¿Qué es lo ultimo que compré y que ya no tengo o ya no uso? A ver, calcetines que duran unos dos meses; sandalias tipo chancla que por tres euros, claro ya se han desvencijado; monedero que ya se despega, este me costó bastante más caro; un cortador-rayador de patatas y otros, en el armario escondido, me tiene miedo, debe ser porque ya nunca lo saco; reproductor de dvd que se ha quedado obsoleto; el de vhs, más todavía. Cosas y cosas que o bien se estropean y rompen rápido, o que se compran con la sana intención de usarlas pero que se mueren de aburrimiento, o que en dos años no sirven para nada porque te venden algo más sofisticado que ya no es compatible.
Cultura del todo a cien digo. Saturación de los sentidos. Cuando aún no he tenido tiempo para adaptarme a un objeto ya me están vendiendo otro. Tiendas por cualquier esquina que rebosan de productos a unos precios altísimos y las compañeras pobres, las de los chinos que tienen de todo pero a precios bajísimos –bueno ya no tanto-. Y toda una gama de comercios para todo, electrodomésticos, peluquerías, confiterías, zapaterías, etc, etc. Vivimos en el consumo y para el consumo. Oferta y demanda. Pero algo falla. Antes había más demanda que oferta, ahora es a la inversa, hay tanta oferta que uno ya no sabe donde escoger la mercancía.
Supermercados saturadores de los caprichos, todo en gran cantidad y colocado tan estratégicamente que como no estés bien informado te llevas hasta lo que no sabes que llevas. ¿Y los bancos? “Tráiganos tres recibos y tres nominas y le regalaremos un I-pod”. Con la tarjeta tralará le regalamos un viaje a Pernambuco, y así todo más o menos del mismo tenor.
¿Regalar? ¡Ah!, ¿pero regalan algo? Si, de verdad, son unos santos. Hoy estoy un poco socarrona, qué se le va a hacer.
Y nosotros en medio de esta vorágine de tanta variedad y colorido. Me he dado un paseo por tiendas con ropa de segunda mano, ya no tienen espacio, rebosan de material usado. Trapos y trapos amontonados. Y luego hay personas que no tienen ni para comer. En España conozco estas cifras: dos millones de pobres, pobres de verdad. Ni para comer tienen. Un día paseando por mi pueblo encontré un cartel que ponía: “en tal día se repartirán alimentos a las familias necesitadas procedentes de stock alimentario”. Más grave todavía. Una anécdota. Un chico que tiene una asociación para enseñar a los niños como jugar de nuevo sin la televisión; a los adultos como interaccionar con los niños desde una sana autoestima. Este chico alquiló una furgoneta y fue a repartir excedentes de alimentos a un barrio pobre. Lo hizo dos días y se termino porque el dueño de una tienda en la que compraban a crédito, se le echo encima, acusándolo de querer sabotearle el negocio. ¿Qué nos pasa? De verdad ¿qué nos pasa? Ya se que personas así las hubo, hay y habrá en todos las épocas. ¿Pero tan poco hemos aprendido? Estamos en el siglo XXI, y aún están las mismas debilidades que había en época de Homero. Producción. Producir para tener dinero. ¿Y que hago con ese dinero? Ya no estamos en tiempos de trueque, ¿o si? ¡Si es que yo no me he entero!
Simplificar, simplificar al máximo la vida y las necesidades. Necesidades que no son tales. Son producidas también por esta sociedad de consumo, espejismos de bienestar. ¿Y nuestro interior? ¿Con que se alimenta? Con cacharros de música, con pantalones tatatín, etc, etc. A mi el espíritu me lo alimenta sentir que soy valiosa para los demás, que puedo sacarles una sonrisa y que ello me hace feliz, no soy payaso –triste por dentro que hace reír a los demás con sus tristezas y amarguras (pobres payasos ¿por qué me meto con ellos?)-, con lecturas y gestos edificantes que levantan la moral al lugar más noble. Tendiendo una mano al afligido, socorriendo al que llora, aunque sea por nada. Escuchando a un amigo e incluso a un enemigo, para hacerle sentirse por un momento valioso. Rescatando a un animal herido o perdido, o encaramado a un árbol. Dejar de comprar lo que no quiero, lo que no uso, remendar lo que tengo, regalar a una persona necesitada aquello de lo que me cuesta trabajo deshacerme por apego. Contaros todo esto para compartir un poco de humanidad sencilla pero entregada. Dándolo de corazón y dejándolo en el camino para que no me haga perder el sentido último, qué es, no inflar el ego.
Si, a veces tengo que pelear por algo tan nimio como defender mis derechos ante quien los pisotea, tiene que haber contrastes, es aún muy pronto -qué paradojico ¿verdad?- para que todos comprendan que siendo mejores personas se hace avanzar a la sociedad en general.
