viernes, 16 de diciembre de 2011

Zen y depresión. El valor de la inutilidad




Hui Tzu dijo a Chuang Tzu:
–Tengo un gran árbol llamado ailanto. Su gran tronco está tan lleno de nudos que no se le puede acomodar cuerda y tinta; y tampoco compás y escuadra a sus retorcidas ramas. Está al borde del camino, más no hay carpintero que le considere. Tales son las razones que enseñáis: grandes por demás y sin provecho,y todo el mundo se concierta a la hora de rechazarlas.
A lo que Chuang Tzu dijo:
–¿Por ventura no habéis visto a la comadreja? Se agazapa y aguarda el paso de algún animalillo; brinca hacia el este, brinca hacia el oeste, sin dársele lo quebrado del terreno: y así hasta que cae en una trampa o muere dentro de una red. En cuanto a vos, con vuestro árbol grande sobremanera, os lamentáis de que no tiene provecho. Pero, ¿por qué no la plantáis en el país donde nada existe, en la desolada vastedad? Así podrás pasear sosegadamente junto a él, y tumbaros debajo con todo regalo. Y el árbol mismo no sufrirá los golpes del hacha, ni cosa alguna le podría maltratar. Al no ser de ningún provecho, ¿por qué habría de ser ocasión de tanta aflicción o dolor?
Chuang Tzu, En placentera libertad

En realidad, la meditación y la práctica espiritual no sirven para nada.
Dainin Katagiri Roshi

En la depresión solemos sentirnos inútiles, que nada de lo que hacemos importa. Nos sentimos apaleados y gastados, como un pedazo de tela vieja que ni siquiera sirve como trapo.
Pocas cosas de las que hacen los seres humanos carecen de propósito. Así que la sensación de inutilidad que experimentamos durante la depresión golpea el centro de nuestra humanidad.
hace un par de generaciones, la mayoría de las comunicaciones contaban con un trapero que iba por ahí recogiendo trapos usados. Nunca comprendí cuál era su papel. Entonces me di cuenta de que esos pedazos de tejido viejos, rotos y sucios, que ya no tenían utilidad en ninguna casa, seguían teniendo valor.
No obstante, primero necesitaban pasar por una transformación. En primer lugar tenían que romperse. Eran destrozados, convertidos en un amasijo y mezclados con agua hasta que eran poco más que barro. Sólo entonces podía iniciarse el milagro. En las manos de un artesano consumado, esos trapos se convertían en los papeles más hermosos. Ahora eran frágiles, ligeros y limpios.
Conservaban cierta parte de sus resistencia, pero podían romperse con más facilidad. Ya no eran sólidos, dejaban que la luz los traspasara de hecho, algunos tenían una luminosidad que parecía venir de su interior.
Esos trapos, que antaño fueron desechados, se convirtieron en algo valioso, algo que podía utilizarse. Eran vehículos de los pensamientos, poesía e historias de una cultura.
Lo que consideramos inútil puede que sea útil de una manera que no llegamos a comprender. Y demasiado a menudo, confundimos utilidad con valor.
En la inutilidad hay un gran valor. De hecho, los maestros budistas suelen insistir en que para practicar meditación de manera adecuada, debemos hacerlo sin pensar en obtener nada. Simplemente hacerlo.
Sumergidos en nuestras sensaciones de inutilidad y desesperanza, hacer algo sin propósito puede ser un gran alivio. En la meditación nos damos un respiro respecto a tener que hacer lago o ser algo, para sólo ser.
Las ideas sobre valor y utilidad, mérito e inutilidad, son sólo eso, ideas que los seres humanos añades a las cosas de nuestro mundo.Existe un mundo más grande que podemos empezar a ver, un mundo más allá de las nociones de utilidad e inutilidad.
Cuando dejamos de buscar ganancias, cuando simplemente vemos la verdad de ser en lugar de hacer, podemos llegar incluso a descubrir nuestro propio y auténtico valor.

Exploración complementaria

Tómese el día para abandonar sus ideas acerca de la utilidad. Entréguese a la posibilidad de no hacer nada, pero no se eche atrás. No haga nada en todo el día, sólo aquellas cosas que quiera realmente hacer: hacer volar una cometa, ver la misma película tres veces, o tumbarse en el suelo y ver cómo posan las nubes por el cielo durante todo el día.
¿Se siente culpable? ¿Autoindulgente? ¿Teme no hacer nada y que llegue a gustarle?
¿Puede disfrutar de todas esas cosas inútiles, de simplemente ser? ¿Puede incluso dejar de creer que eso sería bueno para usted y simplemente dejárselo hacer?
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Hay un dicho que afirma que deberíamos "cometer actos de bondad al azar". Aunque sólo sea durante un día, lleve a cabo actos al azar. ¿Hay cosas que le parecen una tontería y que quisiera hacer? ¿Qué sucede si las hace? ¿Es difícil hacer algo sin esperar resultados o efectos?


Realizar la exploración sólo si te sientes cómodo haciéndola. Recomendación del propio autor.

(Extraído del libro "El camino del Zen para vencer la depresión". Autor Philip Martin)

2 comentarios:

  1. Hola, Haideé:

    Amiga siempre buscamo la recompenza... En hacer algo y no debería de ser así, como mejor se disfruta es haciendo las cosas con la felicidad de hacer el bien, de ser útil y de ayudar eso demuestra de qué existo al crear algo para ser la vida quizás de alguien más feliz al hacer bien estamos brillando...,¡somos estrella de la esperanza, para iluminar el camino de los qué por culpa de la depresión han dejado de brillar!.


    Saludos.

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  2. ¡Hola! cristi: ¿Y qué es hacer el bien, ser útil y ayudar sino lo opuesto de hacer el mal, ser inútil y perjudicar?
    ¿Reconoces en ti todos los opuestos que te habitan?
    ¿Por culpa de la depresión? Ay. Callar, cristi, callar para no errar...
    Un abrazo con inutilidad -.-

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