miércoles, 31 de diciembre de 2008

Meditación Tao

lunes, 29 de diciembre de 2008

El Buda, el diablo y la mente

Cuando la conoces, la mente es Buda; cuando la ignoras, se transforma en el diablo. El Buda es la realidad y el diablo, la locura. Pero tanto el Buda como el diablo son creaciones de tu mente.

Maestro Fenyang

La relatividad


En 1905, Albert Einstein publicó su teoría especial de la relatividad, con la que invalidó todos los conceptos principales de la visión newtoniana del mundo. Según la teoría de la relatividad, el espacio no es tridimensional y el tiempo tampoco es una entidad aparte, sino que ambos están íntimamente conectados y forman un continuo tetradimensional, el “espacio-tiempo”. Por tanto, nunca podemos hablar de espacio sin tiempo, y viceversa. Además, no existe flujo universal de tiempo; es decir, el tiempo no es lineal ni absoluto. El tiempo es relativo. Ello significa que dos observadores ordenarán los acontecimientos en el tiempo de forma distinta si se mueven con velocidades diferentes en relación con los acontecimientos observados. Por tanto, las mediciones que impliquen espacio y tiempo pierden su importancia absoluta. Tanto tiempo como espacio se convierten simplemente en elementos para describir los fenómenos.
Según la teoría de la relatividad de Einstein, en determinadas condiciones dos observadores pueden, incluso, ver dos acontecimientos en tiempos inversos; es decir, para el observador 1 el acontecimiento A se producirá antes que el B, mientras que para el observador 2 el acontecimiento B tendrá lugar antes que el A.
Por tanto, el tiempo y el espacio son tan básicos para la descripción de los fenómenos naturales y para la de nosotros mismos que su modificación implica un cambio en todo el marco que empleamos en la percepción de la naturaleza. Todavía no hemos integrado esta parte de la relatividad de Einstein en nuestras vidas. Por ejemplo, cuando captamos la señal psíquica de un amigo que se haya en dificultades comprobamos la hora y llamamos a dicha persona para ver si está bien. También deseamos saber si sufrió un determinado accidente a fin de dar validez a nuestra visión. Cuando nos dice que no ha sucedido nada, llegamos a la conclusión de que la imaginación nos ha hecho una mala pasada, e invalidamos nuestra experiencia. Esta es la filosofía newtoniana.
Tenemos que comprender que el fenómeno que estamos experimentando no puede ser explicado por mecánica newtoniana, y que estamos haciendo uso de esa mecánica para dar validez a nuestra experiencia suprasensorial. Dicho de otro modo, lo que vivimos fue una experiencia real. Como el tiempo no es lineal, puede haber sucedido ya, o estaba ocurriendo en el momento en que lo vimos, o quizá se produzca en el futuro. Puede, incluso, que se trate de una probabilidad que no llegue a manifestarse. Pero el hecho de que no haya sucedido en el tiempo en el que tratamos de relacionarlo no demuestra, en modo alguno, que nuestro discernimiento sobre la posibilidad estuviera equivocado. Sin embargo, si en la visión que tuvimos sobre nuestro amigo vimos también un calendario y un reloj con hora newtoniana, nuestra percepción sería tal que incluiría la información sobre el continuo espacio-tiempo del suceso. De este modo sería más fácil de verificar la realidad física newtoniana.
Ha llegado el momento de dejar de invalidar la experiencia que queda fuera de nuestra forma newtoniana de pensar, y de ensanchar nuestro marco de la realidad. Todos hemos sentido el paso del tiempo o la pérdida de la noción del mismo. Si logramos la suficiente eficacia en la observación de nuestros estados de ánimo, podemos comprobar que nuestro tiempo varía con los cambios de humor y con la experiencia por la que estamos pasando. Por ejemplo, nos damos cuenta de que el tiempo es relativo cuando experimentamos un periodo muy largo y aterrador justo antes de que se estrelle nuestro coche o de que se aparte, por milímetros, de choque con otro que viene en dirección opuesta. Este tiempo, medido en el reloj, es de unos cuantos segundos; sin embargo, para nosotros, parece como si el tiempo se hubiera hecho más lento. El tiempo experimentado no es susceptible de ser medido con un reloj. […]
Nuestra experiencia existe fuera del sistema newtoniano. Muchas veces se nos ha presentado el caso de encontrarnos con alguien después de varios años de separación y sentir lo mismo que si le hubiéramos visto ayer. […] También descubrimos que nuestra memoria ha ordenado los acontecimientos en una secuencia distinta a la de alguna otra persona que también los haya vivido.
La cultura nativa americana, que carecía de relojes para crear un tiempo lineal, dividía éste en dos aspectos: al ahora y todos los demás momentos. Los aborígenes australianos también tienen dos clases de tiempo: el tiempo que está pasando y el Gran Tiempo. Lo que ocurre en el Gran Tiempo tiene secuencias, pero no se puede fechar.
Lawrence Le Shan, a través de sus experiencias con clarividentes, ha definido dos tiempos: el tiempo normal y el tiempo del clarividente. Así se denomina la calidad de tiempo experimentado por lo videntes cuando emplean sus dones. Es similar al Gran Tiempo. Lo que sucede tiene una secuencia, pero sólo se puede ver desde la posición de ser o experimentar dicho flujo secuencial. Tan pronto como el clarividente trata de interferir de forma activa en la secuencia de acontecimientos de la que es testigo se ve arrojando inmediatamente de vuelta al tiempo lineal, y ya no vuelve a presenciar sucesos que se salgan del marco del aquí y ahora. A continuación debe centrar de nuevo su atención en el Tiempo del Clarividente. No entienden muy bien las reglas que regulan ese movimiento de un marco de tiempo a otro. En su mayoría, los clarividentes son inducidos a “leer” un marco de tiempo determinado de la vida actual o pasada de una persona de acuerdo con las necesidades de ésta. Algunos clarividentes pueden centrarse en cualquier marco de tiempo que se les solicite.
El continuo espacio-tiempo de Einstein indica que la aparente linealidad de los acontecimientos depende del observador. […]
Otra consecuencia importante de la relatividad de Einstein es la comprensión del hecho de que materia y energía son intercambiables. La masa no es más que una forma de energía. La materia es simplemente energía que ha perdido velocidad o se ha cristalizado. Nuestros cuerpos son energía.

domingo, 28 de diciembre de 2008

La teoría del campo



A principios del siglo XIX se descubrieron nuevos fenómenos que no se podrían describir mediante la física newtoniana. El descubrimiento y la investigación de los fenómenos electromagnéticos condujeron al concepto de campo. Se definió éste como la condición en el espacio que tiene potencial para producir una fuerza. La vieja mecánica newtoniana interpretó la interacción de las partículas con carga positiva y negativa, como los protones y los electrones, diciendo simplemente que dos partículas se atraen mutuamente como dos masas. Sin embargo Michel Faraday y James Clero Maxwell consideraron que era más apropiado utilizar el concepto de campo, afirmando que cada carga crea una “alteración” o una “condición” en el espacio circundante de manera que la otra carga, cuando está presente, siente una fuerza. Así nació la concepción de un universo lleno de campos que crean fuerzas mutuamente interactivas. Se podría empezar a explicar nuestra capacidad para afectarnos mutuamente a distancia por medios que no sean las palabras o la vista. Todos hemos pasado por la experiencia de descolgar el teléfono que suena y saber quién está al otro lado del hilo antes de que empiece a hablar. Las madres suelen saber cuándo tienen problemas sus hijos, dondequiera que estén. Todo ello se puede explicar en los términos fijados por la teoría de campos.
En los últimos quince o veinte años la mayoría de nosotros ha empezado a utilizar tales conceptos para describir las interacciones personales. Estamos empezando a admitir que nosotros mismos estamos formados por campos. Notamos la presencia de otras personas en una habitación sin oírlas ni verlas (interacción de campos); hablamos de buenas y malas vibraciones, de enviar energía a otros o de leer los pensamientos de terceros. Sabemos inmediatamente si nos gusta o nos disgusta alguien, si nos llevaremos bien con esa persona o si chocaremos con ella. Este “saber” se puede explicar por la presencia o la ausencia de armonía en nuestras interacciones de campos.
(Idem)

