lunes, 31 de octubre de 2011

Arremolinadas

Creada originalmente por haideé iglesias

Danzarinas perfectas
al compás que les marca el viento
arremolinan sus cuerpos
semejando quietud.

Un beso depositado en la tierra
en dócil y dulce roce.
Arremolinadas,
arrope de creación.

viernes, 28 de octubre de 2011

En la otra orilla

Creada originalmente por haideé iglesias

Una vez, Nasrudín estaba pescando en el río cuando, desde la otra orilla, un hombre le gritó:
–¿Cómo puede hacer para ir a la otra orilla?
-No hace falta que haga nada –le contestó Nasrudín–, usted ya está en la otra orilla.

miércoles, 26 de octubre de 2011

Mentir


Creada originalmente por haideé iglesias


También forma parte de la sabiduria...

lunes, 24 de octubre de 2011

Zen y depresión. El sufrimiento del cuerpo


A menudo la sabiduría del cuerpo aclara la desesperanza del espíritu.

Marion Woodman


Este mismo cuerpo es el Buda.

Hakuin


La mayoría de las tradiciones espirituales están de acuerdo en que el cuerpo es finito. Aunque difieren en sus opiniones sobre lamente y el alma, todas coinciden en que, al final, el cuerpo se convertirá en polvo (ha sido ampliamente observado que la diferencia entre seres humanos y animales es que los seres humanos tienen conciencia de que morirán.

En lo más profundo de nuestro ser, nuestros cuerpos saben que morirán. Sienten con agudeza la pérdida de energía con el paso del la edad, lo que es el deterioro a través de la enfermedad. A través de nuestro ADN conocemos esta verdad de la impermanencia. Nuestros cuerpos lamentan esta pérdida, lo inapreciable y precario de la vida.

La depresión no es únicamente una expresión mental, también es una aflicción del cuerpo. Hay carencia de energía, una dolorosa pesadez, una tristeza y una amargura que nos impregnan hasta la médula. La tristeza y la amargura que sentimos son, en parte, el anhelo de permanencia que tiene el cuerpo, porque en todos lo que siente, no percibe, más que cambio y descomposición. Cuando podemos abordar esta aflicción y tristeza sin miedo, existe la posibilidad de llegar a la aflicción de todo el mundo, al sufrimiento de todos los seres.

En la depresión podemos sentir la amargura en todo lo que nos rodea, escondida bajo la superficie de los rostros de todas las personas a nuestro alrededor. Al percatarnos de ello nos hacemos conscientes de que todo ese dolor proviene del mismo lugar. Cuando lloramos, lloramos las lagrimas del mundo.

En el budismo, el cuerpo es percibido como el medio a través del que se alcanza la iluminación. No obstante, nuestra tecnología tiende cada vez más a convertir el cuerpo en algo obsoleto. Solemos ignorar una de las necesidades más básicas de nuestro cuerpo, la necesidad de ser de utilidad. Nos afeitamos con prisas con una maquinilla eléctrica en lugar de sentir el placer de pasarnos una brocha de espuma por el rostro y el peso de la navaja en la mano.

Todos esos y otros instrumentos nos son vendidos con la promesa de convertir en un placer lo que antaño fuera un trabajo pesado. De hecho, todo lo que hacen es realizar esas tareas más deprisa; pero las tareas en sí siguen sin ser placenteras ni pesadas. El único placer radica en la actividad, en sentir justo lo que estamos haciendo, tan sincera y plenamente, que la simple actividad llena todo el universo.

En la depresión, la sensación de lentitud y pesadez es como lo que se siente al practicar meditación andando. En el extremo esfuerzo requerido para completar incluso la acción más nimia, como levantarse o andar por la habitación, radica la oportunidad de experimentar y sentir por completo dicha acción.

De esta manera podemos extraer cierto placer en la sensación de calidez que provoca el sol al darnos en la espalda, o incluso en el calor que despide la bombilla encendida a nuestra espalda. Podemos percatarnos de cómo esas sensaciones nos eran desconocidas antes de la depresión, ya que realizábamos nuestras tareas a lo largo de días ajetreados, totalmente inconscientes de ellas.

La depresión nos ofrece la oportunidad de regresar a nuestro cuerpo, de sentir todo aquello que nos perdíamos.


(Extraído del libro "El camino del Zen para vencer la depresión". Autor Philip Martin)

viernes, 21 de octubre de 2011

Unos zapatos

Creada originalmente por haideé iglesias

Por la mañana
tiempo fresco y limpio.
Unos zapatos.

jueves, 20 de octubre de 2011

Entregada

Creada originalmente por haideé iglesias

Entregada a la vista
una planta de cardo
traduce la capacidad
que nosotros percibimos
como recipiente de luz y energía.
Cada momento un estado.
Cada instante,
una hermosa visión.
Entregada si,
a la corriente vital
que el universo
transmite a su organismo celular.

miércoles, 19 de octubre de 2011

Zen y depresión. Abrir el corazón de par en par

Una persona dolorida es alguien a quien le habla esa parte de si mismo que sólo sabe comunicarse de esa manera.

