
lunes, 31 de octubre de 2011
Arremolinadas

viernes, 28 de octubre de 2011
En la otra orilla
miércoles, 26 de octubre de 2011
lunes, 24 de octubre de 2011
Zen y depresión. El sufrimiento del cuerpo

A menudo la sabiduría del cuerpo aclara la desesperanza del espíritu.
Marion Woodman
Este mismo cuerpo es el Buda.
Hakuin
La mayoría de las tradiciones espirituales están de acuerdo en que el cuerpo es finito. Aunque difieren en sus opiniones sobre lamente y el alma, todas coinciden en que, al final, el cuerpo se convertirá en polvo (ha sido ampliamente observado que la diferencia entre seres humanos y animales es que los seres humanos tienen conciencia de que morirán.
En lo más profundo de nuestro ser, nuestros cuerpos saben que morirán. Sienten con agudeza la pérdida de energía con el paso del la edad, lo que es el deterioro a través de la enfermedad. A través de nuestro ADN conocemos esta verdad de la impermanencia. Nuestros cuerpos lamentan esta pérdida, lo inapreciable y precario de la vida.
La depresión no es únicamente una expresión mental, también es una aflicción del cuerpo. Hay carencia de energía, una dolorosa pesadez, una tristeza y una amargura que nos impregnan hasta la médula. La tristeza y la amargura que sentimos son, en parte, el anhelo de permanencia que tiene el cuerpo, porque en todos lo que siente, no percibe, más que cambio y descomposición. Cuando podemos abordar esta aflicción y tristeza sin miedo, existe la posibilidad de llegar a la aflicción de todo el mundo, al sufrimiento de todos los seres.
En la depresión podemos sentir la amargura en todo lo que nos rodea, escondida bajo la superficie de los rostros de todas las personas a nuestro alrededor. Al percatarnos de ello nos hacemos conscientes de que todo ese dolor proviene del mismo lugar. Cuando lloramos, lloramos las lagrimas del mundo.
En el budismo, el cuerpo es percibido como el medio a través del que se alcanza la iluminación. No obstante, nuestra tecnología tiende cada vez más a convertir el cuerpo en algo obsoleto. Solemos ignorar una de las necesidades más básicas de nuestro cuerpo, la necesidad de ser de utilidad. Nos afeitamos con prisas con una maquinilla eléctrica en lugar de sentir el placer de pasarnos una brocha de espuma por el rostro y el peso de la navaja en la mano.
Todos esos y otros instrumentos nos son vendidos con la promesa de convertir en un placer lo que antaño fuera un trabajo pesado. De hecho, todo lo que hacen es realizar esas tareas más deprisa; pero las tareas en sí siguen sin ser placenteras ni pesadas. El único placer radica en la actividad, en sentir justo lo que estamos haciendo, tan sincera y plenamente, que la simple actividad llena todo el universo.
En la depresión, la sensación de lentitud y pesadez es como lo que se siente al practicar meditación andando. En el extremo esfuerzo requerido para completar incluso la acción más nimia, como levantarse o andar por la habitación, radica la oportunidad de experimentar y sentir por completo dicha acción.
De esta manera podemos extraer cierto placer en la sensación de calidez que provoca el sol al darnos en la espalda, o incluso en el calor que despide la bombilla encendida a nuestra espalda. Podemos percatarnos de cómo esas sensaciones nos eran desconocidas antes de la depresión, ya que realizábamos nuestras tareas a lo largo de días ajetreados, totalmente inconscientes de ellas.
La depresión nos ofrece la oportunidad de regresar a nuestro cuerpo, de sentir todo aquello que nos perdíamos.
(Extraído del libro "El camino del Zen para vencer la depresión". Autor Philip Martin)
viernes, 21 de octubre de 2011
jueves, 20 de octubre de 2011
Entregada

miércoles, 19 de octubre de 2011
Zen y depresión. Abrir el corazón de par en par

martes, 18 de octubre de 2011
Flores de Bach. Cerato

lunes, 17 de octubre de 2011
¿Tejón o tigre? Talentos propios

viernes, 14 de octubre de 2011
Tener paciencia. El bambú japonés

jueves, 13 de octubre de 2011
Tao Te Ching XLIV

Creada originalmente por haideé iglesias
¿Quién es más importante: la fama o la persona?
¿Qué vale más: las posesiones o la persona?
¿Qué es peor: el éxito o el fracaso?
Quien se apega a las cosas, se termina desgastando y nada tiene.
Quien acumula los bienes, pierde algo más importante.
Quien se contenta con lo que tiene, no cae en la desgracias.
Quien sabe cuando detenerse, se pone a salvo de los peligros
y puede vivir más tiempo.
miércoles, 12 de octubre de 2011
Serrar la mitad del bol
Invitaron a Nasrudín a la casa de un hombre muy rico pero muy tacaño, que le ofreció únicamente un bol de té. Cuando Nasrudín lo tomó en sus manos se dio cuenta de que estaba medio vacío y miró con extrañeza el rico personaje.
Éste le preguntó:
–¿Quieres algo más? ¿Azúcar? ¿Miel?
Y Nasrudín le contestó:
–No gracias, lo que necesito es una sierra.
Sorprendido, el dueño de la casa le preguntó:
–¿Para qué quieres una sierra?
Y Nasrudín le contestó:
–Para serrar la mitad del bol. No me sirve para nada.
martes, 11 de octubre de 2011
Zen y depresión. Gratitud

