martes, 5 de julio de 2011

Zen y depresión. Explorar el territorio


Permanece sosegado. Los árboles y arbustos que hay junto a ti no están perdidos. Allí donde estés se llama Aquí. Y debes tratarlo como a un poderoso extraño, debes pedir permiso para conocerlo y ser conocido. El bosque respira. Escucha.


Anciano indio norteamericano


Cuando dejamos de correr podemos empezar a mirar lo que sucede en nuestro interior. Podemos estar aterrorizados, pero podemos apartar nuestro miedo durante un instante y explorar la situación.

En la depresión nos hallamos en un mundo en el que nunca habíamos estado. Podemos sentir que somos diferentes del resto de la gene, como si todo el mundo hablase un idioma que no comprendemos. Nuestras mentes luchan por mantenerse al corriente de todo lo que sucede a nuestro alrededor. Incluso el aire y la luz parecen ser diferentes.

La depresión no es meramente una experiencia más profunda de nuestras emociones normales de tristeza, sufrimiento o aflicción. Esas emociones, claro está, también se hallan presentes. Pero la depresión es una experiencia totalmente diferentes, tanto en el cuerpo como en la mente, respecto a todo lo que hemos conocido hasta ese momento.

Tenemos que aprender a reconocer esta tierra llamada depresión. tanto para ayudarnos a encontrar una salido como para ayudarnos a sobrevivir mientras estemos allí. Porque el camino de salido puede ser dificultoso y también porque tal vez nos costará un tiempo hallarlo.

Así que más vale que nos orientemos y exploremos este territorio en que nos encontramos.

En nosotros se hallan presentes emociones muy intensas: desesperanza, inutilidad, y una profunda e inexplicable tristeza. Sentimos que estamos totalmente solos. Pensamientos de muerte se abren paso en nuestra conciencia. Puede que incluso estemos inundados de pensamientos sobre el suicidio.

Nuestra mente se siente como si no funcionase bien. Nos resulta difícil dar forma a los pensamientos, hablar, incluso tomar las decisiones más simples. Sentimos agotamientos mental, y nuestra memoria no parece funcionar. Hay una desaceleración de cuerpo y mente. No obstante, al mismo tiempo se da una aceleración de esa voz en nuestra cabeza, que nos grita cosas terribles acerca de nosotros mismos y del resto del mundo. La depresión nos roba nuestra atención y capacidad de juicio precisamente en la época en que más las necesitamos.

También sentimos agotamiento físico. Nos sentimos agobiados, como si nos moviésemos a través de agua o en un estado de elevada gravedad. Nos movemos con lentitud y a menudo sentimos que, sea lo que fuere lo que queremos hacer, no vale la pena el esfuerzo que hay que realizar sólo para moverse. Quizá sintamos que todo lo que deseamos hacer es dormir.

El mundo que nos rodea también parece haber cambiado. Es como si alguien estuviese apagando lentamente las luces, hasta que resulta difícil ver. Todo lo que vemos a nuestro alrededor es inmundo y putrefacto, desesperación y muerte. Nos hallamos exquisitamente sintonizados con la tristeza del mundo, tanto con nuestro dolor como con el de los demás.

Este lugar puede parecer frió y carente de vida como la luna. o tan mortífero y opresivo como un árido desierto. O también puede ser un bosque oscuro, amenazador y con una vegetación agobiante, donde no hallamos camino de salida, o donde ni siquiera acertamos en qué dirección dirigirnos. O podemos sentirnos como si estuviésemos en el fondo del océano, donde no llega luz alguna, donde no podemos respirar y la presión nos ahoga.

La depresión puede llegar lentamente. Puede ser como la luz del sol desvaneciéndose al fina del día: apenas te das cuenta de que desaparece hasta que de repente no puedes ver a un palmo de tus narices. O puede se como caminar en la niebla: no percibes lo húmeda que es hasta que estás empapado hasta el tuétano.

Pero hemos elegido no echar a correr, así que tenemos que permanecer con todo ello. Ponemos atención a nuestras sensaciones y pensamientos, así como a nuestras reacciones secundarias, a nuestro deseo de echar a correr, de olvidarnos de todo nuestro dolor. Hemos elegido hacer frente valientemente a nuestra vida, con atención y compasión.

Aunque la depresión es diferente para cada uno de nosotros, existen muchos elementos comunes a todos, que confirman que existe un proceso físico en marcha. La depresión parece ser una enfermedad, una afección tanto del cuerpo como de la mente.

La depresión también es una enfermedad espiritual. Interfiere en nuestra capacidad de poner atención en este maravilloso momento presente, de ver la bondad de este momento y de sentir la esperanza de los momentos que vendrán tras el actual. Hace que el regalo de la existencia como ser humano parezca una maldición.

No obstante, al enfocar la depresión de una manera espiritual – y con la ayuda de los demás– podemos hallar curación no sólo para nuestro cuerpo y nuestra mente, sino para nuestro espíritu sufriente.