Malidoma Patrice Somé

La depresión es muy parecida a tener el corazón roto. En realidad cuando bajamos el ritmo y empezamos a mirar de cerca la depresión, los síntomas físicos puede manifestarse alrededor del pecho. La ansiedad es el corazón acelerado. La desesperanza es el corazón cansado. La tristeza y la aflicción son el corazón dolorido.
En algunos sistemas de sanación, la enfermedad es considerada principalmente una cuestión de desequilibrio. Los síntomas señalan los sistemas desequilibrados. En la depresión a menudo el desequilibrio está localizado entre el corazón y la mente.
En estos tiempos, y para muchos de nosotros, la mente y el pensamiento son considerados como útiles y valiosos, mientras que el corazón y las emociones lo son como obstáculos. En realidad no sabemos cómo amargarnos y sentir dolor, pero sí que sabemos cómo pensar. Así sucedía en mi vida antes de la depresión.
En la experiencia de la depresión, nos falla la mente de la que tanto dependemos. Resulta difícil tomas decisiones simples, recordar asuntos. Nos sentimos lentos y estúpidos. De hecho, la depresión amplificada muchos aspectos de nuestra personalidad y procesos de pensamiento. Nuestra mente se encuentra preocupada en juicios y comparaciones.
Podemos empezar a ver que no se trata simplemente de la mente de depresión, sino que en gran parte estamos viendo la naturaleza de nuestra mente y pensamientos cotidianos. En realidad, la depresión nos permite verla con más claridad.
La meditación nos ayuda en este proceso, ya que puedo fomentar un auténtico desapego de esos pensamientos y humores. A partir de entonces contamos con la posibilidad de empezar a desenredarnos del dolor. Podemos empezar a alejarnos de lo que los maestros zen denominan lamente pequeña. Podemos impresionarnos menos con nuestros propios pensamientos.
Al disminuir el poder de esta mente pequeña, aumentan los sentimientos y las emociones del corazón. Para una persona que ha ignorado el corazón, su llamada resulta insistente y extraña. Existe tristeza y pesar en relación al pasado, en todos los efímeros momentos que van quedando atrás. Sentimos todos los errores que hemos cometido, todas las heridas que hemos causado. La depresión puede ser una puerta que nos conduzca a una exploración de nuestra amargura. Esa puede ser una oportunidad para que la veamos y reconozcamos, en lugar de huir de ella.
Muy a menudo, en el camino espiritual, creemos que deberíamos sentir las emociones incómodas de manera menos frecuente, y que no deberíamos apegarnos a ellas. Al seguir esas creencias podemos bien desecharlas o huir de ellas.
Pero nuestra única esperanza es practicar la compasión y la bondad hacia todo. También debemos practicarla respecto a nosotros mismos y a nuestras emociones incómodas.
Una cosa es estar perdidos en las emociones de manera que nos convirtamos en la rabia o la tristeza y otra bien diferente reconocerlas, aceptarlas y escuchar lo que tienen que decirnos. En la intensa y en ocasiones sobrecogedora tristeza que surge en la depresión reposa la oportunidad de poder reconocer esas emociones difíciles con ternura y compasión, en lugar de darles la espalda.
Otra nueva oportunidad de hacer lo mismo radica en la experiencia de la empatía. Mientras atravesaba su depresión una mujer que conocía se dio cuenta de que ni siquiera podía ver la televisión, porque lloraba con casi todo, incluso con los anuncios de la compañías telefónicas en las que aparecen familias que se llaman para decirse "Os quiero". Durante mi propia depresión, me descubrí a mí mismo aguantándome las lágrimas en una tienda de comestibles al ver a un anciano esforzándose al tratar de llevar sus bolsas. Al abrirnos al mundo puede que por primera vez sintamos la amargura de ese mundo. En ese sentido podemos hallar una compasión que siempre ha estado ahí.
Mi maestro decía que demasiado a menudo andamos a la búsqueda de un complicado y ampuloso concepto de la compasión. Y sin embargo es tan sencillo como apartar a un niño del camino de un coche. La compasión existe en nuestro interior antes que ningún pensamiento de compasión se haya formado en nuestra mente.
En términos budistas, ésta es una auténtica experiencia de duhkha, sufrimiento, y annica, impermanencia. Experimentar la amargura y tristeza existentes en la depresión puede que sea la manera en que nuestros corazones nos piden que escuchemos y la impermanencia de nuestras vidas.
Al aprender a observar y reconocer esas sensaciones de amargura y sufrimiento podemos hallar la compasión que hemos ignorado durante tanto tiempo. No se trata sólo de arreglar el desequilibrio entre cabeza y corazón. Si honramos ese proceso, las sensaciones iniciales de estar en carne viva, de vulnerabilidad y de desamparo pueden llegar a abrirnos el corazón de par en par. Por primera vez podemos llegar a sentir no sólo la amargura de nuestra mente y de nuestro cuerpo, sino la tristeza de todos los seres de este mundo.
El corazón abierto ve que no hay nada que no tenga que protegerse, que la seguridad es una ilusión. En este discernimiento radica la auténtica valentía. Porque, tal como podemos descubrir al enfrentarnos a un peligro físico, a veces el lugar más seguro donde estar es permanecer lo más cerca posible de lo que tememos.

