedras angulares con las que contamos (o creemos contar) en nuestra vida. Nos sentimos a la deriva, sin nada en lo que creer. La duda en nuestro interior se asienta pesadamente en la boca de nuestro estómago. No podemos deshacernos de ella por mucho que lo intentemos.

Cuando nuestra duda crece lo suficiente, queremos expulsarla, deshacernos de ella para siempre. Queremos poner certidumbre en su lugar. Cuando eso falla, el menos queremos hallar lago en lo que creer.

Por muy agradable que pueda parecer ese lugar al principio, lo cierto es que un sitio muy buenos en el que morar.

Aunque al buscar certidumbre podemos en principio dirigirnos a maestros y religiones, los maestros más sabios animan esa duda en nuestro interior. En realidad, esa duda en sí misma es una gran oportunidad y un maestro.

Por la general en la religión o la filosofía buscamos alguna creencia o explicación que pueda representar un refugio frente a la tormenta. Pero en nuestra vida abundan las tormentas. Y no existen dichos puertos. Nunca han existido.

Algunos de nosotros, al llegar al budismo, hemos sentido durante un tiempo que habíamos encontrado un falso refugio. Hemos leído parte de las enseñanzas y sentido que tenían una resonancia en nosotros, esperábamos que nos ofreciesen alguna explicación, algo a lo que aferrarnos, algo provechoso en lo que creer. En lugar de ello, ser nos dice que hay que examinarlo todo. Se nos anima a dudar. Se nos urge a no creer en nada hasta que lo hayamos comprobado mediante nuestra propia experiencia.

La mayoría de los koans zen –preguntas e historias que se ofrecen a los practicantes de zen para meditar– en realidad tienen como objetivo aumentar nuestra duda. El primer koan que se suele dar, el llamado sencillamente mu, ha sido comparado a tragarse una bola de hierro al rojo vivo que se atasca en la garganta.

Hakuin, el gran maestro zen del siglo XVIII, enseño que la gran duda es uno de los fundamentos de la práctica zen. A menudo la duda es lo que nos lleva en primer lugar a las enseñanzas zen y la meditación, la duda sobre quiénes somos, por qué la vida tiene que ser tan dolorosa y cómo debemos vivir sabiendo que moriremos. Debemos entonces tomar esta duda, meditar con ella y digerirla, hasta que llenemos todo nuestro ser.

Debemos aceptar de buen grada residir en medio de esta enorme duda y dejarla así. De hecho, debemos aceptar que nunca será resuelta y que eso seguirá estando bien.

Eso significa que nos cuestionamos continuamente; nuca aceptamos porque sí las respuestas que nos dan los demás. Significa que no nos aferramos a las respuestas aunque las hayamos descubierto por nosotros mismos.

Si podemos vivir con esa duda, podemos estar continuamente listos para ser sorprendidos, por la vida, por nosotros mismos, por nuestras respuestas y por nuestra experiencia.

A mi maestro, Katagiri Roshi, le gustaba decir que estudiamos algo ´solo para comprender lo poco que sabemos acerca de ello. Vivir en la duda es vivir en el misterio, dejar que el misterio crezca y se convierta en algo vital en nuestras vidas. La vida misma es más grande que nada nunca podamos creer o comprender en relación a ella.

Por esta razón, la duda que se nos ofrece durante la depresión es un regalo y una gran enseñanza.



Exploración complementaria


Un verso para cuando surja la duda:

Cuando la duda florece en mi jardín

dejo de estirar de la raíz

y riego este misterio floreciente

con al abismo de la certidumbre.


Realizar la exploración sólo si te sientes cómodo haciéndola. Recomendación del propio autor.


(Extraído del libro "El camino del Zen para vencer la depresión". Autor Philip Martin)

Related Posts with Thumbnails