sábado, 27 de diciembre de 2008

La física newtoniana



Hasta tiempos recientes, cuando las religiones orientales empezaron a ejercer mayor influjo en nuestra cultura, gran parte de nuestros principios de autodefinición (en su mayoría inconscientes) se basaban en la física de algunos siglos atrás. A lo que me refiero en este caso es a nuestra insistencia en considerarnos objetos sólidos. Esta definición del universo como algo formado por objetos sólidos, la sostuvieron principalmente Isaac Newton y sus colegas a finales del siglo XVII y principios del XVIII. La física newtoniana se extendió al siglo XIX para describir un universo compuesto fundamentalmente por bloques denominados átomos. Se pensaba que estos átomos newtonianos, a su vez, estaban formados por objetos sólidos: un núcleo de protones y neutrones, con los electrones girando en torno a dicho núcleo en forma muy parecida al desplazamiento de la Tierra alrededor del Sol.
La mecánica newtoniana describió con fortuna los movimientos de los planetas, las máquinas y los fluidos en movimiento continuo. El enorme éxito del modelo mecanicista movió a los físicos de principios del siglo XIX a creer que, en realidad, el universo era un enorme sistema mecánico que funcionaba de acuerdo con las leyes newtonianas del movimiento. Se consideraban estas leyes como las básicas de la naturaleza, y la mecánica newtoniana como la teoría definitiva de los fenómenos naturales. Era posible describir todo objetivamente. Se consideraba que toda reaccion tenía una causa física, como las bolas que chocan sobre una mesa de billar. Todavía no se conocían las interacciones energía-materia, como sucede cuando la radio interpreta música en respuesta a ondas invisibles. Tampoco se le ocurrió a nadie que el propio experimentador altera los resultados de los experimentos, no sólo de los psicológicos, sino también de los físicos, como han demostrado con posterioridad los profesionales de la física.
La perspectiva newtoniana reconfortante para quienes prefieren considerar el mundo algo sólido y en gran medida inmutable, con una serie de reglas bien definidas que regulan su funcionamiento. Gran parte de nuestras vidas se siguen rigiendo por la mecánica newtoniana y probablemente continuarán así durante bastante tiempo en el futuro. Cabe señalar que, excepto por lo que se refiere a los sistemas eléctricos, nuestros hogares siguen siendo en gran medida newtonianos. Sentimos nuestros cuerpos de modo mecánico. Definimos la mayoría de nuestra experiencia en términos de espacio tridimensional y tiempo lineal. Todos, tenemos relojes. Los necesitamos para seguir con nuestras vidas tal como las hemos estructurado: de forma esencialmente lineal.
Mientras nos apresuramos en nuestras vidas cotidianas, esforzándonos por llegar “a tiempo”, es fácil considerarnos a nosotros mismos como elementos mecánicos e ignorar la experiencia humana interna, más profunda. Si le preguntamos a alguien de qué está hecho el universo, lo más probable es que nos describa el modelo newtoniano del átomo (los electrones girando alrededor de un núcleo de protones y neutrones). Sin embargo, si se lleva esta teoría a su extensión literal, nos situará en la posición, bastante desconcertante, de pensar que estamos compuestos de diminutas pelotas de ping-pong que giran vertiginosamente alrededor unas de otras.


jueves, 25 de diciembre de 2008

Ave María-Schubert (Opera)

sábado, 20 de diciembre de 2008

El Acebo y la Navidad

Creada originalmente por Haideé Iglesias

Ya que este árbol está en peligro de extinción aquí dejo una fotografía tomada del propio árbol. Sus hojas comienzan a perder las púas una vez crecen hacia la copa. Ya no necesita defenderse de los predadores Al igual que nosotros, una vez crecemos en el amor, ya no necesitamos de púas que nos defiendan, ya no hay miedo.
Sus frutos también son el alimento del urogallo, otro animal en peligro de extinción. Es un árbol con muchas simbologías. Aquí os dejo un enlace para ver algunas, aparte de la que se expone más abajo en el texto. Los áboles sagrados
Siempre me han gustado las celebraciones, y por lo tanto estas fiestas navideñas también. Hay una propensión bastante generalizada últimamente a considerarlas algo negativo, cuando lo que representan es lo contrario, para mi lo que hacen es recordarnos lo que tan a menudo olvidamos: que somos buenas personas, que estamos llenos de amor, aunque no siempre lo podamos demostrar o no sepamos como podemos hacerlo mejor para comunicarlo. Qué hay muchas cosas que ya no son lo mismo, bien, pues pienso que está de nuestra mano poder hacer que en nosotros mismos esto si sea posible. Dicen, y me parece que dicen bien, que dos no discuten si uno no quiere. Hay miles de posibilidades de hacer que esto sea posible, sólo hay que sentir que se puede hacer y entonces se podrá hacer, el que quiere puede. Y me diréis que hay personas que se están muriendo de hambre, que hay personas que se matan entre si en guerras, que nos pueden robar por la calle, etc., si, tenéis toda la razón. Mas esto no cambia el hecho de que se pueda ser buena persona igual con aquellos que tenemos más cerca, y quizá así expandiendo un poco cada vez más la onda lleguemos a conseguir que todo eso que nos disgusta o nos hace sufrir se transforme. Desde luego como no se transformará nunca es no haciendo nada y seguir quejándose, como si ello fuera a cambiar algo, como si así se operara el milagro de hacer que aquellos a los que se acusa se vayan a sentir mejor. No lo consiguió la Iglesia y los partidos totalitarios en todos los años de dominación, cuanto menos lo vamos a conseguir nosotros que no vemos que estamos cayendo en lo mismo que ellos. Si digo:”Todo es una porquería, yo no me creo nada, etc.” sintiéndonos impotentes y llenos de frustración ¿hemos conseguido algo? Mucho me temo que no, que más bien lo único que hemos conseguido es sentirnos peor. Así que hoy voy a hablar del Doctor Bach y su sistema de terapia floral. Este hombre en su amor por el ser humano consiguió encontrar el modo de que todos pudiéramos liberarnos o curarnos de esos sentimientos negativos a través del sistema floral que desarrolló. Este sistema floral lleva setenta años en el mundo y cada vez va siendo más aceptado. Siempre centrándose en las emociones que todos conocemos. También actuando con la paciencia y comprensión que requieren las nuevas ideas en el mundo. Cada vez demostrando más y más que se puede cambiar y por lo tanto el entorno cambia a tu alrededor. Sin ejercer poder, sólo siendo feliz, alegre y vital y tendiendo una mano amiga para cualquiera. Hoy aprovecho para hablaros de una flor: la flor del acebo -o holly en inglés- y lo que representa en este sistema floral.

En el libro “La curación por las flores” dice: “Por otra parte, la propia zona del cuerpo afectada no es casual, sino que concuerda con la ley de causa y efecto, y, una vez más, será una guía para ayudarnos. Por ejemplo el corazón, la fuente de vida y por tanto de amor, se ve atacado especialmente cuando el lado amable de la naturaleza frente a la humanidad no se ha desarrollado o se ha utilizado equivocadamente, una mano afectada denota fracaso o error en la acción; al ser el cerebro el centro de control, si se ve afectado, eso indica falta de control en la personalidad, y así podemos seguir analizando las distintas manifestaciones de la ley de causa y efecto. Todos estamos dispuestos a admitir los resultados que siguen a una explosión de ira, al golpe recibido con una mala noticia, si cosas triviales pueden afectar de ese modo al cuerpo, cuánto más grave y profundamente arraigado será un conflicto prolongado entre el alma y el cuerpo. ¿Cómo asombrarnos de que el resultado dé lugar a padecimientos tan graves como las enfermedades que hoy nos afligen?”.
En este mismo libro. Holly o Acebo: Está dentro del grupo “Hipersensibilidad a influencias y opiniones” y dice: “Para los que se ven con frecuencia atacados por pensamientos como la envidia, los celos, la venganza, la sospecha, o padecen distintas formas de vejación.
Por dentro pueden sufrir mucho, aun cuando no exista una causa real de su desdicha.
En otro libro “La terapia floral de Bach” de Mechthild Scheffer habla de está flor así:
“En inglés su nombre es parónimo de holy, santo, y en los países anglosajones sus ramas decorativas adornan las mesas navideñas como símbolo del renacimiento de la conciencia de Cristo en nuestro corazón. Esto no es una casualidad. La esencia de flores de Holly (Acebo) representa el principio del amor divino universal que mantiene a este mundo y es infinitamente más grande que la razón humana. Este amor o suprema cualidad energética, a través de la cual y en la cual vivimos, es como la fronda para un árbol, nuestro verdadero elixir de la vida, el mayor poder curativo, la fuerza impelente más intensa, la eterna verdad, la conciencia de la unidad, lo positivo en sí. Por esta razón, en el abanico de las treinta y ocho flores de Bach, Holly ocupa un lugar preponderante.
Donde esta intensa fuerza del amor no puede ser aceptada, se trueca en lo contrario: la negación, la separación y el odio. Esta es la causa más profunda de los demás sucesos negativos de la vida. Cada uno de los que vivimos en esta Tierra, tarde o temprano, consciente o inconscientemente, tiene que entenderse en su vida con este tema central de la Humanidad.
Cuando se vive en la corriente del amor o “en estado de gracia”, el corazón está abierto y todos los hombres son nuestros hermanos, pero si el amor nos abandona, nuestro corazón se endurece y nos sentimos dolorosamente aislados, incomunicados, separados de todo. Sin embargo, como el anhelo de este amor está programado dentro de cada una de nuestras células, en estado Holly negativo luchamos interiormente por nuestra existencia. Cuando viene al mundo, todo ser quisiera dar amor y entregar amor. Si esto es negado, experimenta una inconcebible decepción y comienza a deslindarse y a defenderse de aquello en lo que imagina no tener participación.
Debido a que el amor es una fuerza tan poderosa, su lado oscuro se manifiesta también en poderosos e intensos sentimientos, celos, venganza, odio, envidia, rivalidad, gozo con el mal ajeno. Estos sentimientos, de los que ningún individuo de esta Tierra puede estar totalmente exento, se manifiestan notoriamente o bien transcurren más en el plano inconsciente, entonces pueden convertirse en el fundamento emocional sobre el que se originan enfermedades.
Por esta razón es tan importante que se conozcan y reconozcan por parte de cada individuo estos sentimientos humanos en extremo negativos, pues son el espejo de las necesidades más íntimas. Indican lo que no se tiene pero agradaría tener y de este modo brindan la posibilidad de esforzarse convenientemente por hacerlo.
La envidia, por ejemplo, es un sentimiento que no sólo está muy difundido en la vida económica, sino también en los llamados círculos espirituales. Se mira de soslayo para ver en qué medida ha avanzado otro, si ya se encuentra en un “peldaño más elevado”. Como en los seres humanos el anhelo de amor y desenvolvimiento por el camino espiritual es particularmente grande, estos sentimientos negativos deben manifestarse por fuerza hasta que no se dé realmente el paso para superar la separación del alma y entrar en la unidad y hayamos encontrado a Dios en nuestro propio corazón.
Los celos enfermizos, que buscan con afán lo que causa sufrimiento, son el ejemplo clásico y trágico del ansia de amor en condiciones negativas. Un hombre interiormente aislado y apartado del amor, pero que de pronto ha encontrado a otro ser hacia el cual poder dirigir su ansia de amor, se ve constantemente en peligro de volver a perder este amor, que por no conocerlo él mismo, tampoco lo puede irradiar. En lugar de eso esparce su inseguridad y sus miedos y, por ello, encuentra sufrimiento.
No sólo los celosos deben reconocer que ningún amor que vea su meta únicamente en otro ser humano, puede hallar a la larga su realización, si al mismo tiempo y en primera línea no busca su meta en la unidad divina
(cada uno como la conciba, el Todo, el Universo, la Mente, Dios)
En lo que se refiere al fenómeno de los celos, debiéramos distinguir entre la forma patológica y la forma normal, por así decir. La última siempre existirá transitoriamente en una relación amorosa, pues donde son activados los supremos sentimientos del amor, se activa al mismo tiempo el polo opuesto para dar el impulso a un nuevo paso evolutivo.
Deberíamos proceder con perspicacia cuando alguien dice que es tan tolerante que no conoce los celos. La probabilidad de que se trate de un hombre clarividente y sabio es muy exigua. Más bien cabría sospechar que este individuo es tan apático interiormente que ya no tiene posibilidad de sufrir y de amar.

