miércoles, 22 de septiembre de 2010

La práctica del amor (VI)


Si bien impartimos conocimiento, estamos descuidando la enseñanza más importante para el desarrollo humano: la que sólo puede impartirse por la simple presencia de una persona madura y amante. En épocas anteriores de nuestra cultura, o en la China y la India, el hombre más valorado era el que poseía cualidades espirituales sobresalientes. Ni siquiera el maestro era única, o primariamente, una fuente de información, sino que su función consistía en transmitir ciertas actitudes humanas. En la sociedad capitalista contemporánea –así como en el comunismo ruso– los hombres propuestos para la admiración y la emulación son cualquier cosa menos arquetipos de cualidades espirituales significativas. Los que el público admira esencialmente son los que dan al hombre corriente una sensación de satisfacción sustitutiva. Estrellas cinematográficas, animadores radiales, periodistas, importantes figuras del comercio o el gobiernos, tales son los modelos de emulación. A menudo su principal calificación para esa función es que ha logrado aparecer en letras de molde. Sin embargo, la situación no parece totalmente irremediable. Si se contempla el hecho de que un hombre como Albert Schweitzter se haya hecho famoso en los Estados Unidos, si se tienen en cuenta las múltiples posibilidades de familiarizar a nuestra juventud con personalidades históricas y contemporáneas que demuestran lo que los seres humanos pueden lograr como tales, y no como anfitriones (en el sentido más amplio de la palabra), si se piensa en las grandes obras de la literatura y el arte de todas las épocas, parece que existe la posibilidad de crear una visión de buen funcionamiento humano, y por lo tanto una sensibilidad al mal funcionamiento. Si no lográramos mantener viva una visión de la vida madura, entonces indudablemente nos veríamos frente a la probabilidad de que nuestra tradición cultural se derrumbe. Esa tradición no se basa fundamentalmente en la transmisión de cierto tipo de conocimiento, sino en la de ciertas clases de rasgos humanos. Si la generación siguiente deja de ver esos rasgos, se derrumbará una cultura de cinco mil años, aunque su conocimiento se transmita y se siga desarrollando.
Hasta aquí me he referido a las condiciones para la práctica de cualquier arte. Examinaré ahora las cualidades de particular importancia para la capacidad de amar. De acuerdo con lo dicho sobre la naturaleza del amor, la condición fundamental para el logro del amor es la superación del propio narcisismo. En la orientación narcisista se experimenta como real sólo lo que existe en nuestro interior, mientras que los fenómenos del mundo exterior carecen de realidad de por sí y se experimentan sólo desde el punto de vista de su utilidad o peligro para uno mismo. El polo opuesto del narcisismo es la objetividad; es la capacidad de ver a la gente y las cosas tal como son, objetivamente, y poder separar esa imagen objetiva de la imagen formada por los propios deseos y temores. En todas las formas de psicosis hay una incapacidad extrema para ser objetivo. Para el insano, la única realidad que existe es la que está dentro de él, la de sus temores y deseos. Ve el mundo exterior como símbolos de su mundo interior, como su creación. Y todos procedemos de idéntica manera cuando soñamos. En el sueño producimos hechos, ponemos dramas en escena, que constituyen la expresión de nuestros anhelos y temores (aunque algunas veces también de nuestras intuiciones y juicios), y, mientras dormimos, estamos convencidos de que el producto de nuestros sueños es tan real como la realidad que percibimos en el estado de vigilia.

2 comentarios:

  1. Es curioso, hoy tu post me recuerda algo que me sucedió ayer: ayer mi hijo mayor me comentaba, mientras comíamos, que su tutor de este año, le había dicho que los profesores que eran simpáticos con los alumnos lo eran porque no sabían dar clase ni sabían nada de su materia y, con la simpatía, querían ganarse al alumnado. Y yo, que también soy profesora, y que siempre intento transmitir, más allá del conocimiento, respeto, cariño, emoción, me quedé consternada. Y lo expresé tal cual. Es sólo una anécdota pero creo que no transmite más el que más sabe o el que más estrellas tiene o el que más alto está, sino el que se acerca a la realidad de los demás, el que les hace interrogarse, cuestionarse, descubrir la belleza de la palabra, la belleza de lo simple y eso no se puede hacer desde el pedestal del usted... En fin, un comentario largo, hoy, al hilo de lo que dices, pero uniéndolo a mi vida personal. Un abrazo enorme, Haideé.

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  2. ¡Hola! índigo :): veo que te has cambiado el nombre... Tal como has expresado tu reflexión entiendo que el profesor en cuestión prefiere ser tratado con el usted. Nada hay de malo en esto, si no va acompañado de todo lo que dices. Es posible que no sea tan negativo, pero no lo puedo saber a ciencia cierta ya que me faltan datos. Te puedo decir que la afirmación que hace sobre esos profesores que se muestran simpáticos para ganarse a los alumnos, yo la puedo confirmar. Y es cierto que no son tienen conocimiento ni capacidad para enseñar. Estoy hablando de la universidad. En los otros ámbitos no sé muy bien como se realiza la enseñanza, pero en vistas de algunos comentarios de personas no parece ir muy bien. Cada uno va a expresar en su modo de enseñar lo que él ha entendido de la vida, nada más. Bueno, si, alguno irá pavoneándose de lo que no entiende pero como los que van a aprender están aún llenos de ignorancia, en el mejor de los sentidos, aprovechan a inflar sus egos. Muy largo este tema.
    Si te sirve da algo mi opinión te digo que vayas a hablar con el tutor y salgas de dudas respecto a su comportamiento. Porque puede ser estricto, pero si un buen profesor, o puede ser lo que tú me estás dando a entender. La asertividad, una gran aliada :) Esto no significa que desconfíes de tu hijo, pero si ser justa.
    Un abrazo lleno de serenidad y simpatía con su justa medida :)))

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