jueves, 26 de febrero de 2009

La tradicción cientifíca: desde el 500 a. C. hasta el siglo XIX


Muchos pensadores científicos occidentales han sostenido, a lo largo de la historia, la idea de una energía universal que penetra en la naturaleza de forma global. Esta energía vital percibida como un cuerpo luminoso fue registrada por los pitagóricos, por primera vez en la literatura occidental, alrededor del año 500 a. C. Afirmaban que su luz podía producir muy diversos efectos sobre el organismo humano, incluyendo la curación de enfermedades.
Boirac y Liebeault, eruditos de principios de siglo XII, vieron que la energía que poseemos los seres humanos puede dar lugar a la interacción de individuos separados por grandes distancias. Según sus informes, una persona puede producir sobre otra un efecto saludable o patológico con su mera presencia. Paraceslo, sabio de la Edad Media, llamó a esta energía “Illiaster” entidad compuesta por una fuerza vital y una materia vital. El matemático Van Helmont percibió a comienzos del siglo XIX un fluido universal que penetra toda la naturaleza: no se trata de una materia corpórea o condensable, sino de un espíritu vital puro que invade todos los cuerpos. Otro matemático, Liebnitz, escribió que los elementos esenciales del universo son centros de fuerza que contienen su propia fuente de movimiento.
Van Helmont y Mesmer observaron, en el siglo XIX, otras propiedades de los fenómenos de energía universal que dieron lugar al mesmerismo, que se convertiría luego en el hipnotismo. Según estos autores, los objetos animados e inanimados se podían cargar con este “fluido”, y los cuerpos materiales podían ejercer mutuas influencias a distancia, lo que sugería la posible existencia de un campo,, análogo en algunos sentidos a un campo electromagnético.
A mediados del siglo XIX, el conde Wilhelm Von Reichnbach dedicó treinta años a experimentar con el “campo” al que denominó fuerza “ódica”. Comprobó que mostraba muchas propiedades similares a las del campo electromagnético descrito anteriormente, en el mismo siglo, por James Clero Maxwell. También descubrió numerosas propiedades exclusivas de la fuerza ódica. Determinó que los polos de un imán no sólo presentan una polaridad magnética, sino también una polaridad exclusiva relacionada con este “campo ódico”. Otros objetos, los cristales, por ejemplo, también presentan esa polaridad única sin ser magnéticos por si mismos. Los polos de la fuerza ódica presentan las propiedades subjetivas de resultar “calientes, rojos y desagradables”, o bien “azules, fríos y agradables” a las observaciones de individuos sensibles. Determinó, además, que los polos opuestos no atraen como en el electromagnetismo. Comprobó que, con la fuerza ódica, los polos semejantes, se atraen (es decir, el igual atrae al igual). Se trata de un fenómeno aural muy importante, como tendremos ocasión de ver más adelante.
Von Reichenbach estudió la relación entre las emisiones electromagnéticas del Sol y las concentraciones afines del campo ódico. Descubrío que la mayor concentración de esta energía radica en las gamas rojas y azules del espectro solar. Von Reichenbach especificó que las cargas opuestas producían sensaciones subjetivas de calor y frío en grados variables de potencia que pudo relacionar con la tabla periódica de los elementos químicos mediante una serie de ensayos ciegos. Todos los elementos electropositivos proporcionaban a los sujetos desagradables sensaciones a la parte fresca, agradable, con un grado de intensidad de las sensaciones paralelo a su posición en la tabla periódica, yendo del calor al frío de acuerdo con la variación de los colores espectrales del rojo al añil.
Von Reichenbach descubrió que era posible conducir el campo ódico a través de un alambre, que la velocidad de conducción era muy lenta (de aproximadamente 4 metros/segundos) y que ésta parecía depender de la densidad de masa del material más que de su conductividad. Además, era posible cargar los objetos con esta energía de forma similar a como se hace mediante un campo eléctrico. Otros experimentos demostraron que se podía enfocar parte de este campo a través de una lente, como si fuera luz, mientras que otra parte fluirá alrededor de dicha lente de forma semejante a como pasa la llama de una vela alrededor de los objetos situados en su camino. Esta porción desviada del campo ódico reaccionaría también como la llama de la vela cuando está sometida a corrientes de aire, lo que sugiere que su composición es similar a la de un fluido gaseoso. Todos estos experimentos demuestran que el campo aural posee propiedades que permiten pensar que su naturaleza es, a un tiempo, particulada como un fluido y energética como las ondas luminosas.
Von Reichnbach comprobó que la fuerza del cuerpo humano producía una polaridad similar a la que presentan los cristales a lo largo de sus ejes principales. Basándose en tal evidencia experimental, describió el lado izquierdo del cuerpo como polo negativo y el derecho como positivo. Un concepto similar al de los antiguos principios chinos del yin y el yang anteriormente mencionados.

