domingo, 7 de febrero de 2010

Las cosas también tienen vida. (Introducción) I


Rompimos el molde. Aplicando el pensamiento, el ser humano encontró formas de aumentar en mucho más de un codo su estatura.
Comenzó a hacerlo sencillamente, quizá con un cristal o una herramienta, pero poco después su cuerpo se embelleció con una asombrosa variedad de nuevos apéndices, órganos cuyo fin era satisfacer todas las necesidades.

"Observemos -dijo Samuel Butler- a un hombre que cava con una pala. Su antrebrazo derecho se prolonga artificialmente y su mano se convierte en una articulación. El mango de la pala se asemeja a la cabeza con la que se remata el húmero, la vara de madera es el hueso adicional y la placa rectangular de hierro es la nueva mano que le permite remover la tierra como nunca pudo hacerlo con la suya." (Butler, S., Erewhon. Londres, 1872)

Nos liberamos de las limitaciones de la evolución orgánica y pasamos a participar, en cambio, de una evolución distinta, mucho más rápida. Reforzamos los dientes y las garras con cuchillos y misiles, la piel y el pelo con órganos tan extraordinarios como abrigos y paraguas. Hoy en día modificamos nuestra forma y apariencia para no desentonar con la edad y la estación; también aumentamos la percepción de los sentidos a nuestro gusto. Hemos inventado extremidades que, en vez de ir adheridas a nuestro cuerpo, andan sueltas por el mundo. No es nuestra aptitud natural la que nos limita el acceso a ellas, sino circunstancias accidentales como el nacimiento y la riqueza. En consecuencia, poseemos una extraordinaria capacidad de "remover tierra", pero lamentablemente estamos perdiendo el control sobre tal facultad.
Hace más de un siglo, Butler advirtió del peligro. "El hombre -señaló- es un mamífero maquinando", tan dependiente de sus herramientas, que "si algún día se destruyeran todas las máquinas, nos extinguiríamos en unas pocas semanas." Según él, la propia alma es algo manufacturado y está sometida a mecanismos "capaces de servir a quienes las manejan"
Por el momento, las maquinas sirven sólo si se las sirve a ellas y a estas alturas hay más seres humanos cuidando de las máquinas que ocupándose de sus congéneres.
Estamos perdiendo el control sobre las cosas, a veces con consecuencias graves, WIMEX es la sigla de Worldwide Military Comand and Control System (Sistema Mundial de Control y Mando Militares), una imponente red informática que abarca veintisiete centros de la Comandancia de Defensa norteamericana. El Pentágono se ocupa directamente del WIMEX, pero el sistema es tan complejo que su verdadero potencial no sólo se desconoce, sino que probablemente es imposible conocerlo. En varias ocasiones, sin que nadie lo pueda explicar, WIMEX decidió que Estados Unidos estaba siendo atacado por la Unión Soviética. Fue así como el 3 de junio de 1980 declaró la guerra unilateralmente, envió la señal de alerta a los centros de mando nuclear norteamericano diseminado por el mundo entero y puso en marcha los mecanismos con que podrían haberse iniciado acciones de represalia, hasta que fue detenido por mentes y manos humanas cuando ya habían pasado 3 minutos y 14 segundos de una cuenta que quizá habría desembocado en una tercera guerra mundial. (Sunday Times, 22 de junio de 1980)
No sólo los ordenadores dan la impresión de tener mente propia. En 1978 la inspectora de tráfico Patty Jackson notó que un coche estacionado en Bloomington (Illinois) Tenia las luces delanteras encendidas y se acercó con la intención de apagarlas. Pero no bien tocó la puerta, el coche dio un brinco, saltó sobre una pequeña barrera de cemento y se lanzó como bólido por el aparcamiento. En ese momento las llaves del arranque se hallaban en la mano de Sandra Zikus, que acababa de salir de una peluquería cercana y pudo observar azorada a su Chevrolet que, sin conductor, se precipitaba por la calle principal de Bloomingdale. Durante los minutos siguientes el coche zizgzagueó en medio del tráfico y volvió a entrar tres veces en el aparcamiento perseguido por un coche de la policía, hasta que dio la impresión de suicidarse estrellándose contra un camión que avanzaba en sentido contrario. "Parecía una escena de esas películas diabólicas" comentó el policía Edwin O'Farrell, quien finalmente tuvo que desconectar la batería para poder apagar las luces. Su acompañante, el oficial Michael Leary, confiscó el vehículo y, como precaución, le advirtió al conductor de la grúa de remolque que lo cuidara bien, no se le fuera a escapar antes de que llegaran los detectives. Jamás se pudo determinar la causa de estos extraños hechos. (Sun Times (Chicago), 7 de febrero de 1978)

(Texto extraído del libro "Las cosas también tienen vida" Lyall Watson. Ed. Tikal. Biólogo sudafricano)

6 comentarios:

  1. Jolin que miedo, yo que no me creo casi nada (soy una incredula)¿ó seré esceptica?, no se pero estas historias me dan un yuyu que bueno.
    Interesante el texto querida Haideé.
    Un abrazo

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  2. Interesante e inquietante...quizás en algún momento, aunque sea en el último momento, demos un giro y cambiemos de modelo económico, de vida, etc. ¿Es eso posible?

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  3. ¡Hola! josefina: para mi, no se trata de creer o no, sino de comprobar, de tener experiencias, o recopilar inforamción, porque sino uno en vez de escéptico, como ya te he comentado sobre algunos profesores, se convierte en dogmático, que no quiere, normalmente por miedos, ver más allá de lo que ya conoce. No es para dar miedo, pero si para reflexionar que es lo que somos y en que espejismo vivimos, del que no nos estamos haciendo conscientes por vivir siempre como si fuéramos en un tren y todo nos pasara por delante borrosamente sin saber que es lo que hemos visto...
    Usemos menos máquinas, descubriremos una nueva dimensión de nosotros mismos :)
    Un abrazo :)

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  4. ¡Hola! alberto: ese tipo de reflexiones, para mi, son bastante frustrantes, porque uno ansía que ocurra un milagro sin darse cuenta de que, excepto, por una hecatombe nada cambia de hoy para mañana. Uno mismo ha de ser ese cambio que quiere. No importa si hay otros, ahora, que no lo hagan, ya los habrá... todo se contagia. Hagamos aquello que queremos y ya lo harán los demás, poco a poco. Cambio yo, cambia el mundo.
    Lo más importante para mi Alberto es que tomemos conciencia de que hemos de cambiar, no lo exijamos a los demás, seamos nosotros ya ese cambio. Esto es lo mejor y más rápido.
    Un abrazo y ánimo :))

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  5. Haidée,olá.

    Li e achei muito interessante, e , quando estava a copiar o nome do livro e do autor, reparei que o conhecia. É o autor de um dos livros de que mais gosto, que se chama "Onde vivem as lendas". (Gostei da coincidência. Vou procurar este livro, talvez exista em francês.)

    http://linhas.nobolso.net/biblioteca/onde-vivem-as-lendas


    Um beijinho.

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  6. ¡Hola! margaridaa: disculpa, que te he dejado aquí sin contestar, mis disculpas.

    Cada vez coincidimos más ¿verdad? :)
    Lo miraré, muchas gracias :))
    Un cariñoso abrazo y agradecido también-.-

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