(Imagen de autor desconocido para mi)
En Oriente hay muchas personas y tradiciones que han llamado madre a Dios. Su enfoque es más relevante. Observa a Buda, su rostro recuerda más al rostro de una mujer que al de un hombre. De hecho, por eso no se representa con barba o bigote. Nunca verás un bigote o una barba en los rostros de Mahavira, Buda, Krisna o Ram. No es que carezcan de las hormonas correspondientes –seguro que tuvieron barba– pero no se les representa con barba porque eso les daría una apariencia mucha más masculina.
En Oriente los hechos no nos preocupan demasiado; nos preocupa mucho más la relevancia, el significado. Indudablemente, todas las estatuas de Buda que has visto son falsas, pero eso en Oriente no nos preocupa. Es significativo porque Buda se ha vuelto más femenino, más mujer. Es un cambio del hemisferio izquierdo del cerebro al hemisferio derecho del mismo, de lo masculino a la femenino, el cambio de la agresividad a la pasividad, de lo positivo a lo negativo, del esfuerzo a la ausencia de esfuerzo. Buda es más femenino, más maternal. Si realmente te conviertes en un meditador, poco a poco podrás ver muchos cambios en tu ser y empezarás a sentirte más como una mujer que como un hombre, más agraciado, más receptivo, no violento y cariñoso. Y la compasión surgirá continuamente de tu ser; simplemente será una fragancia natural.
Normalmente, lo que llamas compasión sigue ocultando tu pasión. Aunque a veces sientas pena hacia la gente, observa, disecciónala, profundiza más en tu sentimiento y en algún lugar encontrarás que existe algún motivo. En el fondo, siempre hay algún motivo incluso en los actos que creemos muy compasivos.
He oído contar esta historia:
Luis regresó a casa y quedó desconcertado al encontrarse a su mujer en los brazos de otro hombre. Salió del cuarto chillando:
–Voy a por mi pistola.
Su mujer corrió tras él a pesar de estar desnuda, le sujetó y gritó:
–Necio, ¿por qué te alteras tanto? Mi amante es quien ha pagado los muebles nuevos y mi ropa nueva. El dinero extra que te dije que había ganado con la costura, todos los pequeños lujos que he podido comprar, ¡todo eso se lo debemos a él!
Pero Luis se soltó de su mujer y siguió subiendo.
–Deja la pistola, Luis! –gritó su mujer.
–¿Qué pistola? –replicó Luis–. Voy a por una manta. Ese pobre se va a resfriar como siga ahí tumbado desnudo.
Aunque sientas compasión –o creas que la sientes, o finjas que la sientes– tendrás que profundizar y analizarla y siempre encontrarás algún motivo. No es pura compasión. Y si no es pura, no es compasión. La pureza es un ingrediente básico en la compasión, si no, se tratará de otra cosa, será algún tipo de formalismo. Hemos aprendido a ser formales: cómo comportarte con tu mujer, con tu marido, con tus hijos, con tus amigos, con tu familia. Lo hemos aprendido todo. La compasión no es algo que se pueda aprender. Cuando hayas desaprendido todos los formalismos, la etiqueta y las buenas costumbres, nacerá en ti la compasión. La compasión es salvaje; no huele a etiqueta ni a formalismo. Comparadas con ella, todas esas cosas están muertas. Está muy viva y es una llama de amor.
Osho
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