martes, 24 de febrero de 2009

Historia de la investigación científica en el campo energético humano



Si bien los místicos no hicieron mención de los campos energéticos ni de las formas bioplasmáticas, sus tradiciones en todos los lugares del mundo a la largo de 5.000 años concuerdan con las observaciones que recientemente han empezado a realizar los científicos.

La tradición espiritual
Adeptos de todas las religiones afirman haber experimentado o visto luces alrededor de las cabezas humanas. Mediante prácticas religiosas tales como la meditación y la oración alcanzan estados de conciencia ampliada que activan sus capacidades latentes de percepción sensorial elevada.
La tradición espiritual india, que cuenta con más de cincuenta siglos de antigüedad, habla de una energía universal denominada Prana, considerada el constituyente básico y la fuente de toda vida. El Prana o hálito vital fluye por todas las formas, a las que ha dado vida. Los yoghis practican la manipulación de esta energía mediante técnicas respiratorias, meditación y ejercicios físicos cuya finalidad es mantener unos estados alterados de conciencia y de juventud mucho más allá de su alcance normal.
En el tercer milenio a. C. los chinos propugnaban la existencia de una energía vital a la que denominaban Ch’i: toda materia, animada o no, está compuesta y trasfundida por esta energía universal. El Ch’i contiene dos fuerzas polares, el yin y el yang. Cuando están equilibradas, el sistema vital muestra salud física; si se desequilibran, el resultado es la enfermedad. Un yang demasiado poderoso tiene como consecuencia un exceso de actividad orgánica. Si el que predomina es el yin da lugar a un funcionamiento insuficiente. Ambos desequilibrados provocan enfermedad física. La antigua técnica de la acupuntura se centra precisamente en equilibrar el yin y el yang.
La Cábala, teosofía mística judía surgida alrededor del año 538 a. C., denomina a este misma energía luz astral. En la iconografía religiosa cristiana, Jesús y otras figuras espirituales aparecen rodeados por campos luminosos. El Antiguo Testamento contiene numerosas referencias a la luz que rodeaba a la gente y a la aparición de lucer, pero estos fenómenos perdieron su significado original con el transcurso de los siglos. Por ejemplo, el Moisés de Miguel Angel muestra el karnaeem en forma de dos cuernos, en vez de los dos rayos de luz a los que se refería originalmente dicho término. La razón es que, en hebreo, dicha palabra significa indistintamente cuerno de luz.
En su obra “Future Science”, John White relaciona 97 culturas distintas en las que el fenómeno aural recibe otras tantas denominaciones diferentes.
Muchas enseñanzas esotéricas (como las de los antiguos textos védicos del hinduismo, los teosofos, los rosacruces, los miembros de la Native American Medicine People, los budistas tibetanos e indios, los budistas Zen japoneses, madame Blabasky y Rudolp Steiner, por citar sólo unas pocas) describen detalladamente el campo energético humano. En fechas recientes, muchas personas con formación científica moderada han sido capaces de añadir observaciones sobre un nivel físico concreto.

(Retomo el libro de Barbara Ann Brennan)

domingo, 22 de febrero de 2009

Glenn Milller-In the Mood



Música que te hace bailar, música que nunca desaparece. Todo un clásico de las grandes orquestas de jazz, conjugando ritmo, fuerza, vitalidad y suavidad en su expresión musical. Otra de mis pasiones, el baile. Sola o en compañía; una delicia dejarse transportar por el ritmo que hace moverse al cuerpo en perfecta armonía. ¿Alguien se apunta? :)

sábado, 21 de febrero de 2009

Primer paso


Para conocerte debes observarte a ti mismo. En un viaje de mil millas el primer paso es el más importante. Recuerda estas dos cosas y comprenderás el significado sublime de los cientos de miles de enseñanzas.

