haideé iglesias
La ecuanimidad es esa energía de precisión, claridad, firmeza y ánimo estable –que surge de la lucidez y el equilibrio– que nos enseña a no desfallecer, ni desesperar ni reaccionar con avidez u odio ante las situaciones y circunstancias vitales, aplicando la firmeza de mente tanto al encuentro como al desencuentro, al halago o al insulto, a la ganancia o a la pérdida, porque la persona ecuánime entiende que la vida está configurada por dualidades y que todos los fenómenos y eventos están girando y una veces nos placen y otras no, a veces nos son favorables y otras desfavorables, pero incluso los favorables ahora más adelante pueden ser desfavorables y viceversa. La ecuanimidad es el resultado de la sabiduría y la persona sabia es sosegada y ecuánime y no reacciona de manera extremada, por tanto, ni se entusiasma desmesuradamente ni se abate con facilidad.
Ramiro Calle
Cuando desaparece la contaminación que perturba el entendimiento, surge la ecuanimidad. Así lo entiendo y siento. Es entonces que la intuición habla y/o actúa, no las opiniones, ni las creencias, ni los juicios que nacen de las mismas...
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