Cada pasito que se da, cada gesto que se hace, cada sonrisa que se entrega dan una bendición al que lo recibe, aunque al principio le cueste deshacerse de la coraza. Y el que no lo vea, bueno lo compadezco, seguiré siendo buena persona (y algunos me acusarán por decir esto), no me va a parar un tropiezo. Cada trocito de mí que doy es un trocito de universo que contenemos cada uno de nosotros. Así que no estoy haciendo nada que todos podamos hacer. ¡A ello!
Cultura del todo a cien digo. Saturación de los sentidos. Cuando aún no he tenido tiempo para adaptarme a un objeto ya me están vendiendo otro. Tiendas por cualquier esquina que rebosan de productos a unos precios altísimos y las compañeras pobres, las de los chinos que tienen de todo pero a precios bajísimos –bueno ya no tanto-. Y toda una gama de comercios para todo, electrodomésticos, peluquerías, confiterías, zapaterías, etc, etc. Vivimos en el consumo y para el consumo. Oferta y demanda. Pero algo falla. Antes había más demanda que oferta, ahora es a la inversa, hay tanta oferta que uno ya no sabe donde escoger la mercancía.
Supermercados saturadores de los caprichos, todo en gran cantidad y colocado tan estratégicamente que como no estés bien informado te llevas hasta lo que no sabes que llevas. ¿Y los bancos? “Tráiganos tres recibos y tres nominas y le regalaremos un I-pod”. Con la tarjeta tralará le regalamos un viaje a Pernambuco, y así todo más o menos del mismo tenor.
¿Regalar? ¡Ah!, ¿pero regalan algo? Si, de verdad, son unos santos. Hoy estoy un poco socarrona, qué se le va a hacer.
Y nosotros en medio de esta vorágine de tanta variedad y colorido. Me he dado un paseo por tiendas con ropa de segunda mano, ya no tienen espacio, rebosan de material usado. Trapos y trapos amontonados. Y luego hay personas que no tienen ni para comer. En España conozco estas cifras: dos millones de pobres, pobres de verdad. Ni para comer tienen. Un día paseando por mi pueblo encontré un cartel que ponía: “en tal día se repartirán alimentos a las familias necesitadas procedentes de stock alimentario”. Más grave todavía. Una anécdota. Un chico que tiene una asociación para enseñar a los niños como jugar de nuevo sin la televisión; a los adultos como interaccionar con los niños desde una sana autoestima. Este chico alquiló una furgoneta y fue a repartir excedentes de alimentos a un barrio pobre. Lo hizo dos días y se termino porque el dueño de una tienda en la que compraban a crédito, se le echo encima, acusándolo de querer sabotearle el negocio. ¿Qué nos pasa? De verdad ¿qué nos pasa? Ya se que personas así las hubo, hay y habrá en todos las épocas. ¿Pero tan poco hemos aprendido? Estamos en el siglo XXI, y aún están las mismas debilidades que había en época de Homero. Producción. Producir para tener dinero. ¿Y que hago con ese dinero? Ya no estamos en tiempos de trueque, ¿o si? ¡Si es que yo no me he entero!
Simplificar, simplificar al máximo la vida y las necesidades. Necesidades que no son tales. Son producidas también por esta sociedad de consumo, espejismos de bienestar. ¿Y nuestro interior? ¿Con que se alimenta? Con cacharros de música, con pantalones tatatín, etc, etc. A mi el espíritu me lo alimenta sentir que soy valiosa para los demás, que puedo sacarles una sonrisa y que ello me hace feliz, no soy payaso –triste por dentro que hace reír a los demás con sus tristezas y amarguras (pobres payasos ¿por qué me meto con ellos?)-, con lecturas y gestos edificantes que levantan la moral al lugar más noble. Tendiendo una mano al afligido, socorriendo al que llora, aunque sea por nada. Escuchando a un amigo e incluso a un enemigo, para hacerle sentirse por un momento valioso. Rescatando a un animal herido o perdido, o encaramado a un árbol. Dejar de comprar lo que no quiero, lo que no uso, remendar lo que tengo, regalar a una persona necesitada aquello de lo que me cuesta trabajo deshacerme por apego. Contaros todo esto para compartir un poco de humanidad sencilla pero entregada. Dándolo de corazón y dejándolo en el camino para que no me haga perder el sentido último, qué es, no inflar el ego.
Si, a veces tengo que pelear por algo tan nimio como defender mis derechos ante quien los pisotea, tiene que haber contrastes, es aún muy pronto -qué paradojico ¿verdad?- para que todos comprendan que siendo mejores personas se hace avanzar a la sociedad en general.
