lunes, 16 de julio de 2012

En la guardería

haideé iglesias

Todo lo que realmente necesito saber sobre cómo debo vivir, qué debo hacer y cómo debo ser lo aprendí en el jardín de infancia. La sabiduría no estaba en la cima de la montaña universitaria, sino en el montoncito de arena de la guardería. Ésas son las cosas que aprendí:

A compartirlo todo.
A jugar limpio.
A no pegar a la gente.
A guardar las cosas donde las encontramos.
A no coger lo que no es mío.
A pedir perdón cuando hago daño a alguien.
A levarme las manos antes de comer.
A tirar de la cadena después de usar el inodoro.
Que las galletas y la leche fría son buenísimas.
A llevar una vida equilibrada: aprender algo, pensar algo y dibujar, pintar, cantar, bailar, jugar y trabajar cada día.
A hacer la siesta después del almuerzo.
A vigilar el tráfico, a cogerme de la mano de los demás y a solidarizarme con ellos cuando salgo al mundo.
A estar atento a los prodigios. Pensemos en la pequeña semilla en el vaso de porexpán: las raíces van hacia abajo y la planta hacia arriba, y nadie sabe a ciencia cierta cómo o por qué, pero en realidad todos somos así.
Los pececitos de colores, los hámsters, los ratoncitos blancos e incluso la pequeña semilla en el vaso de porexpán mueren. Nosotros también.
Tampoco hay que olvidar los libros de Teo Y Calabaza y la primera palabra que aprendimos, la mejor de todas:
MIRAR

¿Qué ha aprendido hoy usted y su niño divertido?

Robert Holden

*** *** ***

Yo propongo también éstas otras palabras:
OLER
TOCAR
ESCUCHAR
AMAR

Tan importantes estos sentidos para comprender la vida... y para no dejarnos arrastrar por las invasión visual con la que constantemente nos bombardean... Y si, yo misma también uso de lo visual... mas, qué diferencia... qué gran diferencia...

*** *** ***

Saltarina... tan deliciosamente alegre... Si :)))

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