Ese día, poeta ilustrado,
Queriendo ser daga
Renunciaste
Abnegado, al fulgor en libertad.
Otrora, por tu aroma prendida,
Mi cabeza reposó
Placidamente en la almohada.
Soñando tus sueños.
Tersada por el aliento del beso ofrecido,
Ese, que en tu boca quedó.
En el corazón abierto al noble gesto
Tímida, mi alma se recogió.
sábado, 28 de junio de 2008
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