Edward Bach dice:”Holly nos protege de todo lo que no es amor. Holly abre el corazón y nos comunica con el amor divino” Empezamos a intuir de dónde venimos, a dónde pertenecemos y que todos somos hijos del amor. Holly nos ayuda a vivir siempre en el estado del amor, en ese estado de la belleza, la solemnidad y la realización en el que somos un corazón y un alma con el mundo y podemos conocer y reconocer todo en el orden natural dado por Dios, en el que podemos alegrarnos sin envidia del éxito del otro, aunque nosotros mismos estemos en dificultades.

En una cultura o país donde durante generaciones fue de buen tono no hablar de los propios sentimientos, casi no podemos esperar otra cosa.
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Este sistema se compone de treinta y ocho flores más el Remedio Rescate. Entre todas las combinaciones posibles, consiguen restablecer la armonía que poco a poco hemos ido perdiendo. Una opción más entre las muchas que hay.
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Este es mi mensaje para esta Navidad: Todos nosotros podemos hacer un mundo mejor puesto que somos seres llenos de amor, y por ello, Amar Siempre Gana.

Qué la armonía forme parte de cada uno de nuestros momentos de vida.

Paz en la mente y en el corazón.

¡Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo!

viernes, 19 de diciembre de 2008

Paralelismo entre la forma en que vemos la realidad y a nosotros mismos y la perspectiva científica occidental


Somos el producto de la herencia científica occidental en mayor grado del que nos gustaría admitir. El modo en que hemos aprendido a pensar y muchas de nuestras autodefiniciones se basan en los mismos modelos científicos utilizados por la física para describir el universo material. Ofrezco en esta sección una breve exposición sobre los cambios por los que ha pasado la descripción científica del mundo físico y sobre el modo en el que esta descripción se corresponde con los cambios en nuestras autodefiniciones.
Es importante recordar que una de las bases del método científico occidental consiste en hallar la concordancia entre las pruebas matemáticas y experimentales. Si no logra encontrar la concordancia, el físico buscará otra teoría hasta que dichas pruebas existan y expliquen una serie de fenómenos. Esto es lo que convierte al método científico occidental en una herramienta tan poderosa en su uso práctico y lo que conduce a importantes investigaciones en campos tales como el empleo de la electricidad y la utilización de los fenómenos subatómicos en medicina, por ejemplo en los rayos X, los scaners, las instalaciones de TAC y los láser.
Conforme nuestros conocimientos progresan se produce continuamente el descubrimiento de nuevos fenómenos. Muchas veces, éstos no se pueden describir mediante las teorías que se manejaron al explicarlos. Generalmente se postulan nuevas teorías, más amplias, basadas en todo el conocimiento acumulado con anterioridad; se proyectan y se llevan a práctica nuevos experimentos hasta que se encuentra la concordancia entre la experimentación y la nueva prueba matemática. Se aceptan las nuevas teorías como leyes físicas. El proceso de encontrar nuevas formas para describir fenómenos nuevos siempre amplía nuestros puntos de vista, lo cual constituye un reto para nuestra limitada concepción habitual sobre la naturaleza de la realidad física. Procedemos entonces a incorporar las nuevas ideas a nuestras vidas y empezamos a vernos de forma distinta a nosotros mismos.
Toda esta parte demuestra que el punto de vista científico de la realidad apoya la idea de que estamos compuestos por campos energéticos y va, de hecho, mucho más allá. Hasta alcanzar reinos que justamente estamos empezando a experimentar, es decir, nos conduce a una visión holográfica del universo. En este universo, todas las cosas están interconectadas, correspondiendo a una experiencia holística de la realidad. Pero revisemos en primer lugar parte de nuestra historia.
(Texto del libro “Manos que curan” de Barbara Ann Brennan. Física y psicoterapeuta [reiki]. Una pregunta que se plantea en el prefacio del libro: “¿Cabe la posibilidad de que exista esta nueva perspectiva que va más allá de la lógica y de la experimentación científica objetiva?”. Esta autora consigue relacionar la psicodinámica y el campo energético del hombre)

jueves, 18 de diciembre de 2008

Lectura del campo


Además de leer experiencias concretas y conflictivas de la infancia, a veces la persona intuitiva puede incluso captar supersticiones, hábitos personales, comportamientos, creencias morales y preferencias en música y literatura. Otras veces las impresiones energéticas son más simbólicas. Por ejemplo, de un paciente que sentía una opresión en el pecho que le disparaba el corazón. Evidentemente eso no le había ocurrido, pero le habían hecho muchas exploraciones médicas sin conseguir localizar ninguna causa física de su trastorno. Cuando le comenté mi impresión, me dijo que su esposa lo había traicionado varias veces con otros hombres, y que él sentía esos actos exactamente como disparos en el corazón. Al reconocer esos emociones, que antes había tratado de pasar por alto, logró resolver sus problemas, tanto los de su matrimonio como los de salud.
La energía emocional se convierte en materia biológica mediante un proceso complejísimo. Al igual que las emisoras de radio operan en longitudes de onda energéticas específicas, cada órgano y sistema corporal está calibrado para absorber y procesar energías emocionales y psíquicas específicas. Es decir, cada zona del cuerpo transmite energía en una frecuencia especifica, detallada, y cuando estamos sanos, todas están “sintonizadas armónicamente”. Una zona del cuerpo que no esté transmitiendo en su frecuencia normal indica dónde se encuentra localizado un problema. Un cambio en la intensidad de frecuencia indica un cambio en la naturaleza y gravedad de la enfermedad, y revela la modalidad de estrés que ha contribuido a desarrollar la enfermedad.
Esta forma de interpretar la energía del cuerpo se llama a veces “medicina vibratoria”. Se asemeja a las prácticas y creencias más antiguas, desde la medicina china y las prácticas chamánicas indígenas, hasta casi todas las terapias populares o alternativas. La verdad es que le medicina energética no es nueva; pero yo creo que mi interpretación de ella y de la forma en que podemos utilizarla para sanar espiritualmente, junto con los tratamientos médicos contemporáneos, es única. Si una persona es capaz de percibir que está perdiendo energía debido a una situación estresante, y actúa para corregir esa fuga de energía, reduce, si no elimina completamente, la probabilidad de que ese estrés se convierta en una crisis física.
Si bien puedo analizar para usted el lenguaje de la energía para que comience a ver y sentir el campo energético humano, a entender su correspondiente anatomía espiritual, a conocer las fuentes de su poder personal y a desarrollar su propia intuición, tengo cierta dificultad para explicar exactamente cómo adquiero yo esa información que posee el impulso más fuerte, la mayor intensidad. Por lo general, esos impulsos están directamente relacionados con la parte del cuerpo que se está debilitando o enfermando. Normalmente, el sistema energético de la persona sólo transmite la información que es esencial para que la conciencia conozca el desequilibrio o la enfermedad. A veces la información simbólica resulta perturbadora, como en el caso de la imagen de “disparos en el corazón”. Pero esa intensidad es necesaria para que el mensaje del cuerpo pueda pasar a través de las pautas mentales o emocionales habituales causantes del desarrollo de la enfermedad. Las intuiciones médicas colaboran con la intención del cuerpo de favorecer su salud y su vida, es decir, nuestra energía siempre va a buscar la salud, a pesar de que podamos hacernos a nosotros mismos físicamente. Si por ejemplo, decimos una mentira, en la mayoría de los casos nuestro campo energético le comunicará a la otra persona la “realidad energética” de que no estamos diciendo la verdad. La energía no miente; no sabe mentir.
(Idem)