Exploración complementaria

Mientras permanece sentado cómodamente en un cojín o en una silla, relaje la respiración. A continuación empiece a concentrarse en las inspiraciones y espiraciones.

Cuando se haya asentado de forma natural en su propio ritmo respiratorio, lleve su atención al cuerpo. ¿Qué sensaciones tiene que pudieran ser una manifestación de su depresión? ¿Siente que son diferentes a lo que suele sentir normalmente?¿Siente que son diferentes a lo que suele sentir normalmente? ¿Se siente especialmente frío o caliente? ¿O bien se siente aletargado?

Fíjese si siente dolor, y dónde está localizado. ¿Nota tirantez en el vientre, o dolor en el pecho? ¿O tal vez siente una cierta agitación y le resulta muy difícil permanecer sentado y tranquilo? Ponga su atención en esas sensaciones, pero sin responder a ellas. En su lugar, trate de continuar sentado y respirando, mientras presta atención a esas sensaciones.

Ahora tómese un momento para enfocar la atención sobre los pensamientos. Si puede, obsérvelos ir y venir sin implicarse con ellos, oriente suavemente su atención de vuelta a la respiración y a observar simplemente los pensamientos. ¿Aparecen pensamientos que no acostumbran tener? ¿Piensa en la muerte, o bien aparecen pensamientos de inutilidad o falta de sentido? ¿Está preocupado o atribulado a causa del miedo, o de todo lo malo que siente que puede suceder? No trate de parar esos pensamientos o de alejarlos de usted: simplemente obsérvelos y tome nota de ellos.

Finalmente, lleve su atención a las emociones y fíjese cómo se entretejen con los pensamientos, ¿Siente miedo? ¿Desesperación? ¿Ansiedad? ¿Ira? ¿Tristeza? ¿Se siente apabullado?

Dé un giro de ciento ochenta grados a su atención y vuelva a observar su cuerpo. ¿Están sus emociones y pensamientos conectados con algunas de las sensaciones físicas que percibió con anterioridad? Cuando pone atención sobre las sensaciones, pensamientos y emociones, ¿aumentan de intensidad o bien se calman?

Cuando siente que está listo para acabar, lleve la atención de regreso a la respiración durante unos instantes, y fíjese en si el ritmo respiratorio ha variado desde que empezó esta exploración.

Puede realizar este ejercicio de vez en cuando para comprobar sus sensaciones de depresión. O bien puede llevarlo a cabo a lo largo de varios días para llegar a conocer bien su depresión.

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Sentado tranquilamente, lleve su atención a la respiración, a las inspiraciones y espiraciones..

Ahora imagine que la depresión es un lugar con una realidad física. ¿cómo es? ¿Es como estar perdido en un bosque, o atrapado en el fondo del mar, o abandonado en pleno desierto? ¿O bien está en una enorme y oscura mansión? ¿O se trata de algo completamente diferente?

Explore ese lugar. Fíjese en el olor del aire, en lo cálido o frío que resulta. ¿Qué sonidos escucha? ¿Hay otras personas en ese lugar? ¿Cómo se siente ahí: perdido, solo, asustado, confuso?

Puede regresar a ese lugar en cualquier momento para examinar su depresión y hacerse más consciente de lo que es, y de cómo puede ir cambiando.


Realizar la exploración sólo si te sientes cómodo haciéndola. Recomendación del propio autor.


(Extraído del libro "El camino del Zen para vencer la depresión". Autor Philip Martin)

2 comentarios:

  1. Hola, haideé:

    Después de tanto tiempo sin visitarte; he estado recuperandome, y también estaba haciendo un curso de "Monitora Mediambiental": y encima lo mejor de voluntaria en una biblioteca escolar, les hice un blog para dejar los videos realizados y sus trabajos...,¡de los talleres qué les hice!.


    Amiga buen libro has recomendado; gracias por compartir uno de sus fragmentos, sabes para recuperarse de la depresión salir y pedir ayudar ... aunque se qué es muy difícil yo ahora mismo estoy en paz conmigo misma, estoy mejorando pero aún me queda mucho por mejorar hay heridas qué deben cicatrizar...,¡he cambiado antes me solía ver como un patito, pero ahora me veo como un cisne!

    Sabes porque los niños, y niñas son tan felices viven en el ahora no viven pensando en el ayer, ni siquiera piensan en el mañana: sino solamente viven el momento presente, pero es triste reconocer; una vez adultos porque perdemos esa felicidad porque dejamos de ver un cisne en el espejo ... nos vemos como patitos, cómo el patito feo de Christian Andersen.

    http://colegioamapola.blogspot.com/

    UN abr@zo.

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  2. ¡Hola! criti: corremos demasiado y nos apercibimos de muy poco de aquello que sentimos...
    Un abrazo para ti lleno de sosiego -.-

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