domingo, 6 de julio de 2008

Para otro día

Ultimamente en algunos de los ámbitos por los que transito he escuchado una palabra un poco enrevesada: procastinación. ¡Madre mía!, ¿y esto que es? Procastinación, lo leí por primera vez en un libro que trataba del desarrollo del estudiante una vez comenzada la universidad. Deduje por el contexto que se refería a la postergación. ¡Hombre!, ahora si. Esto ya me sonaba, aunque la palabra también se las trae. ¡Qué castigo tuve yo siempre con la postergación! Ya me lo decían dos mujeres importantes para mí –mi madre y mi abuela paterna-: “no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”. Y a mi “por un oído me entraba y por el otro me salía”. Eso si, yo me lo pasaba en grande mientras tanto, haciendo todo lo que no “tenía” que hacer. Pero luego llegaba el momento en el que aquello que había dejado de hacer porque no me gustaba o porque creía no poder hacerlo me pasaba deudas atrasadas.
No se como me las arreglaba pero de una u otra forma lograba salir del paso. Era cuando me sentía presionada que resolvía todo en un santiamén.
Fue pasando el tiempo y claro este comportamiento se fue integrando cada vez más en mí. Eramos inseparables. Pocas cosas se resistían a pasar por el “ya lo haré mañana”. La sensación siempre era de culpa, una culpa desazonadora, que no me abandonaba. Esta sensación salía sobre todo a la noche, cuando ya acostada, me dedicaba a pasar revista al día. Qué rezongona se ponía. Yo me empeñaba en buscar todo tipo de triquiñuelas para ver si se colaban por algún resquicio, y nada. Ahí aparecía una y otra vez, ¡que pesada! Qué compañera tan molesta. “No se para que me pongo así si siempre consigo terminarlo todo a tiempo”, me decía. Pero esto no arreglaba nada. De lo que no me daba cuenta era de todo el desgaste emocional que me imponía con tal trajín. Por entonces eso de mirar una por una las emociones, estados de animo, sentimientos, no tenía ni idea de lo que era. Aglutinaba todo ello en un vaivén de pensamientos y sensaciones que iban de acá para allá. No discriminaba, aunque siempre creí saber que me pasaba. ¡Hum! ¡Qué ingenua!
Qué laberintos, qué filigranas estaban prendidos a tal estado. Cierto que si no se me hubiera hecho sentir mal por ello, para mí no tendría la menor importancia. Lo asumiría como una parte más de mi persona. Por algo dicen que todo queda. Queda grabado a fuego aunque no se tome consciencia de ello. Y no me estoy poniendo psicoanalítica, no. Bueno, a lo mejor un poco. Esto de poner etiquetas, hasta yo me las estoy poniendo, ¡qué cruz! Luego vienen algunos y dicen que no es importante la introspección –la cual no es patrimonio del psicoanálisis-, será por miedo o porque no saben como hacerlo, pero es muy importante, mucho. Qué se quiera hacer o no depende de cada ser humano.
Gracias a esa introspección y ayudada claro está al leer las diferentes visiones, sin aferrarme a ninguna concretamente, pero quedándome con lo que me hacia falta en ese momento en el cual accedía a dicha información, fui poco a poco creando una idea más clara de cual era el intríngulis de mi mal querida postergación.
Culpa. Culpa de no poder cumplir las expectativas de otros. Culpa por no sentirme a la altura de otros. Culpa por creerme incapaz de corregirlo. Culpa por la propia culpa. Culpa por sentirme con miedo ante lo que pudiera pasar al dejar de hacer. Culpa por sentir que les fallaba a otros. Culpa por acabar con mi salud al culparme tanto. Culpa por sentir frustración, además de la rabia. Culpa y vergüenza por no creerme inteligente Vamos todo un gallinero de culpas. Pero el hilo ¿dónde estaba el cabo del hilo? El cabo que hace llegar al principio. Este estaba en aquello que aconteció desde la infancia. Toda una sociedad, unos individuos llevados por los conceptos sociales del “hay que hacerlo así”; hay que meterte en una escuela; hay que ser como los demás, hay que adaptarse, hay que obedecer; hay que hacer caso a los mayores, ellos saben más que tú; hay que, hay que, hay que,… socializar socializándote. Hay que vivir en sociedad, esta claro, pero ¿a que precio? ¿Al de convertir a todos los seres humanos en ovejitas dóciles y sumisas? Y ahora alguien me podrá acusar de sabe Dios qué, por acusar… Pero si yo estoy hablando de la procastinación. Qué no, qué es postergación.
Cierto que vivimos en sociedad, pero no para llegar a anular nuestra individualidad, nuestro autentico yo (individuación). Yo compartiendo con la sociedad, no la sociedad imponiéndose en mí con tanto afán de poder. Esto de “autentico yo” puedo decirlo hoy. Hace años lo llamaba amor propio, siempre tuve mucho, pero confuso. Confuso por las mil y unas doctrinas añadidas a mi corolario intelectual de las que quería alimentarme para sobrevivir, sintiéndome acompañada en mi soledad desvalida.
Hoy he descubierto que esa postergación efectivamente tiene que ver con mi capacidad para ver el quid de la cuestión, resolviendo problemas y conflictos muy rápido. En definitiva creatividad, por esto nunca me urgía ponerme a ello. Pero lo veo ahora que me he librado de la culpa y de la losa de la inseguridad que me impusieron otros en una edad en la que no podía defenderme bien; en la que necesitaba ser querida y no ridiculizada; comprendida y no culpada; apoyada y no domeñada.
Hoy puedo decir todo esto sin sentir que me vanaglorio, lo digo desde una verdad reconocida, sin ejercer la falsa modestia. ¡Qué liberación! ¡Que bendición!
En realidad ahora que puedo hacer un cómputo de mi vida, soy capaz de ver qué lo que acontece en tu vida es la huella que va encaminándote hacia donde tienes que llegar. Está marcado en ti a fuego, y llegarás a ello por los caminos que sean; estos serán los necesarios para templarte ante las dificultades. Los tropezones, las injusticias, los sinsabores, el sufrimiento, todo, todo te pone a prueba para hacerte más y más comprensivo, más y más intuitivo. La coraza forma parte de una juventud dolida, pero ya no tiene cabida en esta nueva etapa de la vida.
Hoy SE como hacer: no dejando para otro día lo que SE que puedo hacer hoy; de este modo puedo hacer muchísimas más cosas, y como no, teniendo más tiempo libre.