Exploración complementaria

Siéntese tranquila y cómodamente. Tras pasar unos minutos observando la respiración, oriente su conciencia hacia el pecho. Si pone suficiente atención sentirá el latido del corazón. Puede que éste aminore al respirar y se acelere al espirar. Fíjese en si lo siente pesado, o acelerado, o prieto. ¿Viene esa sensación acompañada de alguna emoción como ta amargura, miedo o desesperación? No trate de apartar las emociones. Acéptelas con calidez y compasión, como haría con un niño perdido. Asegure a esas emociones que desea conocerlas, que escuchará lo que tengan que decirle. Puede que quiera hablarlos de su amargura y de cómo siente haberlas ignorado.
Dirija pensamientos de calidez y compasión también hacia usted mismo. Recuérdese que no hay razón para sentirse avergonzado por no haber escuchado. Y ahora, en el hecho de elegir escuchar a su corazón, radica un gran valor. Puede haberse sentido como si tuviese el corazón acorazado, o como si lo tuviese encerrado en una urna de cristal. Vea cómo van aflojándose esas ataduras, cómo se disuelven. Sienta cómo se le va abriendo el corazón, y sepa que puede hacerlo todo lo lentamente que lo desee. Deje que su corazón crezca, hasta que su calidez y su ritmo seguro inunden todo su cuerpo. Recuerde que no tiene que proteger su corazón de nada.
Tal vez aparezcan emociones intensas. Eso puede suceder la primera vez que practique esta meditaci´pon, o tal vez al cabo de un tiempo de haberla practicado. Permita que le inunden la tristeza, la amargura o la alegría. Si las emociones le provocan lágrimas, respiración entrecortada o risas, permita que éstas se manifiesten. Reconozca y abrace esas emociones, como si acogiese a un niño o a un viajero perdido. Hágales saber que son bienvenidos y que han hallado un hogar en su corazón.
Vuélvase a enviar pensamientos de calidez y compasión, por tener el valor de escuchar a su corazón. Sienta una vez más el latido del corazón, y observe cómo sigue a su respiración. Lleve su atención al ritmo de su vientre, a cómo se alza y cae, al centro de la respiración. Cuando se sienta preparado, abra los ojos e incorpórese.


Realizar la exploración sólo si te sientes cómodo haciéndola. Recomendación del propio autor.

(Extraído del libro "El camino del Zen para vencer la depresión". Autor Philip Martin)

martes, 18 de octubre de 2011

Flores de Bach. Cerato


Cerato está relacionado con el principio de la certidumbre interior, con la "voz interior", con la intuición. En estado Cerato negativo, a la persona le cuesta aceptar los propios conocimientos correctos, la mayoría de las veces sin que tenga conciencia de ello.
Se pide una decisión. Intuitivamente la respuesta está, pero la cabeza, la mente racional, no admite esta respuesta intuitiva, y la cubre al instante con toda clase de argumentos usuales y patrones de conducta adquiridos. Lo que intuitivamente se reconoció como correcto, no puede traducirse en la práctica con convicción. Se origina una discrepancia inconsciente. Esto conduce a la inseguridad respecto a las propias decisiones, a desconfiar de la propia intuición.
El desacuerdo ceratostigma reside en la negativa de la personalidad de reconocer el papel del Yo Superior y aceptarlo. En lugar de admitir que sólo el Yo Superior puede conducir al propio bien, busca la respuesta en el mundo exterior, a menudo en teorías y doctrinas que se han divulgado en las experiencias de personas de una naturaleza completamente distinta.
Las personas que necesitan Cerato irritan a quienes les rodean con sus interminables preguntas acerca de sus problemas y problemas subjetivos. "¿Cómo harías esto en mi lugar? En realidad tengo una idea, pero por alguna razón no quisiera contar sólo con ella. No puede ser tan sencillo..." Estas son expresiones de ceratostigma.
Muchas personas en este estado ignoran que en realidad saben mucho. Por eso recogen más y más información, pero la atesoran como en una cuenta de ahorro en lugar de trabajar con ella. Por esta razón no pueden recoger las experiencias vividas por ellas mismas. Sin embargo, la seguridad y la confianza en la propia capacidad de decisión sólo nace de estas experiencias.
Las personas que una y otra vez se apuntan incondicionalmente a determinadas dietas en boga, aún cuando no les sientan bien, según ha quedado comprobado, se encuentran en estado Cerato negativo. "Sé que nunca pude tolerar la cebolla hasta ahora, pero si el profesor X lo dice, debe irme bien..." Estos pacientes a menudo se dañan contrariando su intuición y se muestran entonces ante su prójimo como simples o tontas.
Quien ha recibido Cerato empieza a percibir su voz interior con mayor intensidad. y cuando más confía en ella, con tanta más claridad le habla ésta. Comprueba dichoso cómo de repente todo saber está a su disposición, diagnósticos e interpretaciones. Entonces surge a menudo el deseo firme de compartir esta saber con los demás.
El lado positivo de la energía Cerato es una postura de serena certidumbre, en la que el individuo no se deja apartar de una decisión reconocida como correcta ni tan sólo por argumentos en apariencia muy convincentes.
Los terapeutas señalan que con Cerato se reaviva considerablemente la vida onírica y los sueños se recuerdan mejor.
El estado Cerato se presenta no pocas veces en combinación con los estados Scleranthus o Centaura.
Con frecuencia la causa de la aparición del estado Cerato en edad adulta debe buscarse en la época escolar, cuando se reprime normalmente el desarrollo de la intuición de muchos individuos, al exigirles acumular demasiados conocimientos.

Síntomas clave del estado Cerato
Falta de confianza en la propia intuición.

Síntomas en estado de bloqueo
Desconfianza de la propia competencia.
Pide constantemente consejo a otros.
Habla mucho, irrita a los demás interrumpiendo con sus interminables preguntas.
Da exagerado valor a la opinión de los demás.
Avidez de información.
Atesora saber sin aplicarlo.
Permite que le aconsejen mal en contra de su propia convicción y en detrimento propio.
Duda enseguida de una decisión que acaba de tomar.
Busca confirmación de alguna autoridad.
Causa en otros la impresión de ser crédulo y hasta cándido. cuando no tonto.
Siente apego a las convenciones, pregunta qué está de moda, qué se lleva.
Inclinación a imitar formas de comportamientos que le son ajenas.
Los niños tachan en sus deberes lo que escribieron bien.

Potencial en estado transformado
Intuitivo y entusiasta, curioso, deseoso de saber.
Capaz de recopilar, elaborar y emplear bien las informaciones.
Transmite sus conocimientos, con gusto.
Buena coordinación del pensamiento abstracto y del concreto.
Se deja guiar por la voz interior, se fía de ella y apoya sus decisiones en ella.
Obra sabiamente.