Un hombre fue a ver a una mujer famosa por su sabiduría y le pidió consejo. Ella le dijo:
–Me pase lo que me pase, siempre digo: "Gracias por todo, no tengo motivos de queja".
El hombre se fue pero regresó algún tiempo después.
–He intentado poner en práctica su consejo, pero no siento ninguna diferencia– dijo.
Ella replicó:
–Gracias por todo, no tengo motivos de queja.
Al oír la respuesta el hombre se iluminó.
Historia Zen
Si la única oración que pronuncias en toda tu vida es "Gracias". Será suficiente. Maestro Eckhart
Cuando estamos deprimidos, tenemos dificultades para encontrar algo por lo que estar agradecidos. Sólo sentimos dolor y desesperanza. Incluso el don de estar vivos nos parece más una maldición que una bendición.
¿Cómo podemos cultivar una auténtica gratitud en nuestros corazones? ¿Se trata sólo de palabras o es un estado mental?
Podemos tratar de sentir gratitud, pero puede acabar siendo lo mismo que cuando éramos niños: una mera formalidad (recuerdo muchas comidas de niño cuando daba las gracias justo para acabar lo antes posible con ello y poder lanzarme sobre la comida. Y cuando recorremos la vida de manera inconsciente, no sólo no apreciamos todo lo que nos ha sido dado, sino que de hecho somos irrespetuosos con todos esos dones.
Con el ritmo más lento que experimentamos durante la depresión, nos llega la oportunidad de experimentar y expresar una gratitud más profunda. Las tareas extensas pueden abrumarnos, pero podemos concentrarnos y permanecer atentos a las cosas pequeñas. En lugar de pasar corriendo por la vida, como hacemos cuando no estamos deprimidos, en la depresión podemos tomarnos el tiempo necesario para estar presentes en cada una de las pequeñas acciones que realizamos. Tal vez seamos incapaces de cocinar una comida de siete platos, pero podemos saborear una lata de judías o un bocadillo que nos hemos preparado. Podemos comer lentamente y paladear cada bocado de la comida.
Estamos acostumbrados a pensar en la gratitud sólo en términos de recibir. Por ello no nos damos cuenta de lo que ya poseemos. La dificultad con la que nos enfrentamos en la depresión para sentirnos agradecidos por lo que nos es dado puede conducirnos a sentir gratitud por las cosas más básicas, por esas cosas de las que todavía podemos ser conscientes, por todas las pequeñas maravillas que constituyen nuestro mundo humano: el saborear las cosas, el respirar, el caminar, el estar vivos.
Podemos hacer uso de esa mente de gratitud en cada momento, con sólo experimentar de manera total todo lo que nos es dado. Podemos usar cada momento de nuestra vida completa. Cuando vivimos de ese modo, recibimos cada instante como una ofrenda, a la vez que hacemos ofrenda de nuestra vida a cada instante.
Exploración complementaria
Encuentre un lugar tranquilo. Piense en todo aquello por lo que se siente agradecido. Ese maravilloso cuerpo que habita, con su capacidad para ver, oír, saborear, tocar, pensar y sentir.
Sea consciente de todos los seres que contribuyen a sustentar su vida. Su familia, sus amigos y sus padres, que le han dado esta vida. Todas esas personas que cultivan la comida de la que se alimenta, que trabajan para confeccionar la ropa que viste, que han construido la casa en la que vive. Al pensar en ellas, acérquese a su corazón. Déles las gracias, y asienta aprendiendo sus vidas.
Piense en la tierra y en sus seres, con todo lo que proporcionan. E, suelo en el que deja sus pisadas, las plantas y animales que ayudan a que su vida exista, los árboles que limpian el aire que respira. El sol estrellas que llenan de belleza a la noche. Dé las gracias a todos.
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De las gracias a sus alimentos. Eso puede hacerlo dando las gracias a Dios, a la tierra o a los mismos alimentos. O tómese un instante de silencio antes de comer. Haga lo que mejor le siente.
Deténgase para dar las gracias, ponga atención en esos momentos, antes de comer. A continuación, coma lentamente, manteniendo ese sentido de gratitud durante toda la comida. Saboree los alimentos, en la conciencia de que hacerlo es sentirse continuamente agradecido.
¿Cómo se siente al decir o llevar a cabo esa acción de gracias? ¿Le resulta raro? ¿Le es más fácil comer lenta y conscientemente cuando realiza una pausa antes para dar las gracias?
Realizar la exploración sólo si te sientes cómodo haciéndola. Recomendación del propio autor.
(Extraído del libro "El camino del Zen para vencer la depresión". Autor Philip Martin)
lunes, 10 de octubre de 2011
Visión

viernes, 7 de octubre de 2011
Reflejo incierto
jueves, 6 de octubre de 2011
Una persona madura

miércoles, 5 de octubre de 2011
La revelación natural

La Vía se manifiesta de continuo al margen de todo explicación y demostración.
Las explicaciones y demostraciones son meros recursos provisionales utilizados para facilitar la comprensión intuitiva. Una vez alcanzas la realización, poco importa que hayas arribado a ella mediante explicaciones, demostraciones o por tu propia experiencia personal.
Lo único que verdaderamente importa es descubrir el origen de la mente.
Maestro Foyan
martes, 4 de octubre de 2011
.Zen y depresión. Miedo