miércoles, 17 de diciembre de 2008

El campo energético humano


Todo lo que vive late de energía, y toda esa energía contiene información. Si bien no es sorprendente que quienes practican medicinas alternativas o complementarias acepten este concepto, lo cierto es que incluso algunos físicos cuánticos reconocen la existencia de un campo electromagnético generado por los procesos biológicos del cuerpo. Los científicos aceptan que el cuerpo humano genera electricidad, porque el tejido vivo genera energía.
El cuerpo físico está rodeado por un campo energético que abarca el espacio que ocupan los brazos extendidos y todo el largo del cuerpo. Este campo es a la vez un centro de información y un sistema perceptivo muy sensible. Mediante este sistema estamos en constante “comunicación” con todo lo que nos rodea, ya que es una especie de electricidad consciente que transmite y recibe mensajes hacia y desde los cuerpos de los demás. Estos mensajes que entran y salen del campo energético son los que percibimos los intuitivos (o sensitivos)
Quienes practican la medicina energética creen que el campo energético humano contiene y refleja la energía de cada persona. Nos rodea y lleva con nosotros la energía emocional generada por nuestras experiencias interiores y exteriores, tanto las positivas como las negativas. Esta fuerza emocional influye en el tejido físico interno del cuerpo. De esta manera, la biografía de una persona es decir, las experiencias que conforman su vida, se convierte en su biología.


He aquí un ejemplo del tipo de mensaje que podría comunicar el campo energético. Supongamos que una persona tenía dificultades para aprender matemáticas en la escuela de primera enseñanza. Normalmente, saber que doce hacen una docena no supone una carga emocional susceptible de alterar la salud del tejido celular. Pero si el profesor o la profesora humillaba a esa persona porque no sabía eso, entonces la experiencia tendría una carga emocional que generaría lesión celular, sobre todo si la persona insiste en ese recuerdo en la edad adulta, o lo utiliza a modo de piedra de toque para determinar la forma de hacer frente a las críticas, las figuras de autoridad, la educación o el fracaso. Un intuitivo podría captar la imagen literal de la relación de esa persona con su profesor o cualquier otro símbolo negativo ligado a esa experiencia.
Las imágenes positivas y la energía de las experiencias positivas también están contenidas en el campo energético. Piense en alguna ocasión en que alguien le elogiara un trabajo bien hecho, un acto de bondad o la ayuda que prestó a una persona. Sentirá una energía positiva, una oleada de poder personal dentro del cuerpo. Las experiencias positivas y negativas dejan registrado un recuerdo en el tejido celular y en el campo energético. La neurobióloga Candace Pert ha demostrado que los neuropéptidos, sustancias químicas activadas por las emociones, son pensamientos convertidos en materia. Las emociones residen físicamente en el cuerpo y se interrelacionan con las células y los tejidos. De hecho la doctora Pert dice que ya no puede separar la mente del cuerpo. A veces el cuerpo reacciona emocionalmente y fabrica sustancias químicas emocionales incluso antes de que el cerebro haya registrado un problema. Recuerde por ejemplo, lo rápido que reacciona su cuerpo ante en ruido fuerte, antes de que haya tenido tiempo a pensar.
En su libro "Healding and the mind", Bill Moyers cita las palabras de la doctora Pert: “Ciertamente hay otra forma de energía que aún no hemos entendido. Por ejemplo, hay una forma de energía que parece abandonar el cuerpo cuando éste muere. […] La mente está en todas las células del cuerpo.” “¿Quiere decir que las emociones están almacenadas en el cuerpo?”, le pregunta Moyers. “Por supuesto ¿No se había dado cuenta? […] Hay muchos fenómenos que no podemos explicar sin referirnos a la energía".
(Con este extracto de texto comenzaré la serie de entradas sobre los vórtices de energía (los chakras) como ya comenté entradas atrás. Habrá más textos y de diferentes autores. Este extracto forma parte del libro “Anatomía del espíritu” de Caroline Myss)

martes, 16 de diciembre de 2008

Milonga del ángel-Astor Piazzola



Desde bien pequeñita he conocido el tango, por ser una de las músicas que le gustaban a mi madre. Así como otras fueron quedando en el camino sin más recuerdo que el haberlas oído de niña, no ocurrió así con el tango. Mas, tengo que reconocer que siempre me ha gustado la música en si o la musicalidad de la voz de aquel que canta, antes que las letras que la acompañan. Prefiero hacer mi propia interpretación de aquello que escucho, dejo fluir el alma y con ello me desplazo a lugares mágicos e insospechados. Por esto para mi Piazzola es el artífice pleno de la belleza musical del tango: me entra hasta el alma. Este tema no será el único.

lunes, 15 de diciembre de 2008

De ti

(Fotografía de autor desconocido para mi)

Hay muros de silencio que rompen las ventanas que no miraron. Dentro del abismo ¿encontramos algo? Pon tu pie a tierra, envuelve la ropa descosida, deja el plano atado.
Construyes andamiajes perdidos en la primavera, sin otro asombro que el velo del viento en tus ojos ¿dejará caer algo? Pídele al mentiroso que bendiga tu barriga, en la verdad ocultará su rendija el que no tiene ningún santo a quien encomendarse.
Despierta, sufre, santíguate y arrodíllate. Déjame ver tu perpleja discordia ante los humos del harapiento lloroso de sus perdidas y temidas heridas. No quites un tejado para poner otro, escupe el sabor del álamo, escúpelo y restriégalo adentro en ese mudo invento del corpulento sembrado, blanco, negro, trabajo, movimiento… si quieres vender la sonrisa quítate el traje polvoriento, polvoriento de escupitajos de golondrina migratoria. Supe hace tiempo que no tenia de ti ni menos ni más que tu misma medida.

domingo, 14 de diciembre de 2008

La verdadera renuncia


Un joven había tenido desde niño muchas inclinaciones espirituales y deseos de hallar la paz interior. Tenía la fortuna de tener un padre muy sabio, así que nadie mejor para consultarle al respecto.
-Padre –dijo-, anhelo hallar la paz de espíritu y darle un sentido especial a mi vida. Tú eres muy sabio. Aconséjame: ¿qué tengo que hacer?
-Renuncia a todo –repuso el padre.
El joven dejó la vida mundana y se retiró al bosque, donde estuvo meditando durante ocho años. Pero tras ese tiempo de trabajo interior no había conseguido encontrar la tan ansiosa paz. Desanimado, acudió a visitar a su padre y le pidió consejo.
-Renuncia a todo –volvió a decirle.
El hijo se quedó estupefacto ante la reiteración del consejo. Pero ¿a qué iba ya a renunciar? Había renunciado a la familia, al trabajo, a su vida ordinaria e incluso a sus posesiones materiales y hasta a sus lujosos vestidos. Desde hacia años lo único de que disponía era de un taparrabos que él mismo se había hecho con madera de árbol.
-Pero, padre –replicó-, he renunciado a todo. Todo lo he dejado. Nada tengo; nada poseo. Sin embargo, vuelves a decirme, ocho años después, que renuncie a todo.
-Es que no has renunciado a todo –aseveró el padre ante la sorpresa mayúscula del otro-. Has renunciado a cosas materiales y yo en ningún momento me refería a ese tipo de renuncia. ¿Qué más da que vayas primorosamente vestido o desnudo, que te alimentes bien o mal, que tengas posesiones o no las tengas, que duermas en un plácido lecho o sobre el duro suelo? Podemos disfrutar de las cosas materiales sin apego, sin que ellas nos posean. Cuando te aconsejé que renunciaras a todo, me refería a renunciar a tu mente engreída, a tu yo desmedido, a tu soberbia y a tu orgullo, a tu sentido extremado del propio valor. Esa es la verdadera renuncia, pero tú has renunciado a lo externo y sigues aferrado a tus ideas y sentimientos personales.

sábado, 13 de diciembre de 2008

La prisión del odio


Dos hombres habían compartido injusta prisión durante largo tiempo en donde recibieron todo tipo de maltratos y humillaciones. Una vez libres, volvieron a verse años después. Uno de ellos preguntó al otro:
-¿Alguna vez te acuerdas de los carceleros?
-No, gracias a Dios ya lo olvidé todo –contestó- ¿Y tú?
- Yo continúo odiándolos con todas mis fuerzas –respondió el otro.
Su amigo lo miró unos instantes. Luego dijo:
-Lo siento por ti. Si eso es así, significa que aún te tienen preso.

jueves, 11 de diciembre de 2008

Risa

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Risa profunda,
risa diáfana,
me transforma.
Un espejo al sol.

