Invitaron a Nasrudín a la casa de un hombre muy rico pero muy tacaño, que le ofreció únicamente un bol de té. Cuando Nasrudín lo tomó en sus manos se dio cuenta de que estaba medio vacío y miró con extrañeza el rico personaje.
Éste le preguntó:
–¿Quieres algo más? ¿Azúcar? ¿Miel?
Y Nasrudín le contestó:
–No gracias, lo que necesito es una sierra.
Sorprendido, el dueño de la casa le preguntó:
–¿Para qué quieres una sierra?
Y Nasrudín le contestó:
–Para serrar la mitad del bol. No me sirve para nada.
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