7 comentarios:

  1. Quizás sea una manía mia pero desde siempre, ya en la universidad era de los que jamás dejaban nada para el final. Si alguna vez tuve que hacerlo me creaba una sensación de angustia terrible, así que si puedo hacerlo hoy no lo hago mañana.

    Con los años no sólo se mantiene la "mania" sino que mi hija mayor es igual; por el contrario mi hija pequeña si puede hacerlo dentro de un mes para que hacerlo antes...la suerte que tiene es que no se agobia ni de coña.

    ¡uf! menuda chapa te he metido. Que pases buena semana.

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  2. me cuesta tanto hacerlo hoy sabiendo que mañana tengo tiempo...es una tarea en la vida que aun me cuesta aceptar y llevar a cabo. Supongo que es una mezcla de pereza y estres, funciono mejor cuando tengo que hacer muchas cosas y me vuelvo un poco lo ca...tengo que cambiarlo porque si no no llegare a vieja jejejeje. Me alegra saber que al menos tu lo has conseguido.
    Un besito

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  3. La verdad es que soy una persona muy nerviosa, y si tengo que hacer algo, lo quiero hacer ya, cuanto antes lo acabe mejor, porque si no, es como si tuviera algo pendiente, y no dejo de darle vueltas y más vueltas hasta que lo hago. Besos

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  4. Hola!xavi, grata sorpresa me has dado. Te das cuenta, te salia angustia... esas emociones significan siempre algo asociado a uno.Bendito tú que ibas al día. Esta bien que haya contrastesentre tus dos niñas,siempre se aprende algo del otro. Suerte que tiene tu niña pequeña de no agobiarse, más feliz será. ¡Uy! te puedes extender todo lo que quieras...
    Igualmente para tí xavi, un afectuoso saludo.

    ¡Hola!xeixa ¿cómo está esta sonriente chica? Así que estrés y pereza, te veo casi igualita a mí en su día, resolviendo todo en un momento... Por cierto no llegan a más viejecitos los que son tranquilos, sino los que mejor saben vivir, así que espero llegues a viejecita y además muy salerosa. Buscando entresijos emocionales igual llegas a descubrir el por qué de la cuestión.
    Muchos y cariñosos besos.

    ¡Hola! hawkeye así que tú también con las vueltas y más vueltas, los laberintos... no si la mente bien que juega...si mejor quitarselo de encima pronto...aunque ya ves, a mi me duró años.
    Un abrazo.

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  5. Hola Haideé, antes que nada te agradezco mucho tu visita y tus comentarios.
    Culpa........ parecemos especialistas en ponernos y poner culpas. La culpa es un gran pie que nos aplasta.
    Saludos de serhumana.

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  6. Cuanto antes mejor. Así lo he hecho siempre.
    Lo malo es cuando hay que hacerlo entre dos y uno lo deja todo para el final.

    Lo importante es que el tiempo que quede, antes o después, no se pierda por culpa de lo hecho o lo por hacer.

    Besos.

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  7. ¡Hola!serhumana: que bonito verte de nuevo por aquí. Si la culpa nos configura en sociedad y también te ayuda a entender que es mejor no hacer daño.Todo tiene su lado positivo y negativo, saber aunar los dos es un verdadero privilegio...
    Un abrazo.

    ¡Hola!ybris: sigo siendo puntito y me encanta, de hecho ahora mismo tengo una sonrisa en mi cara de verdadera felicidad.
    Dos, por eso en todo hay dos...así comprenderemos mejor.
    "...el tiempo que quede..." si creo que sí, por eso ahora soy capaz de sentirme feliz...

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