La alegría y el arte

La alegría no es ni jugueteo, ni autocomplacencia, es máximo conocimiento y amor, es afirmación de toda realidad, es estar despierto al borde de todas las profundidades y abismos. Es el misterio de lo bello y la verdadera sustancia de todo arte.

Hermann Hesse

miércoles, 10 de diciembre de 2008

Dormir con la conciencia tranquila


Liviana liviandad del alma, expresada en los sueños tranquilos que acompañan la bondad de corazón. Dormir con el peso ligero del cuerpo que sabe ha cumplido con honestidad, hablando desde el corazón y no regodeándose en buscar hacer sentir culpable a aquel que pretendió causar daño escribiendo, sobre algo que leyó aquí, de manera tergiversada. Gracias a la misma persona que en su empeño en confundirme ofreciéndome su amistad me ha demostrado la verdad que anidaba hace tiempo en mi corazón y en el suyo, y que por fin así ha podido descansar mi alma, al comprender los motivos que empujaron a esa persona a tal acción, deseando entonces para el otro lo mismo – que pueda dormir en paz y sienta ligera su alma-, pues es bueno descansar de la inquietud que se produce en la mente y en el alma de aquel que intuye que algo no va bien, o de aquel que no escucha a su conciencia. La conciencia es sabia, escucharla es mi mejor opción, ella es una de las maestras que nos brinda el Universo para poder comprender aquello que es el Amor, tanto hacia los otros como hacia mi mismo. Honestidad y conciencia tranquila, el mejor binomio para vivir y dormir tranquilo. No importa lo que acontezca, siempre ha de primar la honestidad. Y si en alguna ocasión se ha de mentir, que sea para un bien mucho mayor, entonces no sería deshonestidad, sólo comprensión de lo que hay que hacer, sin por ello caer en cualquier justificación (el dinero y el ego suelen ser sus dos peores enemigos), pues eso estaría lejos de la honestidad, y la conciencia no es: ni ciega, ni sorda. Así podré seguir durmiendo con la conciencia tranquila. Cuando pregunto al Universo, siempre me contesta, aunque para ello tenga que estar un tiempo viviendo en incertidumbre. Es entonces cuando aparece la sincronicidad, dando respuestas a mis preguntas, o bien, poniendo herramientas o personas en mi camino para poder comprender aquello que he de saber. Causalidad que no casualidad. Saber mirar en el mundo de otro modo. Confiar en el Universo, pues en el están las respuestas para encontrar mi camino. Cierto que requiere de un abandono del encorsetamiento de la razón, que todo lo quiere controlar y comprender con la lógica aprendida y cotidiana. No hay tal lógica, el Universo tiene su lógica, y la expresará, comprenderla o no es cosa nuestra, aunque ya se las ingeniará para que veamos. Si, parece que hablara de un ser, pues puede ser o no ser, el caso es que se expresa. La razón tal como la conocemos no es el medio para comprender. Se ha de escuchar con el alma, se ha de mirar con el alma. Saber mirar con los ojos del alma y perder el miedo a ser engañado, el Universo no tiene tiempo para perderlo en engañarnos, y si lo hace es para que nos demos de bruces contra nuestra ofuscación, algo por lo demás muy común en esta sociedad occidental.
Me gusta comprobar que comencé a escribir para expresar lo bien que me sentía al tomar contacto con algo sobre la conciencia y acabo hablando de la sincronicidad; inevitablemente están unidas, por ello han aparecido juntas en este texto. Si, me gusta, pues esto también es sincronicidad. Hay tantas cosas que ocurren y que al estar con la venda puesta se nos pasan por alto. No importa, repito, si tenemos que ver, veremos. La ley de la atracción. Otra vez átomos, el espejo reflejado. Atraemos aquello que pensamos. Pensemos entonces en el bien, porque todo aquello que pensamos deseando el mal para otros nos será devuelto, o bien si pensamos que no merecemos ser amados no habrá quien nos ame, de un modo o de otro, no porque lo devuelva o lo haga alguien o algo en particular, sino porque nosotros mismos lo proyectamos en este espejo que es el Universo. Atomos, insisto. No es una cuestión de venganza, es la ley de causa y efecto, el budismo ya ha hablado de ello hace siglos. Pero ya no me voy a extender más, queda para otro momento. De lo que doy recibo, y aquí me quedo.

Qué la Luz del Amor, ilumine nuestro entendimiento y nuestra alma.

martes, 9 de diciembre de 2008

Tu verdadero valor

-Vengo maestro, porque me siento tan poca cosa que no tengo ganas de hacer nada. Me dicen que no valgo absolutamente nada. Me gritan que no sirvo, que no hago nada bien, que soy torpe y bastante tonto. ¿Cómo puedo mejorar? ¿Qué puedo hacer para que los demás me valoren más?
El maestro, sin mirarlo, le dijo: “Cuánto lo siento, muchacho. No puedo ayudarte, ya que debo resolver mi propio problema. Quizá después…” Y, haciendo una pausa, agregó: Si quisieras ayudarme tú a mi, yo podría resolver este tema con más rapidez y después tal vez te pueda ayudar”.
-E… encantado, maestro- titubeó el joven, sintiendo que de nuevo era desvalorizado y sus necesidades, postergadas.
-Bien –continuó el maestro. Se quitó un anillo que llevaba en el dedo meñique de la mano izquierda y dándoselo al muchacho, añadió- : Toma el caballo que está ahí fuera y ve al mercado. Es necesario que obtengas por él la mayor suma posible, y no aceptes menos de una moneda de oro. Vete y regresa con esa moneda lo más rápido posible que puedas.
El joven cogíó el anillo y se fue. Apenas llegó al mercado, empezó a ofrecérselo a los mercaderes que lo miraban con algo de interés hasta que el joven decía lo que pedía por él.
Cuando el muchacho mencionaba la moneda de oro algunos se reían otros le giraban la cara y tan sólo un anciano fue lo bastante amable como para tomarse al molestia de explicarle que una moneda de oro era demasiado valiosa para entregarla a cambio de un anillo. Alguien le ofreció una moneda de plata y un recipiente de cobre, pero el joven tenía instrucciones de no aceptar menos de una moneda de oro y rechazó la oferta.
Después de ofrecer la joya a todas las personas que se cruzaban con él, que fueron más de cien, y abatido por su fracaso, montó en su caballo y regresó. Cuánto hubiera deseado tener una moneda de oro para entregársela al maestro y liberarlo de su preocupación y recibir al fin su consejo y ayuda.
El joven entró en la habitación del maestro, -Maestro –dijo-, lo siento. No es posible conseguir dos o tres monedas de plata, pero no creo que nadie pueda engañar a nadie respecto del verdadero valor del anillo.
-Eso que has dicho es muy importante, joven –contestó sonriendo el maestro-. Debemos conocer primero el verdadero valor del anillo. Ve a ver al joyero. ¿Quién mejor que él puede saberlo? Dile que desearías vender el anillo y pregúntale cuánto te da por él. Pero no importa lo que te ofrezca: no lo vendas. Vuelve aquí con el anillo.
El joven volvió a cabalgar. El joyero examinó el anillo a la luz del candil, lo miró con su lupa, lo pesó y luego le dijo al chico:
-Dile al maestro, joven, que si lo quiere vender ya mismo, no puedo darle más de cincuenta y ocho monedas de oro.
-¿Cincuenta y ocho monedas de oro? –exclamó el muchacho.
-Si –replicó el joyero-. Yo sé que con el tiempo podríamos obtener por él cerca de setenta monedas, pero si la venta es urgente…
El joven corrió emocionado a casa del maestro a contarle lo sucedido.
-Siéntate –dijo el maestro después de escucharlo-. Tú eres como ese anillo: una joya, valiosa y única. Y como tal, sólo puede evaluarte un verdadero experto. ¿Por qué vas por la vida pretendiendo que cualquiera descubra tu verdadero valor?
Y diciendo esto, volvió a ponerse el anillo en el dedo meñique de su mano izquierda.
Cuantas veces somos pasto de las opiniones de los demás, que queriendo ser expertos sólo son personas que no nos quieren bien o están más interesadas egoístamente en sus valoraciones. Caer y levantarse, hasta que una vez descubierto nuestro autentico valor, nadie pueda hacernos dudar de cuan valiosos somos. Sin perder de vista que no somos perfectos, porque si no se cae en el otro extremo, la arrogancia y la soberbia, tanto como la falsa modestia, todas, malas compañeras en el viaje del autoconocimiento.