Maestro Ying-An

jueves, 19 de febrero de 2009

Musgo

Creada originalmente por Haideé Iglesias

Terciopelo,
umbrío colorido en verdes esmeraldas
lleno de vida,
sensaciones diversas
acumuladas en textura y formas
expresando belleza.

Donde la humedad crece
el musgo nace y muere.
Conmovida de humildad
esa frescura gozosa
vive inundada
en reflejos turgentes,
iridiscentes.

No me resisto.
Me rindo,
terciopelo verde,
mirada blanca,
pura,
sin nostalgias…

martes, 17 de febrero de 2009

Tao Te Ching XXX

El sabio que guía al gobernante en el camino del Tao,
No recurre a la violencia de las armas, para dominar al mundo.
Las acciones recaen sobre quienes las ejercitan.
Por donde pasan los ejércitos,
no quedan más que zarzas y espinas.
La miseria sigue a todas las guerras.

El hombre Valiente hace su trabajo
y luego se retira.
Defiende su Estado,
pero no pretende su expansión por la fuerza.
Cuando triunfa, no se jacta.
Cuando triunfa, no lo celebra con orgullo.
Cuando triunfa, más bien debe de lamentarse,
de no poder haberlo conseguido de otra forma.

Hay que prescindir de la violencia,
expandirse en exceso es alejarse del Tao,
y alejarse del Tao es la perdición.

viernes, 13 de febrero de 2009

Falso conocimiento

Un hombre se presentó a un maestro con la solicitud de que lo aceptase como discípulo. El maestro lo interrogó acerca de sus conocimientos.
-¿Qué es para ti lo real?
-Todo lo que nos envuelve es fenoménico. La verdadera naturaleza de lo real es el vacío –contestó el hombre.
En aquel mismo momento el maestro le pegó un fuerte golpe. Lleno de ira, el visitante se levantó amenazante.
-Si todo es vacío, ¿de dónde te viene esa furia? –preguntó el maestro.

Nuestras emociones, si no las conocemos e identificamos se convierten en nuestras carceleras. Eso que creemos ser, no es. Somos el pensamiento de lo que pensamos que somos. Un ego acompañado de muchas servidumbres. Una vez desaparecidas las servidumbres aparece el vacío.

miércoles, 11 de febrero de 2009

Saber callar


(Fotografía de autor desconocido para mi)

Saber callar también forma parte de la libertad de expresión.

sábado, 7 de febrero de 2009

¡Qué saludable es la risa!

Después de tanta seriedad necesito mi ración de sana risa. La siento como un manantial de vitalidad, liberación y confort corriendo por todo mi cuerpo... ¡qué felicidad!

Todo en nuestro organismo está preparado para ser felices, ¿qué o quién nos lo impide? Nadie, si así lo queremos. Ver el vaso medio lleno o medio vacío, de nosotros mismos depende. Yo abogo por el vaso lleno, mi percepción del mundo y de mi misma ya me permiten verlo así y ¡cómo me gusta disfrutarlo...!

Aquí tenéis este vídeo, mira que son pejigosos... es muy conocido, da lo mismo, siempre que lo veo me río...

