domingo, 8 de junio de 2008

Sonreir

¿A cuantas personas nos encontramos por la calle que vayan sonriendo?. No os habéis fijado. Bueno pues haced la prueba. Poquísimas. Ya no es ir con una sonrisa amplia y manifiesta, sino con el semblante alegre, vivaz, vital. Uno se lleva una sorpresa al mirase en un escaparate o un espejo eventual por la calle. Si, seguro que miro que tal me quedan los pantalones, la falda, el traje, el vestido, el pelo, y me olvido de lo de adentro, eso que se manifiesta cada mañana al mirarnos en ese espejo. Por cierto ¿por qué encontramos siempre un espejo al poco de levantarnos?. Si, si, se nos dice que el espejo nos devuelve lo que somos, entonces ¿por qué sólo miramos lo que llevamos encima y no lo que tenemos dentro?. Mucho me temo que tengamos miedo a lo que podamos encontrar.
- ¡Pero si me esfuerzo por parecer feliz!.
-Ya, pero ¿y por dentro?.
Por dentro es otro asunto. Para estar feliz por dentro me es necesario saber de que carezco.
- Pero si tengo mis finanzas a tope, una pareja fenomenal, viajo, ... Entonces ¿por qué no sonrío?.
Porque para eso tengo que sentir que estoy en lo cierto, o sea que todo lo que tengo verdaderamente es lo que me sustenta mas allá de la apariencia.
Los humanos al igual que los animales tenemos una gran capacidad de adaptación, en ella sobrevivimos. Pero esa no es nuestra única capacidad. Nuestra más evolucionada capacidad es la de hacernos cada vez mejores seres éticos. Y espirituales, si, espirituales.
Nada que ver la cuestión que venden algunas religiones con esta espiritualidad. Si una religión pretende hacerte adepto, la espiritualidad te hace atento a tu libre albedrío. Y cuando uno se siente libre de escoger ser mejor persona, sonríe. Si, si, sonríe todo el tiempo, está en sus ojos (por algo dicen que los ojos son el espejo del alma). Es afable, cariñoso, tranquilo, y seguro de si mismo. Te contagias de su vitalidad. No mezclemos con carisma, no, no. El carisma también lo tienen los que buscan adeptos. El carisma conlleva un alto grado de narcisismo, con lo cual el encanto no es tal. Hay, eso si, magnetismo pero peligroso. El mensaje verbal puede no coincidir con el lenguaje no-verbal.
Dicen que si sonríes aunque no te apetezca hacerlo, consigues transmitirle a todo el cuerpo ese estado de animo alegre. Sonriamos pues, nos puede hacer sentir mucho mejor, además de conseguir que los demás también se sientan mejor. Bueno, yo lo intentaría.

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