lunes, 14 de noviembre de 2011

Taoismo


De las dos principales tendencias chinas de pensamiento, el confucionismo y el taoísmo, esta ultima es la que está más orientada místicamente y por lo tanto resulta la más adecuada para ser comparada con la física moderna. Al igual que el hinduismo y el budismo, el taoísmo se interesa más en la sabiduría intuitiva que en el conocimiento racional. Reconociendo las limitaciones y la relatividad del mundo del pensamiento racional, el taoísmo es, básicamente, una vía de liberación de este mundo y, en ese sentido, se le puede comparar con el yoga o el Vedanta del hinduismo, o con el Óctuple Sendero del Buda del budismo. En el contexto de la cultura china, la liberación taoísta significa muy concretamente una liberación de las estrictas reglas convencionales.

La desconfianza hacia el conocimiento y el razonamiento convencionales es más fuerte en el taoísmo que en cualquier otra escuela del filosofía oriental. Está basada en la firme creencia de que el intelecto humano nunca podrá comprender el Tao. En palabras de Chuang Tzu:


El conocimiento más amplio no Lo conoce necesariamente. El razonamiento no hará hombres sabios en Él.

Los sabios se han dividido contra estos dos métodos.


El libro de Chuang Tzu está lleno de pasajes que reflejan el desprecio taoísta hacia el razonamiento y la argumentación. Por eso dice:


A un perro no se le considera bueno porque ladre bien; a un hombre no se le considera sabio porque hable hábilmente.

La disputa es una prueba de que no se ve con claridad.


Los taoístas consideran que el razonamiento lógico formaba parte del mundo artificial del hombre, junto con la etiqueta social y las pautas morales. No tenían el mínimo interés ene se mundo sino que concentraban su atención en la observación de la naturaleza, a fin de discernir las "características del Tao". De este modo, desarrollaron una actitud que era esencialmente científica y sólo su profunda desconfianza hacia el método analítico les impidió construir apropiadas teorías científicas. Sin embargo, la cuidadosa observación de la naturaleza, combinada con una fuerte intuición mística, condujo a los sabios taoístas a profundas percepciones, que han sido confirmadas por las modernas teorías científicas.

Una de las más importantes percepciones taoístas fue la idea de que la transformación y el cambio son rasgos esenciales de la naturaleza. Un pasaje de Chuang Tzu muestra con claridad cómo la importancia fundamental del cambio era discernida mediante la observación del mundo orgánico:


En la transformación y el crecimiento de todas las cosas, cada brote y cada característica tiene su propia forma. En ella está implícita su gradual maduración y su decadencia; el flujo constante de la transformación y el cambio.


Los taoistas consideraban todos los cambios que se dan en la naturaleza como manifestacones de la interrelación dinámica existente entre los opuestos polares yin y yang, y de esto modo llegaron a creer que cualquier par de opuestos constituye una relación polar, donde cada uno de los polos está dinámicamente unido al otro. Para la mentalidad occidental, esta idea de la unidad implícita de todos los opuestos es extremadamente difícil de aceptar. A nosotros nos parece de los mas absurdo que las experiencias y valores que siempre habíamos considerado contrarios sean, a fin de cuentas, aspectos de una misma cosa. En Oriente, sin embargo, siempre se consideró que para lograr la iluminación es esencial "trascender los opuestos del mundo" y en China la relación polar de todos los opuestos constituye la misma base del pensamiento taoísta. Dice Chuang Tzu:

"Éste" es también "aquél". "Aquel", es también "éste". Que "aquel" y "éste" dejen de ser opuestos constituye la esencia misma del Tao. Sólo esta esencia, como un eje, es el centro del círculo, que responde a los cambios din fin.


De la noción de que los movimientos del Tao son una interacción continua entre los opuestos, los taoístas dedujeron dos reglas básicas de la conducta humana. Siempre que desees lograr algo, deberás comenzar por su opuesto. Según Lao Tsé:


Quien quiera algo, deberá antes expandirlo.

Quien quiera debilitar algo, deberá antes fortalecerlo.

Quien quiera destruir algo, deberá antes levantarlo.

Quien quiera obtener algo, debe antes haberlo dado.

A esto se le llama conocimiento profundo.


Por otro lado, siempre que se desee retener algo, deberá admitirse en él algo de su opuesto:


Doblégate y permanecerás erecto. Vacíate y permanecerás lleno. Úsate y permanecerás nuevo.


Así vive el sabio que ha alcanzado el punto más elevado, punto desde el cual la relatividad y la relación polar de todos los opuestos es claramente percibida. Estos opuestos incluyen, antes que nada, los conceptos del bien y del mal, que se interrelacionan del mismo modo que el yin y el yang. Reconociendo la relatividad del bien y del mal, así como la de las putas morales, el sabio taoísta no se esfuerza en logra el bien, sino que más bien trata de mantener un equilibrio dinámico entre el bien y el mal. Chuang Tzu es muy claro en este punto:


Los dichos: "¿No debemos seguir y honrar lo correcto sin tener nada que ver con lo erróneo?" y "¿No debemos seguir y honrar a aquellos que aseguran el buen gobierno sin tener nada que ver con los que producen desorden?" muestran una falta de conocimiento de los principios del Cielo y de la Tierra y de las diferentes cualidades de las cosas. Es como seguir y honrar al Cielo sin tomar en consideración a la Tierra. Es como seguir y honrar al yin sin preocuparse del yang. Está claro que una conducta así no debe seguirse.


Es sorprendente lo mucho que, al mismo tiempo que Lao Tse y sus seguidores desarrollan su visión de mundo, los rasgos esenciales de esta cosmovisión fueran también enseñados en Grecia por un sabio de cuyas enseñanzas han llegado hasta nosotros sólo fragmentos, y que fue, y todavía es usualmente mal comprendido. Este "taoísta" griego fue Heráclito de Efeso. Compartió con Lao Tse no sólo su énfasis en el continuo cambio que plasmó en su afirmación de que "todo fluye", sino también el concepto de que todos los cambios son cíclicos. Comparó el orden del mundo con un "fuego siempre vivo, que en cierta medida se enciende y en cierta medida se extingue", imagen muy similar a la idea china del Tao en su manifestación cíclica del yin y el yang.

(Texto extraído del libro "El Tao de la física". Autor Fritjof Capra)

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