lunes, 24 de octubre de 2011

Zen y depresión. El sufrimiento del cuerpo


A menudo la sabiduría del cuerpo aclara la desesperanza del espíritu.

Marion Woodman


Este mismo cuerpo es el Buda.

Hakuin


La mayoría de las tradiciones espirituales están de acuerdo en que el cuerpo es finito. Aunque difieren en sus opiniones sobre lamente y el alma, todas coinciden en que, al final, el cuerpo se convertirá en polvo (ha sido ampliamente observado que la diferencia entre seres humanos y animales es que los seres humanos tienen conciencia de que morirán.

En lo más profundo de nuestro ser, nuestros cuerpos saben que morirán. Sienten con agudeza la pérdida de energía con el paso del la edad, lo que es el deterioro a través de la enfermedad. A través de nuestro ADN conocemos esta verdad de la impermanencia. Nuestros cuerpos lamentan esta pérdida, lo inapreciable y precario de la vida.

La depresión no es únicamente una expresión mental, también es una aflicción del cuerpo. Hay carencia de energía, una dolorosa pesadez, una tristeza y una amargura que nos impregnan hasta la médula. La tristeza y la amargura que sentimos son, en parte, el anhelo de permanencia que tiene el cuerpo, porque en todos lo que siente, no percibe, más que cambio y descomposición. Cuando podemos abordar esta aflicción y tristeza sin miedo, existe la posibilidad de llegar a la aflicción de todo el mundo, al sufrimiento de todos los seres.

En la depresión podemos sentir la amargura en todo lo que nos rodea, escondida bajo la superficie de los rostros de todas las personas a nuestro alrededor. Al percatarnos de ello nos hacemos conscientes de que todo ese dolor proviene del mismo lugar. Cuando lloramos, lloramos las lagrimas del mundo.

En el budismo, el cuerpo es percibido como el medio a través del que se alcanza la iluminación. No obstante, nuestra tecnología tiende cada vez más a convertir el cuerpo en algo obsoleto. Solemos ignorar una de las necesidades más básicas de nuestro cuerpo, la necesidad de ser de utilidad. Nos afeitamos con prisas con una maquinilla eléctrica en lugar de sentir el placer de pasarnos una brocha de espuma por el rostro y el peso de la navaja en la mano.

Todos esos y otros instrumentos nos son vendidos con la promesa de convertir en un placer lo que antaño fuera un trabajo pesado. De hecho, todo lo que hacen es realizar esas tareas más deprisa; pero las tareas en sí siguen sin ser placenteras ni pesadas. El único placer radica en la actividad, en sentir justo lo que estamos haciendo, tan sincera y plenamente, que la simple actividad llena todo el universo.

En la depresión, la sensación de lentitud y pesadez es como lo que se siente al practicar meditación andando. En el extremo esfuerzo requerido para completar incluso la acción más nimia, como levantarse o andar por la habitación, radica la oportunidad de experimentar y sentir por completo dicha acción.

De esta manera podemos extraer cierto placer en la sensación de calidez que provoca el sol al darnos en la espalda, o incluso en el calor que despide la bombilla encendida a nuestra espalda. Podemos percatarnos de cómo esas sensaciones nos eran desconocidas antes de la depresión, ya que realizábamos nuestras tareas a lo largo de días ajetreados, totalmente inconscientes de ellas.

La depresión nos ofrece la oportunidad de regresar a nuestro cuerpo, de sentir todo aquello que nos perdíamos.


(Extraído del libro "El camino del Zen para vencer la depresión". Autor Philip Martin)

5 comentarios:

  1. Parece que todo lo que leo últimamente lleva a lo mismo. A la importancia y necesidad de vivir el momento presente. Un saludo

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  2. Hola, Haideé Iglesias:

    Siempre me ha encantado leer ese tipo de libros; pero la depresión es como vivir en un infierno ... quieres salir de ese pozo pero no puedes; no puedes al no pedir ayuda si te callas nadie te escuchará: nadie es adivino, no pueden adivinar aunque la curación llega por ti debes aceptar las sombras y el pasado para luego vivir en el momento presente y disfrutar de cada tarea realizada con energía y ganas de salir y vivir.


    Un abrazo.

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  3. ¡Hola!emilio: sólo se vive en el presente cuando no hay sombra que moleste ese modo de vivir. En cuanto hay sombra hay conflicto, así pues el pènsamiento no para hasta que consigue saber que sucede en ese espacio ignoto llamado inconsciente. Dedicar a cada momento presncia requiere de presencia :)
    Un abrazo :)

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  4. ¡Hola! cristi: palabras, tan fáciles de pronunciar como de aplicar...
    Un abrazo

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  5. Siempre que uno sepa que es lo que siente cuando las dice, que se me olvidaba :)))
    Un abrazo

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