viernes, 6 de febrero de 2009

Reorientar el poder


La mayoría de las personas que asisten a mis seminarios lo hacen porque comprenden que necesitan cambiar de vida. Algunas tienen miedo de dejar a su pareja o su trabajo, mientras que otras desean encontrar una manera de soportar una situación incompatible con sus necesidades emocionales. No podría ni comenzar a calcular el número de veces que alguien me ha dicho: “Creo que estaba mejor antes de darme cuenta de lo infeliz que soy.”
Una vez que tomamos conciencia de nuestras necesidades emocionales es imposible olvidarlas. Una vez que conocemos el origen o la causa de nuestra infelicidad, no podemos borrar ese conocimiento. Tenemos que elegir, tomar decisiones. La capacidad de elegir es un poder activo, y la sensación de tener poder activo es a la vez emocionante y temible, porque hace que deseemos cambiar esas partes de nuestra vida que ya no son apropiadas, y cambiarlas nos estimula a poner en tela de juicio otros aspectos que no son satisfactorios.
Cambiar la vida suele ser difícil debido a las lealtades que tenemos. Normalmente aprendemos la lealtad dentro de la estructura familiar y en conexión con la familia. La lealtad hacía uno mismo, sin embargo,, es una virtud totalmente distinta, y adherirse a ella puede provocar un tremendo cataclismo en la familia. Ser leal a sí misma podría, por ejemplo, hacer que una mujer reconozca que ya no puede continuar en su matrimonio. En lo que respecta a hacer partícipe de esa información a su marido, se le dirá: “Piensa en tus hijos.” Su caso es un ejemplo muy común de lealtad al grupo que está en conflicto con la lealtad a uno mismo. Mientras vivimos en una situación insatisfactoria, tal vez tratamos de respetar por un tiempo las exigencias de la lealtad al grupo y evitamos pensar en nuestras necesidades emocionales personales. En algún momento, no obstante, nuestro cuerpo emocional adquiere el poder suficiente y la mente ya no logra engañar al corazón. La esposa infeliz o bien acaba en una permanente confusión personal por continuar en el matrimonio o bien decide divorciarse, presa de un sentimiento de culpabilidad por haber sido desleal al grupo, su familia. La verdad es que no hay muchas maneras de introducir con éxito las necesidades personales en una circunstancia que se creó antes de saber cuáles eran esas necesidades.
Julie asistió a uno de mis seminarios porque sufría de grave cáncer de ovario y de mama. Desde hacia varios años su matrimonio no funcionaba bien. Deseaba sanar del cáncer, pero vivía con un hombre que la trataba con total desprecio, costumbre que había comenzado dos años antes de que se casaran. Solía decirle que sólo verla le causaba repugnancia, peso a que ella era muy atractiva. Para ganarse su aprobación, ella se dejaba morir de hambre y hacia ejercicio. Se definía como maestra de la manipulación; empleaba la manipulación para soportar su matrimonio aunque con eso no conseguía lo que deseaba. Cuando quería que él le prestara atención, se inventaba interesantes historias sobre personas que decía haber conocido mientras hacia la compra. Una vez telefoneó a la oficina para decirle que un hombre había intentado violarla cuando estaba haciendo jogging. Pero inventara lo que inventase, nada conseguía atraer su interés o su respeto.
El dinero era otro problema entre ellos. Aunque él ganaba mucho, le daba muy poco para los gastos domésticos y personales, y exigía que le rindiera cuenta de hasta el último céntimo. A pesar de esa humillación, a Julie nunca se le ocurrió buscar un trabajo porque creía que no tenía ninguna habilidad laboral.
La actividad sexual había acabado a los dos años de matrimonio. Los esfuerzos que hacía ella por mantener viva esa parte de su relación conyugal la humillaban más aún. Cuando le diagnosticaron cáncer, su marido se negó a dormir en la misma cama con ella. su reacción ante ese rechazo fue dormir en el suelo, en el pasillo de entrada al dormitorio. Todas las mañanas, él pasaba por encima de ella para entrare en el cuarto de baño, y de vez en cuando la insultaba cuando ella lo miraba y le pedía ayuda.
Le pregunté por qué no lo dejaba y ella contestó que nunca había sido capaz de cuidar de si misma ni emocionalmente ni económicamente, y que en esos momentos necesitaba más que nunca que él la cuidara. Lo irónico es que siempre que hablaba de su marido aparecía una expresión soñadora en su cara, casi como si estuviera hechizada, y decía que él era un hombre muy cariñoso y que simplemente estaba agotado por los negocios. La quería de verdad, añadía: simplemente, le constaba demostrar afecto.
