domingo, 22 de agosto de 2010

La confianza en uno mismo (III)


La confianza en uno mismo depende de un yo lo suficientemente sólido, a pesar de que es fluctuante y sensible al entorno, a las influencias más o menos perniciosas del medio; en determinados momentos los trastornos familiares, profesionales, afectivos, pueden debilitarla. Es indiscutible que determinadas condiciones del ambiente pueden contribuir a modificar la confianza en uno mismo.
Marlène, que carece de seguridad, se retrae por completo ante personas serias e irónicas; en cambio, en un ambiente cálido y relajado se tranquiliza y da lo mejor de sí misma.
La seguridad material y afectiva en un contexto de amistad, amor, reciprocidad y entendimiento preserva la confianza en uno mismo, mientras que el sectarismo, la injusticia, el egoísmo, la frialdad, la incertidumbre, son factores desfavorables capaces de mermar el capital de confianza o incluso destruirlo. Por lo general el entorno, con sus normas, sus costumbres, sus exigencias, sus constricciones, sus ambigüedades, ejerce presión sobre el individuo y facilita o dificulta, la vida y las relaciones. Así pues, el medio puede potenciar o menoscabar la confianza en uno mismo.
Esto significa que las personas que confían en si mismas también viven momentos de duda, ansiedad o depresión, en función de determinadas circunstancias desfavorables. Sin embargo, se controlan mejor y no se sienten desesperadas o agobiadas eternamente. Son capaces de resurgir con mayor rapidez. Para ellas, los efectos de un ambiente nocivo son limitados; no sucede igual para aquellos que poseen una confianza en sí mismos más frágil.
Esta confianza puede provenir de una pertenencia nacional o social, mediante la cual nos definimos en mayor o menor medida. Algunos países como Estados Unidos, que se asientan en el mito del self-made man, valoran la confianza en el individuo y el triunfo. Por el contrario, no resulta nada fácil la pertenencia a minorías mal consideradas, como los intocables en la India o los cíngaros en los Balcanes. A menudo estas personas acaban percibiéndose tal y como las juzgan los demás y perdiendo confianza.
Tomemos el ejemplo de las mujeres, que parecen tener menos confianza en sí mismas que los hombres. ¿Es fruto de la educación? ¿Es fruto de la sociedad? Sin duda, un poco de ambas.
De acuerdo con la psicoanalista Christiane Olivier, una madre no otorga la misma afectividad a un hijo que a una hija. El niño es querido sin condiciones por lo que es, por lo que tiene. La diferencia sexual basta para llenar a la madre. Una hija enseguida aprende que es incompleta y no es satisfactoria para su madre. No puede ser querida por lo que es. Únicamente podría serlo si se sometiera al deseo de la madre, a condición de ser perfecta, es decir, obediente, silenciosa, limpia, formal y dócil.
La sociedad tampoco parece contribuir al aumento de la confianza entre las mujeres. A pesar de las avances feministas, siguen existiendo numerosas desigualdades. "La maquinaria bien engrasada de las desigualdades entre hombres y mujeres", titula el periódico francés Le monde. Comienzan en la orientación escolar, las letras para las chicas, las ciencias y la industria para los chicos; por no hablar de los manuales escolares que minusvaloran a las mujeres, sus sueldos, por lo general menos elevados, sus dificultades para ser aceptadas en el mundo de la política y del trabajo (según una encuesta del Centre Nacionale de la Recherche Scientifique francés, no hay ninguna mujer entre los dirigentes de las doscientas empresas más importantes de Francia, Alemania y Gran Bretaña). Una "buena mujer" es un ama de casa, parece murmurar la sociedad.
Un último punto para prevenirles de los comportamientos que pueden estar relacionados con una excesiva confianza en uno mismo: el egoísmo, amor por uno mismo, pero falta de empatía, cerrazón e indiferencia hacia los demás; la suficiencia, lo que los griegos denominaban hibris o exceso de orgullo, desprecio por los demás; la ingenuidad, que nos hace confundir Roma con Santiago y nos sume en situaciones donde siempre acaban tomándonos el pelo.

3 comentarios:

  1. Justo antes de leer tu entrada te iba a comentar que quizás mi punto de vista viene delimitado por un ambiente extremadamente nocivo que he tenido a mi alrededor y sobre mi durante casi toda mi vida. Pero es eso en cierta manera lo que me ha hecho levantarme y decirle al mundo que estoy aqui. Quizás porque la gran mayoria de críticas o de consejos han sido destructivos tiendo a pensar que mi opinión sobre mi propia vida es la que es correcta ya que ahora me encuentro de camino al paraíso (quizás sea mas hermoso incluso que el propio paraíso) y todo gracias a seguir hasta la muerte mis propias opiniones y consejos. Si hubiera hecho caso de una sola de las cosas que me han aconsejado los mas cercanos a mi (y los que mas daño me han hecho y me hacen) ahora mismo estaría viviendo en un infierno. Quizás algún día llegue a estar rodeado de personas de las que valga la pena seguir sus consejos y puedes estar segura de que los tuyo los escucho y los tengo muy encuenta pero la situación de cada uno hace que se puedan aplicar de una forma u otra y directamente ni se puedan aplicar.

    Sobre el segundo parrafó no tengo nada que decir porque es correcto en cada una de sus palabras. Se menosprecia a la mujer cuando es una igual. Ni mejor ni peor, una igual. Me he encontrado en mi vida demasiadas mujeres que viven de la opinion de la gente, pero despues me he encontrado alguna que otra joya en la vida que se valora mas a si misma que lo que puedan valorarla los demás y lo mismo me ha pasado con los hombre. Quizás ellos no viven tanto por el que dirán, pero si muchas veces del que NO dirán.

    Un salido desde un ricón apartado :)

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  2. Queria decir un saludo no un salido XD menuda despedida mas rara ha quedado.

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  3. ¡Hola! soseki: bueno, yo también me he comido palabras, así que... yo te entendí. Además, podría ser que hubieras "salido" de un rincón apartado, más o menos nos podemos sentir así cuando estamos siendo vilipendiados, ¿o no? Yo al menos si salí de un rincón, del que me habían metido a base de muchas palabras y actos despreciativos, con buena intención, eso si. Unos más que otros. Todos naufragamos por el mar de la ignorancia, mis padres incluidos :) Y más en la sociedad del momento histórico que me toco vivir desde que nací.
    Un abrazo, aún a veces desde ese rincón ;)))

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