haideé iglesias
"Pocas personas pueden afirmar que, en su modo de vivir y en su experiencia del mundo, no hay nada que valga la pena mejorar. Algunos piensan que sus defectos y sus emociones conflictivas contribuyen al enriquecimiento de sus vidas, y que, precisamente, esa alquimia tan especial es la que les hace ser lo que son: unas personas únicas; creen que han de aprender a aceptarse así y a amar sus defectos tanto como sus cualidades. Dichas personas corren un gran peligro de vivir inmersos en una insatisfacción crónica, sin darse cuenta de que podrían mejore con tan sólo un poco de esfuerzo y reflexión."
Matthieu Ricard
De hecho esto es lo que se fomenta una y otra vez desde algunas terapias psicológicas. La reafirmación del ego, cuando ni siquiera saben que es esa ilusión la que esta haciéndoles la vida conflictiva y dolorosa. La suya y la de aquellas personas con las que conviven. En unos será más la familia, en otros las amistades, y en otros el entorno de trabajo. Pero como en este último no se atreven a mostrar todo su conflicto siempre buscan al más cercano. Y si esto no lo ven factible, buscan una persona ajena pero a la que ven cercana para desahogar todo este potencial destructivo. Muchas de estas personas ni siquiera acceden a terapia alguna a no ser que se le obligue. Puede que cultiven amistades relacionadas con el ámbito de la psiquiatría o psicología, pero sólo para usar a su conveniencia. Si un psiquiatra o psicólogo no tiene en cuenta que puede estar siendo utilizado caerá en la trampa de ayudar a quien no sólo busca una disculpa para no hacerse cargo de si mismo. Si se le ayuda tal como pretende, que es no implicándose sinceramente o pidiendo alguna pastilla para quitar el problema del medio. Algo que se ha convertido en muy habitual porque piensan, ambas partes, que es más fácil así. Y no comparto la postura que últimamente se está, o estuvo, defendiendo por parte de algunos psicólogos, contra la medicación en este tipo de situaciones. Algunos de ellos fomentan precisamente el afianciamiento de la ilusión en la que el "ego" pervive. Ahora bien, ¿cómo saber que es el ego? Primero hay que saber que es eso que llamamos ego. En occidente se necesita crear un estado de bienestar que fomente una buena autoestima, ya que esta está siendo constantemente destruida por aquellos que dicen querernos bien y así educarnos. Lo veo constantemente a mi alrededor. Padreas que gritan a sus hijos. Padres que dejan llorar a los bebés. Padres que no escuchan a sus hijos porque consideran que es más fácil dar ordenes..Padres que no dejan a sus hijos expresar sus dudas y enseguida dan una respuesta por ellos. Padres que no predican con el ejemplo pero luego pretenden que sus hijos no hagan lo mismo. Padres que dicen amar a sus hijos y les enseñan a destruir la vida en contra de la sensibilidad que esos hijos muestran hacía esta..
Continúa Ricard: "Imaginemos que nos proponen que pasemos todo un día sintiendo celos. ¿Quién de nosotros lo aceptaría de buen grado? En cambio, si se nos invita a pasar ese mismo día con el corazón lleno de amor hacía los demás, la inmensa mayoría de nosotros encontraríamos esta opción infinitamente más preferible."
Cierto, la inmensa mayoría así lo elegiría. Y sería bueno que se pusiera en práctica más a menudo. Comprobaríamos como nosotros mismos somos los mayores saboteadores del amor que nace naturalmente en nosotros. No aferramos a una determinada identidad que queremos defender a toda costa. Pero, ¿qué identidad? ¿Qué es eso que llamamos identidad? ¿Cuál de ellas? Pararse a pensar que identidad es esa que defendemos puede ayudarnos a tomar conciencia de que hay otras muchas a las que no parece que demos tanta importancia. ¿Por qué entonces a una determinada forma de comportamiento si la consideramos como nuestra identidad? ¿Quién la valoraría de nuestro entorno como algo valioso o recompensable? ¿Yo o alguna otra persona? Entonces ¿cómo valorar que ese determinado comportamiento es mi identidad única y defendible a toda costa, tanto como para llegar a proferir amenazas graves e incluso llegar a la agresión sin más miramientos? Si le echamos la culpa al otro diciendo que es esa persona las que nos provoca o cualquier otro escusa o justificación, ¿dónde está pues esa identidad? Si esa es nuestra identidad, ¿cómo es posible que otro nos pueda causar tanto trastorno emocional? ¿No será más bien que es porque no me siento seguro de que eso sea yo porque lo que pongo tanto empeño en defenderlo? ¿No será que ese otro al que culpo puede estar dudando de que ese comportamiento sea yo y así busco el modo convencerlo para que no vuelva a hacerme sentir así? Pero ¿quién es el que tiene el poder de sentirse de un modo u otro? ¿El que vemos como enemigo o uno mismo?
En realidad esta pregunta está mal formulada... La dejo con la intención de que ayude a tomar conciencia de como somos nosotros quienes hemos de responsabilizarnos respecto a todo lo que experimentamos en cada circunstancia. Esto no obsta para que quienes se comporten de un modo poco amable con nosotros puedan saber que no nos sentimos cómodos con su actitud. Asertividad. La generación de un diálogo a partir de uno mismo y no de la acusación hacía el otro.