Cuando le sugerí que viera a un psicoterapeuta me dijo que su marido pensaba que los terapeutas no hacen ningún bien, así que no podría ir. También le dije que recuperaría algo de fuerzas si comía alimentos nutritivos, entre ellos un intenso programa de vitaminas con una dieta sana. Contestó que si su marido lo aprobaba, lo haría.
Desde el punto de vista de la energía, es significativo que Julie desarrollara un cáncer en los órganos femeninos, primero en los ovarios y después en la mama. Su enfermedad simbolizaba sus sentimientos ante el rechazo como mujer. […] Los órganos sexuales contienen nuestra energía biográfica, la de nuestras relaciones con las personas y la de nuestra manera de ser un nuestro entorno. Julie era incapaz de verse a sí misma con poder personal porque, para ella, la fuente de seguridad era su marido; su biología recibía constantes “señales de impotencia.” Julie murió antes de que acabara el año.
Dada que esta mujer depende totalmente de su marido, todos los circuitos de energía están adheridos al campo energético de él. La consecuencia de este desequilibrio es que la mujer no le queda nada de energía para mantener sano su cuerpo, y al mismo tiempo genera en el marido una sensación de ser “ahogado”.
El tipo de personas que tienen un poder activo son muy diferentes de las adquisidoras como Julie. Son “automotivadoras”, consideran una prioridad el cuidado de si mismas, y su circuitos de energía están adheridos al conocimiento, la fuerza y la vitalidad emocional. Una persona automotivadora es capaz de hacer cualquier cosa que sea necesaria para mantener el equilibrio entre cuerpo, mente y alma.
A semejanza de Julie, Joanna formaba parte de un matrimonio disfuncional y desarrolló un cáncer de mama. Si bien su matrimonio no era la historia de horror emocional de Julie, tenía sus problemas. Su marido, Neil, buscaba la compañía de otras mujeres. Ella lo sabía, pero trataba de hacer la vista gorda. Con el fin de soportar el adulterio de su marido, comenzó a asistir a seminarios de capacitación de mujeres y, gracias a ellos, finalmente vio que el comportamiento de Neil violaba sus límites emocionales. Antes de esos seminarios jamás se le había ocurrido pensar que tenía esos límites emocionales personales. Como hacen muchas personas, se había casado con la idea de que dos personas deben transformarse en uno solo sistema emocional.
Joanna no tardó en comprender que su cáncer de mama (la zona del cuerpo relacionada con la acción de dar y nutrir) sólo sanaría si tomaba medidas para respetarse, para desarrollar su autoestima. Fue fortalecíéndose en ella la imagen una persona fuerte; al considerarse “individuo” comenzó a relacionarse consigo misma de un modo que antes lo habría parecido imposible, dado que su concepto de identidad siempre había necesitado un cónyuge.
Cuando reconoció sus necesidades, ejerció su recién adquirida autoridad enfrentándose a Neil y exigiéndole que cumpliera las promesas del matrimonio. El le prometió cambiar de comportamiento, pero la promesa duró menos de un mes. Finalmente Joanna comprendió que no lo conseguiría, y que ella había cambiado tanto que ya no podía aceptar esas violaciones emocionales. Si quería sanar del cáncer tenía que apartarse de la situación que le estaba arruinando la salud. Se divorció de Neil y se recuperó del cáncer.
Los grupos de apoyo para personas enfermas suelen inducir a éstas a redefinirse a sí mismas. Reconociendo sus necesidades y evaluando sus vidas según ellas mismas, admiten que sus circunstancias actuales no son aceptables para la persona en que se están transformando ni conducen a la curación. Comprenden que tienen que tomar medidas para cambiar. En el proceso de la curación aprenden a separarse de los objetos o las personas que les roban la fuerza del cuerpo.
La necesidad de cambio convierte la curación en una experiencia aterradora para muchas personas. Consciente o inconscientemente, saben que desenchufar sus circuitos energéticos de un objetivo de poder es lo mismo que decirle adiós. Entran en un perturbador limbo donde desean separarse de su objetivo de poder y a la vez seguir aferradas a él. Algunas personas terminan por intentar vivir en los dos mundos de forma simultánea, sin habitar totalmente el que ya no les viene bien ni pasar totalmente al otro. Así es como muchas personas hacen el viaje al pozo de la curación y, una vez que llegan allí, descubren que no pueden beber de él.
La curación exige actuar. No es un acontecimiento pasivo. Estamos hechos para utilizar nuestros recursos interiores, a fin de encontrar la fuerza material para dejar atrás creencias y comportamientos anticuados y vernos de un modo nuevo y sano.

