jueves, 26 de noviembre de 2009

Cambio de perspectiva. Una mente flexible (IV)


La capacidad para cambiar de perspectiva, para ver los problemas "desde ángulos diferentes", guarda relación con la flexibilidad de la mente. El beneficio fundamental de esta flexibilidad es que nos permite abarcar toda la existencia, sentirnos plenamente vivos, experimentar toda la dimensión de nuestra humanidad. Una tarde, después de una larga jornada de charlas en Tucson, cuando el Dalai Lama regresaba andando a su hotel, un banco de nubes de color magenta se extendió sobre el cielo, absorbiendo la luz de últimas horas de la tarde y realzando el relieve de las montañas Catalina, convirtiendo el paisaje en una sinfonía de matices purpúreos. El aire era cálido, cargado con la fragancia de las plantas del desierto, de la salvia, y lleno de humendad; una inquieta brisa prometía tormenta. El Dalai Lama se detuvo. Durante unos momentos, contempló en silencio el horizonte y finalmente hizo un comentario sobre la belleza del paisaje. Siguió caminando pero, tras unos pasos, se detuvo de nuevo, se inclinó para examinar un diminuto ramillete de espliego. Lo tocó con suavidad, observó su delicada forma y se preguntó en voz alta cuál sería el nombre de aquella planta. Me sentí impresionado por la agilidad de su mente. Pareció pasar del paisaje a la pequeña planta con una percepción simultánea de la totalidad y de los detalles, con una asombrosa capacidad para abarcar todas las facetas del espectro de la vida.
Todos podemos desarrollar esa misma flexibilidad mental. Surge, al menos en parte, de nuestros esfuerzos por extender nuestra perspectiva y probar nuevos puntos de vista. El resultado es la conciencia simultánea del macrocosmos y el microcosmos, que nos ayuda a separar lo que es importante de aquello que no lo es.

En mi caso, necesité la suave presión del Dalai Lama, durante el transcurso de nuestras conversaciones, para salir de mi limitada perspectiva. Tanto por naturaleza como por formación. siempre he tenido tendencia a abordar los problemas desde el punto de vista de la dinámica individual, con sus procesos psicológicos. Las perspectivas sociológicas o políticas nunca han tenido mucho interés para mi. Durante unas conversaciones con el Dalai Lama, hablamos sobre la ampliación y multiplicación de las perspectivas. Como había tomado varias tazas de café, mi conversación era muy animada y hablé de la capacidad para cambiar de perspectiva como un proceso interno, como una búsqueda individual, basada exclusivamente en la decisión consciente del individuo de adoptar un punto de vista diferente.
El Dalai Lama finalmente me interrumpió y me recordó:
-Adoptar una perspectiva más amplia supone trabajar solidariamente con otras personas. Cuando se producen catástrofes gigantescas, medioambientales o económicas, por ejemplo, se necesita un esfuerzo coordinado de muchas personas, con un sentido de la responsabilidad y el compromiso globales, no meramente individuales.
Me sentí molesto por el hecho de que el introdujera el mundo cuando yo trataba de concentrarme en el individuo.
-Pero esta misma semana -insistí-, en nuestras conversaciones y en sus charlas ante el público, ha hablado mucho sobre la importancia del cambio personal desde dentro, de la transformación interna. Ha hablado, por ejemplo, de la importancia de desarrollar compasión, de superar la cólera y el odio, de cultivar la paciencia y la tolerancia...
-Si. Naturalmente el cambio debe proceder de dentro del individuo. Pero cuando se buscan soluciones a los problemas globales, se necesita abordar esos problemas desde los puntos de vista del individuo y del conjunto de la sociedad. Ser flexible, tener una perspectiva más amplia, exige capacidad para abordar los problemas desde varios niveles: el individual, el de la colectividad y el global.
"En la charla que di en la universidad la otra tarde hablé sobre la necesidad de reducir la cólera y el odio mediante el cultivo de la paciencia y la tolerancia. Reducir el odio al mínimo es como un desarrollo interno. Pero, como también señalé, el desarme interno tiene que producirse al mismo tiempo que el desarme externo. Y esto es muy importante. Afortunadamente, después del derrumbe del imperio soviético y al menos por el momento, no hay amenazas de holocaustos nucleares. Por ello creo que es un buen momento y que no deberíamos desaprovechar esta oportunidad. Es ahora cuando deberíamos fortalecer la paz. La verdadera paz, no sólo la simple ausencia de guerra. Porque una simple ausencia de guerra no es una verdadera paz mundial. La paz tiene que basarse en la confianza mutua. Y puesto que las armas constituyen el mayor obstáculo para el desarrollo de la confianza mutua, creo que ha llegado el momento de pensar en como librarnos de ellas. Es muy importante. Claro que no se puede conseguir de la noche a la mañana. Lo más realista sería avanzar paso a paso. Pero, en todo caso, deberíamos tener claro cuál es nuestro objetivo final: que todo el mundo quede desmilitarizado. Por tanto debemos trabajar para desarrollar paz interior y al mismo tiempo trabajar por el desarme externo y la paz tanto como podamos. Ésa es nuestra responsabilidad.

2 comentarios:

  1. Me encanta tu blog, y siendo como soy budista y cristiano, ( que no católico)no tengo por menos que estar en consonancia con esas palabras. El mundo actual necesita de aptitudes, pero también de hechos, y desgraciadamente no encontramos ni lo uno ni lo otro.

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  2. ¡Hola! angus: me resulta curioso tu nick, quizá porque es el comienzo de la palabra angustia :) Y ello me ha venido a la mente por las últimas palabras que hablan de pesimismo :)
    Si uno quiere, uno puede. Olvídate de como sea el resto de las personas, tú has de ser como quieres que sea el mundo, es así que se logra transformar...
    Un cordial saludo y te doy la bienvenida, también :)

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