(Encontrada en blogs.ideal.es)
Una noche, Nasrudín estaba cenando con sus discípulos y discutiendo sobre el origen de las estrellas, casi de madrugada, sus alumnos empezaban a prepararse para regresar a sus casas. Sobre la mensa quedaba un plato de pasteles, y Nasrudín les pidió que los acabaran antes de irse. Uno de sus discípulos se negó rotundamente a hacerlo. Cuando le preguntaron porqué, contestó que sin duda se trataba de una prueba a la que Nasrudín les estaba sometiendo para ver si eran capaces de controlar sus deseos.
Nasrudín escuchó estas palabras y le dijo que estaba muy equivocado. La mejor manera de dominar un deseo era verlo satisfecho. Es mejor que los pasteles estén en el estómago que en el pensamiento, que debe utilizarse para cosas más nobles.
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