La fresia

Sobre todo, debemos recordar que cada uno de nosotros somos alguien original y único por el mero hecho de existir, como le pasaba a la fresia del cuento siguiente:
Un rey paseaba por su jardín cuando descubrió que todos los árboles y flores se estaban marchitando. El roble dijo que moría porque no podía ser tan alto como el pino. El pino se dejaba caer avergonzado por no dar uvas como la vid. La vid se moría de envidia por no florecer como la rosa. Y la rosa lloraba por no ser tan fuerte como el roble. En medio de tanta envidia y desolación el rey encontró una fresia, la planta más fresca y radiante de todo el jardín.
-¿Cómo puedes crecer tan saludable en medio de este jardín tan mustio? –le preguntó el monarca a la fresia.
- No lo sé –respondió la fresia-. Quizá porque siempre supuse que cuando me plantaste querías fresias. Si hubieras querido un roble o una rosa, los habrías plantado en mi lugar. Así que lo único que hago es ser fresia de la mejor manera que sé.

lunes, 8 de diciembre de 2008

Dedicado a todos aquellos seres que son egoistas y no lo saben. En disculpas

En disculpas me pierdo, para expresar lo que siento. El mundo va al revés, pero quiero pedir disculpas por no andar como él. Disculpas por querer un mundo mejor a fuerza de comprender. Disculpas por obligar a los otros a odiarme, o a sospecharme, o a despreciarme… pueden ser tantas cosas a las que los obligo… y también disculpas por hacerme querer, dando lo mejor de mi. Mas, otra vez disculpas, porque entonces se me puede considerar manipuladora. Y otra vez disculpas por no querer admitir que se me juzgue a la ligera. Disculpas por obligar a los otros a sentenciarme. Y de nuevo disculpas porque evidentemente con mi forma de ser, predispongo a los otros a replantearse su existencia, forma de vivir, sentir y decir. Soy culpable con lo que bien me merezco ser juzgada y sentenciada por aquellos a quienes hoy quiero pedir disculpas. Disculpas por tener que sentir que afloran mis lágrimas y no querer que esto sea así. Disculpas por no escribir de lo que escribe todo el mundo. Disculpas por amar a la humanidad y a todos los seres que habitan este humilde planeta. Disculpas por entender y no poder decir más. Disculpas por no querer ser de otro modo. Y como no, de nuevo disculpas por molestar a aquellos que quieren lo mejor para mí y luego escupen contra otros. Disculpas por llegarme su odio, aunque no venga contra mi, pues -y disculpas también por esto- yo soy el otro, el despreciado, el humillado, el asesino, el violador, la santa, el psicópata, el terrorista, la rana, la rata, el caballo, la lombriz... a todos estos también les pido disculpas por que no sé qué y cómo hacer para poder explicar a los otros que con tanto odio, venganza, desprecio, frustración… sólo alimentan más ignominia para todos y cada uno de nosotros. Disculpas por no hablar del hambre en el mundo, del cáncer, de los fallecidos, de los accidentes, de la pederastia, del maltrato físico, de la violación, del suicidio, de la crisis, de las guerras, de la ablación, del desamor, de la tristeza… (y deduciendo de estas dos últimas que si me dejo llevar por ellas soy más creativo y podré realizar mejores obras de arte, admirando como admiro a tantos y tantos que no hablan de otra cosa, erigiéndolos en dioses, en vez de ser uno mismo para si su mejor admirador y no por otra cosa que por ser el mismo, y no otro). Cómo no, otra vez disculpas por ser rara, pero al estar todos aferrados a tal convencimiento, como si de la verdad absoluta se tratara, admirando siempre a quienes hablan de lo negativo y el sufrimiento, sólo alimentamos una y otra vez el mismo espejismo, sin tan siquiera plantearse que puede ser incierto… ¿o es que nos gusta regodearnos en el sufrimiento porque eso es lo que nos han dicho que tiene que ser desde bien pequeñitos? Disculpas en un intento de no parecer muy dura y tratar a los demás como pueriles inmaduros. Disculpas por no encender la ira de la jauría humana para hacerme más importante y que me lean más, convirtiendo en mediático todo lo que digo y así ser famosa y llegar a todo el mundo. Disculpas por no lloriquear haciéndome la víctima o inventándome historias o diciendo palabras robadas e imitadas de otros que me adornen y así poder obtener toda la atención, esa que no soy capaz a conseguir siendo honesta, mostrándome tal cual soy, sin máscaras, en mi pura desnudez y otra vez disculpas, porque me estoy dejando llevar por mi dolor. Disculpas por estar equivocada y por ello no ser escuchada. En disculpas me pierdo por haber sufrido tanto, para nada. En disculpas me pierdo por ser envidiada y percibirlo antes, que aquel que lo siente en si mismo. Y otra vez las disculpas, pues no sé cómo hacer para que no se sienta por mí esa admiración equivocada. Y disculpas, en definitiva, por hacerme ver que yo aquí no pinto nada, pues ya todo el mundo lo sabe todo, de todo y, por eso mismo, en las sociedades que constituyen este mundo, todo va tan bien. De nuevo pido disculpas, ahora por expresarme tan abiertamente, haciendo pensar a los demás que yo sé más que muchos otros. En disculpas me desenvuelvo de nuevo, pidiéndoselas a los que me leen comprendiendo, por estar pidiendo disculpas. Disculpas de nuevo, por hablar con tanta seguridad nacida de la experiencia, pues puedo parecer y de hecho parezco dogmática y proselitista. Enredándome de nuevo en disculpas por haber tenido tal experiencia y no necesitar seguidores ni adeptos, a pesar de ello.
Disculpas por no poder estar con cada uno de aquellos que se quejan o protestan, en la habitación de un hotel (por ejemplo, puede ser aún más drástico) encerrada –sin teléfono, sin televisión, sin poder salir y con los menos alimento posibles- durante al menos cuarenta y ocho horas para así tener que entendernos por imperiosa necesidad. Y tendré que pedir disculpas de nuevo pues se me acusará de dictadora, extremista o vete tú a saber…
Atomos somos… en un espejo reflejados, reflejo a su vez de otros átomos, y a su vez el mismo espejo átomos y de nuevo átomos… pido perdón por sentirme diferente y apartada ya que yo no soy sino átomos, por lo tanto igual a todos y todo. Así nos sentimos todos los seres de este planeta, solos e incomprendidos y sin nadie que nos pueda ayudar, ¿será esto una condición humana? ¿Un espejismo que nos refleja a nosotros mismos y nos da miedo? ¿Una soledad que no es tal? Si somos un todo atómico, ¿dónde está esa soledad? Pero he de pedir de nuevo perdón, pues aún a pesar de ser un compendio de átomos intentando comunicar que todos somos el Todo, no parece que me sepa explicar, ya que los demás se sienten presos de una soledad en la que me quieren encerrar, pero que no existe; presos de un mundo que no existe; presos de todo cuanto existe. Por mucho que queramos ser diferentes, siempre acabamos siendo tanto y menos que todo y todos.
Ahora no pido disculpas, pues me hablo a mi misma: La única que me puede ayudar soy yo misma, no me pido disculpas, pues sé que si yo no me doy amor, nunca podré recibirlo. Y con odio camuflado -y la indiferencia es parte del odio- pretenderán cambiar el mundo sin obtener resultados. Parece ser que la ecuanimidad es cosa de Dios y, así vivimos, en medio de una paradoja, que es: hay que hacer algo, movilicémonos todos; pero antes no aprendimos a sacar de dentro de nosotros mismos el odio, que cosido puntada a puntada nos hace creer que los acertados somos nosotros y no los otros, aquellos a quienes juzgamos y tan alegremente sentenciamos, como si nosotros no fuéramos parte del universo, como si no fuéramos parte de Dios y de esos mismos contra los que de algún modo luchamos, como si nosotros fuéramos inocentes en todo, sin macula y perfectos, y esta es la paradoja: siempre poniendo fuera de nosotros lo que está dentro de nosotros, puesto que somos lo que pensamos; todo es lo que pensamos, por eso mejor ir a favor, no en contra. Mejor entonces hagamos un Todo lleno de Amor. Nos sentiremos mucho mejor, y disculpas de nuevo, porque claro, ahora seré etiquetada de ilusa, utópica… pero todos queremos ser amados, más no se de dónde va a salir un Amor que no tengamos muchos dentro de nosotros… la desconfianza no es Amor… si cada vez que vaticino una desgracia, acierto, también puedo vaticinar la mejoría de toda la sociedad, porque voy a acertar. Pues insisto -anteponiendo las disculpas (y no son cuento, otros lo llamaran retórica, ¡hay que ver!)- somos aquello que pensamos y el universo es un espejo. “No hagas a los demás aquello que no quieras que los demás te hagan a ti” Pero esto no vale como excusa pues, si soy bondadoso solo con unos, ya no estoy cumpliendo lo que digo, sino lo que pienso y lo que pienso queda reflejado en cada uno de mis actos, tanto de los que expreso como de los que no. Ya digo: átomos, pero me toca envolverme de nuevo en las disculpas, pues parece que quiera enseñar a los demás algo, y esta muy lejos de mi intención ser maestra. Otra vez disculpas, pues, hasta en esto me estoy equivocando.
Pero en disculpas me pierdo de nuevo, pues me gustaría no sentir lo que siento, que es dolor. Es aún dolor, no compasión. En mi corazón aún anidan temores, temores que me llevan a juzgar a otros y por ello, hacerles daño, pues no son otra cosa que yo misma. Dolor que me lleva a querer proteger a esos otros del odio de estos unos, haciéndoles a su vez daño, ya que en mi afán por ayudar, lo único que consigo es hacer más daño a aquellos que quiero proteger, proyectando mi miedo en ese espejo llamado universo. Mi pensamiento es la espada que atrae hacia el que quiero proteger, aquello de lo que pretendo protegerlo. Cada pensamiento es un cincel que deja grabado todo lo que pienso y siento en todo lo que soy, en cada una de mis células y en todo lo que me rodea, absolutamente en todo. Y disculpas de nuevo por ser tan reiterativa.
Si quiero paz, yo seré paz. Si quiero curar, yo seré medicina. Si quiero que el ser confundido comprenda, yo seré confusión, así sentirá que le comprendo. Si quiero que un niño inocente este a salvo, yo seré ángel de la guarda, pensando que nada malo le va a ocurrir y atrayendo hacia él bondad y amor, así como para aquel que quiera hacer daño a otros, yo podré ser dañino, entonces entenderé al ponerme en su lugar por qué lo quiere hacer y pondré en el la semilla de la comprensión, comprendiéndolo a mi vez, no haciéndole sentirse aislado y mezquino por sus fallos, actitudes o comportamientos al no ser iguales a los de la mayoría, algo que le reforzará más aún en su comportamiento dañino –bien para él mismo, bien para los otros-, pues se está vengando del dolor que siente dentro de si mismo, al ver el desprecio en las miradas que recibe. Y hasta del más ruin y vil, pues la compasión verá más allá y podrá comprender En definitiva: Amor. Si, por eso pido disculpas, pues aún no he llegado a ese estado en que ni un solo ser quede fuera de mi amor por mí. Volviendo a las disculpas para no caer en el narcisismo, enemigo mortal del Amor Universal.
Cuando dos personas están sujetando una cuerda, si las dos tiran cada una hacia si misma, la cuerda se tensará y si es débil romperá, no produciéndose ningún cambio. Si uno de ellos cede toda la fuerza se desplazará hacia el otro. Es tan sencillo como esto. Pero de nuevo en las disculpas me veo, pues no logro que no se sienta ofendido por haberle sorprendido, dándole toda responsabilidad sobre si mismo, produciéndose entonces un cambio que le asusta.
En disculpas estoy para poder comprender que: El Amor Siempre Gana, aún a pesar de estar anegada en lágrimas…

