El presente estudio se basa en las patrones y las precisiones de la Programación Neurolingüística o PNL. Ésta se ocupa de la influencia que el lenguaje tiene sobre nuestra programación mental y demás funciones de nuestro sistema nervioso. La PNL trata asimismo del modo en que nuestra programación mental y nuestro sistema nervioso se reflejan tanto en nuestro lenguaje como en los patrones lingüísticos que empleamos.
La esencia de la Programación Neurolingüística estriba en que el funcionamiento de nuestro sistema nervioso ("neuro") está íntimamente vinculado a nuestra capacidad para el lenguaje ("lingüística"). Las estrategias ("programas") a través de las que nos organizamos y conducimos nuestros comportamiento están construidas sobre patrones neurológicos y verbales. En su primer libro, The Structure of Magic (1975), Richerd Bandler y Jphn Grinder, cofundadores de la PNL, pugnaban por definir algunos de los principios ocultos tras la aparente "magia" del lenguaje a la que se refiere Freud:
"Todos los logros de la especie humana, tanto en el positivo como en el negativo, han implicado la utilización del lenguaje. Como humanos, empleamos el lenguaje de dos formas. En primer lugar para representar nuestra experiencia, en una actividad que denominamos razonar, pensar, fantasear o ensayar. Cuando utilizamos el lenguaje como sistema de representación, estamos creando un modelo de nuestra experiencia. Este modelo del mundo, que hemos creado por medio del uso representativo del lenguaje, se basa en nuestras percepciones del mundo, y éstas están, a su vez, determinadas en parte por nuestro modelo de representación... En segundo lugar, nos servimos del lenguaje para comunicarnos unos a otros nuestro modelo o representación del mundo. A esta actividad consistente en la utilización del lenguaje como medio de comunicación la denominamos hablar, discutir, escribir, conferenciar o cantar."
Según Bandler y Grinder, el lenguaje nos sirve como medio tanto para representar o crear modelos de nuestra experiencia, como para comunicarnos acerca de los mismos. En realidad, los griegos antiguos tenían nombres distintos para cada una de estas dos utilizaciones del lenguaje. Empleaban los términos "thema" para referirse a las palabras utilizadas como medio de comunicación. y "logos" para denotar las palabras relacionadas con el pensamiento y la comprensión. . "Rhema" equivalía a una expresión, a "palabras como cosas", mientras que "logos" se refería a las palabras relacionadas con la "manifestación de la razón". El gran filósofo griego Aristóteles describía como sigue la relación entre palabras y experiencia mental.
"Las palabras habladas son los símbolos de la experiencia mental, mientras que las palabras escritas son las palabras habladas. Del mismo modo que no todos los hombres tiene la misma escritura, tampoco tienen los mimos sonidos hablados. Sin embargo, las experiencias mentales que ambas expresiones directamente ambas simbolizan son las mismas para todos, del mismo modo que lo son todas las cosas de las cuales nuestras experiencias son imágenes."
La afirmación aristotélica de que las "palabras" simbolizan nuestra "experiencia mental" nos recuerda el concepto de PNL consistente en que las palabras, tanto las habladas como las escritas, son "estructuras superficiales". transformaciones a su vez de otras "estructuras profundas". Como resultado de todo ello, las palabras tienen poder, tanto para reflejar como para modelar las expresiones mentales. Ello las convierte en herramientas poderosas para el pensamiento, así como para otros procesos mentales, tanto conscientes como inconscientes. Accediendo a estas estructuras profundas subyacentes a las palabras específicas utilizadas por cualquier persona, podremos identificar e influir, al nivel más profundo, las operaciones mentales que los patrones de lenguaje de esa persona reflejan.
Desde esta perspectiva, el lenguaje no es sólo un "epifinómeno" o un conjunto de signos arbitrarios por medio de los cuales nos comunicamos acerca de nuestra experiencia mental, sino que constituye también una parte crucial de esta misma experiencia mental. Como señalaran Bandler y Grinder:
"El sistema nervioso, responsable del sistema representacional del lenguaje, es el mismo sistema nervioso por medio del cual los hombres producimos todos y cada uno de los diferentes modelos del mundo (visual, cinestésico, etc.). En cada uno de ambos sistemas actúan los mismos principios estructurales."
Por consiguiente, en nuestros sistemas de representación interna, el lenguaje puede ser paralelo e incluso subsistir a las experiencias y las actividades. Una importante implicación consiste en que "hablar de algo" puede hacer mucho más que reflejar simplemente nuestras percepciones: puede en realidad crear o modificar esas percepciones. Ello implica un papel especial y particularmente profundo para el lenguaje en el proceso de cambio y sanación.
En la filosofía de la Grecia antigua, por ejemplo, se consideraba que el "logos" constituía el principio controlador y unificador del universo. Heráclito (540-480 a.C.) definía el "logos" como "el principio universal a través del cual todas las cosas estaban interrelacionadas y sucedían todos los acontecimientos naturales". Para los estoicos, "logos" era el principio regidor y generador, inmanente y activo en toda realidad y omnipresente en todo cuanto existe. Según Philo -filosofo judío griegoparlate, contemporáneo de Jesús-, "logos" era el punto intermedio entre la realidad última y el mundo perceptible.
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