jueves, 5 de febrero de 2009

Adquisidores


La madre que sufría de depresión y dolor crónico de cuello y espalda es un ejemplo de persona que sólo tiene poder pasivo. Este tipo de persona dependiente cree que debe extraer poder del ambiente externo y de otras personas o por medio de ellas. Conscientemente o inconscientemente, piensa: “Sola no soy nada,” Este tipo de persona busca adquirir poder mediante el dinero, la posición social, la autoridad política, social, militar o religiosa, y la relación con personas influyentes. No expresa francamente sus necesidades, sino que se hace experta en tolerar o manipular situaciones insatisfactorias.
En el sistema energético humano, las interacciones de la persona con su entorno se pueden comparar con circuitos electromagnéticos. Estos circuitos, recorren todo el cuerpo y nos conectan con objetos externos y otras personas. Nos sentimos atraídos hacia objetos o personas poderosos, u “objetivos de poder”, para introducir ese poder en nuestro sistema. Pero esa conexión con un objetivo de poder extrae una parte de poder de nuestro campo y lo sitúa en el objetivo. Al principio yo he llegado a creer que en realidad son verdaderos caminos de energía. Con frecuencia oigo decir a personas que se sienten “enganchadas” a otra persona o a una experiencia del pasado. Algunas comentan que se sienten “agotadas” después de estar con cierta persona o un determinado ambiente. De hecho estas palabras corrientes describen mejor de lo que podríamos pensar la interacción de nuestro campo energético con nuestro entorno. Cuando una persona dice que está “enganchada” a alguien o algo de un modo negativo, o se identifica excesivamente con un objeto o posesión, inconscientemente está realizando el modo en que pierde poder. A estas personas yo las llamo adquisidoras.
El tipo más extremo de adquisidor es el adicto. Al margen del tipo de adicción que tenga la persona (drogas, alcohol o dominio sobre los demás), sus circuitos energéticos están tan absolutamente conectados con el objetivo que ya no pueden hacer uso de su capacidad de razonar. En un seminario que di en Dinamarca para personas que eran seropositivas o ya habían desarrollado el sida, me encontré ante un caso que ilustra trágicamente las consecuencias energéticas de una adicción. Había allí una mujer llamada Anna, que había contraído el virus del sida debido a su ocupación, la prostitución. Anna tenía modales de niña y era muy menuda. También cojeaba, porque hacía un mes uno de sus “clientes” le había roto varias costillas.
En un momento dado hablé de lo que necesita hacer una persona para superar una enfermedad grave. Dije que las adicciones, por ejemplo, al tabaco, a las drogas o al alcohol, restan valor al proceso de curación. Durante uno de los descansos Anna se acercó a mí y me dijo: “Pero, Carolina, “qué daño puede hacer fumar sólo dos cigarrillos al día?” Al mirarla comprendí que si yo hubiera tenido un una mano la cura para el sida y en la otra un cigarrillo, y le hubiera dado a elegir entre ambas cosas, su mente habría elegido la cura para el sida, pero todos sus circuitos energéticos habrían ido directamente hacía ese único cigarrillo.
Es imposible insistir lo suficiente en este punto: los objetivos a los que conectan sus circuitos energéticos los adquisidores son personas o cosas a las que les han cedido su poder, concretamente el poder de dominarlos. La adicción de Anna a los cigarrillos tenía más autoridad sobre ella que su deseo de sanar. Incapaz de tomar decisiones capacitadotas para ella, estaba atada a un hábito de dejar su energía en manos de otros, casi siempre a su chulo y a sus cigarrillos, los dos objetivos de poder que la dominaban totalmente. La curación estaba fuera de su alcance porque, en esos momentos, su poder sólo existía fuera de los límites de su cuerpo físico.
No es fácil para la mente competir con las necesidades emocionales. Anna sabía muy bien que tanto su ocupación como su adicción a los cigarrillos eran peligrosas para su salud. Pero emocionalmente seguía anhelando el tabaco porque creía que la relajaba, y continuaba con su chulo porque creía que éste cuidaba de ella. Su mente había racionalizado su aferramiento emocional, y quería negociar su proceso de curación proponiendo que dos cigarrillos no podían dañar su salud. Su incapacidad para superar sus adicciones, la incapacitaban para recuperar su poder de sanar.
No es la mente, sino nuestras necesidades emocionales las que controlan nuestra adhesión a los objetos de poder. Le famoso dicho “el corazón tiene razones que la razón no comprende” capta perfectamente esta dinámica. Inevitablemente, a la persona adquisidora le resulta muy difícil utilizar su intuición. Su propia estima está tan adherida a la opinión de su objetivo de poder que automáticamente niega cualquier información que le
transmita su intuición. La intuición clara precisa la capacidad de respetar las propias impresiones. Si necesitamos que otra persona dé validez a nuestras impresiones, obstaculizamos enormemente nuestra capacidad de intuir.
Puesto que la curación no es negociable, el reto es mucho mayor para las personas adquisidoras que para las que tienen un sentido de poder activo. Sanar es, por encima de todo, la tarea de una sola persona. Nadie puede sanar por otro. Podemos ayudar a otras personas, ciertamente, pero nadie puede, por ejemplo, perdonar a alguien en nombre de otra persona, ni tampoco hacer que otra persona se libere de recuerdos o experiencias dolorosos que necesita liberar para sanar. Dado que la naturaleza misma del poder pasivo es “poder mediante adhesiones”, va en contra de toda la biología de una persona adquisidora soltar o separarse de los objetivos que agotan su energía. Estas personas están casi programadas para los tratamientos de la medicina oficial, lo que no siempre es necesariamente negativo; el tratamiento oficial es la forma de curación más apropiada para ellas mientras continúen pasivas.

