"Cuando pretendemos practicar las virtudes hasta el extremo, aparecen los vicios... Critiquemos a la perfección misma". Pascal
Este libro trata de las personas que son demasiado perfectas como para que lo disfruten.
Usted las conoce, y quizá sea una de ellas. Si es así, tiene algo de que enorgullecerse Es usted una excelente persona: honesta, digna de confianza, trabajadora, responsable, exigente, ecuánime.
Pero para muchos esta perfección conlleva su lado oscuro. Los rasgos de carácter que les proporcionan éxito, respeto y confianza les causan también serios problemas. Estos individuos no son capaces de disfrutar de sus relaciones con los demás y con el mundo en general, y tampoco se sienten cómodos consigo mismos. Veamos quiénes:
- La persona tan dedicada a alcanzar objetivos profesionales y personales que no puede abandonarse a una pocas horas de placer improvisado sin sentirse culpable o indisciplinada.
- La persona tan preocupada por la elección correcta que tiene dificultades para tomar decisiones relativamente simples, generalmente vinculadas a algo agradable: comprar un equipo nuevo de sonido o decidir a dónde ir de vacaciones.
- La persona tan melindrosa que su placer se arruina si no está todo "perfecto".
- El "adicto a pensar", cuya mente aguda e hiperactiva lo lleva con frecuencia a hundirse en el pantano de la tristeza y la cavilación.
- El perfeccionista, cuya necesidad de perfeccionar y pulir cualquier trabajo hace que siempre dedique más tiempo del necesario a cumplir tareas inclusive insignificantes.
- La persona tan resuelta a encontrar al Principe Azul o la mujer de sus sueños que es incapaz de establecer una relación duradera cualquiera.
- La persona tan acostumbrada a trabajar largas jornadas que no puede parar, aun cuando se enfrente con la evidencia de que el exceso de trabajo está destruyendo su salud y sus relaciones familiares.
- El irresoluto, que critica su supuesta "pereza", sin darse cuenta de que la verdadera razón de que sea incapaz de acometer una tarea es que su necesidad de llevarla a cabo de manera impecable la hace parecer inmensa.
Estos son sólo algunos ejemplos del comportamiento habitual en personas que tienen el tipo de personalidad que los psiquiatras llaman obsesiva. Este término -y otro afín, compulsivo- se ha introducido en nuestro lenguaje cotidiano de una manera sorprendente. Fulano está "obsesionado" con el futbol, Zutano es un consumidor "compulsivo". Por otra parte, se han publicado libros y artículos que han llevado a conocimiento del publico profano la existencia del trastorno obsesivo-compulsivo, la enfermedad que induce a conductas tales como lavarse demasiado a menudo las manos, controlar que se cumplan ciertas rutinas constantemente o desplegar rituales paralizantes.
Sin embargo, cuando uso es término obsesivo me refiero a lago bastante diferente: a un tipo de personalidad y no a un comportamiento aislado o a un trastorno clínico.
Si existe una cualidad que caracteriza a la gente obsesiva es una necesidad poderosa e inconsciente de sentir que mantienen el control sobre si mismos, de los otros y de los peligros de la existencia. Una de las principales manifestaciones de esta necesidad es el perfeccionismo. Existe una familia de rasgos de personalidad que se asienta sobre estas dos necesidades: llevar el control y ser "perfecto". Estos rasgo incluyen:
- miedo a cometer errores
- miedo a tomar una decisión o a hacer una elección equivocada
- gran devoción por el trabajo
- necesidad de orden y de una rutina firmemente establecida
- frugalidad
- necesidad de conocer y respetar las normas
- circunspección emocional
- tendencia a la obstinación y a discrepar de los demás
- exagerada resistencia a ser presionado o controlado por otro
- inclinación a preocuparse, cavilar o dudar
- necesidad de estar por encima de todo crítica: moral, profesional o personal
- cautela
- una presión interna constante para utilizar cada minuto productivamente
Según mi definición alguien es obsesivo si su personalidad está predominantemente coloreada por rasgos de esta secuencia, en cualquier combinación. Muchas de estas características, cuando no son exageradas o rígidas, son cualidades valiosas. Es difícil imaginar que alguien pueda triunfar en nuestra sociedad si no posee cierto grado de autodisciplina, o la decisión de trabajar duro y el deseo de no cometer errores. Pero algunas personas son "demasiado perfectas" y los rasgos obsesivos de su personalidad son tan dominantes e inflexibles que estas virtudes les causan, en realidad, numerosos problemas.
