lunes, 3 de junio de 2013

La alquimia de la voz (XI) La restricción de nuestra voz


Esta dominación que ejerce el "hacer" sobre el "ser" nos ha alejado de las respuestas basadas en los instintos y los sentimientos. En consecuencia, tendemos a vivir más en nuestras mentes que en nuestros cuerpos e inhibimos la plenitud del sentimiento en nuestras voces estableciendo, de manera inconsciente, la creencia de que el pensamiento está por encima del sentimiento. Con ello, nuestros adolescentes tienen graves dificultades para leer o recordar las grandes obras literarias, y en su lugar eligen ver la televisión o chatear en internet con mensajes de texto abreviados; todos estos modos de actuar ahogan la palabras hablada. Sólo nos conectamos con los sentimientos sonoros cuando nos vemos sobrepasados por situaciones extremas que afectan a nuestro estado emocional o físico, cuando la pasión se introduce en nuestras entrañas, nuestro centro emocional, nuestras vísceras, nuestro plexo solar o nuestro corazón. En ese momento respondemos profiriendo, de repente, un sonido orgánico puro que libera la energía emocional. Piensa en el chillido de alegría, el grito de desesperación o la exclamación de nervios que todos emitimos en ocasiones excepcionales*. En estos casos nos transformamos de seres conceptuales en experimentales, pasamos de la cabeza a la totalidad del cuerpo, nos mudamos de racionales en irracionales, de conscientes en inconscientes, y cambiamos un comportamiento regido por el piloto automático por otro de "estado presente". Nos han trasladado a nuestro núcleo primario, de manera que la totalidad de nuestro ser se vuelve audible, a menudo en formas muy primitivas.
A pesar de estos efectos, muchos de nuestros sonidos auténticamente naturales son imposibles de sofocar. Incluso cuando no hablamos, nuestros cuerpos emiten sonidos de digestión; los ruidos que producimos al tragar, el del aire que pasa, los borborigmos, borboteos, chasquidos de labios, entrechocar de dientes y mucho más. Al respirar, resoplamos, estornudamos, resollamos, olisqueamos, jadeamos y roncamos. Cuando nos movemos, nuestras articulaciones crujen, los pies patean, las manos tamborilean, los dedos chascan, las mandíbulas entrechocan, los dientes rechinan y las ropas crujen. Podemos afirmar en resumen, que somos unas criaturas muy ruidosas. Mostramos nuestros sentimientos cuando gemimos, nos quejamos, gruñimos, chistamos o silbamos; reímos con disimulo, con nerviosismo o abiertamente; suspiramos y bostezamos para indicar dolor, placer, pena, alegría y el resto de los caleidoscópicos sentimientos humanos. Si reprimimos nuestros sentimientos y aguantamos las lágrimas, nos hacemos extremadamente comedidos y esto conduce a complicaciones inevitables de la mente y del cuerpo, tales como mala salud, tristeza y represión emocional. 

(Texto extraído del libro "La alquimia de la voz". Autor Stewart Pearce) 

*Los suspiros (lo descubrí en mí misma) son una muestra de esas "exclamaciones" de nervios que emitimos, y con bastante frecuencia. Tanto más cuanta más ansiedad o angustia está siendo vivida y reconocida.
Pero hay personas que no emiten ni un sólo suspiro. Su ansiedad o angustia se traduce en un colapso total del cuerpo, mostrándose rígidos en el hablar, en el caminar, y otros comportamientos varios que traducen esa rigidez. Mas, no todo es controlable, con lo que en el lenguaje no verbal (y no sólo) se manifiestan los estados emocionales no reconocidos conscientemente. También pueden ser reconocidos  pero anulados por considerar que son una muestra de debilidad, sintiéndose así vulnerables, y por ello, algo a disimular. Toda una guerra interior que sale al exterior, percibido por el entorno como algo que no encaja, sintiendo incomodidad sin saber muy bien porqué. Aunque no todas las personas son ciegas a estas manifestaciones. Aquellos que sienten, por haber conectado con sus emociones, reconociendo todos los estados, lo perciben con claridad y saben bien a que es debida tal rigidez.
Esta ha sido una de las últimas enseñanzas recibidas. Dos personas muy similares al expresarse desde una voz gutural. Agradecida por ello, si. -.-
haideé

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