viernes, 27 de abril de 2012

Zen y depresión. Geología emocional



Juro que la tierra será para el hombre o la mujer cabales.
La tierra está mellada y rota únicamente para el hombre o la mujer mellados y rotos.

Walt Whitman, Canto de la tierra rodante

En plena depresión traté de escribir sobre cómo me sentía. Escribí acerca de un profundo pozo oscuro, de un abismo que me atenazaba y fascinaba a la vez.
Al principio resultaba terrorífico e inhóspito, el último lugar que hubiera querido explorar. Pero aunque seguí conservando esa imagen más tarde me di cuenta de que podía penetrarlo y explorarlo para ver lo que contenía. Ya no sentía miedo de caer en su interior para descubrir que carecía de fondo, de que sólo se trataba de una negrura interminable. En lugar de ello, descubrí que podía realizar excursiones al interior del pozo y que en su interior había muchas cosas interesantes que observar.
La imagen cambió. Pude ver las plantas, flores y árboles que crecían a los costados del agujero. También había algunos animales pequeños que aprovechaban la escasa luz que pudiera existir. Y en lugar de una oscuridad sin fondo, hallé un fresco arroyo que burbujeaba en el fondo.
Hay un tipo de "minería" espiritual que puede llevarse a cabo durante la depresión. El agujero es sólo el principio, como la entrada al inframundo del que habla la mitología. Hay en su interior mucho mas que un mundo de descomposición y muerte. Las profundidades a las que se puede llegar durante la depresión pueden ser como el mundo subterráneo que encontró Alicia al explorar la madriguera del conejo aterrador pero extremadamente hermoso.
Ya no pienso que explorar la depresión implique un descenso al inframundo. Por el contrario, considero la depresión como geología espiritual y emocional. Explorar esa geología revela oro y gemas.
Pero incluso esos tesoros son cosas sin importancia. Lo que buscamos debe ser hallado a mucha más profundidad. Cuando atravesamos la superficie de nuestros mundos externo e interno, dejamos atrás el suelo increíblemente rico donde se turnan de manera infinita el nacimiento y la descomposición, y llegamos a un lecho de roca, a aquello que es sólido en nuestra vida.
Si perforamos la roca, bajo ella hallaremos agua. Aquí es donde encontramos los arroyos frescos, los lagos y ríos subterráneos. Ellos son los que nos proporcionan el sustento, la calma oculta. Aquí es donde tiene lugar el movimiento constante, donde se manifiesta la naturaleza fluida y cambiante de nuestra vida, que se halla bajo la aparentemente sólida base que imaginamos que existe.
También allí abajo se da la transformación alquímica de animales y plantas muertos y descompuestos. Transformados mediante el calor y la presión en combustibles fósiles, se convierten en la luz y energía de nuestra vida. Nos proporcionan calor, iluminan nuestro camino y nos ayudan a lo largo de nuestro viaje.
Finalmente, bajo todo eso hay pura energía. Autosuficiente, no dependiente de la luz del sol, ni del viento o del agua, se trata del centro derretido. Aquí hallamos el lugar donde son transformados pasión y deseo, al igual que una roca es transformada en lava. Una lava que fluye finalmente hacia la superficie, para volver a convertirse en piedra, para crear islas, continentes y nuevas tierras. Es el núcleo que también puede transformar nuestra vida. Aquí también encontramos la fuente de la gravedad, la fuerza que emana desde el centro para mantener todas las cosas unidas, al igual que nuestra vida está entrelazada con las vidas de todos los seres.

Exploración complementaria

Puede que antes se haya imaginado la depresión como un lugar. Puede que lo imaginase como un árido desierto, un denso bosque, un desfiladero brumoso, o tal vez como el fondo del océano. Realice una visita de regreso al lugar. Prepare las provisiones y el equipo que pudiera necesitar. A continuación, realice una cuantas excursiones a ese territorio; al principio serán viajes cortos y lentos.
¿Puede imaginar su depresión de manera distinta? En lugar de considerarla como un lugar feo, espantoso y de mal augurio, ¿puede imaginarlo como un lugar que puede ser explorado, un lugar con posibilidades? Realice su exploración con sentido de la curiosidad, de asombro. ¿Hay algún tipo de belleza que pasó por alto la primera vez? ¿Hay algún tipo de vida que no percibió? Al igual que si fuese un explorador en un país nuevo, trate de no ver éste con los filtros de su viejo mundo. ¿Qué es lo que ve que le interesa? ¿Qué le asusta? ¿Qué le sorprende o sobrecoge? ¿Hay algo que haya visto que quisiera traerse consigo y que pueda ayudarle en su viaje cotidiano? ¿Puede regresar con historias de maravillas y aventuras?
En un viaje de ese tipo, las personas suelen hacer algo más que regresar con nuevas experiencias:suelen regresar totalmente cambiado. Han aprendido lecciones nuevas, o hallado una fuerza o sabiduría que no sabían que poseían. Cuando realiza este viaje hacia la depresión con una mente y un corazón abiertos, ¿cuáles son esos dones internos con los que regresa?

Realizar la exploración sólo si te sientes cómodo haciéndola. Recomendación del propio autor.

(Extraído del libro "El camino del Zen para vencer la depresión". Autor Philip Martin)

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