(Imagen de autor desconocido para mi)
Había un monje que se llamaba a sí mismo "El Maestro del Silencio". En realidad era un fraude, su comprensión no era genuina.
Para vender su falso Zen tenía dos ayudantes, dos monjes elocuentes, para que respondieran a las preguntas por él, pero, como queriendo mostrar su inescrutable Zen silencioso, él nunca decía ni una palabra.
Un día, durante la ausencia de sus dos ayudantes, vino un peregrino y le preguntó: Maestro, ¿qué es el Buda?
Sin saber qué hacer, o qué responder, miró a todas partes con desesperación buscando a sus portavoces.
El peregrino, aparentemente contento y satisfecho, le dio las gracias al maestro y continuó su viaje.
Por el camino el peregrino se encontró con los dos monjes ayudantes que volvían a casa. Él empezó a hablarles entusiastamente de este ser iluminado, de este Maestro del Silencio.
Les dijo: Le he preguntado qué es un Buda, y él inmediatamente ha girado la cabeza al este y al oeste indicando que los seres humanos siempre están buscando a Buda aquí y allá, pero, en realidad, a Buda no se le encuentra en ninguno de esas direcciones. ¡Oh qué maestro tan iluminado, qué profundas son sus enseñanzas!
Cuando los monjes ayudantes regresaron, el Maestro del Silencio les regañó, diciendo: ¿Dónde habéis estado todo este tiempo? Hace im rato vino un inquisitivo peregrino que me ha hecho sentir terriblemente incómodo, he estado a punto de hundirme.
¿Por qué buscar fuera lo que está dentro?
¿Por qué culpar a otros de lo que nosotros sentimos?
¡Cómo somos! :)
Hola, Haideé, es un placer pasar por tu blog para leer entradas tan interesantes y que nos permiten reflexionar.
ResponderEliminarEn ésta el peregrino tenía luz y pensó que el maestro la tenía también. Además de las preguntas que formulas al final del texto. Son buenas enseñanzas.
Un abrazo y feliz fin de semana.
Juan Antonio