(Texto extraído del libro " La terapia floral de Bach". Autora Mechthild Scheffer)

lunes, 17 de octubre de 2011

¿Tejón o tigre? Talentos propios


Alguien con un gran dominio dela estrategia no debe ser empleado para salir de un mero aprieto. A alguien con poco conocimiento no debe confiarsele una gran tarea.
La gente tiene sus talentos propios: las cosas su formas específicas. Algunos encuentran demasiado pesado el responsabilizarse de una cosa, mientras que para otros el responsabilizarse de cien les parece poco.
Por tanto, la política de mentes triviales causará inevitablemente la perdida de la integridad de la sociedad. Aquello que pueden manejar asuntos pequeños quizás escogerán mal a la hora de decisiones importantes.
Un tejón no puede atrapar un buey; un tigre no debe ser usado para cazar ratones. Los talentos de las gentes de hoy en día deben ser tales que deseen pacificar la totalidad del reino y ganarse la alianza con otros países, preservar a las naciones en peligro y perpetuar a los pueblos en extinción. Su aspiración debe ser que el camino sea correcto, enmendar lo equivocado, deshacer los enredos y aportar orden donde haya confusión. Si se les pide cortesía personal, entonces la gente hábil y astuta irá con lisonjas y cobas mientras sigue las vulgaridades provincianas para conseguir la atención del pueblo.
Si la autoridad política se confía de este modio, ello es similar a utilizar un hacha para afeitarse o una navaja para cortar un árbol; ambas están fuera de lugar.
Las sugerencias útiles no deben desdeñarse solo porque vengan de personas humildes, y aquellas que son inútiles no deben seguirse aunque provengan de gente de las altas esferas. Lo justo y lo injusto no dependen del estatus social. Los dirigentes iluminados oyen a sus ministros. Si sus planes son inútiles, los líderes no se sienten desmerecidos de su rango; y si lo que dicen es factible, no les preocupa como lo expresan.
Los dirigentes ignorantes no son así. Por lo que respecta a sus familias y allegados, incluso si son deshonestos, no se percatan de ello, y cuando se trata de extraños y personas humildes, incluso si son diligentes y leales, los líderes son incapaces de darse cuenta. Aquellos que tienen algo que decir se ven forzados en la elección de sus palabras, mientras que aquellos que presentan críticas son castigados como si hubieran cometido un crimen. Si quieres iluminar la tierra y mantener las comunidades de este modo, ello es similar a oír música tapándose los oídos o contemplar una pintura tapándose los ojos; estarás lejos aunque tengas un buen oído y una buena vista.

*** *** ***

Cómo me recuerda este pasaje del "Tao de la política" en el apartado "Sobre el estado y la sociedad" a aquello que ha estado sucediendo desde el momento en que me encontré con algunas personas que también escriben en blogs...
Y también en la sociedad en la que vivo cotidianamente. Esa gran ignorancia que se alimenta -por parte de algunos más que de otros- para mantener la ignorancia acerca de uno mismo... Lo que supedita que uno no sabe si es tejón o tigre, ignorando cuales son sus talentos.
Esta apareciendo ahora con más claridad en la memoria datos de aquellos acontecimientos en los que varias personas que se elevan en pilares o tribunas haciendo valer lo que no entienden. Información que amplia el conocimiento que ya tenía. La importancia de tomar perspectiva, si. Ahora entiendo mucho mejor porqué aconteció todo y en que consiste ese empeño en no apreciar lo que yo aportaba. Mundo expresándose.
Bien. Viviendo y aprendiendo. Como siempre. Me encanta. Si :)

viernes, 14 de octubre de 2011

Tener paciencia. El bambú japonés


No hay que ser agricultor para saber que una buena cosecha requiere de buena semilla, buen abono y riego constante.
También es obvio que quien cultiva la tierra no se para impaciente frente a la semilla sembrada, halándola con el riesgo de echarla a perder, gritándole con todas sus fuerzas:
¡ Crece, maldita seas !

Hay algo muy curioso que sucede con el bambú japonés y que lo transforma en no apto para impacientes:

Siembras la semilla, la abonas, y te ocupas de regarla constantemente.
Durante los primeros meses no sucede nada apreciable.
En realidad no pasa nada con la semilla durante los primeros siete años, a tal punto que el cultivador inexperto estaría convencido de haber comprado semillas infértiles.

Sin embargo, durante el séptimo año, en un periódo de solo seis semanas... ¡¡¡ la planta crece más de 30 metros ¡¡¡¡

¿Tardó solo seis semanas en crecer?

No, la verdad es que se tomó siete años y seis semanas en desarrollarse.

Durante los primeros siete años de aparente inactividad, este bambú estaba generando un complejo sistema de raíces que le permitirían sostener el crecimiento que iba a tener después de siete años.

Sin embargo, en la vida cotidiana, muchas veces queremos encontrar soluciones rápidas, triunfos apresurados, sin entender que el éxito es simplemente resultado del crecimiento interno y que éste requiere tiempo.

Quizás por la misma impaciencia, muchos de aquellos que aspiran a resultados en corto plazo, abandonan súbitamente justo cuando ya estaban a punto de conquistar la meta.
Es tarea difícil convencer al impaciente que solo llegan al éxito aquellos que se mantienen en forma perseverante y coherente, y saben esperar el momento adecuado.

De igual manera es necesario entender que en muchas ocasiones estarémos frente a situaciones en las que creemos que nada está sucediendo.
Y esto puede ser extremadamente frustrante.
En esos momentos (que todos tenemos), recordar el ciclo de maduración del bambú japonés, y aceptar que -en tanto no bajemos los brazos- ni abandonemos por no "ver" el resultado que esperábamos, sí está sucediendo algo dentro nuestro: estamos creciendo, madurando.

