Había una vez un señor que vivía como lo que era: una persona común y corriente. Un buen día, misteriosamente, la gente empezó a halagarle diciéndole lo alto que era: "¡Qué alto estás!", "¡Cómo has crecido!", "¡Envidio tu altura!"...
Al principio trató de restarle importancia, pero cuando empezó a notar que tres de cada cuatro personas lo miraban desde abajo, empezó a interesarse por el fenómeno. Compró un metro y después de varias mediciones y comprobaciones, confirmó que su estatura era la de siempre. Pero los demás seguían admirándolo. : "¡Qué alto estás!", "¡Cómo has crecido!", "¡Envidio tu altura!". El hombre no entendía nada: él se veía normal.
Totalmente desconcertado, decidió marcar el punto más alto de su cabeza en la pared, pero su marca siempre estaba a la misma altura. El hombre empezó a creer que se estaban burlando de él. Así que, cada vez que alguien le hablaba de su altura, cambiaba de tema, lo insultaba o se iba.
De nada sirvió. La cosa seguía: "¡Qué alto estás!", "¡Cómo has crecido!", "¡Envidio tu altura!". El hombre era muy racional y pensó que aquello debía tener una explicación. Se le ocurrió que quizá, sus ojos le engañaban. El podía haber crecido hasta ser un gigante y, por algún conjuro o hechizo, ser el único que no lo podía ver. "¡Eso era lo que debía de estar pasando!", pensó.
Asentado en esta idea, empezó a vivir una época gloriosa: disfrutaba de las frases y las miradas de los demás. Y un día sucedió el milagro, se puso frente al espejo y le pareció que realmente había crecido.
Se acostumbró a caminar más erguido. Usaba ropa que lo estilizaba y se compró varios zapatos con plataformas. El hombre empezó a mirar a los demás desde arriba. Pasó del placer a la vanidad y de ésta a la soberbia.
Así pasó el tiempo, hasta que un día se cruzó con un enano. El señor vanidoso se apresuró a ponerse a su lado, imaginando anticipadamente sus comentarios. Se sentía más alto que nunca. Pero, para su sorpresa el enano no pareció darse cuenta. Y aunque se estiró hasta casi desarticularse el cuello, el enano se mantuvo impasible. Cuando ya no pudo más, le susurró: "¿No te sorprende mi altura?".
El enano lo miró de arriba a abajo y con escepticismo de contestó: "Desde mi altura todos son gigantes y desde aquí, la verdad, usted no me parece más alto que los demás":
El señor vanidoso le miró despectivamente y como único comentario, le gritó: "¡Enano!".
Volvió a su casa, corrió hacia el espejo y se puso delante de él. No se vio tan alto como aquella mañana. Cogió el metro y tembloroso se midió, confirmando lo que ya sabía. No había crecido ni un centímetro.
Se metió en la cama y creyó que no iba a salir nunca más de su casa. Estaba muy avergonzado de sus verdadera altura. Miró por la ventana y vio a la gente... ¡Todos le parecían tan altos! Asustado, volvió a ponerse frente al espejo de la sala, esta vez para comprobar si no se había achicado. No. Su altura parecía la de siempre. Y entonces comprendió...
Cada uno ve a los demás desde arriba o desde abajo. Ve a los demás altos o bajos según su propia posición en el mundo, según sus limitaciones y costumbres, según sus deseos y necesidades.
El hombre sonrió y salió a la calle. Se sentía tan liviano que casi lloraba. Se encontró con personas que lo vieron gigante y otras que lo vieron insignificante, pero nadie consiguió inquietarle. Ahora, él sabía que era uno más. Uno más... Como todos.
Qué bonito, Haideé, en un espacio tan pequeño este relato me ha conquistado por completo.
ResponderEliminarUn abrazo! :)
Hola Haideen muy buena la historia, gracias por compartirla y hacernos reflexionar
ResponderEliminarComo me gustan tus cuentos!!!!!!!!!!!
