viernes, 9 de diciembre de 2011

Zen y depresión. Compasión y acción


Mi religión es la bondad.

Dalai Lama


El conocimiento del vacío da paso a la compasión.

Milarepa


Cuando luchamos con la depresión, la bondad y la compasión pueden parecernos tan ajenas como el agua al desierto. Estamos rabiosos, asustados y somos críticos. Apenas contamos con la energía para ampararnos en la bondad y la compasión, por lo que resulta mucho más difícil hacerlas extensivas a los demás. Al mismo tiempo, nos puede resultar difícil imaginar que alguien pudiera mostrarse cariñosamente con nosotros. Nos sentimos abandonados por nosotros mismos y por el mundo.

Sin embargo, la capacidad de compasión sigue estando en nuestro interior. De hecho, las dificultades por las que atravesamos en la depresión pueden conducirnos a comprender más profundamente nuestra vida, así como a una mayor compasión hacia los demás y hacia nosotros mismos.

Al empezar a descubrir que la vida está llena de sufrimiento para todos los seres, empezamos a sentir que ya hay mucho dolor en el mundo. Nos preguntamos por qué deberíamos añadir más sufrimiento a este mundo. Nuestra cada vez mayor conciencia de que la vida es impermanencia también nos aporta una mayor compasión por los demás y por nosotros mismos. Se trata de una compasión que surge de nuestra comprensión de nosotros mismos y de la naturaleza de nuestra relación con el mundo.

La depresión nos hace bajar a ritmo y nos permite entrar en contacto con nuestros sentimientos más desnudos, hacia nosotros mismo y hacia los demás. Si nos hacemos conscientes de lo que nos sucede, entonces la semilla de la compasión podrá crecer en nuestras vidas. La compasión natural que existe en nuestro interior podrá así manifestarse en nuestras relaciones y actividades (la compresión y la compasión deben ser puestas de manifiesto, de otra manera se tratará de una realización vacía).

Decir que antes de ocuparnos de los demás debemos hacerlo de nosotros mismos puede ser una frase hecha, pero resulta muy cierta durante la depresión. Hasta que no empecemos a poder ver más allá de las sensaciones de inutilidad y autodesprecio que nos invaden en la depresión, nos será difícil actuar con amor en nuestra relación con los demás. Al ir viéndonos más claramente mediante la atención y la meditación, podemos ser más clementes y compasivos con nosotros mismos.

En la oscuridad de la depresión, da la impresión de que nunca llegará el fin de nuestro sufrimiento. Nos resulta difícil creer que podemos ayudarnos y mucho menos ayudar a los demás. Pero nuestra depresión,, el servir a los demás se convierte en una práctica muy importante.

La depresión puede ser una enfermedad del yo, en la que nos sentimos tan envueltos en nuestro sufrimiento que no nos concentramos en nada fuera de nosotros. Darnos cuenta de cómo podemos ayudar a los demás puede sacarnos del pequeño universo en el que vivimos.

Ser de ayuda para otros seres humanos es también un fuerte antídoto frente a la sensación de inutilidad que nos inunda durante la depresión. Además, mediante la ayuda al prójimo obtenemos una cierta perspectiva, de manera que dejamos de creer que somos los únicos individuos en el mundo que sufrimos.

Para ayudar a los demás no necesitamos llevar a cabo grandes hechos. Toda palabra amable o positiva sirve para convertir el mundo en un lugar más agradable. Las ondas que provocan dichos actos tienen un efecto que está más allá de nuestra intención.

Se nos ha dado un medio por el que podemos ser de gran valor para los demás. Al sobrevivir a nuestra depresión, podemos ofrecer dulzura, compresión y esperanza a otros que luchan con ella. Podemos hablar claramente de nuestra experiencia y cambiar algunos de los prejuicios de la gente. Podemos marcar una diferencia.

Hay una escritura budista que pregunta: "Sólo hay uno que ha venido al mundo para ayudar a los demás y aliviar su sufrimiento. ¿Quién es ese uno?" Ese uno no puede ser otro que usted.


Exploración complementaria


Sentado tranquilamente, inspire y espire, observando la respiración.

Sienta cómo la inspiración calienta y nutre su corazón. Al respirar, oriente su atención hacia usted mismo. Manténgase en la calidez del corazón, y dígase en silencio. "Que pueda liberarme del sufrimiento. Que pueda sentirme en paz".

Continúe inspirando y continúe manteniéndose en el corazón. Al respirar, dígase: "Que pueda liberarme del sufrimiento" y al espirar: "Que pueda sentirme en paz". Reconozca que ha sentido y continúe ampliando ese amor hacía si mismo.

Tras unos minutos, piense en una persona amada que necesite sus pensamientos. Llévelo a su corazón. Imagine su rostros frente a usted, y al inspirar, dígale: "qué puedas liberarte del sufrimiento, y al expirar: "Que puedas sentirte en paz".

Sienta cómo crece el espacio de su corazón que le ha dedicado, y sienta cómo desea que se cure. Envíele sus pensamientos de cariño, siéntalos en su corazón abierto y diga: "Que puedas liberarte del sufrimiento. Que puedas sentirse en paz".

Cuando tu corazón se haya ensanchado, extiende todavía más esos pensamientos llenos de cariño. Tenga presente a todas las personas de su vida en su corazón, y al inspirar, dígales: "Que podáis liberaros del sufrimiento", y al expirar: "Que podáis sentiros en paz". Continúe sintiendo amor y cariño por ellos.

Ahora abra su corazón a todo el sufrimiento del mundo, y al extender ese amor de manera infinita, diga: "Que todos los seres puedan liberarse del sufrimiento". Permanezca ahí, extendiendo su amor hacia sí mismo y hacia todos los seres que sufren: "Que todos los seres puedan liberarse del sufrimiento. Que todos los seres puedan sentirse en paz".


Realizar la exploración sólo si te sientes cómodo haciéndola. Recomendación del propio autor.


(Extraído del libro "El camino del Zen para vencer la depresión". Autor Philip Martin)

2 comentarios:

  1. Me he pasado un buen rato leyendo sus cosas, entrando en sus intimidades, en sus pensamientos mientras una música suave de fondo acompañaba las diferentes sensaciones que me surgian.

    Y aquí sigo..

    Nada, sólo darle las gracias.

    Un abrazo y mil risas.

    Xosé

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  2. ¡Hola! anónimo Xosé: mis, mis,mis,... pues si, muchísimas risas :)))
    "Hay una escritura budista que pregunta: "Sólo hay uno que ha venido al mundo para ayudar a los demás y aliviar su sufrimiento. ¿Quién es ese uno?" Ese uno no puede ser otro que usted."
    Gracias :)
    Un abrazo lleno de la alegría que aporta la risa -.-

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