En mi práctica profesional veo todos los días nuevos ejemplos de esta angustia autogenerada. Y advierto, al mismo tiempo, hasta qué punto la mayoría de los obsesivos no se dan cuenta de que están perjudicándose a si mismos; prefieren ignorar cualquier indicio de que sus pesadas cargas podrían ser autoimpuestas. Casi todos crecieron creyendo que nunca se es suficientemente cuidadoso, trabajador, prolijo, previsor y organizado. De hecho, están orgullosos de las características que más les perjudican. ( Y añado de mi cosecha: que muchos de los que les rodean se encargan de fomentar dichas características perniciosas porque está bien visto el éxito, de hecho es lo que se admira, no a la persona en si misma con todos sus aciertos y errores. haideé)
Rara vez mis pacientes obsesivos acuden a verme porque les parezca que algo no anda bien en su forma de vida. Por el contrario, buscan ayuda a causa de algún síntoma específico o molestia exterior. Tal vez se enfrentan a una incomprensible ansiedad o a una afección gastrointestinal. En otros casos, les resulta difícil afrontar algún evento perturbador, por ejemplo un grave revés laboral que atenta contra su imperiosa necesidad de logros constantes en ese mismo camino. Muchas veces es la esposa o el esposo quien insiste en que el paciente busque ayuda terapéutica.
En el caso de Laura, la acercó a mi una sugerencia de su médico clínico. Desde hacía unos meses esta paciente sentía que perdía paulatinamente la alegría y las ganas de vivir. Tenía transtornos del sueño y del apetito. Al principio, Laura se sintió desconcertada ante su incapacidad para liberarse de sus sentimientos de tristeza. Pero era una persona inteligente, sensible y lúcida, y muy pronto pudo identificar varios factores que alimentaban su melancolía.
La base del amor propio de Laura estaba indisolublemente ligada a su propia imagen como una triunfadora que invariablemente deslumbraba a los demás con sus logros. Hija ejemplar de profesionales destacados, se había graduado con honores en una prestigiosa universidad estadounidense; después había iniciado una carrera laboral en el ámbito comercial y había llegado rápidamente al cargo de directora de marketing de una gran tienda de ropas. Casi inmediatamente, la gente de la compañía empezó a pensar en ella como en alguien capaz de afrontar cualquier problema y realizar cualquier tarea, por difíciles que fuesen.
Pero en su vida privada las cosas no marchaban tan bien. No era feliz en su matrimonio y le rondaba la idea del divorcio, pero se sentía terriblemente frustrada por su incapacidad para tomar una decisión definitiva. Además, se sentía exhausta. Como le resultaba difícil delegar tareas y pensaba que debía hacerlo todo por si misma, soportaba una excesiva carga de trabajo, que se volvía aún más onerosa por los objetivos desmesurado con que enfocaba su desempeño laboral. Una vez Laura me contó que sólo se sentía verdaderamente relajada en la oscuridad de un cine. Aún en su hogar trabajaba constantemente y se sentía culpable por abandonar alguna tarea.
Era evidente que tenía razones para preocuparse, pero ni siquiera se daba cuenta de que podría haber reaccionado de otro modo. Requirió tiempo y esfuerzo que se percatara de hasta que punto contribuía ella misma a provocar su desdicha. Cuando la conocí mejor me enteré de que su padre había sido un hombre severo y crítico, con ideas inflexibles sobre la manera "correcta" de hacer todas las cosas. Así, Laura había crecido creyendo que para ganarse el amor de su padre (tarea casi imposible, ya que él era tan difícil de complacer) ella tenía que actuar impecablemente. Ya adulta, siguió detestando la idea de cometer errores, algo que perjudicó enormemente su vida laboral y matrimonial. Al mismo tiempo, su impecable autocrítica neutralizaba su capacidad para disfrutar de sus innegables logros.