domingo, 7 de diciembre de 2008

La tierra late

Qué los latidos de nuestro corazón se unan con los de ella, somos naturaleza, somos la tierra, somos átomos, ese polvo de estrellas. Lo que le hagamos a ella, nos lo estamos haciendo a nosotros. Qué estas imágenes no queden en eso, imágenes para el recuerdo, el turismo en la naturaleza la convierte en un producto más de consumo, pero no de vivencia interna, no de contacto con nosotros mismos. Nos gusta comer sus frutos y la exprimimos al máximo en la pobre creencia de que es inagotable. Inagotable es nuestra compulsiva insatisfacción, esta es la que nos hace perder el sentido de lo importante y lo importante es respetar a quien nos da de comer y nos da el aire para respirar... tomar conciencia de nuestra insatisfacción, el primer paso para poder dar los siguientes. ¿Qué se esconde tras esa insatisfacción constante que intentamos apagar con miles de acciones erradas? No es lo mismo ayudar, que saber ayudar; al igual que no es lo mismo mandar, que saber mandar. Pretensiones tenemos muchos, capacidades pocos. Humildad para reconocer esto es el primer paso para poder cambiar en nosotros mismos aquello que perjudica a todo y a todos los demás. Podemos aprender por supuesto, pero para ello, primero hay que saber escuchar. El ego, ¡ay el ego!, ¡qué gran condena para la tierra!

sábado, 6 de diciembre de 2008

El vacío existencial y el sentido de la vida (Viktor E. Frankl)

El vacío existencial es un fenómeno muy extendido en el siglo XX. Ello se comprende y puede deberse a la doble pérdida que el hombre tiene que soportar desde que se convirtió en un verdadero ser humano. Al principio de la historia de la humanidad, el hombre perdió algunos de los instintos animales básicos que conforman la conducta del animal y le confieren seguridad; seguridad que, como el paraíso, le está hoy vedada al hombre para siempre: el hombre tiene que elegir; pero, además, en los últimos tiempos de su transcurrir, el hombre ha sufrido otra pérdida: las tradiciones que habían servido de contrafuerte a su conducta se están diluyendo a pasos agigantados. Carece, pues, de un instinto que le diga lo que ha de hacer, y no tiene ya tradiciones que le indiquen lo que debe hacer; en ocasiones no sabe ni siquiera lo que le gustaría hacer. En su lugar, desea hacer lo que otras personas hacen (conformismo) o hace lo que otras personas quieren que haga (totalitarismo).
Mi equipo del departamento neurológico realizó una encuesta entre los pacientes y los enfermos del Hospital Policlínico de Viena y en ella se reveló que el 55 % de las personas encuestadas acusaban un mayor o menor grado de vacío existencial. En otras palabras, más de la mitad de ellos habían experimentado la pérdida del sentimiento de que la vida es significativa.
Este vacío existencial se manifiesta sobre todo en un estado de tedio. Podemos comprender hoy a Schopenhauer cuando decía que, aparentemente, la humanidad estaba condenada a bascular eternamente entre los dos extremos de la tensión y el aburrimiento. De hecho, el hastío es hoy causa de más problemas que la tensión y desde luego, lleva más casos a la consulta del psiquiatra. Estos problemas se hacen cada vez más críticos, pues la progresiva automatización tendrá como consecuencia un gran aumento del promedio de tiempo de ocio para los obreros. Lo único malo de ello es que muchos quizás no sepan qué hacer con todo ese tiempo libre recién adquirido.
Pensemos, por ejemplo, en la “neurosis del domingo”, esa especie de depresión que aflige a las personas conscientes de la falta de contenido de sus vidas cuando el trajín de la semana se acaba y ante ellos se pone de manifiesto su vacío interno. No pocos casos de suicidio pueden rastrearse hasta ese vacío existencial. No es comprensible que se extiendan tanto los fenómenos de alcoholismo y la delincuencia juvenil a menos que reconozcamos la existencia del vacío existencial que les sirve de sustento. Y esto es igualmente válido en el caso de los jubilados y de las personas de edad.
Sin contar con que el vacío existencial enmascarado con diversas caretas y disfraces. A veces la frustración de la voluntad de sentido se compensa mediante una voluntad de poder, en la que cabe su expresión más primitiva: la voluntad de tener dinero. En otros casos, en que la voluntad de sentido se frustra, viene a ocupar su lugar la voluntad de placer. Esta es la razón de que la frustración existencial suele manifestarse en forma de compensación sexual y así, en los casos de vacío existencial, podemos observar que la líbido sexual se vuelve agresiva.

El sentido de la vida
Dudo que haya ningún médico que pueda contestar a esta pregunta en términos generales, ya que el sentido de la vida difiere de un hombre a otro. De un día a otro, de una hora a otra. Así pues, lo que importa no es el sentido de la vida en términos generales, sino el significado concreto de la vida de cada individuo en un momento dado. Plantear la cuestión en términos generales puede equipararse a la pregunta que se le hizo a un campeón de ajedrez: “Dígame, maestro, ¿cuál es la mejor jugada que puede hacerse?” Lo que ocurre es, sencillamente, que no hay nada que sea la mejor jugada, o una buena jugada, si se la considera fuera de la situación especial del juego y de la peculiar personalidad del oponente. No deberíamos buscar un sentido abstracto a la vida. Pues cada uno tiene en ella su propia misión que cumplir; cada uno debe llevar a cabo un cometido concreto. Por tanto ni puede ser reemplazado en la función, ni su vida puede repetirse; su tarea es única como única es su oportunidad para instrumentarla.
Como quiera que toda situación vital representa un reto para el hombre y le plantea un problema que sólo él debe resolver, la cuestión del significado de la vida puede en realidad invertirse. En última instancia, el hombre no debería inquirir cuál es el sentido de la vida, sino comprender que es a él a quien inquiere. En una palabra, a cada hombre se le pregunta por la vida y únicamente puede responder a la vida respondiendo por su propia vida; sólo siendo responsable pude contestar a la vida.