Ejercer de padres –el rol– y ser padres –consciencia–, no es lo mismo. Si sé distinguir entre ser padre y ejercer de padre habré dado pasos de gigante, con lo que todo lo demás también ser irá moviendo hacía una transformación. Es inevitable. Todo esto, por supuesto, también para las madres. Ellas también forman parte del rol de eso que llamamos padres.
El cambio nos produce miedo porque alimentamos siempre creencias respecto a qué es en sí el cambio. Tal como yo lo entiendo, existe tanta confusión al respeto como la hay con el ego. No hay día en el que no se produzcan cambios... pero nos apegamos tanto a las ideas... a esos pensamientos que alimentamos para tener la sensación de que eso es lo que somos... si, como bien señala Ricard: Algunos piensan que sus defectos y sus emociones conflictivas contribuyen al enriquecimiento de sus vidas, y que, precisamente, esa alquimia tan especial es la que les hace ser lo que son. Alquimia especial... ¿Dónde está la alquimia en la ira, en la falta de amabilidad, en el engaño, y tantas otras emociones, sentimientos y actitudes? ¿Dónde?
Al igual que esa papelera necesita ser colocada, [y es posible que al verla hayas criticado a alguien :)] así nosotros necesitamos cambiar. No es una cuestión de si queremos, sino que lo necesitamos. Por el bien de la humanidad.
Continúa Ricard: "Imaginemos que nos proponen que pasemos todo un día sintiendo celos. ¿Quién de nosotros lo aceptaría de buen grado? En cambio, si se nos invita a pasar ese mismo día con el corazón lleno de amor hacía los demás, la inmensa mayoría de nosotros encontraríamos esta opción infinitamente más preferible."
Cierto, la inmensa mayoría así lo elegiría. Y sería bueno que se pusiera en práctica más a menudo. Comprobaríamos como nosotros mismos somos los mayores saboteadores del amor que nace naturalmente en nosotros. No aferramos a una determinada identidad que queremos defender a toda costa. Pero, ¿qué identidad? ¿Qué es eso que llamamos identidad? ¿Cuál de ellas? Pararse a pensar que identidad es esa que defendemos puede ayudarnos a tomar conciencia de que hay otras muchas a las que no parece que demos tanta importancia. ¿Por qué entonces a una determinada forma de comportamiento si la consideramos como nuestra identidad? ¿Quién la valoraría de nuestro entorno como algo valioso o recompensable? ¿Yo o alguna otra persona? Entonces ¿cómo valorar que ese determinado comportamiento es mi identidad única y defendible a toda costa, tanto como para llegar a proferir amenazas graves e incluso llegar a la agresión sin más miramientos? Si le echamos la culpa al otro diciendo que es esa persona las que nos provoca o cualquier otro escusa o justificación, ¿dónde está pues esa identidad? Si esa es nuestra identidad, ¿cómo es posible que otro nos pueda causar tanto trastorno emocional? ¿No será más bien que es porque no me siento seguro de que eso sea yo porque lo que pongo tanto empeño en defenderlo? ¿No será que ese otro al que culpo puede estar dudando de que ese comportamiento sea yo y así busco el modo convencerlo para que no vuelva a hacerme sentir así? Pero ¿quién es el que tiene el poder de sentirse de un modo u otro? ¿El que vemos como enemigo o uno mismo?
En realidad esta pregunta está mal formulada... La dejo con la intención de que ayude a tomar conciencia de como somos nosotros quienes hemos de responsabilizarnos respecto a todo lo que experimentamos en cada circunstancia. Esto no obsta para que quienes se comporten de un modo poco amable con nosotros puedan saber que no nos sentimos cómodos con su actitud. Asertividad. La generación de un diálogo a partir de uno mismo y no de la acusación hacía el otro.
Ejercer de padres –el rol– y ser padres –consciencia–, no es lo mismo. Si sé distinguir entre ser padre y ejercer de padre habré dado pasos de gigante, con lo que todo lo demás también ser irá moviendo hacía una transformación. Es inevitable. Todo esto, por supuesto, también para las madres. Ellas también forman parte del rol de eso que llamamos padres.
El cambio nos produce miedo porque alimentamos siempre creencias respecto a qué es en sí el cambio. Tal como yo lo entiendo, existe tanta confusión al respeto como la hay con el ego. No hay día en el que no se produzcan cambios... pero nos apegamos tanto a las ideas... a esos pensamientos que alimentamos para tener la sensación de que eso es lo que somos... si, como bien señala Ricard: Algunos piensan que sus defectos y sus emociones conflictivas contribuyen al enriquecimiento de sus vidas, y que, precisamente, esa alquimia tan especial es la que les hace ser lo que son. Alquimia especial... ¿Dónde está la alquimia en la ira, en la falta de amabilidad, en el engaño, y tantas otras emociones, sentimientos y actitudes? ¿Dónde?
Al igual que esa papelera necesita ser colocada, [y es posible que al verla hayas criticado a alguien :)] así nosotros necesitamos cambiar. No es una cuestión de si queremos, sino que lo necesitamos. Por el bien de la humanidad.
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