Quienes no se dan por vencidos, van gradual e imperceptiblemente creando los hábitos y el temple que les permitirá sostener el éxito cuando éste al fin se materialice.

El triunfo no es más que un proceso que lleva tiempo y dedicación.

Un proceso que exige aprender nuevos hábitos y nos obliga a descartar otros.

Un proceso que exige cambios, acción y formidables dotes de paciencia.

Tiempo...

Cómo nos cuestan las esperas. Qué poco ejercitamos la paciencia en este mundo agitado en el que vivimos....

Perdemos la fe cuando los resultados no se dan en el plazo que esperábamos, abandonamos nuestros sueños, nos generamos patologías que provienen de la ansiedad, del estrés....

¿Para qué?
Te propongo tratar de recuperar la perseverancia, la espera, la aceptación.

Gobernar aquella toxina llamada impaciencia, misma que nos envenena el alma.
Si no consigues lo que anhelas, no desesperes.... quizá solo estés echando raíces...

*** *** ***
Este mundo de internet vive muy acelarado...
Aprendiendo a relantizar la misma dinámica que nos hace comunicarnos a través de él.

jueves, 13 de octubre de 2011

Tao Te Ching XLIV

Creada originalmente por haideé iglesias


¿Quién es más importante: la fama o la persona?

¿Qué vale más: las posesiones o la persona?

¿Qué es peor: el éxito o el fracaso?


Quien se apega a las cosas, se termina desgastando y nada tiene.

Quien acumula los bienes, pierde algo más importante.

Quien se contenta con lo que tiene, no cae en la desgracias.

Quien sabe cuando detenerse, se pone a salvo de los peligros

y puede vivir más tiempo.

miércoles, 12 de octubre de 2011

Serrar la mitad del bol

Imagen de autor desconocido para mi

Invitaron a Nasrudín a la casa de un hombre muy rico pero muy tacaño, que le ofreció únicamente un bol de té. Cuando Nasrudín lo tomó en sus manos se dio cuenta de que estaba medio vacío y miró con extrañeza el rico personaje.

Éste le preguntó:

–¿Quieres algo más? ¿Azúcar? ¿Miel?

Y Nasrudín le contestó:

–No gracias, lo que necesito es una sierra.

Sorprendido, el dueño de la casa le preguntó:

–¿Para qué quieres una sierra?

Y Nasrudín le contestó:

–Para serrar la mitad del bol. No me sirve para nada.

martes, 11 de octubre de 2011

Zen y depresión. Gratitud


Un hombre fue a ver a una mujer famosa por su sabiduría y le pidió consejo. Ella le dijo:

–Me pase lo que me pase, siempre digo: "Gracias por todo, no tengo motivos de queja".

El hombre se fue pero regresó algún tiempo después.

–He intentado poner en práctica su consejo, pero no siento ninguna diferencia– dijo.

Ella replicó:

–Gracias por todo, no tengo motivos de queja.

Al oír la respuesta el hombre se iluminó.

Historia Zen


Si la única oración que pronuncias en toda tu vida es "Gracias". Será suficiente. Maestro Eckhart


Cuando estamos deprimidos, tenemos dificultades para encontrar algo por lo que estar agradecidos. Sólo sentimos dolor y desesperanza. Incluso el don de estar vivos nos parece más una maldición que una bendición.

¿Cómo podemos cultivar una auténtica gratitud en nuestros corazones? ¿Se trata sólo de palabras o es un estado mental?

Podemos tratar de sentir gratitud, pero puede acabar siendo lo mismo que cuando éramos niños: una mera formalidad (recuerdo muchas comidas de niño cuando daba las gracias justo para acabar lo antes posible con ello y poder lanzarme sobre la comida. Y cuando recorremos la vida de manera inconsciente, no sólo no apreciamos todo lo que nos ha sido dado, sino que de hecho somos irrespetuosos con todos esos dones.

Con el ritmo más lento que experimentamos durante la depresión, nos llega la oportunidad de experimentar y expresar una gratitud más profunda. Las tareas extensas pueden abrumarnos, pero podemos concentrarnos y permanecer atentos a las cosas pequeñas. En lugar de pasar corriendo por la vida, como hacemos cuando no estamos deprimidos, en la depresión podemos tomarnos el tiempo necesario para estar presentes en cada una de las pequeñas acciones que realizamos. Tal vez seamos incapaces de cocinar una comida de siete platos, pero podemos saborear una lata de judías o un bocadillo que nos hemos preparado. Podemos comer lentamente y paladear cada bocado de la comida.

Estamos acostumbrados a pensar en la gratitud sólo en términos de recibir. Por ello no nos damos cuenta de lo que ya poseemos. La dificultad con la que nos enfrentamos en la depresión para sentirnos agradecidos por lo que nos es dado puede conducirnos a sentir gratitud por las cosas más básicas, por esas cosas de las que todavía podemos ser conscientes, por todas las pequeñas maravillas que constituyen nuestro mundo humano: el saborear las cosas, el respirar, el caminar, el estar vivos.

Podemos hacer uso de esa mente de gratitud en cada momento, con sólo experimentar de manera total todo lo que nos es dado. Podemos usar cada momento de nuestra vida completa. Cuando vivimos de ese modo, recibimos cada instante como una ofrenda, a la vez que hacemos ofrenda de nuestra vida a cada instante.


Exploración complementaria

Encuentre un lugar tranquilo. Piense en todo aquello por lo que se siente agradecido. Ese maravilloso cuerpo que habita, con su capacidad para ver, oír, saborear, tocar, pensar y sentir.