Cada pasito que se da, cada gesto que se hace, cada sonrisa que se entrega dan una bendición al que lo recibe, aunque al principio le cueste deshacerse de la coraza. Y el que no lo vea, bueno lo compadezco, seguiré siendo buena persona (y algunos me acusarán por decir esto), no me va a parar un tropiezo. Cada trocito de mí que doy es un trocito de universo que contenemos cada uno de nosotros. Así que no estoy haciendo nada que todos podamos hacer. ¡A ello!
un dia me asome a la ventan y me quede pretificada al contemplar un cartel en un banco en el cual ponia en mayusculas:
ResponderEliminarENTRA Y PIDE TU HIPOTECA PARA PODER TENER A TU HIJO
quiza no son las palabras exactas ya que hace tiempo, pero si es el mismo mensaje. Yo siempre me pregunte si ahi una maquina que hace dinero porque no lo reparten sin mas?????
La codicia es una lacra de esta sociedad, y es que parece que para ser mejor persona tienes que llevar el mejor coche...no quedan valores y a las pocas personas que aun intentamos tenerlos nos miran como a bichos raros ya que en vez de intentar tenemos mas, simplemente queremos ser felices con lo que tenemos y no se trata de conformismo, es solo aprender a valorar.
Ahora trabajo en la cocina de un geriatrico y sabes lo sorprendente?que mi trabajo consiste en tirar bandejas repletas de comida y una de las normativas de la empresa es que no puedes llevartela a casa o entregarla a algun lugar porque segun ellos es robar. Robar seria llevarmela sin preparar ya que le quitaria el alimento a los ancianos que estan alli, pero y que pasa con la que ya esta preparada y ellos no han querido comerse????esta mejor en la basura que en la mesa de alguien que no tiene ni para un misero plato de arroz???es un tema que me hierve bastante la sangre. Lo consumistas y borregos que parecemos a veces llenando la casa de trastos lujosos y sin pararnos a llenar el alma de sonrisas sinceras.
Paro ya que te escribiria una entrada en vez de un comentario jejeje
Me alegra ver que aun queda gente con ganas de mejorar el mundo
Un besito
¡Hola!xeixa: pues a las trincheras, continua esta entrada ahí en tu espacio, a más voces más...
ResponderEliminarPara compensar la absurdidad de lo que me cuentas,(pon a trabajar tu imaginación a ver si encuentras solución),ahora es habitual llevarse la cominda que no se come en algunos restaurantes, ellos mismos tienen recipientes para que te lo lleves a casa. Me contó en cierta ocasión un hombre que viajaba mucho por motivos de trabajo, que en Chicago en los restaurantes de lujo, también era costumbre, y en algunos lugares de suramerica, lo mismo. No estamos solos, sólo lo parece y hay muchos a los que les interesa que así lo creamos. Dicen que la información es poder, pues utilicemosla bien.
Besazos.
Desgraciadamente no todavía mucha gente se ha dado cuenta que es más rentable dar que recibir.
ResponderEliminarEn dar es donde reside la mágia del hecho, en repartir, aunque sea un simple abrazo, una simple sonrisa... La sociedad cada vez está dirigiendose más al consumo absurdo, al gastar por hacer algo,sin darse cuenta que lo que realmente importa, lo realmente valioso son esos pequeños actos cotidianos que nos estamos empeñando en hacer desaparecer... Besos y buen tema el que has tocado..
ResponderEliminar¡Hola!hiperión: la solución más facil es quejarse, la más efectiva actuar ya...en cada instante de tú vida...
ResponderEliminarUn abrazo saludable.
¡Hola!hawkeye: yo lo hago porque me sale del alma, pero todo es contagioso, cuantos más seamos haciendo algo positivo, más se contagiaran...
Besos.
Pues esa es la cultura que tratan de imponernos.
ResponderEliminarSeguramente todos tenemos las casas abarrotadas de objetos obsoletos, de "regalos" incluidos en los periódicos que compramos, de los más insólitos recuerdos que nos han traído desde lejos y que, de tan numerosos, ya no nos recuerdan nada...
Por eso a veces hay que saber huir, refugiarse en un paisaje y mirar a lo lejos para ver si aún nos reconocemos cuando no miramos escaparates.
Besos.
¡Hola!ybris:el quiz esta justamente en "tratan". Qué algunos quieran que vivamos en perpetuo trajin para así dejar poco espacio al vacio perfecto es una cosa,pero que quieran no significa que puedan... Cuando uno aprende a estar consigo mismo en paz y rebosante de honestidad, el resto ya no te contamina, más bien, contagias tú a los que están alrededor. Deshacerse de los viejos patrones es muy saludable. La mente adquiere muchas y demasiadas querencias innecesarias, como pueden ser el rencor, la desesperanza, el miedo, y tantas otras.
ResponderEliminarEn nuestro afan por cambiar las cosas, en ocasiones nos atoramos justamente en lo que queremos evitar, y eso es lo que transmitimos a los demás...
La naturaleza y yo ya somos uno...
Eres bienvenido, me guio por mi instinto... :)
Y a la moral, la dan por moneditas, dice un viejo tango.
ResponderEliminar¡Hola!serhumana: ¡muy bueno!jajaja... que avarientos...con lo bien que se siente uno siendo generoso...:)
ResponderEliminarBesos.