(Texto extraído del libro "La obsesión por el perfeccionismo" de Allan E. Mallinger y Jeannette De Wyze. Soluciones para acabar con el control excesivo)
Wou!
ResponderEliminarAhora me dejaras pensado varios dias...
Muchas veces me planteo estos dilemas, estos nombres que se le dan a diversos temas que acontecen nuestro diario vivir, y como he dicho en otras ocaciones, no siempre llego a un definitivo punto final que me deje satisfecho y conforme, para asi tener clara mi opinion sobre el tema, y alli tambien va el problema, siendo aun un muchacho, no puedo pretender hayar el punto final, cuando hablamos de perfeccionismo...
Y ahora me veo... lo esclavizado que he estado bajo esta tan manoseada palabra: perfeccion...
didactico? claro que si...!!
Saludos y mana!!
Muy interesante...Parece ser que la "ciencia" está descubriendo (lo ví en un capítulo de REDES, el programa televisivo) la imporatancia de la meditación en el proceso de formación de la persona, no saben exactamente que es lo que ocurre pero saben que ocurren cosas y, sobre todo, positivas...Apunto la referencia del libro...
ResponderEliminarUn post enriquecedor.
Un abrazo.
La búsqueda de la perfección, siendo una tarea inútil dada nuestra propia imperfección, no me parece mal, como tampoco la búsqueda de la excelencia o del éxito.
ResponderEliminarClaro que, si estas búsquedas se convierten en obsesivas y compulsivas, entramos de lleno en el terreno de una patología, que debe ser tratada.
Interesante el texto que nos muestras, Haideé.
Besos.
Qué interesante y sabio consejo , relajarse y meditar. Todos " pecamos " de eso precisamente,
ResponderEliminaren mayor o menor medida. Combiene reflexionar y
entender que no podemos " ser perfectos " que solo vale la pena vivir " para vivir ", podemos ser nuestro peor enemigo si no tenemos esto en cuenta.
¡Gracias Haideé por ésta entrada !
Un abrazo.
• Sin duda es un retrato perfecto del perfecto perfeccionista. Todos reconocemos algunos de los rasgo en personas que nos rodean, incluso en nosotros mismos. Lo deseable sería encontrar un equilibrio que no permita aspirar a la perfección sin ser obsesivas víctimas de la misma.
• Un post muy interesante.
• ramitas perfectas de acebo
CR ____________________________________
LMA
Hola Haideé: Aquí de nuevo contigo.
ResponderEliminarLa verdad es que hace unos años mi perfil era tal cual el que pones, y la verdad llegó a afectarme la salud, gracias a la práctica del yoga (9 años ya) y a leer libros de auto ayuda he logrado coincidir solamente en 3 ó 4 ejemplos de los que reseña el escrito. He mejorado y soy mucho más feliz. Intentaré vuscar el libro por las librerías. Un abrazo. Mari Cruz
Uf..... como me reconozco hace unos meses. Lo bueno es que afortunadamente en ese diálogo conmigo mismo, ese super yo que todo quería tenerlo controlado ha plegado velas en favor de dejar actuar un poco mas al yo. Ahora queda sacar al niño. De libro , vamos.
ResponderEliminar¡Hola! diego: me alegra que te haya hecho reflexionar... la perfección ya es, no hace falta buscarla, En todo caso excelencia en lo realizado... pero en plena libertad.
ResponderEliminarGracias y bienvenido :)
Un abrazo
¡Hola! alberto: pasa que las neuronas interactuan mucho mejor :) y muchisimas cosas más... pero la más importante, que uno se deshace de la negatividad :)
ResponderEliminarGracias y bienvenido :)
Un abrazo
¡Hola! jota ele: parece ser que los que se consideran a si mismos perfectos no quieren hacer ningún tipo de tratamiento...