Sea consciente de todos los seres que contribuyen a sustentar su vida. Su familia, sus amigos y sus padres, que le han dado esta vida. Todas esas personas que cultivan la comida de la que se alimenta, que trabajan para confeccionar la ropa que viste, que han construido la casa en la que vive. Al pensar en ellas, acérquese a su corazón. Déles las gracias, y asienta aprendiendo sus vidas.

Piense en la tierra y en sus seres, con todo lo que proporcionan. E, suelo en el que deja sus pisadas, las plantas y animales que ayudan a que su vida exista, los árboles que limpian el aire que respira. El sol estrellas que llenan de belleza a la noche. Dé las gracias a todos.

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De las gracias a sus alimentos. Eso puede hacerlo dando las gracias a Dios, a la tierra o a los mismos alimentos. O tómese un instante de silencio antes de comer. Haga lo que mejor le siente.

Deténgase para dar las gracias, ponga atención en esos momentos, antes de comer. A continuación, coma lentamente, manteniendo ese sentido de gratitud durante toda la comida. Saboree los alimentos, en la conciencia de que hacerlo es sentirse continuamente agradecido.

¿Cómo se siente al decir o llevar a cabo esa acción de gracias? ¿Le resulta raro? ¿Le es más fácil comer lenta y conscientemente cuando realiza una pausa antes para dar las gracias?


Realizar la exploración sólo si te sientes cómodo haciéndola. Recomendación del propio autor.


(Extraído del libro "El camino del Zen para vencer la depresión". Autor Philip Martin)

lunes, 10 de octubre de 2011

Visión

Creada originalmente por haideé iglesias

¿Quizá una cámara se asemeja a un cerebro?
¿Está en la realidad esta imagen?
¿Qué es lo que en ella se ve?
¿Por qué lo vemos así?
¿Es el cerebro o es/fue la cámara?
¿Tienes respuestas para estas preguntas?
Respuestas sabias, no elucubraciones sin sentido...
¿Las tienes?
El cerebro es un órgano.
La cámara es un aparato.
¿Qué hay de semejante en ellos?
¿Puedes responder a estas preguntas de un modo sabio?

viernes, 7 de octubre de 2011

Reflejo incierto

Creada originalmente por haideé iglesias

Cristal encorbado
como un caminante
que no aprecia
lo deformado
de su visión.

Late el corazón
acelerado.
Pierde la razón
quién miente
por haber perdido
el valor
de encontrar
en su interior
la verdad.

Verdad de Amor
que la mentira no quiebra.

Temor y dolor
Perdida de visión
por un reflejo incierto.

jueves, 6 de octubre de 2011

Una persona madura

Creada originalmente por haideé iglesias

Una persona madura es aquella que no necesita padres. Una persona madura es aquella que no necesita a nadie a quien apegarse o en quien apoyarse. Una persona madura es aquella que es feliz con su soledad; es una canción, una celebración. Una persona madura es aquella que puede sentirse feliz consigo misma. Su soledad no es aislamiento, su alejamiento es un retiro, es meditación.
Un día tuviste que salir del vientre de tu madres. Su hubieras permanecido allí más de nueve meses habrías muerto; no sólo tú, también habría muerto tu madre. Un día tuviste que salir del vientre de tu madre; después, llegó un día en el que tuviste que salir del entorno de tu familia, otro vientre, para ir al colegio. Después, llegó otro día en el que tuviste que salir del entorno de tu colegio, otro vientre, para ir a un mundo más vasto. Pero en lo más profundo sigues siendo un niño. ¡Sigues permaneciendo en el vientre! Hay infinidad de capas en el vientre y hay que romper ese vientre.
Esto es lo que en Oriente hemos denominado el segundo nacimiento. Una vez que logras nacer por segunda vez te liberas totalmente de las huellas paternas. Y lo bello es que sólo entonces la persona siente agradecimiento hacia los padres. La paradoja es que esa es la única persona que puede perdonar a sus padres. Siente compasión por ellos y los ama, se compadece de ellos porque también han sufrido mucho. No está enfadada, en absoluto. Puede que tenga lágrimas en los ojos, pero no está enfadada, hará todo lo posible por ayudar a sus padres a dirigirse a esa plenitud de soledad, a ese grado de soledad.
En primer lugar conviértete en un individuo. En segundo lugar: no esperes la perfección, no la requieras ni la exijas. Ama a la gente corriente. La gente corriente no tiene nada de malo. ¡La gente corriente es extraordinaria! Cada ser humano es único; respeta esa unicidad.
En tercer lugar: da, sin condiciones; entonces sabrás qué es el amor. Yo no puede definírtelo. Tan sólo puedo mostrarte el camino para que lo cultives. Puede enseñarte a plantar un rosal, a regarlo, a fertilizarlo, a protegerlo. Entonces, un día, inesperadamente, nacerá la rosa, y tu hogar se llenará de su fragancia. Así es como ocurre el amor.

(Texto extraído del libro "Aprender a amar". Autor Osho)

miércoles, 5 de octubre de 2011

La revelación natural

Creada originalmente por haideé iglesias


La Vía se manifiesta de continuo al margen de todo explicación y demostración.

Las explicaciones y demostraciones son meros recursos provisionales utilizados para facilitar la comprensión intuitiva. Una vez alcanzas la realización, poco importa que hayas arribado a ella mediante explicaciones, demostraciones o por tu propia experiencia personal.

Lo único que verdaderamente importa es descubrir el origen de la mente.