martes, 3 de febrero de 2009

El tercer principio. La persona puede sanarse sola


La medicina energética es una filosofía holística que enseña lo siguiente. “Yo soy responsable de la creación de mi salud, por lo tanto, en cierto sentido yo participé en la creación de esta enfermedad. Puedo participar en la curación de la enfermedad sanándome yo, lo que significa sanar el mismo tiempo mi ser emocional, psíquico, físico y espiritual.
Curación total y cura no son lo mismo. Se produce una “cura” cuando la persona ha logrado controlar o detener el avance físico de una enfermedad. Curar una enfermedad física, sin embargo, no significa necesariamente que se haya aliviado también el estrés emocional y psíquico que formaba parte de ella. En este caso es muy posible, y con frecuencia probable, que la enfermedad reaparezca.
Es proceso de la cura es pasivo, es decir, el paciente se inclina a ceder su autoridad al médico y al tratamiento prescrito, en lugar de desafiar activamente la enfermedad y recuperar la salud. La curación total, en cambio, es un proceso activo e interno que implica investigar las actitudes, los recuerdos y las creencias con el deseo de liberarse de todas las pautas negativas que impiden la total recuperación emocional y espiritual. Esta revisión interna conduce inevitablemente a la revisión de las circunstancias externas, con el fin de recrear la vida de modo que active la voluntad: la voluntad de ver y aceptar las verdades de la propia vida y de la forma en que se han utilizado las energías, y la voluntad de utilizar la energía para crear amor, autoestima y salud.
El lenguaje de la medicina oficial tiene un tono más militar que el de la medicina energética: “El paciente fue atacado por un virus”; o bien: “Una sustancia contaminó el tejido celular, produciendo un tumor maligno.” La filosofía de la medicina oficial considera al paciente una víctima inocente, o prácticamente impotente, que ha sufrido un ataque no provocado.
En la medicina oficial, el paciente sigue un tratamiento prescrito por el médico, de modo que la responsabilidad de modo que la responsabilidad de la curación la tiene el médico. Si el paciente colabora o no con su médico es un hecho que ciertamente influye en el tratamiento, pero su actitud no se considera importante para el proceso, ya que los medicamentos y la cirugía son los que hacen la mayor parte del trabajo. En las terapias holísticas, por el contrario, la disposición del paciente para participar plenamente en su curación es necesaria para el éxito.
Las medicinas holística y oficial adoptan dos actitudes diferentes respecto al poder: activa y pasiva. Los tratamientos con sustancias químicas de la medicina oficial no requieren ninguna participación del paciente; en cambio, una técnica holística , como la visualización, por ejemplo, es mejorada, intensificada, por un paciente activo e implicado. Es decir, se produce una conexión energética entre la conciencia del paciente y la capacidad curativa de la terapia y a veces incluso del terapeuta. Cuando la persona es pasiva, es decir, adopta la actitud de “hágamelo”, no sana totalmente; puede recuperarse, pero es posible que jamás trate realmente el origen de la enfermedad.

(Idem. Primera parte de este tercer principio)
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