ResponderEliminarSomos perfectos, el caso es darse cuenta de que ya lo somos :)
Un abrazo :)
¡Hola! abril: esclavizarnos en nuestro afán engañoso del ego es lo que conduce a un estado desequilibrado en el que se busca la perfección, cuando está ya está. La hierba crece sola :)
ResponderEliminarY tienes razón: vivir... la esencia de todo :)
Gracias :)
Un cariñoso abrazo y bienvenida :)
¡Hola! buscar lo que ya somos es una perdida de tiempo. Es mejor dejar fluir la perfección que en todos está. La naturaleza es sabia :) por eso hace ramitas de acebo y florecitas del mismo perfectamente llenas de amor :)
ResponderEliminarUn abrazo, con mucho cariño :)
¡Hola! mari cruz: como me alegra leer que has logrado reconocer esos estados y que practicas yoga. Ahora voy comprendiendo lo ya dicho, que eres receptiva por eso ves más allá :)
ResponderEliminarEs fácil de encontrar, tiene edición actual.
Un cálido abrazo :)
¡Hola! josé: caminado, siempre cambiando, lo que está se reconocerá, en su momento, cada uno el suyo. Escuchar al niño interior, simplemente escuchar...
ResponderEliminarUn abrazo lleno de ánimo :)
Gracias por el artículo, ahora entiendo lo que me definio mi psiquiatra, sls.
ResponderEliminarKAoto
¡Hola! kaoto: bueno, el posesivo respecto al psiquiatra "mi psiquiatra" también forma parte de querer controlar. Añado que me llama la atención que al definirte lo que dices te definió el psiquiatra, no le hubieras dicho que no le estabas entendiendo... mejor hubiera estado ¿no te parece? A mi si.
ResponderEliminarClaro que, depende de cada persona y momento.
Le damos las gracias los dos al autor del libro. Mejor así.
¡Buen día!
Hola gracias por el post. Yo podría haber desarrollado trastorno de personalidad obsesiva pero reflexioné estas cosas acerca de mi padre (que si tiene este trastorno) y nos sumimos en eternas discusiones. Qué podemos hacer para mejorar la convivencia de una persona con este trastorno? partir porque se de cuenta? qué hcer para prevenir que mi hermano pequeño aprenda la misma personalidad?
ResponderEliminarun saludo y gracias de antemano
¡Hola" esther: si puedes dejar de discutir podrás encontrar la llave que descubre el razonamiento cerrado en el que viven estas personas. Observarse a uno mismo. Observar como nos sentimos ante sus actos o palabras y no dejarnos llevar por las palabras o actos de estas personas. Como siempre, comenzar por uno mismo. El mejor modo, ya que así podrás entender al otro. Y lo entenderás porque te habrás sosegado. Así también podrás observar, si se produce, aunque no necesariamente, un aprendizaje por parte de un niño pequeño que puede imitar, insisto, no necesariamente.
ResponderEliminarY bueno, si puedes leer el libro, este y otros, pues te puede ayudar. Y si no puedes sola, pedir ayuda, siempre para ti. Cambio yo, cambia el mundo :)
Gracias a ti :)
Hola Haidee! Que lindo tu forma de contar una historia... Estoy conociendo a una persona que tiene rasgos de una personalidad obsesiva y contrario a lo que creia, estoy cada dia mas involucrada, aun no se si salir corriendo... La realidad es que la falta en la toma de decisiones, la precision en sus rutinas, lo poco que se desenvuelve, la complejidad que lo caracteriza para tomar decisiones simples y la dificultad en la espontaneidad, me alejan mucho; asi mismo, me gustaria que me cuentes si hay alguna forma mas simple de sobrellevar una situacion asi... Aprender a ayudarlo a manejar sus miedos, sus inseguridades, mas alla de que tenga a su analista personal para eso! Quiero ser una buena compañera mientras este a su lado! Carla!
ResponderEliminar¡Hola! carla: no soy yo la que lo cuento... el autor es otro... pero guiándome por esta tu acción me habla de que no estas observando con objetividad y, pudiera ser que más bien hables de ti que de otra persona, aún estando esta en tu vida. ¿Por qué quieres ayudar a alguien si no sabes bien si te puedes ayudar a ti misma? Y dices que tiene su analista personal :))) en fin... El verbo sería dejar. Dejarlo vivir su vida. Dejar de controlar tú :)
ResponderEliminarY, sigue apareciendo el pulso silencioso... que sé que sabes que de qué hablo :)
Bye, bye :)
haideé