Maestro Foyan


martes, 4 de octubre de 2011

.Zen y depresión. Miedo


Para aquel que está despierto, cuya mente no está excitada, cuyos pensamiento son ecuánimes, que ha renunciado tanto a la virtud como al pecado, no existe el miedo.
Buda, Dhammapada

El miedo es una forma de sufrimiento, una anticipación de algo malo por llegar. Es la preocupación de que en algún momento futuro no tendremos lo que queremos o perderemos lo que tenemos. No queremos sentir el dolor. Ni siquiera sentirnos incómodos.
El miedo es, además de una emoción, una condición física. Nos aísla, evitando que podamos estar relajados y conscientes en el presente. Emponzoña nuestra mente y nuestro corazón.
Estamos acostumbrados a sentir algún tipo de miedo en nuestras vidas. De hecho, el miedo motiva gran parte de nuestro comportamiento habitual. Pero durante la depresión da la impresión de que en ocasiones el miedo nos sobrepasa, hasta el punto de que somos casi incapaces de actuar. El miedo puede ser tan sofocante que amenaza con engullirnos.
Muchos de nuestros miedos habituales aumentan durante la depresión. Tememos lo que los demás piensen de nosotros. Tememos que nadie nos ame. Tenemos miedo de la muerte. Tenemos miedo de nuestra propia muerte. Sentimos que nuestra depresión, nuestro dolor y nuestro miedo no desaparecerán nunca.
Hay veces en las que resulta apropiado sentir miedo, cuando un tornado descarga todas su furia a nuestro alrededor, cuando el coche patina fuera de control, cuando nuestros hijos están a punto de cruzar una calle con mucho tráfico. Cuando nos enfrentamos a un auténtico peligro el miedo resulta útil, y es precisamente miedo lo que necesitamos sentir.
Pero gran parte de nuestro miedo es resultado de proyectar en el futuro, de preocuparnos y anticipar lo que pudiera (o va a) suceder. En la depresión, el miedo psicológico puede apabullarnos.
Muchas personas sufren ataques de pánico como parte de la depresión. Esos ataques son esencialmente miedo a estar asustado. Anticipamos e imaginamos una situación aterradora o incómoda y nos atemorizamos. Entonces respondemos con miedo y ansiedad a la sensación de miedo. De esa manera creamos un círculo vicioso de miedo cada vez mayor. Esa pauta puede continuar hasta el punto de sentirnos como si fuésemos a morir.
Las sensaciones y emociones derivadas del miedo son muy desagradables, tanto físicamente como emocionalmente. No obstante, si en lugar de echar a correr huyendo de nuestro miedo, o de tratar de rechazarlo, podemos abrirnos a él y ser conscientes de nuestras emociones ligadas al miedo y de los pensamientos que lo acompañan, podremos detener el proceso de agarrotamiento y tensión. Podremos romper el ciclo del miedo.
En la depresión, el detener o aminorar el proceso del miedo puede resultar de gran ayuda. Ello resulta especialmente cierto cuando nos enfrentamos no con un miedo a algo en particular, sino la sensación de miedo o pánico que aparece en ocasiones.
Durante la meditación, sobre todo en las primeras etapas de práctica, podemos experimentar este mismo miedo, intenso pero carente de base. Como decía Katagiri Roshi, la meditación puede ser como abrir la caja de Pandora. Quitamos la tapa y dejamos salir los pensamientos y emociones aterradores, feos y aburridos que hemos encerrado en nuestro interior. Debemos entonces volver a recordar nuestra determinación de no echar a correr. Podemos hacer frente a esos obstáculos de nuestras vidas con atención compasiva. Cuando surge el miedo, tanto en la meditación como durante la depresión (o en cualquier otra circunstancia), podemos convertirlo en objeto de nuestra atención. Miramos el miedo y comprobamos de qué manera lo sentimos. Nos fijamos si se tata de un dolor o de una tensión. Observamos nuestra respuesta a esa sensación. Vemos cómo el miedo trastoca nuestros pensamientos y emociones. Permanecemos con él.
Siempre que nos ea posible debemos estar presentes en el momento, porque el miedo es por lo general una proyección o anticipación del futuro. Pero la realidad es que este momento, el momento presente, es el lugar más seguro donde estar.
Un cliente con el que trabajé tenía graves problemas de pánico, llamó a un amigo y le pidió ayuda. El amigo preguntó: "¿En que calle estás" ¿De qué color es el edificio que tienes enfrente? ¿Qué aspecto tiene la cabina telefónica?" Al principio, mi cliente se sintió irritado, creyendo que su amigo no le ayudaba en absoluto. Pero luego empezó a darse cuenta de que su miedo iba retrocediendo. Lo que su amigo hizo fue traerle de nuevo al momento presente, alejándole del futuro y de sus miedos en relación con él.
En la depresión contamos con una oportunidad para observar nuestro miedo como lo que realmente es. Podemos preguntarnos lo que significa no tener miedo. Y podemos descubrir una intrepidez en nuestro interior de la que podemos echar mano cuando nos encontramos ante un peligro real. Estar presentes en nuestro miedo, hacerle frente con atención compasiva, es hallar esa intrepidez.

