Por ejemplo, podemos tomar la decisión de dejar de fumar, luego a lo largo del día puede presentarse el deseo de fumar un cigarrillo y nos descubrimos buscando en el bolsillo, sacando un paquete, cogiendo un cigarrillo, encendiéndolo y dándole una calada. De repente nos acordamos. "Oh, iba a dejar de fumar." Cuando ponemos el automático y no somos conscientes, seguimos nuestras nociones habituales de buscar un cigarrillo y encenderlo. No es posible cambiar los patrones de nuestro comportamiento o crear condiciones kármicas nuevas hasta que estemos presentes y despierto en e inicio de la acción. Si no, ya ha pasado. Como dice el viejo refrán: "Es como cerrar la puerta de la cuadra cuando el caballo ya ha escapado."
El desarrollo de la consciencia en meditación nos permite estar lo suficientemente atentos o conscientes para reconocer nuestro corazón e intenciones a medida que pasa el día. Podemos ser conscientes de los distintos estados de temor, deseo, confusión, celos o ira. Podemos saber cuando el perdón, el amor y la generosidad están conectados con nuestros actos. Cuando conozcamos el estado de nuestro corazón, podremos empezar a elegir sobre los patrones y condiciones que seguimos, el tipo de karma que creamos.
Intentar trabajar con este tipo de consciencia en nuestras vidas. Practiquémoslo al hablar. Prestemos una atención cuidadosa y seamos conscientes del estado de nuestro corazón, la intención, cuando hablamos de lo más simple. ¿Es nuestra intención protegernos, apegarnos, defendernos? ¿Es nuestra intención abrir nuestro interés, compasión o amor? Una vez somos conscientes de la intención, hemos de ser también conscientes de la respuesta. Incluso si se trata de una respuesta difícil, mantengámonos con la intención útil durante un periodo de tiempo y observemos el tipo de respuesta que obtenemos.
Di nuestra intención fue poco hábil o incorrecta, intentemos cambiarla y ver lo que sucede. De entrada, tal vez sólo experimentemos los resultados de nuestra previa actitud defensiva. Pero persistamos en nuestras buenas intenciones y observemos el tipo de respuesta. Para entender como funciona el karma, sólo hay que mirar en nuestras relaciones más personales o nuestras interacciones más simples. Podemos escoger una relación concreta o un lugar específico, y experimentar. Intentemos responder solo cuando esté abierto nuestro corazón. Cuando nos sintamos de otro modo, esperemos y dejemos pasar el sentimiento problemático. Como Buda nos instruyó, haced que vuestros actos y palabras sean amables, con intención amorosa, en el momento apropiado y para su beneficio. A medida que cultivamos intenciones útiles y amables, podemos practicar en la gasolinera o en el supermercado, en el trabajo, o en un embotellamiento. La intención que tenemos crea el patrón resultante.
A medida que somos más conscientes de nuestras intenciones y actos, el karma se nos muestra con mayor claridad. El fruto del karma parece incluso venir con mayor rapidez, tal vez sencillamente porque somos conscientes. A medida que prestamos atención, el fruto de lo que hagamos, ya sea adecuado o inadecuado, parece manifestarse más rápido. A medida que estudiemos esta ley de causa y efecto, vemoe que ya sea que actuemos nosotros u otros de un modo basado en el apego, el odio, el prejuicio, la crítica o la ilusión, los resultados inevitablemente traerán algún sufrimiento. Empezaremos a ver como aquellos que nos dañan,también se crean un sufrimiento inevitable ellos mismos. Lo cual nos mueve a desear prestar una atención estrecha y, a medida que observamos la ley de la causa y efecto, podemos ver directamente los estados adecuado e inadecuados en nuestro corazón.
Estar atentos al karma, nos muestra como nuestras vidas están conformadas por las intenciones del corazón. Cuando se le pidió que explicara la ley del karma del modo más simple posible, Ruth Denison, una famosa maestra vipassana, lo expresó de este modo: "El karma significa que nada es en balde". Cada día sembramos las semillas del karma. "Sólo existe un lugar en el que podemos ejercer alguna influencia sobre el karma, y es en la intención que imprimamos a nuestros actos. En realidad, sólo podemos cambiar el karma de una persona, el nuestro. Pero lo que hagamos con nuestros corazones, afecta al mundo en su conjunto. Si podemos desatar los nudos kármicos de nuestro corazón, al estar todos interconectados, de un modo inevitable sanamos el karma de otro. Como dijo un ex-prisionero de guerra, cuando fue a visitar a un compañero superviviente: "¿Todavía no has perdonado a los que te tuvieron prisionero?" El superviviente dijo: "No, no lo he hecho. Nunca." El primer veterano contestó: "Entonces, en cierto modo, sigues prisionero."
Cuando viajaba por India con mi mujer hace algunos años, tuvo una visión muy dolorosa de uno de sus hermanos agonizando. De entrada, pensó que formaba parte de un proceso de muerte y renacimiento en su meditación. Al día siguiente, tuvo una segunda visión de su hermano como espíritu guía, acompañado de dos nativos americanos que le ofrecían un guía y apoyo. Aproximadamente una semana más tarde, llegó un telegrama al ashram en el que nos encontrábamos en el monte Abu, en el Rajistan. Desgraciadamente, le decía a mi mujer que su hermano realmente había muerto del modo en que lo había contemplado en su visión. ¿Cómo podía haber visto la muerte de su hermano con medio mundo por medio? Pudo porque todos estamos conectados. A causa de ello, cambiar nuestro corazón afecta a todos los corazones, así como al karma de todo el mundo. En un retiro que dirigí hace algunos años, una mujer luchaba con los dolorosos resultados de un abuso en su infancia. Había estado enfadada, deprimida y lamentándose durante muchos años. Había trabajado en terapia y en meditación en un largo proceso para sanar dichas heridas. Finalmente, en este retiro llegó a poder perdonar a la persona que había abusado de ella. Lloró con hondo perdón, no por el acto, que nunca podría perdonar, sino porque ya no deseaba cargar con la amargura y el odio de su corazón.
Al acabar el retiro y regresar a casa, se encontró una carta en el buzón. Estaba escrita por el hombre que había abusado de ella, con el que no tenía contacto desde hacía quince años. Mientras que en otros muchos casos los que abusan niegan en última instancia sus actos, a pesar del perdón, algo que había cambiado la mente de este hombre. Escribía: "Por alguna razón me veo obligado a escribirte. He estado pensando mucho en ti durante esta semana. Se que te causé un gran daño y sufrimiento y me produje también un gran sufrimiento a mi mismo. Sólo quiero pedirte perdón. No sé que más puedo decir: "Miró la fecha de la carta. Estaba escrita el mismo día en que ella había acabado con su trabajo interior de perdón.
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