Extraído del libro: “El hombre en busca de sentido” de Viktor E. Frankl (Superviviente de campos de concentración nazi)

jueves, 4 de diciembre de 2008

Transformación espiritual (una finalidad)

La mayoría de nosotros accederíamos a reconocer que hacer un cambio en la vida para mejor –así como la ayuda al prójimo- es parte de la razón de nuestra presencia en el Tierra. Sin el potencial para aprender, evolucionar y hacer el bien, la vida sería algo bastante inamovible. Conocer tu Contrato Sagrado te permite entender cómo los acontecimientos y encuentros en apariencia aleatorios –ya sean para bien o para mal-, en realidad forman parte de un guión vital que te da numerosas oportunidades de transformación espiritual.
Una falsa creencia muy extendida sobre la transformación espiritual es que ésta se inicia a partir de un trauma o tragedia de algún tipo: una enfermedad grave, la pérdida de un ser querido o una catástrofe económica o personal. A la mayoría nos resulta difícil creer que un cambio de dirección vital importante pueda estar motivado por el simple contenido de un libro o por una conversación sostenida con los amigos a la hora del almuerzo. Pero, tal como aprendí hablando con Sharon, una periodista cuya especialización eran las noticias de gran carga emocional, los cambios vitales pueden ocurrir por los acontecimientos en apariencia más casuales.

“Los periodistas somos cínicos por naturaleza –me comentó-. Hay que serlo si no quieres que te afecten demasiado las historias que te cuenta la gente. Cuando empecé a trabajar, mi ambición era escribir historias de gran interés humano. Pero las que más me gustaban eran las relacionadas con los dramas y la política. Pues bien, un día me enviaron a cubrir una noticia de un agente de policía que se había ofrecido voluntario para hablar en las escuelas de los barrios marginales sobre los peligros de las armas y las drogas. Mi primera impresión fue que le habían asignado una misión de relaciones públicas financiada por el Departamento de Policía local para salir en el periódico. Me reuní con él una mañana y fuimos a tres escuelas. Su sinceridad y su verdadero interés por los niños me puso nerviosa, porque me di cuenta de que me estaba enamorando de él. Al mediodía, lo que menos me importaba era la historia. Sólo quería saber si estaba casado.

En algún momento durante la entrevista con Hill, Sharon le preguntó que opinaba su mujer sobre el trabajo como voluntario. “Cuando me dijo que no estaba casado, me costó mucho sostener la grabadora sin temblar –dijo Sharon-. Me aterrorizaba exteriorizar mis sentimientos, así que le pregunté sobre sus motivaciones. Entonces me dijo que se sentía en la obligación de ayudar a los niños para que tuvieran la oportunidad de disfrutar una vida positiva y productiva”.

Cuando Sharon le preguntó a Bill si los motivos que le impulsaban a realizar aquella labor eran espirituales, él eludió la pregunta. “Supongo que puede pensarse que lo hago por esa razón, pero no veo por qué -contestó-. Me interesa más saber por qué una persona que invierte cinco horas a la semana en un trabajo voluntario resulta tan “extraordinaria” y “única” que incluso merece ser la protagonista de una noticia. Eso indica lo raro que nos parece que alguien dedique de forma voluntaria una parte de su vida a los demás”.

Sharon decidió escribir su artículo desde ese punto de vista e indagó sobre el tema tal como lo había expuesto Hill. Su historia generó una respuesta tan entusiasta por parte del público lector que, un programa de debate de la televisión local primero, y diversos programas de radio más tarde, la llamaron, junto con Hill, para participar en ellos.

Poco después empezamos a celebrar foros de debate abiertos al público sobre qué impulsa a la gente a ayudar al prójimo –comentó Sharon-. Esa respuesta tan abrumadora de los lectores cambió mi visión sobre la misión como periodista. Decidí que quería especializarme en las historias sobre las personas que forman lo que yo llamo la “minoría sagrada”. Entrevisto a personas que entregan su tiempo y a personas que tienen motivos para creer que el hecho de dar o ayudar a los demás no puede cambiar su vida. No admitiría jamás ante mis compañeros que concibo lo que hago en la actualidad como una misión espiritual, pero así es. Informo sobre cómo se relacionan los espíritus de los seres humanos entre sí y sobre su poder para provocar el cambio.

Expresado en términos de lenguaje simbólico: Sharon reconoció que todo su trabajo y todas las personas que conocía representaban el contrato de su vida. Ese contrato también afectaba a Hill, ya que su encuentro “casual” dio como fruto un matrimonio con dos hijos.


Del libro “El Contrato Sagrado” de Caroline Myss.

Como se puede apreciar en este texto, la incertidumbre se puede presentar en cualquier situación, lo importante es saber verlo y actuar en consecuencia ante aquello que te hace sentir que es el momento, oportunidades habrá muchas –hasta que comprendas-, dependerá de la evolución de la persona y de lo que necesita aprender para cumplir su contrato. Mas también está el poder de elegir: el libre albedrío.
También Víctor E. Frankl habla del sentido último del ser humano –pero desde la perspectiva del sufrimiento- en su libro: “El hombre en busca de sentido

martes, 2 de diciembre de 2008

Ser asertivos (algunas claves)

Cada uno puede desarrollar su manera particular de ser asertivo, pero siempre hay que contar con los ingredientes básicos: sinceridad, claridad y firmeza.
1. Reconoce tus sentimientos
Cuando nos sentimos impelidos a expresar nuestra discrepancia es importante identificar la emoción auténtica que nos motiva. Ser asertivo no significa llevar la contraria por norma, movidos por sentimientos negativos como la rabia o la envidia. La asertividad tiene otra finalidad, es una manera seria de comunicarse para salir de la pasividad, pero huyendo de la agresión y la manipulación.
2. Vence el miedo y la timidez
A menudo, no nos atrevemos a decir las cosas por temor a parecer poco diestros, a no decir las palabras adecuadas, a sentirnos ridículos… En estos casos, debemos pensar que pase lo que pase nada será peor que acallar nuestros pensamientos. Esta postura, además, se retroalimenta, cuanto más callamos, más mengua nuestra autoestima y mayor es la inseguridad. Atrévete a decir lo que piensas una vez y ya habrás dado el primer paso en el camino de la asertividad, tal vez el más importante.
3. Equilibra la balanza
Cuando empezamos a valorarnos a nosotros mismos y consideramos nuestra opinión tan valiosa como las demás, practicar la asertividad resulta sencillo. No obstante, al principio podemos pasar de la pasividad a la vehemencia sin darnos cuenta. Si somos conscientes de esta tendencia y nos esforzamos por corregirla, la balanza se equilibrará y ganaremos destreza.
4. Elige bien los momentos
Ser asertivos es beneficioso para la autoestima y sirve para aumentar el respeto que nos profesamos. De la misma manera, debemos tener en cuenta que nuestra opinión no debe herir los sentimientos de otra persona. Si alguien que nos quiere nos regala algo con toda su ilusión y no nos gusta, no es necesario decírselo de forma asertiva, sencillamente, no es necesario decírselo. Si lo que expresamos puede lastimar a otras personas, es mejor pensarlo dos veces o buscar un momento mejor para expresarnos.
5. Piensa siempre en tu objetivo
Para ser asertivos no debemos de perder de vista el porqué, el motivo de nuestra discrepancia. Esto servirá para no pedernos en vericuetos a la hora de expresar el desacuerdo. Podemos encontrar personas que intenten modificar nuestra discurso para hacer que pierda fuerza. Debemos recordar que no se trata de convencer al otro para que piense igual que nosotros ni para que se ponga en nuestro lugar sino de expresar nuestras razones.
6. No te disculpes por discrepar
Las características fundamentales de una respuesta asertiva son la brevedad, la sinceridad, la claridad y la firmeza. Conviene evitar, en todo momento pedir disculpas por el hecho de decir “no”. Puede ayudarnos incluir en nuestras respuestas un mensaje positivo, pero no para suavizar la negación ni para manipular al otro, sino como un reconocimiento sincero del vínculo que mantenemos y de nuestro respeto por él.
7. Sopesa las consecuencias
Este punto es aplicable especialmente a aquellas situaciones que pueden tener una consecuencia importante en nuestra vida: en el trabajo, en el amor… Puede ocurrir que nuestro interlocutor no muestre la respuesta positiva que esperamos frente a nuestra asertividad. Conviene valorar estas posibles reacciones antes de actuar. En todo caso, si estamos convencidos, nuestro triunfo será habernos mostrado asertivos, al margen del resultado final.
8. Haz balance
Cuando lleves tiempo practicando la asertividad valora los cambios que has experimentado en tus relaciones, en tu día a día, cuándo ha salido bien y en qué casos podrías mejorar. No hay que olvidar que equivocarse forma parte de todo proceso de aprendizaje. Si fallamos en algún momento, en lugar de echarnos la culpa y dañar nuestra autoestima, debemos recordar que existe la posibilidad de rectificar.
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