Nuestra tarea es aprender sobre el cuerpo y la mente y despertarnos en su seno. Comprender el juego del karma, es un aspecto del despertar. Si no somos conscientes, nuestra vida simplemente sigue una y otra vez el patrón de nuestros hábitos pasados. Pero si podemos despertar, podemos hacer elecciones conscientes a la hora de responder a las circunstancias de nuestras vidas. Nuestra respuesta consciente creará, entonces, nuestro karma futuro. Seremos capaces o no de cambiar nuestras circunstancias exteriores pero, con consciencia, siempre podemos cambiar nuestra actitud interior, y ello es suficiente para transformar nuestra vida. Incluso en las peores circunstancias externas, podemos elegir afrontar la vida desde el miedo o el odio o con compasión y comprensión.
El transformar los patrones de nuestras vidas, es algo que atañe siempre al corazón. Para comprender como trabajar con los patrones kármicos de nuestras vidas, hemos de ver que el karma tiene dos aspectos distintos: el que es fruto de nuestro pasado y el karma que nuestras respuestas presentes están creando para nuestro futuro. Recogemos los resultados de los actos pasados; esto no puede cambiarse. Pero, a medida que respondemos en el presente, también creamos nuevo karma. Sembramos las semillas kármicas para nuevos resultados. En sánscrito, la palabra karma normalmente va acompañada con otra palabra: vipaka-karma vipaka. Karma significa "acción" y vipaka significa "resultado".
Relacionándonos con cada momento de nuestra experiencia, utilizamos ya sea medios hábiles (despiertos) o no-hábiles (inconscientes). Las respuestas no-hábiles, como el apego o la aversión y la confusión, inevitablemente producen más sufrimiento y karma doloroso; las respuestas hábiles, basadas en la consciencias, el amor y la apertura, conducen inevitablemente al bienestar y a la felicidad. Mediante medios hábiles podemos crear nuevos patrones que transforman nuestras vidas. Incluso los patrones poderosos basados en el apego, la aversión y la ilusión, contienen en su seno, las semillas de las respuestas hábiles. El deseo de placer puede transformarse en una acción natural y compasiva que aporta belleza a la sociedad y al mundo que nos rodea. El temperamento de crítica y aversión puede, mediante la consciencia, transformarse en lo que se denomina sabiduría discriminativa: una claridad asociada con la compasión, una sabiduría que ve con claridad a través de las ilusiones del mundo y utiliza la claridad de la verdad para ayudar y para sanar. Incluso la confusión y la tendencia a estar desconectado de la vida, puede transformarse en una ecuanimidad sabía y espaciosa, un equilibrio sabio y compasivo que abraza las cosas con paz y comprensión.
Tradicionalmente, el karma se ha discutido a menudo en las enseñanzas budistas en términos de muerte y renacimiento. Buda habló de una visión de la noche de su iluminación, en la que contempló miles de sus propias vidas pasadas, así como las de otros muchos seres, todos ellos muriendo y renaciendo según los resultados de las leyes kármicas de sus actos pasado. Pero no necesitamos tener la visión de Buda para comprender el karma. Las mismas leyes kármicas que describió, actúan momento a momento en nuestras vidas. Podemos comprobar como la muerte y el nacimiento tienen lugar a diario. Cada día nacemos a nuevas circunstancias y experiencias, como si se tratara de una nueva vida. De hecho, esto sucede en cada instante. Morimos en cada momento y nacemos al siguiente.
Se enseña que hay cuatro tipos de karma en el momento de la muerte, o en cualquier momento de transición: karma pesado, karma próximo, karma habitual, y karma azaroso. Cada uno de ellos representa una tendencia kármica más fuerte que el siguiente. La imagen tradicional utilizada para explicarlo es la de una vacas en el campo cuando se abre la puerta. El karma pesado es parecido a un toro. Representa la fuerza de la acción más poderosa, buena o mala, que hemos realizado. Si el toro está allí y abres la puerta, siempre pasará el primero. El karma próximo es la vaca más cercana a la puerta. Se refiere al estado mental que está presente en el momento de la transición. Si la puerta está abierta y no hay toro, la vaca más cercana sale. Si no hay ninguna vaca cercana a la puerta, surge el karma habitual. Se trata de la fuerza de nuestros hábitos corrientes. Si no hay un fuerte hábito mental presente, la vaca que va normalmente la primera, es la primera en salir. Por último, aparece el karma azaroso si no hay un fuerte hábito en juego. Si no surgen potentes fuerzas, nuestro karma será el resultado azaroso de cualquier número de condiciones pasadas.
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