sábado, 9 de enero de 2010

En la farsa


En la farsa vive quien escribe dulces y sentidas palabras (aparentemente llenas de comprensión) pero no saca ni una triste moneda para dársela a un ser que la solicita. La actitud más habitual entre los que viven en un estado de farsa constante. Debo dar gracias por haber podido comprobar esto que digo con mis propios ojos. Se presentaron varias ocasiones para que la farsa no fuera tal, más no hubo ni un sólo gesto, ni tan siquiera no verbal a favor de donar una moneda en cada una de las veces en las que la acompañé.
Viven en la farsa quienes se venden a través de palabras, bonitas, pero vacías de contenido. Antes me entristecía, ahora tan sólo comprendo, Comprendo que esta persona se considera alguien no válido: si me dedico con empeño a demostrarles a los demás lo majo y buena persona que soy, igual así me convierto en lo que predico. En algunos casos ha dado resultado, si. En otros tan sólo ha sido para sembrar dolor en el corazón de esa misma persona, ya que la conciencia no calla, de un modo u otro siempre habla y se hará escuchar de un modo u otro, por enfermedad o por accidentes -leves o graves- o por circunstancias adversas que nos recordarán que hemos estado mintiendo para parecer lo que no somos, mejor dicho, para aparentar ser algo que ya somos pero que aún no hemos descubierto. Como siempre, paradójico.
Insisto: no es lo mismo parecer ser una buena persona a, ser una buena persona.
La farsa perjudica tanto al que la ejerce como al que la recibe, confiando ambos en que la verdad es una mentira; uno que se dedica con empeño a hacer creer; otro que cree de buena fe y que estará alimentando, sin saberlo, una mentira.
Vivir en la farsa te llena de miedo, miedo que se alimentará de si mismo, porque para no ser descubierto seguirá inventado otras mentiras... una ciclo sin fin... para darse de bruces con que ha alimentado a una bestia que le encarcela día tras día, noche tras noche, sin tregua... Se ha convertido en su propio torturador... Ha construido su propia cárcel y su propio verdugo: él mismo, y ningún otro, lo es.

2 comentarios:

  1. Diras que siempre insisto en lo mismo , pero vivir en la farsa es lo contrario al necesario cambio que necesitamos.
    Esta situación no nos beneficia, solo lo hace con el que la fomenta, como fomenta el miedo para controlar mentes y evitar que piensen demasiado.
    Por cierto , hemos cambiado la dirección del blog, ahora está en http://coachingparacambio.blogspot.com
    Un abrazo
    Jose

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  2. ¡Hola! josé: todos queremos el cambio, todos lo necesitamos, pero para algunas personas, el cambio es mejor que lo realicen otros, pensando tal vez que así les será más fácil a ellos, ya que como están tan acostumbrados a fingir lo que no son, seguirán haciendo lo mismo, fingir que son lo que hablan y no lo que sus acciones demuestran... es tan fácil hablar, y algunos se dan tanto arte... que vivir con la máscara puesta, sin saber que se lleva, es lo más habitual...
    Estas personas son ellas mismas las generadoras de su propio miedo, que parte de otro miedo, el de no ser bastante para los demás... así pues, ¿qué hago? Finjo ser lo que me gustaría ser... y como digo, la paradoja está servida, pues ya son eso que fingen... Ay, mundo lleno de confusión...

    Gracias por la información. Ya he realizado el cambio.
    Qué todo camine hacia mejores horizontes en este nuevo espacio.
    Un abrazo

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