Exploración suplementaria
Sentando cómodamente, empiece a concentrarse en la respiración.
Tras hacerlo durante unos cuantos minutos, empiece a poner atención el los pensamientos, que le hacen sentir miedo. O bien lleve su atención a cualquier miedo que esté presente en su mente.
Observe cómo su pensamiento se ve afectado por dichos miedos. ¿Se acelera? ¿Siente el deseo de pensar en otra cosa? ¿Siente pánico?
No trate de salir del miedo, sólo permita que esté presente y continúe observando las reacciones que desencadena.
Ahora fíjese en las sensaciones físicas. ¿Cómo siente el miedo en el cuerpo? ¿Dónde está localizado?¿Siente una tirantez en el vientre o en el pecho? ¿Se le acelera el pulso, o bien la respiración es más superficial? ¿Son sensaciones desagradables?
No trate de cambiar las reacciones; sólo obsérvelas.
A continuación regrese a los pensamientos y a la presencia del miedo en la mente. ¿Aumenta al observarlo? ¿O bien el permitirle estar ahí empieza a remitir por sí mismo? ¿Qué sucede cuando se da cuanta de que empieza a luchar con él?¿Está el miedo relacionado con algo que le amenaza en este preciso momento? Recuérdese a sí mismo que en la fortaleza de su atención, en la solidez de su sentarse tranquilo, nada puede herirle.
Vuelva a concentrarse en la respiración y en las sensaciones corporales. Manténgase ahí durante algunos minutos.
¿Sigue el miedo presente? ¿Sigue siendo tan intenso? ¿Disminuye? ¿Aumenta?
Continúe observando la respiración, recordándose que tiene que ser capaz de mirar directamente y examinar su miedo, sabiendo que cuenta con la capacidad de volver a hacerlo en cualquier momento.
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Piense en algunas cosas o situaciones que teme en la vida y elija una de las menores. ¿Qué es lo que hace para que se genere ese miedo en su interior? ¿Habla con alguien a quien teme? ¿Va a algún lugar que le asusta? ¿Admite lago de usted mismo frente a otra persona? ¿Intenta hacer algo que no había hecho antes?
Sea lo que fuere, propóngase hacerlo, a pesar de cómo puede sentirse respecto a ello.
Sea consciente de que la naturaleza del miedo es la expectación. Al enfrentarse a ese miedo y traspasarlo, ¿piensa en lo que podría suceder, o en lo que podría salir mal?
Haga aquello que se ha prometido hacer a sí mismo hacer. Al llevarlo a cabo, deténgase para observar el miedo, la ansiedad y la anticipación que siente. Recuérdese su intención de completar el proceso y de llegar al otro lado.
Fíjese en la respiración (puede que perciba que apenas respira). Recuérdese a si mismo que en la respiración se encuentra a salvo, al igual que en la atención tranquila y en el momento presente. Respire hondo tres o cuatro veces, con el vientre.
Si siente el impulso de echar a correr, vuelva a detenerse y respire varias veces recordándose su intención de permanecer con el miedo.
Considérelo como un experimento. Si no pudiese completarlo, o ni siquiera iniciarlo, no se preocupe y reconozca que lo ha intentado.
Si acabase completando esta exploración, cerciórese de si le ha ayudado concentrarse en la respiración y en las emociones. Compare su experiencia real con lo que temía que sucediese. ¿Estaban sus miedos justificados o las cosas has sucedido de manera diferente a como temía o esperaba?
Al enfrentarse a su miedo, ¿amenaza éste con sobrepasarle de manera que llegó a asustarse más del miedo que de la situación en sí?
Intente el ejercicio con miedo más profundos y observe lo que suceda.

Realizar la exploración sólo si te sientes cómodo haciéndola. Recomendación del propio autor.

(Extraído del libro "El camino del Zen para vencer la depresión". Autor Philip Martin)

lunes, 3 de octubre de 2011

No creamos nada

Creada originalmente por haideé iglesias :)))

[…] "La abolición del tiempo puede tener lugar sin que nos demos cuenta de ello. Puede ocurrir en ocasiones en que estamos máximamente creativos. Las formas, las imágenes e ideas que brotan en ese estado intemporal nos recuerdan que ninguna idea es verdaderamente "nueva", pues la novedad implica un tiempo lineal. Cuando nos "perdemos" en el tiempo, escapamos a la linealidad de los acontecimientos sucesivos, al pasado, presente y futuro. El tiempo sencillamente está: no sucede.

Aunque refiriéndose a la visión del tiempo de la física moderna, Russell describe sucintamente esta situación:

"Se obtiene una imagen más verdadera del mundo... pintando las cosas como entrando en la corriente del tiempo desde un mundo exterior eterno, que no imaginando al tiempo como un tirano que va devorando todo lo que existe."

Esta concepción de la creatividad como producto de un mundo eterno e intemporal es difícil de digerir, especialmente si se quiere considerar la propia acción creativa como origen de un algo nuevo en sentido literal. Pero en el contexto moderno de un tiempo no lineal, los acontecimientos existen en el tiempo antes que nosotros, como afirma De Broglie. No creamos nada, ya que todo existe ya. Solamente descubrimos lo que hasta entonces no había sido descubierto. Esto proceso recuerda la visión de Hegel, de que no hay nada nuevo bajo el sol.

Un aspecto maravilloso de esta misma idea resulta afirmado por la ciencia. El objetivo de todo empeño científico puede resumirse en una sola palabra: descubrir. Veamos como se describe esta acción en el diccionario:

Descubrir: obtener por vez primera visón o conocimiento de algo v.g. de una cosa que ya existía, pero que no era conocida o no había sido percibida."[…]

(Texto extraído del libro " Tiempo, espacio y medicina". Autor Larry Dossey)

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Todo está. Todo Es...
Algunos se confunden creyendo haber entendido y lo utilizan para beneficiarse.
El ego, ese ego narcisista que todo lo confunde.
Maya jugando, si.
Si no hay honestidad todo se trastoca.
Espuria ganancia.
Mejor no prestar oídos a los aduladores, de los que miles hay. No actúan por maldad, tan sólo es lo que ellos mismos necesitan, por esto mismo es lo único que saben dar.
Dolor para la humanidad pues...
El problema de no saber escuchar con el corazón y desde la humildad.
Más el universo es sabio, si :)
Todo sucede por y para algo...
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