ResponderEliminarLa subjetividad en la mirada es imposible de evitar. Pero asi como no nos tenemos que "agrandar" porque alguien nos vea alto. Tampoco hay que "achicarse" porque alguien nos desdeñe. Solo miradas. Interpretaciones. Basta con que sepamos interpretarnos a nosotros mismos, que eso ya, es un trabajo arduo!!!!!!!!!
BESOS GRANDES!!!!!!!!!!!!!
Bonita historia para la reflexion.
ResponderEliminarEn este blog tienes cosas muy buenas.
Te felicito.
Saludos.
Muchas gracias por tu visita y comentario en mi blog como premio voy a seguirte,un abrazo.
ResponderEliminarPizarro.
Qué relato tan precioso, para pensar..
ResponderEliminarNunca nos dejas indiferentes.
Espero que estés bien.
Bella relato y bella reflexión: la altura es relativa.
ResponderEliminarY, además, no es importante.
Besos.
Yo le añadiría al final la coletilla de "ni más ni menos, ¿te parece poco?". Tu si estás gigante en este relato Haideé. Un abrazo
ResponderEliminarQue cuento más bonito. Todo es tan relativo en el mundo!!! En las sociedades, cuanto más grande sea el margen de normalidad, menos marginación habrá. Este cuento así lo confirma. Me ha encantado!!!
ResponderEliminarExtraordinario relato, la vida misma, si todos nos diéramos cuenta de eso, seríamos mucho más felices..
ResponderEliminarAbrazos!!
¡Muy bueno, muy real! todos somos falsos gigantes alguna vez. También pequeños enanos otras. Un beso a través deñ espejo.
ResponderEliminarComo te lo han dicho, muy real esta historia.
ResponderEliminarEl mirar más allá de lo visible, deberíamos iniciarnos en ese aprendizaje.
Abrazos,
Que buena historia, como me gustan las fiestas donde hay gigantes y cabezudos, gran B&N, muy buen articulo.
ResponderEliminaresto me ha recordado una cosa, cuando mi hijo estaba aún en el vientre de su madre, yo pedía una sola cosa y lejos de desear que fuera guapo, rubio y con bonitos ojos azules, lo que de verdad quería era que fuese normal y corriente y luego más adelante conforme ha ido creciendo he deseado para él que su actitud en la vida fuera por lo menos la correcta, es decir, educado, cariñoso, respetuoso y sobre todo generoso. Haideé estamos en ello y no es fácil. Odio sobre todas las cosas la sobervia, la prepotencia y el mal gusto, no hay nada mejor en la vida que la humildad para que los demás te valoren en tu justa medida, pero, es que ni esto es del todo necesario. Un beso
ResponderEliminarPreciosa historia.
ResponderEliminarMe alegra verte.
Realmente es una bella historia. Antes de juzgar es bueno, almenos, pensar un poco.
ResponderEliminarMuy bonita historia. Me da para reflexionar y pensar : Que relativo es todo, Haidée...
ResponderEliminarGracias por tu post. Buena semana querida.
Qué gran verdad la q nos relatas......
ResponderEliminarMuy buen día, y semana....
Saludos
Ahora es fácil comprender eso de "todo depende del cristal con el que se mire"
ResponderEliminarBesitos
Haideé
ResponderEliminarEn tan pocas palabras se puede apreciar una gran enseñanza.
Los demás nos ven como se observa uno mismo. De ahí que debamos valorarnos tal y como somos, como seres maravillosos, como un regalo del Creador.
Un abrazo.
Juan Antonio
¡Hola! a todos: muchas gracias,lo más importante para mi, es sentirse liviano,
ResponderEliminarpase lo que pase...
De nuevo gracias!
Con la mirada en el pensamiento…
ResponderEliminarEs bueno encontarse a si mismo y aceptarse, como paso inicial hacia una trasformación positiva.
...ramitas de acebo.
CR & LMA.
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¡Hola! algial: así es, tomar conciencia. observándose... y transformando.
ResponderEliminarUn abrazo con muchas florecitas de acebo
Impresionante lecicción...Lo triste que ese el escepticismo en nuestras vidas existe y existen personas que nunca lo llegan a ver,,, ni siquiera a sentir...
ResponderEliminarMe encanta esto, eres fantástica