jueves, 7 de febrero de 2013

Verdad impertérrita

haideé iglesias

Hay una verdad impertérrita
en el alma del fingidor perdido,
resistiéndose a morir
porque el amor, que no se expresa,
estrujado le tiene el corazón.
Fingimientos atroces
del moderneo papelero
sin papel ni asueto;
papeles (de teatreo)
que sólo encubren
la doliente agonía
del que ama y se lo traga
por no atreverse a serle fiel,
a ese ser,
a esa alma,
que llora continuamente
por no escucharse a sí mismo.

Adujo, aduce (porque está en el pensamiento intuido continuamente)
que es por orgullo.
¿Qué orgullo?
¿Y se baja a las baldosas
para envilecerse diariamente?
¿Qué orgullo es ese más que el disfraz del miedo?

Mas, esto es ya recalcitrante.
Otra persona
vive lo mismo
con la misma raíz
y sabiéndolo
sé que es la trampa
en la que les introdujo
uno que se ha convertido en viejo.
Si, también lo sé.
Es lo que tiene saber
que no hay sino que comunicación
sin frontera que la cierre.

Otros...
presumen... 

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