lunes, 6 de agosto de 2012

Karma: el corazón es nuestro jardín (VII y última) Meditación sobre el perdón.


Si pudiéramos leer la historia secreta de nuestros enemigos, encontraríamos en la vida de cada persona pena y sufrimiento suficientes para desarmar cualquier hostilidad. 
Longfellow 

El perdón es uno de los grandes dones de la vida espiritual. Nos permite liberarnos de las penas del pasado. Aunque puede surgir espontáneamente, también puede desarrollarse. Como en el caso de la meditación del amor y de la práctica de la compasión mostrada en anteriores capítulos , existe un modo de cultivar el perdón mediante una práctica antigua y sistemática. El perdón se utiliza como preparación para otras meditaciones centradas en el corazón, como modo de ablandar el corazón y liberar las barreras de nuestro amor y compasión. Mediante la práctica constante, una y otra vez, podemos llevar el espíritu del perdón al conjunto de nuestra vida. 
Antes de que podamos realizar la práctica del perdón, hemos de tener claro lo que significa perdón. El perdón no justifica o condona de modo alguno los actos dañinos. Al perdonar también debemos decir: "Nunca más dejaré que, con mi conocimiento, esto ocurra." Hemos de tomar la resolución de sacrificar nuestra propia vida con el fin de prevenir un daño futuro. El perdón no significa que hemos de ver o hablar con aquellos que nos han causado daño. Podemos elegir no verlos nunca más.
Perdonar es simplemente un acto del corazón, un movimiento para soltar el dolor, el resentimiento, el ultraje que hemos llevado como problema durante tanto tiempo. Es un alivio de nuestro corazón y el reconocimiento de que, no importa lo intensamente que podamos condenar y lo que hemos sufrido por las malas acciones de otro, no podemos situar a otro ser humano fuera de nuestro corazón. A todos nos han hecho daño, del mismo modo que constantemente siempre nos herimos a nosotros mismos y a los demás.
Para la mayoría de las personas, el perdón es un proceso. Cuando hemos sido heridos profundamente, el trabajo del perdón puede llevar años. Puede pasar por muchas fases -pesar, rabia, pena, miedo y confusión– al final, si nos permitimos sentir el dolor que llevamos, se convertirá en un alivio, como una liberación de nuestro corazón. Comprobaremos que el perdón es básicamente para nosotros, un modo que nos permite dejar de cargar con el dolor del pasado. El destino de la persona que nos ha hecho daño, ya esté viva o muerta, no importa tanto como aquello que llevamos en nuestro corazón. Y si el perdón es para nosotros mismos o a otros, el proceso es el mismo. Nos daremos cuenta de que no podemos cargar con él por más tiempo.
Para practicar la meditación formal del perdón, sentémonos cómodamente, cerrando los ojos y haciendo que el cuerpo y la respiración permanezcan en un estado cómodo y natural. Permitamos que el cuerpo y la mente se relajen. Respirando suavemente en la zona del corazón, sintamos todas las barreras y retenciones que llevamos con nosotros al no haber perdonado; no habernos perdonado a nosotros mismos, ni haber perdonado a los demás. Permitámonos sentir el dolor de mantener cerrado nuestro corazón. Luego, tras respirar suavemente en el corazón durante algún tiempo, empecemos a preguntarnos y a extender el perdón, recitando las siguientes palabras y dejando que abran el corazón que perdona. Permitamos que las palabras, imágenes y sentimientos crezcan a medida que las repetimos.

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Perdón de los demás: existen muchos modos en los que he hecho daño a los demás, los ha traicionado y abandonado, les he producido sufrimiento, consciente e inconscientemente, a causa de mi dolor, miedo ira y confusión. Recordemos y visualicemos estos diversos modos con los que hemos hecho daño a los demás. Contemplemos y sintamos el dolor que hemos producido a causa de nuestro propio miedo y confusión. Sintamos nuestra propia pena y arrepentimiento, y tengamos la sensación de que, finalmente, podemos liberar estas molestias y pedir perdón. Imaginemos cada recuerdo que sigue incomodando a nuestro corazón. Luego, de uno en uno, repitamos, te pido perdón, te pido perdón.
Perdón para uno mismo: sintamos nuestra preciosa vida y nuestro precioso cuerpo. Existen muchas formas en las que he traicionado, me he hecho daño, me he abandonado a través del pensamiento, la palabra u obra, consciente o inconscientemente. Permitamonos ver los modos en que nos hemos perjudicado o hecho daño a nosotros mismos. Visualicémoslos, recordémoslos, imaginémoslos. Sintamos  la pena que arrastramos debido a todos estos actos y sintamos que podemos liberar esas molestias, ampliando el perdón de uno en uno. Luego, digámonos a nosotros mismos: para todas aquellas formas en las que me he hecho daño a mi mismo mediante la acción o la falta de acción, a causa de mi miedo, dolor y confusión, llevo el perdón pleno y cálido. Me perdono a mi mismo, me perdono a mi mismo. 
Perdón para aquellos que os han hecho daño y os han perjudicado: existen muchos modos en los que hemos sido heridos y dañados, han abusado de nosotros y nos han abandonada los demás en pensamiento, palabra o hecho, consciente o inconscientemente. Imaginémoslos, recordémoslos, visualicémoslos de distintas formas. Sintamos la pena acumulada por este pasado y tengamos la sensación de que podemos liberarnos de estas molestias ampliando el perdón, si nuestro corazón esta listo. Ahora digamos: de los muchos modos que los demás me han dañado o herido, a partir del miedo, el dolor, la confusión y la ira, ahora los veo. Hasta el punto en qeu estoy listo, les ofrezco el perdón. He cargado durante mucho tiempo con esta pena en el corazón. Por dicha razón, a aquellos que me han causado daños, os ofrezco perdón. Os perdono.
Repitamos suavemente estas tres direcciones para el perdón, hasta que podamos sentir una liberación en el corazón. Tal vez, en el caso de grandes dolores, no sintamos una liberación, sino únicamente la molestia y la angustia o ira que hemos  retenido. Enfócalo con suavidad. Perdónate también a ti mismo al respecto. El perdón no puede forzarse; no puede ser artificial. Sencillamente, sigue con la práctica y deja que las palabras e imágenes trabajen paulatinamente a su aire. En su momento, puedes llevar a cabo la meditación del perdón como parte regular de tu práctica, soltando el pasado y abriendo, mediante un amor sabio, tu corazón c cada nuevo instante. 

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